Sobre los empleados públicos

Insulte a los funcionarios que es gratis, impune y bueno para el colesterol

ordenatafunconario
La Sentencia de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo de 27 de Noviembre de 2008 (rec.2814/2003) ante unas Cartas del Director de un periódico valenciano publicadas en el año 2000 que calificaban a los funcionarios de vagos, avinagrados y deshonestos con términos injuriosos, consideró que no hay daño al honor si tales calificativos se efectúan de forma innominada o genérica. Con ello diríase que no merece amparo la dignidad y honor de dos millones de empleados públicos españoles, por lo que Sevach cree de justicia efectuar algunas precisiones.

1. Lamentablemente, parece que la leyenda negra que sembró Larra (“vuelva usted mañana”) pervive en la conciencia social ( o al menos de algunos sectores). No obstante, bien está advertir que esa imagen del funcionario no es patrimonio de España sino que es un arquetipo universal. Baste tener en cuenta que en Alemania, modelo de país de proverbial eficiencia burocrática, un articulo publicado en 1951 por el periódico «Neue Zeitung» bajo el título «Ataque contra el tabú del funcionario», le reprochaba:» ignorancia, pereza, corrupción, rutina, lentitud paralizadora, presunción, ergotismo, prepotencia, carencia de iniciativa, carencia de sentido de la responsabilidad, obediencia servil, aplicación literal y a ciegas de leyes injustas y, finalmente, arrogancia social». O sea, o la enfermedad es universal o el prejuicio es contagioso.

2. El origen de la mala prensa de los funcionarios viene dado por la lógica intolerancia ciudadana ante las demoras o negativas cuando está en juego el servicio público. No es lo mismo esperar para entrar al cine que para ser atendido en urgencias hospitalarias. A ello se suma, el sentido patrimonial de los ciudadanos que ven la “cosa pública” como propia y por tanto con derecho a máxima exigencia.

Sin embargo, hoy día la función pública ( o los empleados públicos en general) está altamente profesionalizada y el servicio público presenta altos niveles de calidad por regla general. El que diga lo contrario se queda en la anécdota y desconoce la compleja y bien engrasada maquinaria del servicio público actual. Otra cosa es que las demandas de servicios públicos, por definición, suelen ser insaciables y los fondos públicos limitados ( así, hay fundadas quejas de la sanidad, de la justicia, de la educación…pero basta mirar una decena de años atrás para constatar la visible mejora).

3. La prensa ha amplificado la noticia de la citada Sentencia ofreciendo una imagen de que se abre la veda para el tiro al funcionario, para criticarles a discreción. Sin embargo, la prensa elude e ignora el párrafo de la sentencia mas elocuente, y que reproduzco en su literalidad: “ Es cierto que se incluyen expresiones desafortunadas en relación con el colectivo de funcionarios y así lo ha venido a reconocer incluso su propio autor, pero también lo es que su contenido no ha de despertar en el eventual lector del mismo sentimientos negativos en cuanto a la actuación de todos los funcionarios pues lógicamente, e incluso desde las propias afirmaciones de su autor, se comprende que no ha de entenderse incluida la totalidad de un conjunto de personas tan amplio como el que se integra en la función pública; precisión que el propio demandado se encargó de hacer en su posterior artículo, publicado pocos días después en el mismo diario y sección, en el cual se desdice claramente en cuanto a la generalización que se hacía en el primero.”

Ahí radica el quiz de la cuestión. El colectivo de funcionarios, como todo rebaño, cuenta con sus ovejas negras. Pero ni más ni menos que los colectivos de artistas, sacerdotes, tenderos, dependientes de hipermercados, abogados, arquitectos, fontaneros o similares. ¿Acaso nadie se ha sentido mas ninguneado y defraudado por el servicio prestado por un albañil, fontanero o agente de seguros, que por el procedente de un funcionario desde su ventanilla?. Basta con examinar las denuncias formalizadas ante la Oficina del Consumidor de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas frente a profesionales y empresarios ( numerosísimas y sangrantes) y con compararlas cuantitativamente con las denuncias formalizadas frente a los funcionarios por su actitud (prácticamente inexistentes, ya que el ciudadano culpa al “mensajero” de la aplicación de las leyes de todos pero lo critica más en el pasillo de espera que mediante denuncia formal).

