Humor y Administracion Rincón del Opositor

De lunes, Oposiciones y otras Revoluciones

De lunes, Oposiciones y otras Revoluciones.Hoy ha leído Sevach en el último número de la revista Jueces para la Democracia (nº 59,2007), un artículo del profesor de economía Manuel F. Bagüés en que informa del denominado «Efecto Lunes» que, partiendo de estudios estadísticos sobre las oposiciones a Notario de varias convocatorias, le permite afirmar que el opositor examinado en lunes reduce cerca de un 10% las probabilidades de aprobar (¡¡).

La razón puede ser, o bien que los lunes la benevolencia evaluadora del tribunal es menor, o bien que los candidatos ofrecen menos rendimientos.

De este modo, la ciencia parece avalar el estribillo de la canción clásica de The Boomtown Rats «I do not like Mondays» (no me gustan los lunes), aunque la realidad que la inspiró es mas cruel que la lírica, ya que en 1979, en San Diego, Estados Unidos, una chica de 16 años estuvo disparando desde la ventana de su casa al colegio que tenía enfrente, matando al director y al vigilante e hiriendo a nueve estudiantes; cuando le preguntaron a la joven porqué lo había hecho, su respuesta fue contundente: «Simplemente, no me gustan los lunes».

Asimismo, hace dos años se publicó una conclusión de la Oficina Nacional de Estadística del Reino Unido sobre el escalofriante dato de que los británicos (sobre un estudio de casi una década) gustaban de suicidarse el lunes más que cualquier otro día de la semana.

Al margen de tales pinceladas de la cruda realidad, para Sevach lo interesante del análisis del «efecto lunes» en la vertiente de la Administración, viene dado porque se alza en una variable a considerar por el opositor. Afortunadamente, la normativa sobre empleo público impone en el caso de exámenes que tenga lugar en varios días sucesivos, que el orden de examen de los opositores sea aleatorio, mediante sorteo de la letra de comienzo, pero no deja de sorprender que para un opositor que cuida hasta el más mínimo detalle puede tan azarosa circunstancia determinar el cielo del aprobado o el infierno del suspenso.

Para tranquilizarle Sevach le sugiere una burda coplilla de cuño propio:

«Para quien no domina el temario
le viene mal todo el calendario
y para quien controla al Tribunal
cualquier fecha es ideal
pero si el examen se torna calvario
el consuelo mas fuerte
es imputarlo a la mala suerte
y renunciar a ser funcionario»
.

Sin embargo, para el mundo de la Administración Pública las conclusiones de tal análisis no son irrelevantes, ya que la influencia del maldito lunes se manifiesta en otros ámbitos: exámenes académicos, productividad de los funcionarios, asistencia al trabajo, cumplimiento de obligaciones fiscales, cortesía burocrática con los ciudadanos, etc.

Es más, conoce Sevach a un Secretario General de uno de los mayores Ayuntamientos de España que se tomó la molestia de cuantificar informalmente en tres años consecutivos los miles de denuncias por infracciones de tráfico formuladas por la Policía local, y curiosamente el Lunes experimentaba un incremento sobre los restantes días de la semana de mas de un veinte por ciento. (¿Quizás debido a que los lunes con su carga de apatía hacían bajar la guardia a los conductores, o quizás porque los lunes se incrementa la hostilidad de los agentes?).

A la vista de tales circunstancias cabe pensar que al igual que la Ley de Caza prohibe cazar en los llamados «días de fortuna» en que por razón de inundaciones, incendios o sequías, los animales se ven privados de sus facultades normales de defensa, podría quizás abrirse paso una «costumbre» administrativa que inspirase la clemencia de los Tribunales de oposiciones para evitar fijar los exámenes en Lunes. O evitar inspecciones sorpresivas de hacienda en lunes. No en vano el origen latín del «lunes» es la «Luna», lo que nos alerta de tal día como señorío de los lunáticos.

Ante tal fenómeno, no faltarán cerebros que propongan semanas sin lunes (al igual que algunos hoteles no tienen habitación número 13, por la mala suerte), pero en tal hipótesis, probablemente lo humano sería odiar los martes. En todo caso ya el Calendario Republicano tras la Revolución Francesa allá por 1793, fijó una semana de diez días y el primero se denominaba de forma original: Primidi en vez de Lunes, experimento rotundamente fracasado porque la ciudadanía parece llevar los biorritmos semanales en el código genético.

Y siguiendo la clave de humor, quizás algún Sindicato funcionarial proponga que los lunes se declaren días inhábiles para el quehacer administrativo (relajando la tensión burocrática de los lunes) e incluso no faltarán abogados que esgriman ante la Administración como atenuante de una infracción de tráfico el que el hecho infractor tuvo lugar en Lunes. Aunque tampoco habrá avispados que si la denuncia tuvo lugar otro día, expliquen que «no saben en que día viven, pero seguramente en lunes», aunque lo cierto es que, como decía el insigne Julio Camba: «Hay años que uno no está para nada».

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