Sobre los empleados públicos Sobre los políticos

Las arengas de los directivos públicos hacia los funcionarios: modelo para armar

Las arengas de los directivos públicos hacia los funcionarios: modelo para armar

Lee Sevach la prensa, que se ha hecho eco de la arenga del Consejero de Salud del Principado de Asturias a los empleados de la Consejería con ocasión de las fiestas navideñas en que vertió perlas aproximadamente en los siguientes términos: «el personal llegará cada mañana a su puesto de trabajo desayunados, con el periódico leído y cagados» , y además «llorados» , y aprovechó para felicitar a los empleados que «un año más, se han llevado a casa el sueldo sin pegar golpe» . Noticia.

1. La actitud del Consejero recuerda a Sevach una mala imitación del «Sargento de Hierro» encarnado por Clint Easwood, película que muestra una actitud que seguramente constituye el sueño del alto cargo sanitario, sobre todo cuando se presenta a la tropa en términos sumamente llamativos: «Soy el sargento de artillería Highway. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más polvos y he chafado más huevos que todos vosotros juntos, capullos»; una escena mas adelante el sargento Highway les dice: «Estoy aquí para comunicaros que la vida tal como la habeis conocido ha terminado. Más vale que os vayais al pueblo esta noche a reiros y a hacer el gilipollas, o a restregar vuestras pichitas contra vuestras novias, o a meterla en cualquier agujero, pero sea lo que sea hacedlo porque mañana a las seis de la mañana, vuestros culos serán míos».

2. Aunque quizás el Consejero ha pretendido ser gracioso, pero en tal caso, recuerda mas bien la maldita gracia de George Bush cuando afirmó en Julio de 2007: «Por supuesto que la gente tiene acceso a la asistencia sanitaria en EEUU. No tiene más que ir a urgencias».

3. Sin embargo, Sevach prefiere examinar tal arenga de forma telegráfica e incisiva, al margen de toda consideración política o ideológica, y desde la perspectiva de quien está preocupado por la Administración Pública, ya que aquello de que «una imagen vale por mil palabras» cuando se habla de cargos públicos se convierte en que «unas palabras valen por mil imágenes».

  1. ¿Tan bueno era el champán de la fiesta navideña que no se libran ni los Consejeros de sus virtudes burbujeantes?.

  2. ¿Cuantos de los asistentes sintieron la tentación de emular al Rey en «porqué no te callas o abandonar el acto?.

  3. ¿Veinte años de democracia, de proclamar constitucionalmente la dignidad de la persona, de la presunción de inocencia, y un Alto Cargo utiliza retórica cuartelaria cargada de prejuicios decimonónicos?.

  4. ¿Dónde quedan los Códigos de Buen Gobierno, los Códigos de Buenas prácticas, el Código de Conducta del Empleado Público?.

  5. ¿Acaso nadie le prestó al Consejero un Manual sobre cortesía, educación, urbanidad o sobre empatía, dejando los prejuicios en el perchero?.

  6. ¿Alguien le recordará que para ser gracioso hay que tener gracia y saber administrarla, so pena de adentrarse en el ominoso terreno de lo patético?.

  7. ¿Acaso no están de actualidad los refranes de «cree el ladrón que todos son de su condición», o el de «el movimiento se demuestra andando», variante de «una cosa es predicar y otra dar trigo»?.

  8. ¿Por qué no prohibir al funcionario bostezar, saludar a los compañeros o levantar la vista de la mesa?;¿por qué no suprimir las máquinas de café de las oficinas públicas, o mejor, suprimir los servicios higiénicos y prohibir la venta de periódicos en dos kilómetros a la redonda?.

  9. ¿Se olvida el Consejero de reiterar el mismo discurso a los otros «cuarteles de su ramo» y aplicar los mismos calificativos a los médicos de la salud pública?, ¿habrá tomado buena nota el Presidente autonómico para dictar la misma recomendación para todos los funcionarios regionales, pues hasta ahora no se le ha oído decir que lo de la «vagancia» funcionarial sea una «leyenda urbana»?.

  10. ¿Acaso el Consejero de Salud encierra un aprendiz de Consejero de Función Pública?.

  11. ¿Acaso no cuenta el Consejero con su propia dotación para gastos de protocolo y con un gabinete de prensa, sin olvidar los «almuerzos de trabajo»?.

  12. ¿No sería mas razonable guardarse los malos chistes para el ámbito doméstico, sin verterlos cuando en su condición de cargo público, habla de cosas públicas en un entorno público?.