4. Por otra parte, parece que se asocia el estigma de la vagancia al “funcionario” pero se olvida que hoy día los servicios públicos están también prestados por trabajadores (en régimen laboral) e incluso externalizados, y sin embargo parece confundirse a la parte por el todo. Para el ciudadano mal informado, funcionario es todo el que cobra de la Administración ( y eso pese a que sabiamente el Estatuto Básico del Empleado Público aprobado por Ley 7/07 utiliza esa expresión omnicomprensiva mas correcta: “empleado público”). En cambio sería muy interesante transmitir a la ciudadanía que los funcionarios no se inventan los trámites por capricho, ni disfrutan haciendo esperar al ciudadano, y sobre todo, dejar claro que el servicio público global es satisfactorio gracias a los funcionarios y a pesar de los políticos.

5. No deja de ser curioso que cuando alguien difama a los funcionarios, lo hace en total impunidad y con cierto regodeo cómplice. En cambio cuando Iñaki Anasagasti tildó de “vagos” a los miembros de la Familia Real, los medios de comunicación arroparon al monarca y su familia como institución digna de protección.
Y cuando la televisión nos regaló la imagen del pleno del congreso sin la presencia de la mayoría de los diputados, el Presidente Bono se lanzó a defender su dedicación y honorabilidad.
En cambio, cuando se trata de lapidar a los funcionarios, hay cola para buscar piedras, y cuando se da el caso resuelto por la Sentencia del Tribunal Supremo comentada, el único que planteó la demanda para defender el honor fue un funcionario de un sindicato que se sintió agraviado en su dignidad profesional, y que finalmente ha cosechado la pérdida de tiempo, dinero e ilusión.

6. No obstante, por si a alguien le interesa lo que decían las Cartitas del Director de marras, ahí van en su literalidad, rogando a los lectores que al igual que en el antiguo Oeste se decía “no disparen contra el pianista”, ahora a Sevach se le ocurre advertir que “no vomiten contra su autor ni sobre el ordenador” pues es difícil imaginar unas cartas con tan mala leche y tanto prejuicio. Casos así justifican la asignatura Educación para la Ciudadanía pero impartida en horario nocturno y para adultos.

Bajo el título «A los funcionarios» el artículo de opinión decía literalmente: «Queridos empleados nuestros: Me acabo de enterar …que se está cociendo una huelga. Es decir, que vais a dejar de trabajar oficialmente, porque extraoficialmente ya hace años que no pegáis ni clavo. No me lo toméis a mal, pero desde luego sois una de las más pesadas cargas que tiene la sociedad actual. Se trabaja muy poco y muy mal. Y encima gastáis más que una niña pija en ropa de marca. Para vosotros todo son ventajas. Buenos sueldos, buenas vacaciones, muchos días libres oficiales por Moscoso, y otros tantos días libres por la cara. Y ya no digamos de toda esa sangría de chollos: gafas, ortodoncias, nichos, etc. Para los que pagamos vuestro caro festín con nuestros impuestos, todo son coces y mala leche. Veréis. La imagen que los ciudadanos tienen de una funcionaria es la de una señora sentada detrás de una mesa, tocándose la figa toda la mañana, haciendo viajes al cuarto de baño, bajando a almorzar o saliendo un momentito. Por su parte, el funcionario hombre siempre tiene otra actividad a la que atender: un partido de izquierdas, un sindicato, o una peña de ciclistas que van a Náquera los fines de semana. Todo menos trabajar y sacar la faena adelante. Y lo que más jode no es que no hagáis nada en todo el día y que encima nos resultéis más caros que un bolso de Loewe. No. Lo que más jode es esa cara de amargados y de mala hostia que sólo se os quita con más sueldo, más vacaciones, más moscosos, más chollos. Ahora queréis que os suban el sueldo un 4% cuando el IPC del último año fue del 2,3%. Y una leche.»

