El BOE del pasado 9 de Abril de 2009, al hilo del relevo ministerial, publica los nombramientos efectuados por la Vicepresidenta Segunda del Gobierno y Ministra de Economía y Hacienda, para cubrir los cargos de Director de Gabinete así como Director de Gabinete Adjunto. Lo pintoresco del caso, al margen de ideologías, es este bonito ejemplo de papiroflexia organizativa a que ha llevado la inflación de cargos y carguillos en la Administración.
1. Así, lo primero que se observa es que, guardando el “protocolo”, primero se publica el nombramiento del Director de Gabinete y luego el nombramiento del Director de Gabinete Adjunto. Sin embargo, otras son las cuestiones de mayor calado que llaman la atención de Sevach.
Partiremos del Real Decreto 562/2004, de 19 de abril, por el que se aprueba la estructura orgánica básica de los departamentos ministeriales, dedica a la figura de los «Gabinetes» el art.17:
«Los Gabinetes de los Vicepresidentes del Gobierno estarán integrados por un Director, con rango de subsecretario, y un máximo de nueve asesores, uno de ellos con rango de director general, y los demás con rango de subdirector general».
2. Pues bien, avanzando desde lo frívolo a lo más relevante, lo que no hubiera plasmado en sus chistes el divino Forges es lo que el BOE dice sin sonrojo; leamos este párrafo oficial sin respirar: “ Jefe de Gabinete Adjunto de la Vicepresidencia Segunda del Gobierno y Ministra de Economía y Hacienda”. Toma ya, cargo rimbombante. ¡¡ No quiero imaginar las presentaciones oficiales, los rótulos o pies de documentos que acompañan al nombre de tan insignes personajes!!.Y no digamos los intercambios de tarjetas cuando varios miembros del gabinete acudan a reunirse con otras autoridades, con momentos que darán lugar a aclaraciones tan chuscas como: «No, no, yo soy el Jefe del Gabinete» y otro precisa: « Y yo el Jefe del Gabinete Adjunto», mientras varios corean «Y nosotros los asesores del Jefe del Gabinete y del Jefe del Gabinete Adjunto». Vamos, una ceremonia de la confusión. Y no digamos ya, si un mandatario extranjero visita el Ministerio y le recibe el Jefe del “gabinete adjunto” con lo que puede inducirse al equívoco de que es el responsable de alguna “suite o alcoba” ministerial. No olvidemos que «gabinete» en su homólogo término francés e italiano (cabinet y gabinetto,respectivamente) reviste el significado de » pequeña estancia con un retrete y lavabo».
3. No menos llamativo resulta que la Ley 6/1997, de 14 de Abril de Organización y Funcionamiento de la Administración General del Estado ( LOFAGE) prefiere hablar de las relaciones entre altos cargos en términos de superior, igual o inferior «categoría». En las Comunidades Autónomas las relaciones y equiparaciones de órganos utilizan la expresión mas técnica de «nivel orgánico». En cambio, el Real Decreto 562/2004 habla de “rango”, y aunque ambos términos son sinónimos, no es menos cierto que aquélla expresión tiene un sesgo mas civil y objetivo, y ésta un vestigio mas castrense y con visos de vasallaje.
4. Lo siguiente que resulta llamativo es la denominación: se nombra un Jefe de Gabinete y un Jefe de Gabinete adjunto, y dado que aquél tiene el rango de Subsecretario y éste de Director General, fácil es deducir que aquél es el Jefe de éste. Pues bien, si tal era la finalidad de ambos cargos, lo suyo sería que existiera lisa y llanamente un Director de Gabinete y un Subdirector o alternativamente, un Jefe de Gabinete y un Subjefe de Gabinete, puesto que el prefijo “sub” denota “bajo, debajo, inferior, secundario” . En cambio, para la real academia el término “adjunto” significa “unido a”, pero en régimen de paridad. Si ningún “Subsecretario” se siente ofendido por el prefijo de su cargo, tampoco habría motivo de queja por los titulares de los Gabinetes.
