Sobre los políticos

De mentiras políticas o el timo de la estampita

De mentiras políticas o el timo de la estampitaHace seis meses los medios de comunicación se hacían eco de la promesa efectuada por un Presidente autonómico de complementar la ayuda al chequé-bebé estatal con 500 euros adicionales. Fue vitoreado y debidamente capitalizada políticamente tal promesa, que fue sonsonete periodístico subliminal. Ver noticia. El caso requiere análisis.

    1. Pues bien, hoy Sevach (como reciente padre de hermoso bebé) acudió a solicitar en las dependencias públicas autonómicas el impreso para solicitar la ayuda y la amable pero firme respuesta fue que ni había impreso ni acuerdo de tales ayudas (y a juzgar por la sonrisa contenida del empleado, Sevach era el último de una larga lista de incautos que efectuaron la misma consulta, y con el mismo resultado).

    2. Ello en un contexto en que los políticos de toda ideología no escatiman la subasta de sus promesas, guardando en la manga el consabido «donde dije diego, digo digo», fórmula que sirve, por ejemplo, para explicar: «Donde dije que suprimiría el peaje, dije que suprimiría el pillaje», o «Donde dije que suprimiría el impuesto sobre patrimonio, dije que no habría impuestos sobre el matrimonio». Y es que, al igual que se toleran las «mentiras de presentación» de los candidatos a enamorados (acicalarse, vestirse atractivamente, maquillarse) pues existen las «mentiras de proclamación», o sea, las que vierten los políticos para conseguir un puñado de votos.

    3. Quizás en la cabecera de algunos políticos están las palabras de Nicolás Maquiavelo: «Los hombres son tan simples de mente y están tan dominados por sus necesidades inmediatas que un embustero siempre encontrará a muchos que estén dispuestos a ser engañados». Sin embargo, Sevach prefiere creer que la mayoría de los políticos creen que el lenguaje para el electorado ha de ser en clave política, y que el pueblo se ha acostumbrado a incumplimientos disfrazados. Algunos recordamos aquél malabarismo político del partido gobernante que mudó su eslogan electoral de los años noventa «Otan, de entrada no» por la adopción de la medida política diametralmente opuesta, coherencia pública que inspiró la celebrada canción del extraordinario Javier Krahe («Por manitú, tú, hombre blanco, hablar con lengua de serpiente»).

    4. Aunque Sevach prefiere desear que los políticos se encuentren en una situación similar a la que vivió el presidente de los EEUU Lyndon Johnson (1963-1969) cuando visitó una reserva de indios sioux, y para conseguir su apoyo para recortar los terrenos de la comunidad indígena, les prometió que cada nativo tendría una antena de televisión en su casa (y los indios abrieron la boca gritando: ¡Campay!); luego se animó a prometerles ciclomotores o vehículos para sustituir los caballos (y los indios gritaron: ¡Campay!); al terminar su discurso el jefe de la tribu le invitó a pasear por la reserva, pero antes le advirtió: «Tenga cuidado donde pisa, porque hay muchos caballos y el suelo está lleno de ‘campay’.

    5. En definitiva, que Sevach se explica la razón por la cual el art.6 de la Constitución se limita a señalar que «Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política». Nada más. Del deber de veracidad, nada. Y del deber de cumplir lo programado, ni flores.

Y de este modo, el Derecho Público sufre bajo una doble perspectiva. Desde el punto de vista de la seguridad jurídica, ya que las expectativas despertadas por las promesas electorales inciden en las conductas y estrategias de los ciudadanos. Y desde el punto de vista de la eficacia de la Administración, ya que las promesas electorales estilo «órdago» se olvidan que el sistema de normas administrativas es un todo interrelacionado y que si se altera algún pilar normativo, ello repercute en otros aspectos de la estructura (p.ej. si se suprime un tributo, unos contribuyentes se alegrarán pero otros sufrirán una carga tributaria equivalente;…). Y es que el efecto-dominó tiene lugar en el ámbito de lo público, pero el problema de algunos políticos es que no dominan el juego del dominó ya que su especialidad es el campo del trilero…