En el mismo diario y sección, publicó el citado sujeto un nuevo artículo titulado «A los otros funcionarios», del siguiente tenor: «Queridos funcionarios buenos: El viernes metí la pata y quiero sacarla. Cometí el error de tratar a todos por igual y me equivoqué al hacer tabla rasa. Pido perdón públicamente a los funcionarios que cumplen cada día con su obligación con profesionalidad y honradez. Y ahora dirán que P. se la envaina. Pues sí, me la envaino, Y qué. Nunca me ha costado el menor esfuerzo pedir perdón cuando me he equivocado. Pero tampoco vayamos a volvernos locos y creer ahora que todos los funcionarios son hermanitas de la caridad. De hecho, el mismo viernes contabilicé al menos 300 casos de funcionarios que cometieron el delito de utilizar dinero público para resolver asuntos privados. Todas las llamadas telefónicas, faxes y correos electrónicos que recibí estaban canalizados a través de equipos y líneas telefónicas de consellerias, ayuntamientos, empresas públicas, etc., pagadas con el dinero de la Administración. Y, por supuesto, realizados durante el horario de trabajo, cuyo salario se paga con dinero público. En cuanto a mi lenguaje, ya sé que es grosero, soez y malsonante. Pero eso ya viene de antiguo. Mi padre ya le reclamaba a los Maristas para que le devolvieran el dinero que pagaba para que me educaran. Aunque lo que más me ha gustado de todo este follón es el sentido del humor de la funcionaria B., que en un ingenioso e-mail enviado el viernes desde la conselleria de Cultura, decía lacónicamente: «En estos momentos nos estamos tocando la figa».

7. Lo mas chocante es que el Director del Diario en cuestión y firmante de tales perlas contra los funcionarios fue…¡Jefe de Gabinete del Presidente de la Comunidad Valenciana! ( o sea, personal eventual y como tal dignísimo empleado público) y también Director de la Televisión Valenciana, o sea trabajador retribuido con cargo a fondos públicos, y supongo que todo ello en condiciones mas ventajosas que el común de los funcionarios. No es extraño que con esas Cartas del Director el periódico acabase cerrando con mas pena que gloria.

Quien sí debía leer las Cartas o pensar así debía ser el Consejero de Sanidad del Principado de Asturias cuando hace un año en la Navidad arengó a los funcionarios a venir a trabajar » desayunados, leídos y cagados» que fue objeto de un post anterior.

En fin, que aunque no parece que estas Cartas merezcan el Premio Pulitzer, siempre hay que ver el lado positivo, ya que insultar a los funcionarios reduce el colesterol pues la cólera aumenta el flujo sanguíneo y permite arrojar la mala bilis.

20 comments on “Insulte a los funcionarios que es gratis, impune y bueno para el colesterol

  1. Lo triste es que los propios funcionarios contribuyen a la mala reputación del colectivo cuando ellos mismos como ciudadanos acuden a las oficinas públicas y despotrican de los funcionarios que les atienden o se ríen con los chistes de funcionarios.

  2. Creo que esa leyenda negra sobre los funcionarios a que se refiere Sevach se debe al pecado mas español:la envidia.

  3. Yo soy funcionaria. Dice atila que la leyenda negra sobre los funcionarios se debe al «deporte mas mezquino», la envidia, él lo llama deporte español. Yo no lo creo. Todo el mundo puede ser funcionario, únicamente hace falta «opositar» con el esfuerzo que ello conlleva.

    Se olvidan del esfuerzo y se piensan que aunque es cierto que el funcionario «sirve» en su destino, ha de cumplir normas y leyes. Por ejemplo, en los juzgados, nunca las dos partes quedan conformes, hay siempre, siempre una parte a la que no se le da la razón y eso cuando no se le «priva de libertad» por poner un ejemplo.