4. Así y todo, justo es reconocer como atenuante para tales declaraciones (que explica el aplauso por parte de no pocos funcionarios) que el sistema burocrático permite la existencia de nichos funcionales de ocio, abusos de los derechos laborales y explotación de las «holguras» del sistema al servicio de la «galvana insana». Además, por propia experiencia y notoriedad, Sevach sabe que lo verdaderamente insoportable es que la organización propicie la traslación del trabajo de las espaldas de empleados públicos ociosos y caraduras hacia las de otros empleados mas voluntariosos y bienintencionados.

También ha de admitirse que los pacientes o ciudadanos perciben las posibles disfunciones, retrasos o errores del servicio público de salud, resultando humano imputar la responsabilidad a los empleados públicos o a sus hábitos.

5. En fin, no puede negar Sevach que, al igual que en cualquier otra empresa de amplia plantilla, siempre existirán algunas ovejas negras, y para eso el pastor debe poner remedio adoptando medidas para «reconducirlas al rebaño», pero lo que no puede hacer el pastor (siguiendo el símil) es «confundir churras con merinas» ni mucho menos, por un melón que salga malo, condenar todo el género, y lo que es peor, perjudicar la imagen de la Administración a la que sirve y de los funcionarios que no se sienten identificados con tales epítetos y que ninguna gracia le hacen tales afirmaciones. En fin, que si un hombre no puede gobernar su lengua, malamente podrá gobernar su propia personalidad y su actividad profesional.

6. Y eso lleva a Sevach a enlazar con una cuestión tan primordial como silenciada en nuestra Administración Pública: los directivos públicos (del Rey abajo, todos los cargos) deben superar un mínimo test de tacto y empatía, en relación con otras autoridades, con los empleados a su cargo, y como no, con los ciudadanos.

0 comments on “Las arengas de los directivos públicos hacia los funcionarios: modelo para armar

  1. Personalmente la actitud del consejero no me ha resultado demasiado insultante para el gremio de funcionarios. Y es que hemos de reconocer que la realidad en la administración pública española es la siguiente: en una unidad donde desempeñan sus funciones ocho o diez funcionarios, el trabajo sale adelante no porque trabajen los diez, sino porque los que trabajan son la mitad (quizá también lleve algo de razón Sarkozy cuando quiere reducir plantilla). Es así de crudo. Y los que somos funcionarios lo sabemos y somos conscientes de la infinidad de posibilidades de escaqueo que se nos presentan a lo largo de la jornada laboral y sin tener que rendir cuentas a nadie.

    Además los jefes (de servicio, de sección o de negociado) suelen obviar este problema y evitar enfrentamientos con sus subordinados porque, a fin de mes, le van a pagar lo mismo y, lógicamente, es mejor trabajar en un ambiente cómodo y distendido que en otro donde los subordinados estén «de morros» todo el día.

    Mucho se ha discutido en la blogosfera pública acerca de la función directiva y es muy díficil establecer los criterios adecuados que permitan realizar una selección objetiva y transparente de un directivo público.
    Hace falta personas con liderazgo y con capacidad de cohesionar grupos y que, además, conozcan cómo atajar los problemas de personal que existen en la Administración.

    No le quito razón al Consejero de Salud y, aunque no haya escogido las mejores de las palabras para realizar sus declaraciones, éstas pueden haber sido hechas desde la exasperación que supone conocer un gran problema y no saber exactamente como atajarlo.

  2. Sevach

    Acepto este enfoque que haces, ya que sustancialmente coincides con el post. Primero, el Consejero no fue afortunado en las «formas»;segundo, existen funcionarios que se aprovechan del sistema; y tercero, ni todos los empleados públicos son culpables ni sólo los de la Consejería de Salud. Ahora bien, hay algo que apuntas y que desborda el objeto del comentari ( y que podrá ser objeto de otro post ulterior), y es que las leyes de función pública (tanto estatal como autonómicas), paccionadas hasta la médula, han ido debilitando la potestad de autoorganización y los mecanismos de estímulo y corrección de los empleados públicos. Por ejemplo, la productividad no premia sólo a los «buenos» sino que se extiende por lo general a todos, y el complemento específico poco tiene de «complemento objetivo»; los expedientes disciplinarios no se incoan a los «malos» ( se prefiere el «traslado pacífico», la «comisión de servicios», o sencillamente ignorar la situación). Y si a ello sumamos que el mérito y la capacidad se han «devaluado» por convocatorias de acceso/provisión » a la carta», funcionarizaciones/laboralizaciones sin orden, interferencias de eventuales y políticos en funciones públicas, lotería de las Relaciones de Puestos de Trabajo…pues claramente se explica ( pero no se justifica) la apatía de algunos funcionarios. Pero lo que sí debe quedar claro es que, un alto cargo político no debe situarse jamás en la perspectiva cómoda de la denuncia, sino en la de la accción. La función pública no necesita «médicos forenses», sino «cirujanos» en «urgencias».

