De jueces, reptiles, pelucas y togas

Esta semana brotan dos noticias aparentemente distantes pero conexas. La primera que a partir del 1 de Octubre de este año se eliminará en el Reino Unido la tradicional obligación de los jueces de portar la peluca blanca y rizada en los actos judiciales. La segunda que un científico japonés ha demostrado que los pterosaurios pese a sus enormes alas no les servían para volar. La conexión lógica de ambas noticias viene dada porque tanto la peluca judicial como las alas del pterodáctilo no son esenciales, ni prestan utilidad tangible, pero dotan a su portador de majestuosidad y respeto.

1. Y es que la tradicional peluca, respondía para unos al capricho de la Reina Victoria de que quienes administraban la justicia en su nombre llevasen las pelucas que tanto le gustaban, y otros la atribuyen a la política criminal de evitar que los delincuentes y litigantes, o sus familiares, identificasen al juez con las posibles represalias. A partir de ahora, el afán de ofrecer imagen de modernidad en la justicia determina su eliminación aunque paradójicamente se mantendrá en el ámbito penal para garantizar el anonimato visual del juez.

2. Para Sevach, bien está eliminar anacronismos, pero la modernización de la justicia pasa por otras medidas, de igual modo que un libro no mejora si le cambiamos el color de la portada. Por otra parte, si para mantener tal peluca en el ámbito penal el argumento es preservar al juez de ser identificado por algún reo descontento, la coherencia de tan débil argumento llevaría a imponer que los jueces lleven antifaz o capucha.

3. Esperemos que tal medida no inspire en el caso Español iniciativas para suprimir la toga o las puñetas. Quizás el Ministro de Justicia tenga la ocurrencia de esta medida estrella para agilizar los procedimientos judiciales (ya que se evitaría el tiempo del juez para colocarse y quitarse la toga). O quizás la Ministra de Igualdad encuentre que la toga es un uniforme discriminatorio de jueces y abogados respecto del común de los mortales (y opte por imponer un uniforme unisex, a poder ser naranja, para que los reclusos americanos tampoco se sientan agraviados). Tal medida la apoyaría el Ministro de Industria, tan aficionado a suprimir la corbatas. Y aprovechando tal iniciativa, quizás hasta la Ministra de Transporte sustituya el uniforme de los pilotos de aviación civil por trajes de Agatha Ruiz dela Prada. El que no podría decir nada sobre tal cuestión de la supresión de togas, sería el Ministro de Economía ya que en España, por si alguien no lo sabe, las togas se las paga cada juez de su propio bolsillo (algo tan absurdo como si un soldado se paga el uniforme o un camarero su delantal, en vez del empresario).

4. Para valorar la incidencia de tales medidas sobre la imagen de los jueces basta un sencillo ejercicio de imaginación. ¿Podría el español medio soportar la imagen del juez Garzón o de Bermúdez con peluca blanca rizada?, ¿Y podría el español evitar la carcajada en estrados si se les deja con tal peluca pero se les suprime la toga?.

En fin, lo cierto es que la toga es un símbolo de la función que proporciona solemnidad al acto judicial, y cuya regulación y alcance incumbe al Consejo General del Poder Judicial. Como igualmente cierto es que al ciudadano lo que le importa es ganar el pleito, y le trae sin cuidado que quien le de la razón lleve toga o puñetas, aunque si no se la da, lo mandará a hacer idem. Afortunadamente, hay otras prioridades en el horizonte judicial…