Nos tememos que nuevamente «la organización sigue la humana condición» y no a la inversa, pues el ego humano es voraz pero cuando se asienta en una poltrona pública se vuelve insaciable. Mostrémoslo en su vertiente sociológica con un supuesto: si se reserva telefónicamente dos habitaciones en un hotel y atiende el recepcionista (que como el común de los mortales desconocerá el entramado orgánico de un Ministerio), y se le dice que una habitación es para un “subsecretario” y otra para el “jefe de gabinete”, en caso de existir tan solo una habitación lujosa y otra mas modesta, con toda seguridad el buen recepcionista adjudicaría la lujosa al Jefe de Gabinete y para “su” secretario (subsecretario) la menos lujosa.
Es algo así, como lo que padece cierto conocido de Sevach que es canciller en una embajada centroamericana (que para los que no lo sepan, es un puesto de trabajo de personal funcionario reservado a los grupos B o incluso C) y que le comentaba jocosamente que se cuidaba mucho de despejar el equívoco cuando en los restaurantes o establecimientos le confundía con el “embajador” a la vista de su bella tarjeta de presentación.
5. También resulta chocante la impúdica asimilación efectuada por obra y gracia del gobierno, que mediante el R.D. 462/2004, fuerza la puerta de emergencia del art.10 de la LOFAGE, cuando alude a la posibilidad de crear “órganos similares”, y se lanza a equipar un cargo de Jefe de Gabinete nada menos que a Subsecretario, y el de Jefe Adjunto a Director General.
Se dirá que hay habilitación legal y que la todopoderosa potestad de autoorganización le ampara. Zarandajas.
Con estos criterios se da la paradoja de que la LOFAGE en un ejercicio de racionalización y austeridad señaló en el año 1997- derogando por fin la viejísima Ley de Régimen Jurídico del Estado de 1957- lo que eran órganos superiores (Ministros, Secretarios de Estado) y lo que eran órganos directivos (Subsecretarios, Secretarios Generales, Secretarios Generales Técnicos, Directores Generales y Subdirectores Generales). Fuera de dichos órganos quedaba el personal eventual (“confianza y asesoramiento”) pero sin pudor el Ejecutivo uso y abusó de la potestad de crear por Real Decreto “órganos similares”, y se lanzó a asimilar lo que no es asimilable. En efecto, no pueden equiparse peras con guisantes a golpe de Decreto. Y tampoco es admisible vaciar de sentido la estructura racional de altos cargos directivos mediante la inserción de altos cargos de naturaleza “consultiva” (gabinetes), de forma que como la canción del elefante que se balanceaba, “ y como vieron que la red de altos cargos resistía, fueron a llamar a otro asesor…”.
Lo que posiblemente no estaba en la mente del legislador era que el Ejecutivo estatal iba a ensanchar el campo de los órganos directivos, so pretexto de la locución “órganos similares”, acudiendo a esa fórmula ritual “con rango de…”. O sea, la gatera para nombrar altos cargos de derecho por la vía de hecho.
Y detrás de esa asimilación a “Subsecretario” o “Director General” no hay nada inocente, ya que existe la consiguiente traducción positiva en forma de prerrogativas (protocolo, dietas, complementos retributivos, régimen de cesantías, etc).