  3. ¡Me asombro, Sevach, ante un conocimiento tan amplio acerca de los entresijos que caracterizan a la forma en que se desarrolla la función pública! Realmente, en tu comentario has descrito a la perfección el modo de gestión de personal de la empresa donde trabajo (la productividad, el complemento específico, la inobservación de los principios de mérito y capacidad, ….).

    Es realmente tal y como lo describes y así lo percibo yo también. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que las leyes de la función pública no incentivan o motivan a los funcionarios que se lo merecen sino que a veces parecer ocurrir al contrario: se premia a los menos hacendosos e incluso a aquellos cuya ideología coincide con la de los cargos electos.

    Como funcionaria de Administración local estoy asistiendo a situaciones laborales en las que casi todos los equipos de gobierno, independientemente de su signo político, utilizan la potestad de autoorganización de los entes locales como excusa para llevar a cabo una política de personal basada en el amiguismo y el clientelismo. Ante esta situación, los funcionarios que no resultan favorecidos acaban desmotivados y con la única ilusión de cobrar a fin de mes. Es una situación penosa y, según parece, muy difícil de acabar con ella.

    En fin, que el tema da para infinitos post y comentarios.

    Aprovecho, Sevach, para felicitarte por tu blog. Además de ameno resulta sumamente instructivo, especialmente para los que trabajamos en las administraciones públicas.

  4. El señor consejero de sanidad, además de exigir a los funcionarios que cumplan con su labor, debería exigirse a sí mismo, y a la Administración de la que forma parte, una cosa muy sencilla: cumplir lo que dicen las normas aplicables en materia de función pública. ¿ Qué puede exigir de sus funcionarios una Administración donde por ejemplo no existen los concursos de méritos, y cuando los convocan, son tan incompetentes que los tribunales les anulan las convocatorias?. Que se respeten los principios de igualdad, mérito y capacidad no sólo en el acceso sino en la promoción y carrera profesional, que se cumpla la ley por parte de la Administración, y luego, exijimos, que la vinculación de la Administración a la ley, es positiva (positiva para lo que quieren, claro)

  5. Sevach

    Agradezco vuestra participación y comentarios, así que creo que eso me da la idea de publicar un próximo post sobre las «reglas de oro de la política sobre la función pública»( ¿o reglas de hojalata?)…

  6. luis calvo

    Yo también estoy de acuerdo con el post de Sevach. Efectivamente, a lo largo de mis muchos años como funcionario he asistido en varias ocasiones, como espectador alguna vez y de oídas en otras a exabruptos parecidos, que siempre acaban…en nada.
    Además de ser desagradables, son «totalmente» ineficaces. Solamente alguien que desconozca el funcionamiento de las Administraciones Públicas, como ha quedado acreditado en el caso del Sr. Consejero aludido, puede soltar estos comentarios que, solamente sirven para echar sombra sobre toda la Administración y todos los funcionarios, siendo que algunos son unos callados héroes.
    Esto de mejorar la productividad del conjunto del funcionariado es difícil e irá mejorando, tal vez, pero muy lentamente y con paciencia, sin que por eso pretenda yo decir, que la productividad actual sea baja, creo simplemente que se podría mejorar, especialmente en lo relativo «al escaqueo» habitual de cierta parte de los funcionarios.
    En cuanto a lo de que «sobren» funcionarios, no sabría decirlo, sé que se deberían redistribuir mejor los efectivos y que se debería empezar a evaluar «objetivamente» la labor individual y pagarla (que, recuerdo a todos, que cada año nos suben un 2%, como este año, independientemente de que la inflación sea del 4% o del 5%).
    No sé si sobran funcionarios, digo, pero lo que sí sé que sobran son políticos, especialmente, me parece que sobran Consejeros…
    Mantenemos a demasiados políticos, el estado de las autonomías ha multipiclado por 17 el número de ellos y sobre ello también habría que empezar a reflexionar.
    Saludos a todos.

  7. EStoy de acuerdo contigo que pagan justos con pecadores. Está demasiado desprestigiada la función pública en nuestro país y al final politiquillos como este Consejero no hace más que cacarear de cara a la galería los vicios del sistema sin que luego seguramente haga gran cosa por solucionarlos. Discursillos como éste, no nos engañemos, enganchan con ciudadanos que desconocen la realidad del funcionamiento público y que únicamente se quedan con los clichés habituales dle funcionario. Las declaraciones del Consejero me parecen inaceptables en un alto cargo político.

  8. ,,,Y digo yo, ¿ el señor consejero no cobra por su trabajo ? pues que se ponga a trabajar… que expediente al que lo merezca y que hable a traves de sus resoluciones.. por supuesto en expedientes sancionadores. En otro caso que calle. las arengas en el ejercito. Basta ya de denunciar los males y no ponerle remedios cuando esta dentro de sus compentencias.
    Que se moje.

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