Humor y Administracion

Como acabar con la cultura de una vez por todas con una freidora

Como acabar con la cultura de una vez por todas con una freidora
Ayer el incendio de una freidora obligó a desalojar el Ministerio de Cultura según la noticia difundida periodísticamente. Las preguntas brotan a raudales: ¿Qué papel cumplía la freidora en el Ministerio de Cultura?, ¿facilita iniciativas culturales calentitas como las patatas fritas o pringosas como los calamares?, ¿ha sustituido la freidora a las destructoras de documentos?, ¿se trata del complemento del café de los funcionarios?.

    1. Lo cierto es que no es extraño una freidora en un mundo jurídico donde los Boletines Oficiales, tanto del Estado como autonómicos, soporta todo tipo de sofritos, refritos y normas recalentadas. Las leyes y los reglamentos son plagiados de otras leyes y reglamentos, de otras Comunidades Autónomas, de otros Estados, o incluso se hacen malas copias de vetustas normas. Luego, todo se mezcla, se refunde, se agita y listo para servirse por el Parlamento a la mesa del ciudadano y del juez.

    Así la Ley de Contratos Públicos es una norma quemada y requemada. El Estatuto Básico de los Empleados Públicos está falto de un hervor. Las leyes medioambientales (Ruido, Biodiversidad,etc) son normas que salen del horno con urgencia y doraditas, pero como el pan recalentado tan pronto se enfría se vuelven indigeribles.

    2. Pero no solo el legislador hace fritos y refritos, sino que los jueces para dar salida a tanta sentencia se ven obligados a actuar como el horno del telepizza (producto rápido y simple, poco artesanal), con la salvedad del Tribunal Constitucional que no acaba de cogerle el punto a sus platos, ya que a veces le quema en las manos (sentencia de los Albertos), otras se pasa de exceso de cocción (Estatuto de Cataluña) y otras sale crudo (como la sentencia que valida la mayor pena la varón que a la mujer ante el mismo delito).

    3. En fin, quizás el incendio provocado por la freidora en el Ministerio de Cultura no fue tan fortuito como se supone a la vista de los derroteros culturales seguidos desde Ministerios, Consejerías y Ayuntamientos. Las palabras del libro de Marc Fumaroli («El Estado Cultural» ) señalan un fenómeno curioso de nuestro tiempo: «Las obras que este renacimiento planificado enumera orgullosamente la cantidad y el esplendor, no son libros, cuadros u obras maestras, sino «eventos», «acciones», «lugares», «espacios», y las estadísticas de visitas especificadas por día, edad, nivel de vida y nivel cultural», mientras «el organigrama y el presupuesto no dejan de crecer». El mundo cultural administrativo es una gigantesca lotería trucada de subvenciones, donde se cumple el principio del Evangelista Mateo (Mateo 25:29), algo así como: «Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (o sea que quien es premiado o laureado atrae mas menciones y quien tiene talento y se alimenta de las migajas de certámenes y reconocimientos familiares, aún eso le será privado).

Las Administraciones rivalizan por servir a la cultura oficial, entendida como lo grande, lo snob, lo políticamente correcto, sin que importe si resulta comprensible para el común de los mortales, pues se confunde lo extravagante con lo artístico y lo caro con lo bueno. Así que, visto lo visto, quizás s alguien que leyó aquella obra de Woody Allen: «Cómo acabar con la cultura de una vez por todas» y ahí estaba la oportuna freidora…

0 comments on “Como acabar con la cultura de una vez por todas con una freidora

  1. Guau qué buena idea…no estaría nada mal saber la marca de la freidora. Necesito unas veinte para enviarlas, en un bonito papel de regalo, a: la junta militar de Birmania, autoridades de Nigeria, a Hugo Chávez, a las FARC,…bueno, me da que voy a necesitar más freidoras.

  2. Joer, definitivamente la realidad tiene la mala costumbre de superar cualquier ficción.

    ¿Estaba el Ministerio de cultura al corriente de pago de la póliza del seguro de incendios?.
    ¿Qué hacían los inspectores de seguridad en el trabajo que no inspeccionaban ná y no mandaron poner un extintor cerquita de la freidora?. ¿Había por allí una campana extractora de humos o el olor a fritanga se extendía tres o cuatro pasillos más allá?.

    ¿Vendían bocadillos de calamares a los de otros departamentos o el que llegaba se servía?. ¿Los encargados de freir pertenecían a una subcontrata externa o había un funcionario de plantilla asignado para tal comisión de servicio?. Se entiende que debidamente uniformado de mandil o delantal, claro.

    ¿Quién le dio permiso al manazas para que pusiera en marcha la freidora?. Ah, y otra cosa, ¿dimitirá alguien de algo o éso son figuraciones mías?.
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    http://www.telefonica.net/web/villacadima/africa1.swf

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