Humor y Administracion

Bestiario de urgencia sobre los funcionarios públicos

mono

Viendo la clasificación antropológica de las damas a los efectos del tallaje de sus vestidos que pretende el Ministerio de Sanidad (campana, cilindro y diábolo), se pregunta Sevach si cabe establecer algún tipo de clasificación de los funcionarios, aunque utilizando la perspectiva medieval podría hablarse de «bestiario burocrático» en el que existirían hormigas, cigarras, tortugas, liebres, jabalíes y perros de hortelano.

1. Y es que, pese a que los estudiosos de la Ciencia de la Administración y altos tecnócratas se ocupan de los funcionarios en términos de cuerpos, escalas, niveles, escalones, grados, jerarquías, unidades y demás zarandajas de la «nouvelle cuisine» del «management» burocrático, lo cierto es que en la mente del funcionario siempre brota una etiqueta mas sencilla para calificar al compañero de trabajo. Veamos un esfuerzo no exhaustivo de Sevach al respecto sobre la «fauna burocrática» .

Las hormigas. Son funcionarios laboriosos que trabajan meticulosamente y de forma inalterable. Respetan el horario y velan por el material de la oficina. Los procedimientos son reglados y las distorsiones les preocupan pero hallan el camino para solucionarlo. Su frase típica es: «Lamento no poder atenderle ahora, pero no se preocupe que le informaré tan pronto se resuelva». Los funcionarios-hormigas son ideales para prestar servicio en la Administración tributaria.

Las cigarras. Son funcionarios frívolos que procuran escaquearse del trabajo. No les preocupa el ciudadano ni el servicio, sino llegar a cobrar la nómina a fin de mes. Son felices informando al ciudadano con aquello de «Vuelva usted mañana». Despilfarran el material de oficina. Son especialmente apropiados para la gestión de las actuaciones culturales de la Administración o en unidades de tramitación de subvenciones.

gorila Las tortugas. Son funcionarios lentos pero eficientes. Se trata de funcionarios sobrepasados por la legislación administrativa, los cargos políticos y los niveles retributivos, pero cumplen con su trabajo. No les va la tecnología ni las cuestiones políticas. Tienen su despacho ordenado y con fotografías domésticas o pequeños adornos personales. Su frase habitual es: «No es mío, pero ya le preguntaré a mi compañero y le informaré» . Son especialmente apropiados para la Administración sanitaria.

Las liebres. Se trata de empleados rápidos trabajando pero soberbios. Normalmente son funcionarios de titulación superior a la exigida para el puesto que desempeñan. Son autosuficientes y extremadamente críticos con la organización. Dejan para última hora las tareas. Suelen decirle al ciudadano: «Está en trámite. Es todo lo que puedo decirle», aunque saben que el expediente agoniza en su mesa o en la de otro compañero. No dejan pasar la ocasión para solicitar permisos, dietas o material de despacho. Su ámbito natural es el mundo del urbanismo, donde los expedientes pueden dormir largo tiempo hasta que deben ser acelerados al albur de la coyuntura política.

Los jabalíes. Son funcionarios enérgicos, que tienen clara su función y la de los demás. Son especialmente apropiados para puestos de trabajo de tramitación de expedientes sancionadores. Su frase emblemática es: «No puedo ni debo informarle, pero usted puede consultar a un abogado si lo desea». El material de oficina está cuidadosamente inventariado y sus expedientes son custodiados como el tesoro de Fort Knox.

Los perros del hortelano, que ni comen ni dejan comer al amo. Son funcionarios que aterrizaron en la función pública sin vocación, y que tienen su especial cruzada contra el trabajo y contra la Administración. Su vocación es ser sindicalistas para aguijonear a la Administración. Suelen terciar en las conversaciones de oficina con un lapidario: «Para lo que cobramos, ya hacemos bastante». No se ocupan del material de trabajo ya que jamás ocupan su mesa, pues el pasilleo es lo suyo.

