Contencioso

Solidaridad y Derecho: una extraña pareja

incendio
En pleno debate judicial sobre la asignatura «Educación para la Ciudadanía» un amigo me comentaba una espeluznante experiencia nocturna en su vivienda unifamiliar en un pueblo de Gijón. A medianoche, cuando dormía con su mujer y su bebé descansaba, fue despertado por un chisporroteo que procedía de su vehículo y tras asomarse comprobó que el mismo desprendía grandes llamaradas, con lo que apresuradamente salió al exterior y encomendó a su mujer llevar a la niña con algún vecino. Lo que sucedió a continuación fue un despropósito total que revela que la sociedad y el Derecho van por vías distintas.

1. Así, mientras el fuego se levantaba entre chispas y humo varios metros, prendiendo el portón del garaje y ascendiendo por los huecos hacia el interior, mi amigo, nerviosamente y en pijama, pero con la adrenalina que genera la situación, procedió a golpetazos y agua a apagar el fuego, y ahí empieza el desatino:

a) En primer lugar, mientras su esposa golpeaba nerviosa las puertas de los vecinos para que se hiciesen cargo de la pequeña nadie abrió la puerta. Entonces Sevach se pregunta donde está solidaridad, y qué clase de sociedad hemos creado en que la desconfianza es tal que la gente se atrinchera en la puerta y no ayuda a vecinos de bien cuando lo necesitan.

b) En segundo lugar, y para mas escarnio, los que veían el fuego desde sus ventanas y el zafarrancho montado, tampoco se acercaron a auxiliar en las labores de extinción del incendio. Quizás nadie les ha enseñado que el deber de auxilio a quien está en peligro no sólo es una obligación moral sino jurídica, e incluso penalmente condenable.

c) En tercer lugar, mientras mi amigo corría de la casa al vehículo y viceversa para ahogar las llamas que corrían con vida propia y de forma espectacular, aspirando dióxido de carbono y sufriendo golpes de calor, los bomberos locales se tomaban casi hora y media en llegar al lugar del siniestro, desde su aviso telefónico, pretextando que no localizaban el lugar y carecían de GPS por la austeridad presupuestaria. Toma ya. En vez de servicio de bomberos casi podían haberse ahorrado el viaje y enviar el camión de basuras para retirar los restos calcinados y escombros. Aquí Sevach se pregunta si el GPS hubiera aparecido si el aviso fuera de chalet de un concejal o si se hubieran demorado si el incendio tuviera lugar en una guardería. Por eso, parece que la responsabilidad patrimonial del Ayuntamiento por deficiente funcionamiento del servicio público de bomberos cuenta con sólidos argumentos..

d) En cuarto lugar, al analizar la causa del incendio de su vehículo, la conclusión a la que llegan los peritos es que es posible….¡la combustión espontánea de un vehículo!. Aunque Sevach barajaba la hipótesis de la gamberrada o la venganza de algún canalla, lo cierto es que resulta que es técnicamente posible el incendio de un vehículo por decisión propia ( una especie de suicidio a lo bonzo). Y como Sevach es mayorcito, se sorprende que ni la legislación administrativa, ni la legislación del consumidor informen al comprar un vehículo de este riesgo real ( excepcional, pero real).

e) En quinto lugar, el día después, contemplando el coche carbonizado y la casa visiblemente perjudicada por el hollín y humo pegajoso, la entidad aseguradora del vehículo no se hace cargo de los daños en la vivienda, ya que se trata de bienes propiedad del asegurado. El despropósito es claro, ya que la exclusión en las pólizas de los daños en bienes propios pretende evitar la picaresca de obtener indemnizaciones jugosas por daños intencionados por el propio asegurado, pero no está pensando en casos como el infortunado incidente en que el asegurado es víctima.

f) Y en sexto lugar, las compañías de seguros asumen la indemnización del vehículo pero como se ha declarado siniestro total, lo pagarán por su valor venal, o sea 600 miserables euros que jamás alcanzarían a mi amigo para cambiar las cuatro ruedas del vehículo en su estado antes del accidente. Nuevamente, lamenta Sevach la grandielocuencia de las compañías de seguros cuando se trata de vender el seguro y las evasivas a la hora de pagar, que tienen su más ruín exponente cuando declaran al vehículo siniestro total y pagan una miseria.