    Será cierto lo que dice atila y se resume tan facilmente en «envidia»?

    Un saludo

  4. miguel �lvarez

    Ya dicen que si la envidia fuese tiña… A mí que también soy del gremio atacado, las cartas me han subido las comisuras de los labios -cosa que siempre agradezco-, en parte porque no insulta quien quiere, y en parte porque no me siento aludido. Y tanto la crítica como la autocrítica -incluso la de las cartas subidas de tono- pueden encerrar un fondo del que tomar nota, que ya dicen que algo debe llevar el agua cuando la bendicen…

    En mi experiencia hay funcionarios que trabajan, y hay otros que se rascan la barriga; como hay oficinas públicas en las que se cultiva la cultura del trabajo y otras… dejémoslo en que no; que a veces tengo la sensación con algunos funcionarios que aprueban la oposición para trabajar lo mínimo [y no sigo que si me muerdo alguno de los dedos que pulsan las teclas, me enveneno 🙂 ]. Se suele dar un caso singular: cuando en una oficina pública hay uno o dos muy trabajadores, los demás no dan palo al agua; o dicho de otro modo, los que trabajan, cada vez trabajan más, y los que se rascan la barriga pueden llegar a tenerla eritematosa de tanto hacerlo ¿Seguro que a nadie le suena? Tal vez la culpa no la tengan los vagos, sino quien tiene que decirles que se pongan a trabajar… pero eso es tan incómodo y molesto… total si se les abre expediente seguramente todo se quedará en nada, se echarán los sindicatos encima, se cogerá fama de ser un cabrón… y unos por otros, la casa sin barrer, que para barrerla y explotar a los trabajadores se emplea la ley de péndulo y se acude a la externalización. Si hay vagos en la empresa privada, es algo que me resulta indiferente, pero en la pública me parece repugnante. Se puede sustituir la repugnancia por inmoralidad, a gusto del lector.

    Dos anécdotas que vivo de cerca. No soy perfecto ni muchísimo menos, pero tengo por costumbre no salir antes de la hora a no ser de forma excepcional, que siempre hay trabajo si se quiere trabajar. Pues bien, cuando en mi centro de trabajo le tocan las llaves a determinado trabajador, ya sé que toca apurar, o poner gesto serio, o contestar de malos modos (chorrear, vamos), porque este trabajador yo juraría que se realiza o siente un placer incomparable saliendo quince minutos antes; así que con media hora de anticipación empieza con la monserga: que si ya se fue todo el mundo, o que queda poca gente, o que está la gente a punto de salir, o que eso lo puedes continuar mañana… La cosa es dar la murga a ver si algún día se pueden arañar los dichosos quince minutos a la jornada de trabajo, placer que no sabría con qué comparar…

    En el lado opuesto se encuentran determinados ciudadanos que no comprenden que en la Administración hay que cumplir con la ley. Y para insultos la segunda anécdota, que más que con insultos, se relacionan con un intento de agresión aderezado con unas bonitas amenazas proferidas por un animalito al que se dijo que no se podía facilitar determinada información porque no tenía la condición de interesado. Levantó la mano, y si el compañero no llega a bajar la cabeza, el guantazo que habría recibido sería de los que dejan un ojo a la funerala; no contento con esto, se fue hecho una furia y apuntando con el dedo a otro vomitó: «¡A ti! ¡A ti te voy a pegar un balasso en la cabessa!». No se denunció, se fajó, pero aseguro que para estos compañeros no fue plato de buen gusto. Vamos, que si lo comparo con el autor de las cartitas que dan pie al artículo de Sevach, no puedo por menos que reconocer en el periodista a una auténtica hija de la Caridad.

  5. Contencioso

    Me quedo con el punto 2 de lo agudamente apuntado por Sevach: «la lógica intolerancia ciudadana ante las demoras o negativas cuando está en juego el servicio público. No es lo mismo esperar para entrar al cine que para ser atendido en urgencias hospitalarias. A ello se suma, el sentido patrimonial de los ciudadanos que ven la “cosa pública” como propia y por tanto con derecho a máxima exigencia.»