0 comments on “De mentiras políticas o el timo de la estampita

  1. William H. Rehnquist

    La situación denunciada por Sevach no me sorprende, pues quien esto suscribe tuvo una recentísima conversación con un compañero que acaba de ser igualmente bendecido con el don de la paternidad y que sufrió en propias carnes la misma peripecia que se cuenta en el comentario al que respondo. Hombre, la verdad es que sorprender, no me sorprende. ¿Acaso no decía ese pájaro de cuidado que fue Enrique Tierno Galván que «Las promesas electorales están para no cumplirlas»?
    En la magnífica película de aventuras «La caza del octubre rojo», el Asesor del Presidente de los Estados Unidos Jeffrey Pelt (interpretado por el actor Richard Jordan) le decía al analista Jack Ryan (interpretado por Alec Baldwin): «Soy político y, por tanto, ladrón y embustero: cuando no abrazo a un niño le estoy robando los caramelos.» Lo cierto es que, como denunciaba recientemente Gustavo Bueno al hablar de la fracasada Constitución europea, la élite política se parece cada vez más a la aristocracia de la época de Luis XIV, que residía en Versalles sin preocuparse por lo que ocurría en las calles de París.
    Oligarquía y caciquismo, dos palabras que tuvieron una enorme resonancia a finales del siglo XIX y comienzos del XX para denunciar la casta política bipartidista y sus ramificaciones urbanas y rurales en la España de la restauración. Si el benemérito Joaquín Costa levantara la cabeza se daría cuenta de que, en cierto sentido, nada ha cambiado en los últimos cien años. Persiste la oligarquía política (ahora agigantada por la multiplicación de Administraciones institucionales, autonómicas y corporativas) y persiste el caciquismo, si no en forma del tradicional persojane caricaturizado e inmortalizado por Arniches, en forma de gigantescas corporaciones mediáticas bien subvencionadas o financiadas por medios políticos.
    Lo cierto es que, en la actualidad, ni los partidos políticos son democráticos en su funcionamiento, y sólo forzando muy, pero que muy mucho con una generosa interpretación extensiva se puede decir que sean verdaderamente representativos (basta con ojear las cifras de afiliados). Desgraciadamente, no es posible reproducir el sistema democrático ateniense de Pericles, donde el ciudadano participaba directamente en los debates y tomas de decisiones en el ágora, pero evidentemente la situación necesita una profunda reforma. ¿Listas abiertas, mandato imperativo? Quizá sea interesante dejar esta puerta abierta para ulteriores comentarios.

  2. Antes que nada, fe felicito por tu paternidad y te deseo los mejores éxitos como padre.

    En cuanto a las ayudas por hijos, me parecen una medida populista de dudosa eficacia, tanto para el fomento de la natalidad (que no sé si es su objetivo confesable), como para conseguir los votos de sus beneficiarios (que aparenta el objetivo inconfesable).

    En cualquier caso, repartir dinero público a quienes no lo necesitan (porque estas ayudas son universales, ¿verdad?), me parece un pésimo uso de los fondos públicos, habiendo tantas necesidades reales que no pueden ser atendidas porque el presupuesto no llega para todo.

    En fin, supongo que son las servidumbres del sistema democrático representativo. Y dentro de tres meses, ¡a votar!.

  3. Alguien tendría que denunciar a estos políticos por «publicidad engañosa»:

    Art. 282 C.P. «Serán castigados con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de seis a dieciocho meses los fabricantes o comerciantes > que, en sus ofertas o publicidad > de productos o servicios >, hagan alegaciones falsas o manifiesten características inciertas sobre los mismos, de modo que puedan causar un perjuicio grave y manifiesto a los consumidores >, sin perjuicio de la pena que corresponda aplicar por la comisión de otros delitos»

    Porque si algo nos ha demostrado la democracia es que tanto voto en blanco (máxima expresión de la disconformidad) como abstención (que aparte de desgana puede denotar incertidumbre) se los pasan los políticos y sus partidos por el mismísimo forro. Así que como no tenemos otras herramientas de control… qué coño, ¡¡denuncia!! (perdón, ¿se puede decir «denuncia»?) 😉

  4. Pancho Villa

    Pues Sr.Lobo, lo cierto es que si hubiera que meter en las cárceles a los políticos que «mienten» pues no habría sitio, y mucho menos con los que serán detenidos por infracciones de tráfico. No te falta razón, que alguien debería algún día denunciar a un político a la Oficina del Consumidor, por lo que decis, por falsedad en el producto ofertado…¿Acaso no protestaríamos si un vehículo no tuviere la prestación publicitada?.

  5. Sevach

    Gracias Inaki por tu felicitación. En cuanto a las «subvenciones» ya sabes que por un principio de vasos comunicantes, lo que se da a unos, pues otros lo pagan, y además son injustas desde el momento en que no toman en cuenta el nivel de renta del destinatario. Lo justo sería que existiera una deducción en el Impuesto de la Renta y lo injusto es que tenga la misma subvención la princesa Leticia que Sevach. En fin, siempre que las subvenciones sean un comodín electoral para cerrar quejas a corto plazo, pues seguirán existiendo. Además, cualquiera que se lea la Ley General de Subvenciones sabe que cuenta con numerosos agujeros para dejar en agua de borrajas la concurrencia, objetividad e igualdad y eficacia.

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