2. Sevach considera que no hay un tipo «encasillado» constante que acompañe al funcionario toda su vida, sino que va cambiando de disfraz o perspectiva según la experiencia (dulce o amarga), según el destino (no es lo mismo tramitar sanciones que conceder subvenciones), según los jefes (no es lo mismo un talante de alcaide carcelario que el de un monje franciscano) y según la edad (no es lo mismo, cuando se toma posesión con juventud y confianza en lo público, que cuando se arrastra una docena de trienios y la madurez y el desencanto hacen mella).

3. Por supuesto, que la inmensa mayoría de los funcionarios pertenecen al tipo de la «hormiguita» silenciosa, aunque la injusta «leyenda urbana» los califica de «cigarras». Y es que el ciudadano que obtiene respuesta favorable o trato atento de un funcionario a una gestión administrativa, suele considerar que se trata de la respuesta obligada que se espera de un autómata (para eso «le pagamos todos», es la muletilla del administrado).
En cambio, si se obtiene una demora o negativa en la gestión administrativa, en vez de imputarlo a su origen real (oscuridades de la Ley, capricho del político de turno o falta de medios) resulta cómodo e intuitivo personalizarlo en el «mensajero» y criticar sin piedad a toda la estirpe funcionarial. La gran pregunta es: ¿por qué personas sensibles y civilizadas se convierten en ácidos inquisidores cuando sufren una leve demora o error humano en una oficina pública mientras que, por el contrario, adoptan una actitud de servil mansedumbre ante los errores provocados por la gestión de un Banco, una Compañía de Seguros, una empresa de telefonía u otra empresa privada?.

4. En fin, siguiendo la línea de humor, Sevach se queda con la saeta lanzada contra los Corregidores por León de Arroyal en el siglo XVIII y que fácilmente puede adaptarse a los funcionarios: «¿Qué es un funcionario en sus treinta años de servicios
Es un Sancho el Bravo en el primer tercio
es un Sancho el Fuerte en el segundo
y un Sancho Panza en el tercero»
.

27 comments on “Bestiario de urgencia sobre los funcionarios públicos

  1. Zapata

    Para Crítico: Te agradezco que me compadezcas. La compasión es algo bueno y debería haber más. Respecto a buscarme otro trabajo a mis 50 años lo he he llevado a la práctica, pero mi último intento de cantar canción española en algún cabaret resultó un fiasco. Un saludo.

  2. Sevach

    Para Zapata: Tengo que romper una lanza a favor de tu planteamiento, en el sentido de que son comentarios que nos ofreces desde tu valiosa experiencia en la Administración y que considero mas que verosímiles ( trampeo de estadísticas, relajación de la recaudación, actuaciones farragosas y trámites innecesarios para el ciudadano,etc), máxime cuando situaciones similares existen en otras esferas de la Administración y que he conocido de primera mano en tiempos no lejanos ( el caso de la Agencia Tributaria es paradigmático, por cierto calificada de «Guantánamo Tributario» por un voto particular del Tribunal Supremo).
    No obstante, sigo creyendo que no es el funcionario el responsable de tal desatino en la gestión pública ( aunque hay puestos de jefatura cuya pasividad, apoltronamiento y complacencia con los políticos torpedean la máquina administrativa). En fin, bienvenido sea todo lo que enriquece el debate, que para eso es el blog, pero eso sí, os ruego a todos que no os «calentéis» y que todos nos mantengamos dentro del respeto que merecen los «blogtertulianos» aunque no coincidamos en opinión. Gracias

  3. Inocente

    Estimado Sevahc:
    Lo que empezó como algo ingenuo (pienso) y con el simple propósito de añadir unas gotitas de humor que siempre son tan de agradecer, parece que se ha ido un pelín de las manos, a tenor de los comentarios que leo. Tampoco creo que se trate de arreglar desde aquí diversas situaciones personales. Se trata, creo y así lo hago yo, de tomar las cosas con un poco de humor y por ello te animo que sigas con estos post.
    Además de los ya propuestos te sugiero que hagas uno sobre los jueces, ahora que, además, están en el punto de mira de los periodistas y, en fin, de lo que se ha dado en llamar opinión pública.

  4. Pingback: Cementerio de elefantes « Antonio Arias Rodríguez es Fiscalización

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