    Aunque a los desinformados les encanta comentar que la función pública debía mirarse en el espejo de la empresa privada, desgraciadamente la realidad es bien distinta. Y para eso, me quedo con el certero comentario comentario que sigue: «¿Acaso nadie se ha sentido mas ninguneado y defraudado por el servicio prestado por un albañil, fontanero o agente de seguros, que por el procedente de un funcionario desde su ventanilla?.»

    Pues si, llevo varios meses esperando que me instalen un termostato de calefacción, y el socorrido cometario de «Pues te buscas otra empresa, que estamos en régimen de libre competencia» ya se me ha quedado corto, porque voy por la cuarta «empresa en régimen de libre competencia», y no me hacen ni puñetero caso.

    ¿Bondades del mercado?

    Suponego que habrá quien lo llamará asi…..

  6. Juan Carlos

    Los insultos no son tolerables.

    Una vez dicho esto y con el hilo de las ovejas negras de Sevach, el problema es el porcentaje de Ovejas negras sobre la totalidad de los trabajadores de esa empresa. El Corte Inglés tiene Ovejas Negras y Carrefour tiene Ovejas Negras y la tienda de los chinos del barrio tiene Ovejas Negras, pero la clave sigue siendo el porcentaje sobre el total de trabajadores. Si El Corte Inglés tiene un 1% de trabajadores que son Ovejas Negras, ¿que porcentaje de Ovejas Negras tiene la empresa Administración?. ¿el 1%? ¿el 2%? ¿el 6%? ¿el 10%? ó ¿el 20%?.

    Y si la Administración tiene un porcentaje de Ovejas Negras mayor que el resto de la empresas, habría que analizar el porqué.

    Por cierto, yo en vez de utilizar la palabra “envidia” (que después analizaremos), utilizaría la palabra “desidia” en su segunda acepción que es “inercia”.

    Pues sí, inercia histórica de los funcionarios que cuando te atienden te dan el menor numero de explicaciones como si sus palabras estuviesen tasadas y tuviesen miedo a gastarlas, inercia de los que en vez hablarte con el lenguaje de la calle del hombre medio (como denomina Sevach a los ciudadanos en otro post), te intentan hablar con un lenguaje técnico, inercia de …

    Todo esto sin aludir a las razones tradicionales como el pasotismo, el despotismo, el no estar en el puesto de trabajo (que fácil es decir lo de está por “la casa”)… Al final el Administrado se siente frustrado por la poca colaboración que recibe cuando está en lo que a él le parece un planeta diferente al suyo, el planeta Administración.

    Y esto de las Ovejas Negras por que ocurre en un porcentaje más alto en la empresa llamada Administración que en la empresa El Corte Inglés, pues todos los sabemos …

    Y para finalizar, podemos hablar de la palabra “envidia”.

    Vosotros creéis que alguien tiene envidia de un trabajador que trabaja hasta las tres de la tarde (como norma general), que en cuanto a lo de la crisis y el cierre de empresas no va con él, que en su trabajo no tiene unos objetivos imposibles de asumir de los que pende su trabajo (algo así como tener que vender productos a peluqueros o a estancos o en joyerías o donde sea), que tiene seis “moscosos” al año y si los coge no tiene ningún jefe que le mire mal, que todos los días no tiene que hacer dos horas extras sin cobrarlas (y que no se le ocurra pedirlo)… Pues no, yo personalmente no creo que nadie tenga envidia de eso.

    Además siempre podemos recurrir a la frase de “pues hazte funcionario”.

    Bueno que me salgo del tema, y en realidad yo lo que quería era hacer una pregunta a Sevach. Obviamente y tras leer tu comentario no estás de acuerdo con la sentencia. Mi duda es ¿No estas de acuerdo desde el plano legal o no estás de acuerdo desde el plano moral? ¿Legalidad Vs Moralidad?

