Contencioso

De Mileuristas, Milloneuristas y Malabaristas: La Generación Fargo

De Mileuristas, Milloneuristas y Malabaristas: La Generación Fargo.

Se queda Sevach sorprendido de lo pronto que un grupo se cobija bajo unas palabras o siglas para facilitar su identificación como rebaño susceptible de ser presa electoral. En este sentido, la prensa se hace eco de los «mileuristas» o jóvenes que cobran menos de mil euros mensuales (entre 25 y 35 años), y que son la versión en jerga comunitaria de los ya clásicos «Jasp» (Jóvenes aunque suficientemente preparados).

Según los datos del año 2006 de la Agencia Tributaria casi 11 millones de trabajadores en España perciben un sueldo mensual inferior a los 1.100 euros (técnicamente «mileuristas»). Paradójicamente el Presidente de la compañía Red Eléctrica Española (REE) en dicho ejercicio ingresó una retribución de 755.000 euros (y con derecho a indemnización equivalente por destitución) con lo que sin duda está a las puertas del selecto club de los «milloneuristas».

En medio de ambos grupos queda una masa anónima de ciudadanos que por su habilidad para sobrevivir pueden tildarse de «malabaristas». Se trata de esa generación perdida como el eslabón de la cadena evolutiva Darwinista, que ni son adolescentes, ni jóvenes emprendedores, pero tampoco están jubilados ni prejubilados (entre 35 y 50 años). Una inmensa mayoría silenciosa, y que Sevach bautizaría como Generación FARGO: Familiares, Adultos, Responsables y Gubernativamente Olvidados.

Son FAMILIARES. Son padres que se toman seriamente su papel de tutores de hijos nacidos bajo la fuerza del baby-boom. Sin embargo, sus reglas de horarios y hábitos domésticos o sociales tienen tanto éxito entre sus hijos como una comida de Jose Marí Arzak servida a los caníbales del pacífico. Así y todo, sostienen económicamente a su familia, como padres o madres laboriosos, esforzándose en ofrecer una imagen de colega a sus hijos, siempre dispuestos a acoger al «hijo pródigo» y afrontando infinidad de luchas abnegadas frente a bulimias, anorexias, acosos escolares, botellones, rebeldías, y millares de latiguillos «noentiendesnada», «hagolokemedalagana», «yosoyasí», etc. Intentan mantener un hogar estilo La Casa de la Pradera» pero consiguen una pálida imagen de la casa de Homer Simpson, donde los hijos parecen sustituir la presencia de sus padres por la caja tonta (Tele) o la caja lista (ordenador) cuando no por el imperdible (mp3) o la cámara de aislamiento acústico (walkman). Así y todo, el buque familiar flota aunque la tripulación de ese buque que es cada familia, mezcle guardamarinas de academia, marineros rudos e incluso piratas, mientras almirante y timonel intentan desde su posición patriarcal mantener el rumbo correcto.

También son ADULTOS. No son jóvenes de paternidad precoz sino mas bien tardía, madres «añosas» y padres que probablemente no conocerán a los nietos, que comienzan a acostumbrarse a las bajas de amigos y familiares bajo tentáculos de cánceres incontrolados y traicioneras dolencias cardiacas. Disfrutaron en su adolescencia de lecturas pretenciosas (Herman Hesse, Jack Kerouac, etc) y acogieron los ecos de la movida madrileña, bajo melodías de Pecos, Alaska, Siniestro Total, Hombres G, La Unión, Héroes del Silencio, Supertramp, Police, Eric Clapton y tantos otros, y ahora son devotos de un cascado Sabina y suspiran cuando ven a los Rolling Stone moviéndose como zombies mágicamente vivos. Son adultos de vuelta de un pasado que no añoran, pero no olvidan, con una «memoria intrahistorica» salpicada de exceso de vinos, cervezas y estruendo de alguna que otra discoteca (entrada con consumición incluida), algún que otro revolcón a hurtadillas, vehículos de segunda mano con petardeo incluido y fútbol agresivo, pero sobre todo, por poco dinero ya que si no se tiene no se gasta.