6. Como reflexión final, señalaremos que la figura de los Jefes de Gabinete (que en su origen remoto era la denominación reservada para lo que hoy es el Consejo de Ministros, tal y como brota en el siglo XVII en Inglaterra: cabinet council) cobraba tras la Constitución española pleno sentido y funcionalidad como «mayordomos de alto rango» , ya que eran una especie de «chicos para todo» que servían de filtro a la autoridad respecto del trasiego burocráctico y ciudadano. Posteriormente, fue institucionalizándose tal figura y con pleno sentido como personas responsables de la relación con los medios de comunicación y del protocolo (vertientes necesarias que requieren mano izquierda y cualificación que se escapa a la común formación burocrática). Sin embargo, tan razonable molde se ha visto quebrado por la imparable eclosión de los Jefes de Gabinete en la Administración del Estado (donde se alzan como personal político directivo, fuera de las Relaciones de Puestos de Trabajo), seguidos por los de las Comunidades Autónomas y los entes locales, donde se encajan como personal eventual y figuran en las Relaciones de Puestos de Trabajo, pero eso sí, con funciones juridicamente circunscritas a la confianza y asesoramiento (otra cosa es que en la práctica, las plazas de Jefe de Gabinete eventual se están convirtiendo en algunos casos patológicos en la forma, bien de incorporar al amiguete o compadre de turno, o bien para desplazar y anular el poder de funcionarios de carrera; de hecho no son infrecuentes las sentencias judiciales que anulan nombramientos de Jefes de Gabinete con personal eventual para funciones ejecutivas y usurpando cometidos típicamente burocráticos).
Al final, los Jefes de Gabinete de la Administración del Estado se han convertido en una especie de «Guardia Pretoriana» de los Ministros, que introducen la consiguiente confusión en la eficacia administrativa ya que, a diferencia del personal eventual autonómico o local, aquéllos sí cuentan con «mando en plaza».
Y aquí radica el principal problema: las naturales fricciones entre el personal eventual de confianza y el personal funcionario que tiene funciones reservadas. Tales fricciones se dan en mayor o menor medida en la Administración local y autonómica, pero en el Ambito estatal se traducen en un ostensible malestar burocrático: ¡demasiados amos a quien servir!. El problema radica en la convergencia al servicio de la cosa pública, por un lado, de los funcionarios que creen en el «servicio público» (=eficacia+legalidad) y por otro lado, de los altos cargos que creen en el «servicio político» (=eficacia electoral+rentabilidad ideológica). La distorsión está servida.
Con ello, los altos cargos son una «lotería» para los funcionarios que dependen de ellos. Y los hay para todos los gustos: extraordinarios y extra-ordinarios; útiles e inútiles; institucionales y venales; con vista de pájaro, y pájaros con vista; dialogantes e intransigentes; corteses y maleducados; eruditos y analfabetos; ….de todo ( ya Sevach clasificó los altos cargos acudiendo a personajes cinematográficos que podéis ver aquí).
A UN SEVACH ESTUPEFACTO,
PARA QUE GUARDE CUIDADO.
No sé cómo te sorprendes,
Sevach con los nuevos cargos
pues si tienen nombres largos,
tendrán más largos quehaceres
y algunos, patibularios.
O no hay que ir de horca y cuchillo
para luchar con el paro.
Y para que se acojone,
mejor con un nombre largo
que dé a nuestras armas brillo,
que encandile a los soldados
y que al contrario impresione.
Y mejor, en compañía
como Adjunto del Adjunto
al Jefe del Gabinete
que, por más impresionar,
es como un Subsecretario,
y no un mero Director,
Subdirector General
o Jefe de Negociado,
al que nadie tiene en cuenta
que para mejor mandar
-tú ponle sal y pimienta-
hay que tener buen cuidado
en cómo te han de nombrar
y cuál sea tu concurrencia.
No mola media gramola
ir con un nombre… de nada,
rodeado de funcionarios
cuyo trabajo diario
al político incomodan,
pues saben extrañas leyes
y burocráticas mañas
que a media legislatura,
no podrás pillar ni un cacho
-sería una auténtica hazaña-
y menos aun darles bola
ni compartir un gazpacho.
…Y si luego hay una crisis
y te cambian de jumento
que aun sabes peor montar.
Yo prometo, juro y miento
lo que haya que manducar,
como ya mentí en el mitin
de un modo espectacular
en la electoral campaña,
jurando, por más jurar,
pues «que iba a arreglar España»
-dije- y me quedé tan pancho,
cuando no arreglo ni el baño
cada día que me ducho,
no entiendo la lavadora,
ni sé usar el friegaplatos.