  7. rafaviles

    Os pido un favor, teclead en google tres insultos y luego policía local; vereis miles de entradas de comentarios, noticias, editoriales,y demás interpretaciones de la realidad ligada a la indudable certeza de que el autor del texto ha sido denunciado (me voy a mojar mas aún) justamente por infracción de la normativa de tráfico. Observad como dia si, dia también, nos desayunamos en nuestros «interminables visitas a los bares»(no se de donde sacamos tiempo para haberles denunciado) con cartas al director, artículos de opinión, titulares y demás en las que se nos pone de «chupa di domine»¿se escribe así?.No creo que nunca lleguemos al Supremo ya que, como nosotros decimos con cierta resignación «está en el específico» el aguantarnos.
    un saludo

  8. Sevach

    A Juan Carlos: Sugerente comentario el tuyo, pero debo completar alguna cosa:
    a) Es correcto lo que dices sobre el porcentaje de «ovejas negras» que hay en la Administración y en la empresa privada, pero ambos sabemos que ni hay estudios sobre ello (practicamente imposibles ni por muestreo, dado que solo con los Ayuntamientos tenemos 8000 Administraciones) ni hay que mezclar «churras con merinas» o sea, no podemos comparar El Corte Inglés con el Ayuntamiento de Marbella, sino que debemos comparar empresas medias-trabajadores medios y Administraciones medias.
    b) Sobre si no estoy de acuerdo con la sentencia en el plano legal o en el plano moral, te respondo gustosamente. No sólo considero que moralmente es injusto dejar al colectivo de funcionarios inerme ante cualquier ciudadano «desbocado y con plaza en prensa» (como el autor del artículo), sino que jurídicamente comparto el criterio de la Audiencia Provincial de Valencia y del Juzgado que condenaban al autor a 500 euros de multa por daño al honor…¡del recurrente…! ya que lo que parece olvidar el Supremo es que el recurrente lo hacía con un doble carácter o interés legítimo: como Presidente del CSIC y en nombre de los funcionarios (curiosa la generosidad en reconocer la legitimación sindical para recurrir pero no para defender el honor profesional), y como funcionario de a pie, que viviendo en Valencia y sintiéndose aludido por un periódico valenciano se sintió dañado en su imagen ante sus conocidos y conciudadanos. En fin, que me gustaría ver la sentencia de la Sala de lo Civil si una carta a la prensa dijese lo mismo pero sustituyendo como una corrección de errores: » donde dice funcionario» debe decir » juez»..a ver que resultaría. .

    Para Rafaviles: Tienes razón que es una profesión difícil la policial y que entra en el sueldo, de igual modo que en el sueldo de un juez entra que el que pierde un pleito le pone de vuelta y media y el que lo gana…también. Gracias por la colaboración a todos (incluidos Laura, Atila, Contencioso y Miguel).

  9. Buenas. Yo, a la vez que funcionaria, soy administradora de un foro de tenis y algo a lo que me remito, cada vez que hacen referencia a lo bien que vivimos los funcionarios es a la estadística. La mayoría de los funcionarios no publicamos, ni estamos conectados en horario laboral, mientras que el resto de los trabajadores no se suelen conectarse más que en este horario. Por algo será.
    Un saludo y muchas grancias por esta gran página.

    • Eva, todos sabemos que estas siempre conectada en tu foro de tenis en horario laboral y fuera de él. Y si este foro se mantiene, es porque en realidad lo estamos pagando todos, ya que tu lo mantienes en horario laboral!
      Por lo menos hay que ser honesto.
      Saludos.

  10. fideitor

    ¿por qué será que los funcionarios son tan vilipendiados y luego todo el mundo quiere que sus hijos opositen y sean funcionarios?
    País extraño.

  11. Me parece intolerable que se permita hablar impunemente en estos términos de un colectivo en el que, además, la inmensa generalidad de las personas que lo integran no son ni lejanamente merecedoras de tal desconsideración.

    ¿Que hubiese pasado de hablar así de los negros, por ejemplo?.