Por eso, cuando observan a los mileuristas (25 a 35 años) y oyen sus quejas de no tener coche ni casa propia, no comprenden sus lamentos (además sus hijos parecen resistirse a abandonar el nido familiar y ellos se resisten a expulsarlos) porque cuando los Fargo tenían su edad ni tenían las comodidades actuales ni disfrutaban del acceso a los miles de servicios y bienes que hoy día están gratis y disponibles y que bien complementan los fríos 1000 euros salariales. ¿O acaso no tienen valor las bibliotecas actuales repletas de libros, CD y DVD de acceso gratuito?, ¿Y las piscinas y pistas deportivas, accesibles en cantidad y calidad, y a precio asequible, inimaginable hace quince años?, ¿Y los espacios abiertos, parques públicos y amplísima gama de oferta cultural de museos y exposiciones, cuyo disfrute puede consumir varias vidas?, ¿Y qué decir de esa ventana abierta al mundo, de forma dinámica y repleta de información, que es internet?, ¿Alguien se ha percatado de que cada Administración Pública cuenta con su propio servicio de información y ayuda, de servicios culturales, de ofertas de empleo, y su coste es inversamente proporcional al número de destinatarios finales que los consultan y aprovechan?, ¿Qué decir de las subvenciones a fondo perdido?, ¿Y de los viajes Erasmus, Sócrates y tantos Programas Europeos que derraman ayudas, buena parte de las cuales quedan desiertas?…

Para los Fargo la comparación de los mileuristas de hoy con los milpesetistas de ayer, arroja un balance de calidad de vida sensiblemente peor para estos últimos, que son mas comprensivos para el derecho de queja que nace de situaciones como la de Charlot en «La Quimera del Oro» cuando se prepara una suela de zapato hervida para cenar porque no tiene otra cosa que comer.

Además los Fargo son RESPONSABLES. Han aprendido a sobrevivir con «sangre, sudor y lágrimas». Superaron crisis sin cuento, pero aprendieron el respeto por los demás y a cumplir con sus compromisos. A rechinar los dientes con disimulo y disfrazar sus preocupaciones de migrañas. Ya han superado las secuelas de unas escuelas preconstitucionales con saberes rancios y doctrinarios pero con fuerte disciplina. Pasaron por varios trabajos en la década del paro y alguno con recomendación. Conocieron el golpe del 23F, la elegancia de un Adolfo Suárez, el piquito de oro de un jovencísimo Felipe González, el huracán Fraga, y una pléyade de políticos buscando su poltrona como en el juego intantil de las sillas. Tienen la sabiduría del Caballo Viejo que tira del carro aunque los potros caracoleen, y se mantienen enganchados a la pesada noria de un mundo que da mas y mas vueltas, porque al fin y al cabo como decía H. Wells, «las crisis de hoy serán el chiste del mañana».

Pero lo que mas une a este colectivo es que están Gubernativamente Olvidados. Por mucho que leen los periódicos y los anuncios de los políticos de toda condición jamás les toca alimentarse del maná subvencional del Estado mas allá del Plan Renove. En efecto, observan como el gobierno o los gobiernos (estatal y autonómicos, e incluso locales) dispensan un torrente de ayudas a todo grupo o minoría que tenga peso electoral, no solo a los marginados en sentido bíblico y humanamente encomiable (enfermos crónicos o graves, minusválidos, indigentes, etc) sino estudiantes (se apoya con becas a los buenos pero también a los remolones y sin discriminar a los medianos), prejubilados (no solo del sector público sino del ámbito privado si les apoya San Sindicato), artistas (acogiendo un concepto generoso de artista y que alcanza prácticamente a todo el que se califica a sí mismo como tal), faranduleros con contactos políticos, clubs de amigos del yo-yo, adoradores del efecto invernadero, adventistas del día y de la noche, asociaciones y fundaciones tan representativas como un hamster en un gallinero, sobrinos de hijos de inmigrantes del siglo pasado, nudistas anónimos, amigos del sexo con animales, descendientes de españoles que sufren condenas en países remotos, fabricantes de bombines en crisis, drogadictos sin voluntad de enmienda, etc.

Y en medio de este mar de los sargazos de las subvenciones tenemos a nuestro Fargo, flotando a duras penas y llegando a fin de mes, mientras sobre sus espaldas se alza el Euribor, la hipoteca, los impuestos locales, autonómicos y estatales, algún divorcio, una úlcera de estómago, dos créditos rápidos, un pariente lejano que se convierte en próximo, los ruidos del vecino, y un sinfín de contratiempos e infortunios, y ahí tenemos a nuestro héroe anónimo (sin monumento al «Fargo desconocido») que sigue nadando como dice el consejo chino: En la inundación puedes rezar, pero no dejes de nadar ni te agarres a la cola de un tigre para salvarte…».

Al final, Sevach recuerda la fábula de la cigarra y la hormiga y piensa:

La cigarra es mileurista
la hormiga laboralista
viendo como viven
¿Quién es mas lista?.