2. De todo ello, deriva una sociedad en que la ciudadanía es insolidaria, los servicios públicos un desastre, la protección del consumidor manifiestamente mejorable, y una compañías de seguros que tienen por emblema a los buitres leonados…..Pero eso sí, nos vanagloriamos de tener una Constitución técnicamente avanzada ( olvidando la sencillez de la Constitución americana de 1776: «Todo ciudadano tiene derecho a la libertad, la seguridad y la búsqueda de la felicidad». ¿Cabe mayor claridad de lo que el ciudadano merece y espera de otros ciudadanos y del poder público?. En cambio, parece que en España la solución son leyes y más leyes, estatales y autonómicas, códigos y planes, unas desarrolladas y otras sin desarrollar, unas ante el Tribunal Constitucional y otras vaciadas por sutilezas jurídicas del Tribunal Supremo…Y es que ante el Derecho, la ciudadanía puede morir de hambre…o de indigestión.

3. Para terminar nada menos que una parábola del Buen Samaritano en versión moderna (con alcaldes y jueces) que podéis encontrar aquí.

0 comments on “Solidaridad y Derecho: una extraña pareja

  1. El letrado

    Ante situaciones extremas ajenas, el leitmotiv de la sociedad actual, es «salvase quien pueda» o «mejor mirar para otro lado». La involución social no se encuentra a la vuelta de la esquina, es tan real como la vida misma, cada vez somos más insensibles ante el dolor ajeno. solo nos preocupa nuestro ombligo, realizamos juicios sumarísmos para justificar nuestras limitaciones y tenemos un alto conocimiento de nuestros derechos y los ejercemos en términos absolutos, ahora bien, las obligaciones son otra cosa, o bien las desconocemos o bien las olvidamos rapidamente.
    El capítulo comentado en el blog, de mi gran amigo José Ramón Chaves, es un ejemplo más del olvido que un individualismo atroz y mal interpretado y a veces utilizado, ha generado en conceptos como solidaridad y convivencia.

  2. Es ciertamente preocupante la insolidaridad reinante. Una anécdota de mucha menos importancia que le relatada: mi hijo de 21 años (muy educado y con aspecto excelente por cierto), va a renovar el DNI (calle General Yague de Oviedo); no tiene dinero bastante para la tasa y solicita de los peatones ¡ 30 céntimos ! para completarla, explicando el motivo. Después de diez intentos… nada. Vaya asco de sociedad.

    En cuanto a la eficacia del servicio de incendios, es pardigmática la letra de la canción «Incendio en Rio», de Sachá Distel. Bajárosla y lo comprobaréis. La tenéis aquí.¡Con un divertidísimo video!

  3. La sencillez del mensaje que se encierra en las poesías de Bertolt Brecht siempre me ha impresionado, a la vez que ilustrado.

    De él dos mensajes destacan sobre los demás en materia de solidaridad:

    – Uno está en aquella poesía que dice: «Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: ésos son los imprescindibles»

    – Otro, en el siguiente texto: “Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó. Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde.”

    Ambos poemas, muy conocidos, se explican por sí mismos con notable contundencia.

    En este sentido, muchos cooperantes, algunos ya fallecidos, han dado y dan permanentemente pruebas de valentía y compromiso, al afrontar individualmente un importante reto por la dignidad humana actuando consecuentemente con los valores humanitarios que rigen sus vidas de una manera generosa y solidaria.

    Pero creo que la llamada de atención de Sevach, la de Bertolt Brecht, y cualquier otra que se haga en esta línea, además de necesaria, oportuna y solidaria, es también inteligente. Ello está insito en las leyes de la supervivencia, como ley natural, de modo que los animales, y hasta los insectos, lo saben: salvar el hormiguero es también salvar a cada hormiga.

    Lo lamentable es que es prácticamente imposible lograr que piense el necio, al que por puro egoísmo casi todos los hombres indefectiblemente tendemos, al dejarnos guiar por valores pecuniarios.

    Ello hace que por extensión –lamentablemente, digo- quizá sea tiempo perdido el esfuerzo por sensibilizar a toda una sociedad.

    Confiemos, eso sí, en los buenos, en los muy buenos y, sobre todo, en los imprescindibles.