Pero, oye, soy licenciado
de un Centro de Pernambuco
(eximia universidad).
Ya ves, menuda locura
que paso por ser Adjunto
del Adjunto del Adjunto
del Jefe del Gabinete
del que es Vicepresidente,
y así estamos todos juntos
dale que dale al carrete,
preguntando al funcionario
que te señale el atajo
para ir raudo a los retretes,
pues no estamos en el ajo
y yo lo preciso en breve.
Yo es que tengo mucha prisa
porque encima me lo hago,
igual que el Subsecretario
y el Jefe del Gabinete,
y estando ocupado el baño
-el del Vicepresidente-
que uso cuando le acompaño
a la sala de reuniones,
si me dan los apretones
por si pillan que no pillo
nada de este Ministerio,
me lo hago en la papelera
y se lo achaco a la crisis,
que ya va por la escalera,
pues no usa los ascensores
para que nadie la vea
y que todos hablen de ella.
Yo estoy aquí para al paro
pegarle un buen escarmiento,
y te digo y no te miento
que el escarmiento ya es dado
porque yo ya tengo empleo.
Mejor me voy a otro lado
que aquí me tienen pillado,
y encima estoy que me cago
lo mismo que t’o el equipo
de cargos tan rimbombantes,
que si lo sabemos antes
mejor, nos damos el piro
dejándolo t’o cagado
(aunque en realidad así ha sido,
o va siendo, aunque lo callo).
Y que venga luego el paro
y se arregle como pueda
o que nombren otros cargos
con más nombre, aunque no sepan
ni donde se encuentra el baño.
Que sufran lo que yo sufro
y sufren los españoles,
en un momento tan chungo,
porque tiene mal apaño
que doten los Gabinetes
sin un buen cuarto de baño,
con bidé, ducha y retrete
al márgen de funcionarios
que conmigo se malmeten
por ser un recomendado
que me pagan como a siete
de esos pobres desgraciados
siendo un inculto palmario.
Que si han hecho oposiciones
con temarios infinitos,
que recitan aun dormidos
en diversas situaciones,
también yo he hecho oposición
hasta que llegó al Gobierno
ese pariente materno
que todo lo descompone,
aunque le siguen nombrando
Ministro, sin compasión
para el pobre electorado
que ya está desesperado
con la actual situación,
cuando aún le queda un buen rato.
Aunque a él le importa tres leches,
y a mí, mientras no le echen,
tengo el curro asegurado,
y no he de guardar cuidado
en saber del Ministerio
como cosa más primera
más que dónde está el retrete,
y saberlo con destreza,
y menos poca que mucha,
pues ayer la papelera,
con los restos de mí mismo,
me pusieron por sombrero
los funcionarios rastreros,
dejándome en tal jaez
que como no tienen ducha
tras el motín de Aranjuez
que entre todos mal me hicieron,
me tuve que poner rastas
para poderme ir a casa
sin exhibir el plumero.
En nombre de la función
y en función de cualquier nombre,
Sevach, yo te lo asevero,
que calles aunque te estorbe
y antes de quejarte, espero,
que me tengas compasión,
pues he sido la risión
de todos en el Partido,
y mi pariente querido
entre tanta chirigota,
hubo de mandarme al paro,
que era lo que iba a curar
yo al ser Adjunto de Adjunto,
y eso…la crisis lo nota,
y quien lo quiera saber
lo encontrará reflejado
en el mismo PeIB,
y hasta en mi cara de idiota.
Los ripios son malos de solemnidad pero el articulo y los ripios ponen de manifiesto unos de los canceres de la administracion modernal, los «gabineteros». Suelen ser gente con una formacion mas bien escasa, sin oposicion alguna que trabajan (o eso simulan) y que no tienen el mas minimo pudor en tratar a funcionarios que han pasado oposiciones de mas de 300 temas como si fueran unos ujieres a los que se les encargan unas fotocopias.