0 comments on “De Mileuristas, Milloneuristas y Malabaristas: La Generación Fargo

  1. Quizás el verdadero problema de nosotros los «mileuristas» es el desconcertante porvenir. Es tener la sensación de que hemos llegado al cenit de nuestras vidas demasiado pronto. Es como la impresión que debe tener un deportista de elite que ya no consigue igualar sus marcas de antaño. Ya no es capaz de superarse.

    La victoria de la superación. La generación de los Fargo malabaristas ha saboreado esa sensación de superación siempre. Han conseguido superar las adversidades y alcanzar metas una tras otra. Como el animal salvaje siempre en guardia que día a día lucha contra la naturaleza y gana… sobrevive.

    La generación de los mileuristas es como un gato doméstico. Les sacaron de un ambiente hostil y antes de tener si quiera uso de razón ya estaba arropado por el albornoz del progreso. Las comodidades de las que hemos disfrutado, en cuando a ciencia, salud, ocio, alimentación etc. han paralizado, es más, han obstruido nuestra capacidad de superación.

    Vienen tiempos malos. Yo siempre tuve una buena casa. No tuve ordenador hasta muy tarde. Mi televisión era pequeña y no teníamos el canal plus. Hoy en día con mi sueldo mileurista puedo permitirme tener un potente ordenador, y una tele gigante. Puedo permitirme tener mp3, y puedo ir al cine, a la biblioteca, descargarme cualquier contenido por Internet y saber casi lo que pasa en cualquier lugar del mundo a tiempo real. Además de beber yogures actimel con l casi inmunitas y hablar con mi teléfono con pda.

    Ya me han dado todo lo que de pequeño pude ansiar. Ya he conseguido apaciguar mi instinto de superación viciado por una sociedad capitalista y enloquecida por el consumismo casi absurdo. Ahora miro hacia delante y que veo: Viviendas con un precio astronómico que en la vida podré pagar. Un sueldo lo suficientemente grande como para seguir teniendo todos mis juguetitos pero demasiado pequeño como para formar una familia sin renunciar a todos ellos. Una crispación laboral en trabajos basura y subcontratas.

    Dentro de 20 años, cuando tenga aproximadamente los mismos que tu, volveremos a hablar. Yo te contaré como sigo pagando la hipoteca y mi calidad de vida ha ido a peor. Como ya no tengo juguetitos y ya no bebo actimel. Como miro atrás y echo de menos mi vida. O a lo mejor te cuento que al final no he dado ningún paso, que, como en el concurso de la tele, me he plantado con lo que ya tenía. Como di la espalda a tener una familia y me quedé con tenerme a mi.

    Tú me contaras como van tus acciones del Santander y lo bonita que ha quedado tu casa del campo. Me dirás que los últimos inquilinos que tuviste en tu piso de alquiler te han dejado el piso hecho un desastre y que a los próximos que entren les vas a cobrar un aval de 6 meses como mínimo. Y lo gratificante que fue tu última escapada a Praga.

    Es cierto. Los malabaristas son una especie en peligro de extinción. Dentro de 20 años ya no existirán. Solo habrá mileuristas y milloneuristas. Pero no te preocupes. Que cuando nuestros hijos nazcan otra vez en una sociedad pobre, y no tengan de antemano nada asegurado, sus instintos volverán a ser puros y su capacidad de superación florecerá.

  2. iñigo

    Chapó Felix por tu comentario. No se cuáles son las causas antropológicas de nuestra situación, ni si el futuro nos deparará ésto que describes, pero la sensación que transmites es la misma que tengo yo. Quizás la solución sea despegarnos de tanta materialidad absurda que nos han inculcado y buscar otros caminos a la felicidad…..

  3. Pingback: meneame.net

  4. Sólo puedo añadir un vídeo que representa las nuevas tendencias y mecanismos de asociación del mileurista para convertirse en Malabarista.

  5. Este video demuestra que somos conscientes de la vida que estamos llevando.

    Mientras haya humor el mundo no estará perdido, jeje

  6. Pingback: Vivir Para Trabajar O Que? | Articulos

  7. No estoy de acuerdo en que estemos olvidados por el Gobierno… sino fíjate en la ley contra la violencia de género: un instrumento pensado para expoliar a los padres de familia, enriqueciendo a abogados, procuradores, sicólogos, sin olvidar a la «sufrida esposa» que reclama también no sólo que el esposo pague a su abogado sino los supuestos «daños morales»…

    Y todo ello con un menosprecio manifiesto a los hijos, no sólo por el dolor que se les causa, sino por el ejemplo que se le dá: Dice el Estado: tu trabaja todo lo que puedas, que luego ya haré yo una ley para quitártelo todo…

    Y luego nos quejamos de que los hijos no quieran ni estudiar ni trabajar…

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