  4. alegret

    Afortunadamente los jueces se van distanciando de la figura del «valor venal» para conceder indemnizaciones mas acordes con el valor del vehículo.
    Espero que sea el caso de tu amigo.
    Por cierto, no estaría de más que se abrieran unas diligencias contra los vecinos por «denegación de auxilio». Ya verás como la próxima vez echaban una mano.

    alegret

  5. miguel �lvarez

    No me quiero acordar de un día en el que iba en el coche de una parienta y al poco de arrancar se encendió el piloto del aceite. No tenía carné pero avisé y me cerraron la boca con un «hace varios días que se enciende…».

    Resultó que otro pariente tenía un taller y era quien le hacía el mantenimiento de aceite, agua y demás ¡Cómo se iba a manchar ella las uñas calando el aceite de forma periódica! El taller cerró y no se le ocurrió a mi parienta que los coches necesitan un cambio de aceite de vez en cuando, como también es preciso mirar el nivel de agua, etc. Íbamos subiendo una rampa y empezó a salir humo de capó, salimos del coche y resulta que no sabía ni cómo se abría el dichoso capó… Una vez abierto, un camionero vació su extintor -porque tampoco había extintor en el coche- y cuando el fuego estaba extinguido, de repente apareció un espontáneo que con su mejor voluntad nos echó un cubo de agua sobre el motor… y la batería. Consecuencia: el fuego se reinició y tuvieron que apagarlo los bomberos pues no hubo manera de volver a apagarlo por nuestros propios medios. En fin, que recuerdo aquella experiencia como el colmo de la incompetencia -de mi parienta- y como un ejemplo de que en ocasiones la buena voluntad tiene consecuencias nefastas.

    Y para solidaridad, otra anécdota. En cierta ocasión me encontraba hablando con la kiosquera de la calle cuando entró en el edículo un chorizo que le robó una cajita con la recaudación. Me fui tras él y recuerdo que el chico me tiraba monedas de 100 pts a ver si me bajaba a recogerlas y lo dejaba en paz. Afortunadamente hice presa en mi objetivo y me lo llevé de nuevo al kiosco en espera de que llegase la policía. Lo que más me sorprendió fue la advertencia de un vigilante de seguridad de un edificio cercano que, además de no hacerse cargo del «retenido» ni prestarme sus esposas para inmovilizarlo, porque al parecer la legislación se lo impedía, me dijo que tuviese sumo cuidado, porque como el quinqui hacía ademán de querer escapar (entre otras lindezas, le dio por escupirme, aunque no atinaba) y me vi en el caso de reconvenirlo con algún que otro soplamocos o retorciéndole las muñecas, digo, que el vigilante de seguridad me advirtió que tuviese mucho cuidado, que si le ocasionaba cualquier lesión, aunque fuese un rasguño, además de pagarle las curas, entraba dentro de lo posible que durante el juicio pasase del banquillo de los testigos al de los acusados. En definitiva, que a veces la gente no ayuda, no sólo por miedo al delincuente, sino por miedo a que a uno se le vaya la mano y tenga la experiencia abrir la cartera como paso previo al de conocer un bonito centro penitenciario.

    Aunque me estoy pasando de largo, no me resisto a reivindicar lo nuestro, porque para constituciones ¡nuestra Pepa! que en la parte final de su art. 5 dice algo que supera con creces a esa birria de constitución americana:

    «El amor de la Patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles y, asimismo, el ser justos y benéficos».

  6. ceferino

    Hace años fui director de una entidad pública en la que existían contratos de obra o servicio fraudulentos. Al cesar estos contratos y crear puestos estructurales con oferta pública de empleo a la que podían acceder no solo los contratados/as, sino todos los ciudadanos/as que cumpliesen los requisitos de titulación exigidos, fui atacado llegando a pintar mi portal con insultos tales como Nazi, Fascista y cosas por el estilo.
    El caso es que la reacción de misvecinos fue un ejemplo de solidaridad: algunos me niegan al día de hoy el saludo y protestaron por las pintadas con cartas al director diciendo que ellos nada tenían que ver con los asuntos particulares de un vecino…que por favor, no dañasen, los bienes de toda la comunidad (parece que se conformaban con que sólo dañasen los míos).
    Un abrazo, Chaves.

  7. Francisquín

    Hola a todos!

