Luchas, triunfos y homenajes del Derecho Público

Martín Mateo demuestra que para ser Maestro no hace falta un mal gesto

 

martin mateoTrae Antonio Arias noticias de Alicante, reino administrativo de D. Ramón Martín Mateo, aunque sus hazañas (obras, artículos, ponencias) y huestes (discípulos con denominación de origen, y sin ella, pero de la misma cepa) trascienden fronteras territoriales regionales y estatales (un Adelantado en temas Medioambientales).

Sin embargo, vista la fotografía a tiempo real del maestro mostrando una franca sonrisa y jalonado de buena compañía, y conocedor de que D. Ramón a veces me honra asomándose a las páginas del blog, no puedo menos que realizar una breve pincelada sobre el rasgo personal mas magnético de tamaño personaje.

1. Me refiero al «humor». Decía Jordana de Pozas (sí, aquél ilustre administrativista que todo opositor hemos citado al clasificar la actividad administrativa en fomento, policía y servicio público) en un artículo titulado «Humorismo y Administración» (Barcelona, 1962) que «Tal vez las palabras humorismo y Administración se ven unidas en una sola frase por vez primera. Comúnmente se estima que pertenecen a dos mundos distintos, si es que no contrarios», y explicaba que » El respeto debido a la autoridad y a sus agentes, la seriedad con que exigían ser tratados los asuntos atinentes al bien común, el afán de revestir con imponentes y científicos ropajes aquellos conocimientos que habían sido ignorados o desdeñados por los sabios hasta muy poco tiempo antes y, sobre todo, el miedo espantoso al ridículo, que existe en todos los pueblos latinos, pero que en el español llega al pánico, impedían toda veleidad de humorismo en el campo de la Administración por parte de quienes la dirigían,servían o enseñaban. Si esto ocurría entre las personas activas de la Administración, lo que solía suceder en el sector pasivo, integrado por los administrados, los contribuyentes y lo alumnos, era mucho peor. No era que el buen humor faltaba, sino que el malhumor era el sentimiento y la actitud predominante. El Derecho Administrativo tenía mala fama y estaba considerado como una disciplina o una rama de la legislación farragosa, aburrida y cargante. Por su parte, la Administración pública tenía siempre mala prensa y luchaba contra la odiosidad del público, muy fecundo en tópicos y remoquetes ofensivos para la las tareas administrativas y las personas que las desempeñaban como políticos o funcionarios».

2. Si tal era la visión de los años sesenta, la misma ha resistido los embates de humanización del Derecho Administrativo, e incluso el asedio de la prometedora Administración Electrónica. Aunque Sevach siempre se asombra, de que pese al acoso legal y doctrinal al término «administrado» para sustituirlo por el de «ciudadano», existe una numantina resistencia de la disciplina del Derecho Administrativo a acompasarse a los nuevos tiempos y pasar a denominarse Derecho Ciudadano, de forma que el centro de gravedad de la disciplina, situado en el poder (sujeto activo), fuese sustituido por la perspectiva del súbdito (sujeto pasivo), lo que proporcionaría menor solemnidad y mayor cercanía.

3. Pues bien, frente al panorama y sensación descrita de frialdad emocional de la Administración, en buena medida algunos maestros del Derecho Administrativo han contribuido a eliminar «el pelo de tan solemne dehesa», a fuerza de combinar en la docencia, su ciencia y sentido del humor, pudiendo citar páginas memorables de Villar Palasí (deslizando ocurrencias asombrosas en notas a pie de página cargadas de erudición), Alejandro Nieto (abordando ensayos repletos de guiños, gracejo y diversión), o Francisco Sosa Wagner (cuyos artículos periodísticos parecen un festivo cruce de Gómez de la Serna y Larra), y como no, D.Ramón Martín Mateo, aunque este último desde una peculiar técnica, la de la sencillez expresiva para desnudar con un chiste espontáneo, la más compleja construcción administrativa.Decía Kirchmann que «tres palabras del legislador y bibliotecas enteras se convierten en basura«, afirmación que palidece ante la constatación de que una aguda opinión de D. Ramón ha enterrado infinidad de construcciones dogmáticas caducas (consorcios, derecho ambiental, administración local,etc), y siempre teniendo presente la máxima orteguiana: «La claridad es la cortesía del filósofo». Y siempre situado en temas de vanguardia, aunque hoy día se le acumula el trabajo puesto que los Boletines Oficiales le han dado la vuelta a las palabras de Kirschmann (mas bien, la basura por capricho del legislador se convierte en biblioteca o base de datos legal).Hacen falta muchos trienios y sólido prestigio para atreverse a titular un trabajo sobre Derecho Administrativo bajo el sugerente rótulo de «La gallina de los huevos de cemento», Thomson-Civitas, 2007, (que atesoro con la cariñosa dedicatoria de su autor), pero hacen falta muchas neuronas y horas de reflexión sosegada para ofrecer un producto valiente, actual, solvente y de deliciosa lectura, en la difícil lidia del toro urbanístico.Y ya que de humor hablamos, dado que las perlas de su conversación en torno a una buena mesa requerirían un Notario para evitar su volatilidad, sirva de muestra de su hacer como corresponsal el divertido artículo titulado «Escatología y buenas costumbres».

4. Schumpeter, el célebre Catedrático de Economía de Harvard confesaba, sin atisbo de modestia, que había tenido tres objetivos en la vida: ser el mejor amante del mundo, ser el mejor jinete del mundo, y desde luego, ser el mejor economista del mundo; y a continuación afirmaba que sólo había conseguido dos de esos fines, dejando sumido en la duda al interlocutor. Pues bien, el Catedrático de Derecho Administrativo de Bilbao y Alicante, D.Ramón, jamás mostraría tamaña petulancia por su natural modestia, pero no puede impedir que sus admiradores le califiquemos de campeón del Derecho Administrativo Económico, además de espléndido jinete, pues no ha sido descabalgado de dos difíciles Rectorados ni ha sido sobrepasado por la legión de fogosos Catedráticos jóvenes y no tan jóvenes que han convertido el cosmos administrativo en una versión académica del Derby de Glasgow (y es que si el rubgy universitario lo jugasen los profesores en vez de alumnos se ganaría en espectáculo y se perdería en juego limpio).

5. Así pues, debería declararse a D. Ramón de utilidad pública e interés social a los efectos de su «expropiación», promoverse la responsabilidad del servicio público por anormal funcionamiento al jubilarle, y en definitiva, mas que acudir a la técnica de «levantar el velo» debiéramos «levantar el telón» y brindarle un calurosísimo aplauso.

0 comments on “Martín Mateo demuestra que para ser Maestro no hace falta un mal gesto

  1. Pitagorín

    Indudablemente, la Administración local debe mucho a D. Ramón (supongo que también la universitaria), o sea que me sumo al aplauso caluroso.

  2. Pingback: Del canto del gallo y el relativismo del Derecho Ambiental « El Blog de Derecho Público de Sevach

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