  12. William H. Rehnquist

    Sobre este tema, creo que deben hacerse unas cuantas consideraciones.
    En primer lugar, es absolutamente cierto que la mayoría de los funcionarios son extremadamente trabajadores y responsables y no merecen la consideración negativa que tienen en la imagen pública. Ahora bien, sentado lo anterior, ninguno de los intervinientes ha negado la existencia de, por utilizar la expresión utilizada en este foro, «ovejas negras», cuyo número quizá es exiguo, pero que son quienes dañan la imagen del colectivo. Eso no ocurre únicamente con los funcionarios, sino con cualquier profesión (léase ingenieros, médicos, fontaneros, abogados, electricistas o constructores). El problema es que ante la desidia de ese pequeño número el ciudadano tiene tres opciones: resignarse y no hacer nada (ante lo cual el funcionario en concreto se crecerá), presentar una queja escrita (que dormirá el sueño de los justos o, en el mejor de los casos, la Administración acusará recibo sin más) o hacer patente su ira ante la persona concreta, señalándola con nombres y apellidos.
    También, y sin que sirva de precedente, quiero romper una lanza por los empleados públicos. Normalmente los puestos de atención al ciudadano son los menos deseados, porque es cierto que la mayoría de los ciudadanos tienen un trato absolutamente correcto con el funcionarios que los atiende, pero (y digo esto como usuario de servicios públicos) también he visto a personajes absolutamente impresentables que cuando acuden a una dependencia pública entran como elefante en una cacharrería avasallando y tratando a la pobre persona que los atiende como si fuera poco menos que un esclavo. Y, sinceramente, si es intolerable el trato negativo del funcionario hacia el ciudadano también lo es el del ciudadano ante el funcionario.

  13. Alvaro

    Yo no puedo hablar por todos los funcionarios sólo por los de justicia y la tendencia al escaqueo es importante e in crescendo. ¿por qué? No hay jefatura de personal, no hay sanciones y no hay incentivos.

  14. Carmen

    ¿Alguien puede decirme que puedo hacer y ante quien ante unas declaraciones realizadas por un funcionario de la Administración Tributaria sobre supuesta incompetencia e insultos hacia un despacho y hacia un cliente que se estaba pidiendo información? Gracias

  15. Carmen: Todo funcionario tiene la obligación de consideración y respeto. Si no se ha ce es una infracción disciplinaria. La Agencia Tributaria tiene una Oficina de Quejas y Sugerencias, y además se puede denunciar por escrito al Director de la Agencia Tributaria. La denuncia se presentaría en el Registro de la propia Agencia ( o en el de la Delegación del Gobierno). Eso sí:
    a) No caben denuncias anónimas, ni del que denuncia ni del denunciado. Hay que identificarse el denunciante e identificar al denunciado ( o por indicación del lugar y cargo).
    b) Hay que tener pruebas y aportarlas en el escrito (ej.señalar testigos,etc).
    Si es asi se les aplicará un Reglamento Disciplinario y una sanción.