Resulta asombroso que se asignen 9 asesores con rango de director general. Si en un ministerio o una consejeria se crea una direccion general ya estan todos los talibanes del gasto publico chillando pero eso si son personal eventual no pasa nada de nada, ya gobierno el ala oeste o el ala este.
De acuerdo con Macanaz. Creo que en esta misma página ya se comentó que sería conveniente que los cargos de confianza se nombraran entre funcionarios, cosa que aseguraría que estos tendrían, siquiera, unos rudimentarios conocimientos en la materia.
Por otro lado, según me experiencia, los cargos de confianza suelen conocer sus limitaciones (al menos, el mío lo dice claramente y se encarga sólo de firmar lo que se le va poniendo delante).
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Aviso/dictadores/elpepiopi/20090419elpepiopi_13/Tes
TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA
Aviso para dictadores
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Montesinos fue postergando a los oficiales probos y capaces, obligándolos a veces a pedir su baja, en tanto que ascendía y colocaba en los puestos claves a sus cómplices y a colaboradores serviles, que ampararon sus desafueros -un vasto abanico de horrores que iban desde tráfico de armas hasta operaciones de narcotráfico- y se beneficiaron con ellos.
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Como en todo hay grados, no es lo mismo la dictadura de Fujimori que lo retorcido del sistema de cargos de confianza de la Administración Pública española, pero a fin de cuentas todo parece encaminado a un mismo fin, ostentar el poder sin cortapisas, solamente que, gracias al Estado de Dercho, aquí es algo mas complicado, aunque lo sigan intentando.
Quizá el saber que el actual jefe de gabinete era el de Solbes y su adjunto el que tenía Salgado en el MAP ayude algo para descifrar esta pirueta organizativa que han hecho en la Vicepresidencia 2ª.
Rtomo este post antiguo para insertar en él un artículo que fué muy comentado estos días pero que deja ver muy a las claras de que «pasta» están hechos algunos «Clase A» (y no me refiero a automóviles Mercedes precisamente)de la Administración Pública
http://www.porandalucialibre.es/actualidad/actualidad_general/el_alcalde_socialista_de_algeciras_consiente_que_sus_policias_locales_reverencien_a_sus_mandos.html
Que la administración para la que trabajo me ignore no es agradable, pero que para alimentar un ego enfermizo me humille ni lo consentí nunca ni lo consentiré jamás. El «Napoleonismo» imperante en verdaderos inútiles que no sirven para nada se está desarrollando por la piel de toro como una plaga, aunque en realidad no es mas que un recurso primario de alguien que no sabe organizar su servicio y que prefiere optar por el sistema del palo y tente tieso para hacerse respetar. El respeto a veces lo inspira la mirada de una buena persona en cuestión de segundos y sin embargo, un altísimo jerarca solo inspira desprecio que, año tras año no hace mas que aumentar.
Aumentó el número de asesores de los vicepresidentes, pasaron de 9 a 13.
Es que no tenemos remedio. Menos mal que se preocupan por nosotros.
REAL DECRETO 1366/2010, DE 29 DE OCTUBRE, POR EL QUE SE APRUEBA LA ESTRUCTURA ORGÁNICA BÁSICA DE LOS DEPARTAMENTOS MINISTERIALES
Artículo 16. Gabinetes.
1. Los Gabinetes de los Vicepresidentes del Gobierno estarán integrados por un Director, con rango de Subsecretario, y un máximo de trece asesores, uno de ellos con rango de Director General, y los demás con nivel orgánico de Subdirector General, pudiendo tener cuatro de ellos funciones de coordinación del resto. Los Vicepresidentes del Gobierno que ostenten simultáneamente la titularidad de un Departamento ministerial no contarán con el Gabinete a que se refiere el apartado siguiente.
2. Los Gabinetes de los Ministros estarán formados por un Director, con rango de Director General, y por un máximo de cinco asesores, con nivel orgánico de Subdirector General.
3. Los Gabinetes de los Secretarios de Estado estarán formados por un Director y un máximo de tres asesores, todos ellos con nivel orgánico de Subdirector General.