    Una pequeña corrección literaria al margen: El segundo texto que menciona Pablo Soto Mirones fue atribuido erróneamente a Bertolt Brecht (él mismo desmintió la autoría numerosas veces) pero en realidad es de Martin Möller, un pastor protestante que lo escribió desde su reclusión en un campo de concentración. Una traducción más ajustada al texto original sería:

    „(…) cuando me vinieron a buscar ya no había nadie que pudiera protestar…”

    Que quizás da más sentido al trasfondo de falta de solidaridad que estáis tratando aquí.

    Un saludo a todos

  8. juanma

    Bueno, desde mi admiración por este blog, una correción. lo que respiraba este desdichado ciudadano al apagar el vehículo no era dióxido de carbono,sino monóxido de carbono, el primero es un agente extintor que va en esos extintores con una especie de trompeta al final, el segundo debido a su afinidad con la hemoglobina de la sangre, la falta de oxígeno y la muerte. En cuanto a los servicios públicos, hay de todo, yo trabajo como bombero en el Ayto de Toledo y como delegado sindical de un pequeño sindicato anarcosindicalista venimos denunciando la corrupción y los abusos de los miembros de Jefatura.¿Resultado? Dos expedientes con apercibimiento y dos juicios, uno por insultos y otro por mobbing, es cierto que los funcionarios, no todos, se adaptan a mirar para otro lado para no tener problemas, pero claro, con unos concejales que al primer desmarque te arrean, los papeles de heroes no abundan.

  9. Muchas veces me he preguntado si vivimos en una sociedad enferma que genera individuos enfermos, o si somos individuos enfermos que generamos una sociedad enferma.

    En todo caso, como dice Pablo Soto, hay que ser (y esto no siempre significa «parecer»).

  10. policia local

    Por mi trabajo como policía local adscrito al 092, desde hace mas de 20 años, he asistido a numerosos accidentes de tráfico con personas heridas y, por desgracia algunas fallecidas. Llevo tantos años en ello que he vivido mas sin UVI-MOVIL que con ella (¡¡¡una maravilla!!!), pero no recuerdo ni una sola intervención tanto de accidentes de tráfico como otras desgracias similares en los que la víctima estuviera desasistida por los viandantes o los vecinos, nunca he sentido esa sensación de desamparo que parece expresarse enb el sucedido del incendio. No voy a entrar en detalles, pero he visto casos gravísimos en los peores momentos del SIDA, cuando estaba empezando a desarrollarse la enfermedad y todo eran incertidumbres, personas que auxiliaban a heridos sin ninguna prevención, lo primero era el herido. ¿cuantas personas han muerto en la autopista «Y» Oviedo-Gijón-Avilés, atropelladas cuando acudían a socorrer a otras accidentadas?.
    España no es toda ella una ONG, pero no nos confundamos, tampoco es esa sociedad insolidaria que muchos piensan. Es cierto que a lo mejor el hecho solidario para con el vecino al que se le estaba quemando el coche sería avisarle de que se alejara del mismo ante el riesgo de explosión o de una llamarada que lo envolviera, al fin y al cabo poco arreglo tendría ya y es primero la integridad física que la propiedad. Ya se que es dificil que explote, pero, también por mi trabajo, ya que llegamos a todo como primera intervención al estar siempre patrullando las calles, se que el calor y la fuerza que coje el fuego al arder un coche es tremendo y poco o nada se puede hacer con un extintor. Yo doy un voto a favor de la solidaridad de la gente, eso si con grandes carencias en cuanto al conocimiento de las maneras de auxiliar.

  11. Sevach

    Policía Local: Aplaudo y agradezco tu comentario. Espontáneo, sincero y totalmente asumible. Efectivamente, tampoco quiero creer que somos tan insolidarios, pero era tal el desgarro interior de mi amigo relatando el incidente y la callada vecinal por respuesta que me pareció oportuno resaltarlo.

  12. policia local

    Lo que si es cierto es que la solidaridad es un estado de ánimo; recuerdo que me tocó en Avilés el caso de un niño atropellado y malherido por el tren el mismo día de Reyes de hace unos años. Me dejó tan traumatizado que, los siguientes días estaba como atontado y muy vulnerable. Hay momentos de «flojera» de los que tardas en salir, pero al final te recuperas.

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