  16. maria Jesús

    Un debate muy interesante.Si no les importa, voy a aportar mi granito de arena:
    Soy técnico de turismo; he trabajado 15 años en la empresa privada y llevo cuatro años en una oficina de turismo municipal.Cuando llegué a la oficina de tursimo intenté llevar una dinámica de trabajo propia de la empresa privada: competitividad, profesionalidad,hacer horas extras, gastar dinero propio en gasolina, etc,etc. No pude. me encontré con muchos problemas y muchas trabas.Por un lado, en la administración nadie te da palmaditas en la espalda ni valora tu entrega; no te ponen los elementos necesarios para poder tener creatividad en tu trabajo a no ser que estés metido en política y , entonces, depende de en que bando estés. Se piensa, en la administración, que si trabajas tanto es porque buscas un cargo político.Empiezas a decepcionarte y te planteas si merece la pena. Si tu trabajo no te enriquece, sigues la inercia de hacer lo justo.» total, por lo que me pagan…»
    Pero lo que peor llevo es lo del ciudadano.Es evidente que, en España, no se comportan igual cuando pagan por un servicio que cuando no lo pagan. Te piden imposibles, te insultan, descargan su frustración personal contigo, te exigen un servilismo inaceptable,se ceban,y todo porque saben que no les puedes echar a la calle como pasa en un local privado.Esta mañana, sin ir más lejos, ha llegado un turista calvo y feo a la oficina con una vanidad,un » saberlo todo», un discurso demagógico y gastado, con el ya manido » a Usted la pagamos todos». Bueno, pues,por no disponer de una información que necesitaba, me ha llamado tonta, antipática, me ha dicho que España está en crisis por personas como yo… ¿ Por qué yo no le puedo llamar Mr. proper?( Lo siento Mr. Proper, Tú eres más guapo). Les aseguro que si hubiera estado en una empresa privada, lo hago sabiendo a ciencia cierta que mi jefe me apludiría por ello.Es intolerable el trato hacia el funcionario. No hay sueldo justo para eldesgaste psicológico al que está sometido aquel al servicio de la administración y del ciudadano. La burocracia es lo que tiene, siempre ha sido así, incluso en la antigua Grecia. El artículo ha dado en el clavo: INSULTAR AL FUNCIONARIO ES GRATIS.

  17. Lo mas bonito que me han dedicado en mi profesión,es llamarme «puta de mierda».
    Y ya digo,eso, es lo más bonito que he recibido.
    Elimino las agresiones físicas,las amenazas cuando salgas del trabajo,el puteo constante mientras ejerces tu trabajo y estas sometida a tus usuarios,,la presión asistencial que no puedes abarcar satisfactoriamente por falta de capacidad humana,los continuos requisitos que la empresa publica exige cuando no hay medios,la constante de dar la cara defendiendo a la administración porque te indican que tienes que hacerlo,la indefensión que tienes laboralmente porque esa empresa llamada administración,te hace culpable de lo que sea con tal de salir bien parada…en fin…
    Soy una auxiliar de enfermería en un hospital publico.

  18. No María. Yo también soy funcionario, llevo más de treinta años, y nunca he tenido problemas que no sean las rabietas por la denegación de lo que los ciudadanos entendían como derecho. Quizá se deba a que nunca «engaño», ni defiendo a la Administración en lo no defendible. No se puede ni debe identificar al jefe, con la Administración, aunque sea este último quién reparta la productividad a quién más o menos lo de la real gana.

    Estos resultados quizá radiquen en que me da igual lo que digan mis jefes, y que mi único tope sea el respeto a la ley, y al ciudadano. Con todo, también reconozco que algunos colectivos de funcionarios son más vulnerables que otros… pero tanto tanto como se dice, la verdad, no lo veo.

  19. Carmen

    Buenas tardes,
    En mi opinión, la función pública, tal y como la conociamos, la podemos dar por triturada, y no por culpa de los “funcionarios”. Soy funcionaria de carrera, desde hace 40 años, y a pesar de que me gusta mi profesión, igual que el primer día, la cual he desarrollado con total satisfacción, y a pesar del desembarco y invasión del personal laboral (el de a dedo, no el fijo que ha superada un proceso), que han sido muchísimos, y que han hecho mucho daño a la imagen del funcionario, ya que la ciudadanía, en general no distingue de regímenes, y ahora, para acabarlo de arreglar, nuestros políticos, con su “poca justicia” y “ningún sentido común” los bendice y empodera con un simple “zas, magia….ya eres fijo…porque te lo has ganado aguantando más de 5 años, desde que te enchufó tu xxx,”, es que de verdad, si te quedaba alguna motivación, pues eso…lapidación del servicio público. Ya no es reconocimiento al esfuerzo y trabajo bien hecho de muchos funcionarios, sino que se está perdiendo la dignidad y credibilidad de la administración pública, legalizando contrataciones que hasta el día 30 de Diciembre de 2021, eran fraudulentas y punibles….con unos responsables detrás. Muy fuerte. De pena.

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