De Jueces y la Justicia

¿Quién nos defiende de los Defensores del Pueblo?

¿Quién nos defiende de los Defensores del Pueblo?

El reciente encuentro de Defensores del Pueblo autonómicos y del Defensor del Pueblo Estatal acaecido en Oviedo, le recuerda a Sevach una reunión de monaguillos en la sacristía, que ni dicen misa, ni son imprescindibles para la liturgia y que por tocar las campanas se creen que hacen milagros, igual que un gallo cree que debido a su kikirikí temparnero el sol sale a escucharle.

1. Y es que la institución del Defensor del Pueblo es la institución mas desnuda de la democracia. Para Sevach hay Defensores del Pueblo autonómicos que merecen todo el respeto por su prestigio personal atesorado y porque intentan cumplir su labor, como una luciérnaga intenta iluminar un estadio. Lo cierto es que a treinta años de la Constitución ya no necesitamos copiar figuras decorativas suecas, sino acometer el bisturí, no sólo para el Senado (como cementerio de elefantes) sino para el Defensor del Pueblo y similares. Con eso se ahorrarían no sólo grandes cantidades de fondos públicos, sino lo mas importante, se ahorraría el daño en los sueños y esperanzas de los ciudadanos que acuden al Defensor del Pueblo y solo encuentran buenas palabras, o un «correveidile», que tras admitir a trámite pomposamente la queja, la inmensa mayoría de las ocasiones la archiva dejando al reclamante sumido en un estado de cabreo y perplejidad considerable.

2. Por eso, por encima de las plúmbeas Memorias que el Defensor del Pueblo eleva a las Cortes, y de los expedientes «a la brisca» (cortados, barajados y repartidos), Sevach reta a que cualquier lector exponga su satisfacción por alguna queja fructífera ante tal institución. O no resuelve nada, o se resuelve por otros medios (recursos administrativos, quejas y reclamaciones, sindicatos y partidos políticos, etc), o no se resuelve porque no tiene solución. Aunque en honor a la verdad, el Defensor del Pueblo cuesta, pero al menos no estorba al poder establecido ni al no establecido. Un jarrón chino: enorme y decorativo, pero inútil.

3. Así pues, escuchar a Múgica afirmar que al juez Tirado habría que separarlo de la carrera judicial en una entrevista periodística demuestra muchas cosas.

En primer lugar, un desconocimiento real del problema, o al menos una infantil simplificación, a todas luces populista (quizás porque para ser Defensor del Pueblo hay que «decirle al pueblo» lo que quiere oír).

En segundo lugar, supone una falta de respeto a un procedimiento disciplinario que además está en fase jurisdiccional. ¿O es que Tirado no es un ciudadano que forma parte del pueblo y no tiene derecho a la presunción de inocencia y a un juicio justo y pena proporcional?

En tercer lugar, supone olvidarse que el propio Mújica fue ministro de Justicia y el arrastre procesal y demoras de la justicia le deben mucho (por acción o por omisión).

En cuarto lugar, con ello Mújica reconoce la propia incompetencia, ya que el Defensor del Pueblo tiene la llave para promover iniciativas sobre la Administración de Justicia (no olvidemos que el Consejo General del Poder Judicial no es un órgano jurisdiccional sino un órgano de gobierno administrativo), de igual modo que puede interponer recursos de inconstitucionalidad contra las leyes o recursos de amparo.

Y en quinto lugar,¿habría que separar al Defensor del Pueblo del cargo si alguna queja frente a la Administración – de Justicia, o general- duerme el sueño de los justos en sus archivos o pasa sin pena ni gloria por sus expedientes?

4. Por eso hay que recordar la frase lapidaria del filósofo Wittgenstein de que «de lo que no se puede hablar, mejor es callarse» , aunque en el caso de nuestro Defensor del Pueblo podría decirse que » de lo que no se sabe hablar, mejor es callarse».

0 comments on “¿Quién nos defiende de los Defensores del Pueblo?

  1. El defensor del pueblo (tan ampuloso nombre para tan insignificantes resultados), e imitaciones autonómicas, son instituciones absolutamente prescindibles, por no servir para nada, y ser un gasto supérfluo. Lo mismo cabe decir de los consejos consultivos y de las sindicaturas de cuentas, correlatos regionales del Consejo de Estado y del Tribunal de Cuentas respectivamente. Son ejemplos de la obsesión por duplicar a nivel de cada comunidad autóma instituciones del Estado. Centrándonos por ejemplo en el Consejo de Estado y el Consejo Consultivo, ¿ gana algo nuestra Comunidad por tener un consejo consultivo?. No, al contrario, pierde mucho. Pierde la oportunidad de tener unos dictámenes excelentes por lo general, que emanan de un cuerpo de letrados, funcionarios de carrera que han acceedido a esas plazas previa opisición libre con un temario de cerca de quinientos temas. Por no hablar del pleno del Consejo con lo más granado del mundo del Derecho. Eso, que nos salía gratis, lo hemos cambiado por un consejo con mayoría de políticos, y varios letrados, unos interinos que no han pasado ninguna oposición, y sí han hecho un supuesto práctico para entrar, y otros funcionarios de la Administración del Principado en comisión de servicios. Las comparaciones no dejan lugar a las dudas. Yo felicito a Cantabria y a la Comunidad de Madrid por seguir contando con los dictámenes del Consejo de Estado. Son más prácticos y más sabios. Aplíquese lo dicho del Consejo a la sindicatura y a la procuradora general.

  2. Maximilien Robespierre

    Disiento. Primero por su propia exigencia constitucional, segundo por que constituye una via residual para algunos «problemillas», y tercero por que sus costes son infimos. Afirmado lo anterior si que es cierto que algunos que desempeñan ese cargo no son todo lo eficientes que debieran. Y hay una gran excepción que yo conozca, en Andalucia ese gran cura que es «Chamizo». Entiendo que un Defensor del Pueblo no es la panacea, pero cumple su función constitucional. Ahora bien de ahi a tomar partido en la luchas de altos vuelos hay un paso. Un Defensor del pueblo debe estar con los mas débiles, con los desarrapados, debe ser un Apostol de las causas imposibles. Pero nunca, nunca, nunca enjuiciar. Tener el valor de exponer y luchar por las causas justas.

  3. Para más inri en algunas diputaciones provinciales ante la inexistencia de nuevos rincones en los que colocar a los compromisos políticos han creado el «Defensor del Ciudadano«, donde una figura de postín y previo paso por caja con grandes emolumentos hace….hace…hace…pues si no hace nada el defensor del pueblo imaginen…

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