De Jueces y la Justicia

De la justicia ciega y de los jueces ciegos

juezserio
Parece ser que en Brasil ha sido nombrado juez un jurista de prestigio que padece ceguera total. Una medida insólita pero loable si se tiene en cuenta que el Derecho y su aplicación judicial es cuestión de sentimiento y razón en una misteriosa alquimia cuya fórmula supera en secreto la de la Coca-Cola.

1. En el caso de España, no le consta a Sevach ningún juez ciego. Es cierto que hay jueces de color, jueces parapléjicos, jueces jorobados, jueces tartamudeantes … E incluso como malévolamente afirmaba una reciente portada amarillla del Interviu, hay jueces locos.

2. Sin embargo, no hay jueces ciegos, pese a que para muchos, sólo una ceguera puede explicar ciertos fallos judiciales y pese a que, paradójicamente, la alegoría de la justicia (con su balanza y ojos vendados) “la pinten ciega” para expresar que no mira quién es juzgado para que su criterio sea independiente e imparcial.

3. En el caso de España habría dificultades para que un ciego accediese a la función judicial.

En primer lugar, por la crueldad tan española a la hora de justificar las derrotas judiciales (¡ me ha tocado el ciego!).

En segundo lugar, porque la Justicia española ha confundido modernización con amontonamiento de datos (centones de sentencias, artículos doctrinales y monografías indigeribles, leyes desbocadas, sentencias del Tribunal Constitucional sorprendentes,etc) lo que entorpece en gran medida la actualización artesanal de un juez en tales condiciones.

En tercer lugar, porque la práctica de las pruebas judiciales si persiguen la certeza y juicio de verosimilitud del juez, atraviesa por el examen directo del testigo ( una imagen, un semblante, mirada o temblor es mas elocuente que mil palabras aprendidas), y en ocasiones por la inspección ocular ( por ejemplo, el examen directo por el juez de un camino público litigioso, o del escenario de un crimen, resultan insustituibles por perito alguno).

4. Sin embargo, al menos consta que existen letrados en el Ayuntamiento de Madrid completamente ciegos que realizan su labor de forma eficaz, también Catedráticos de la Facultad de Derecho con tanto magisterio y vista como Homero, e incluso hace pocos años el Reino Unido contaba con un Ministro de Interior ciego de nacimiento.

5. Pues bien, si tenemos presente la fe en el ser humano, en el mérito del esfuerzo, y en que un Estado Democrático y de Derecho no deben tolerarse discriminaciones por circunstancias técnicamente salvables, unido a que el Derecho es sentimiento (suele decirse que sentencia, viene del latin “sentiendo”), es por lo que Sevach no alzaría la barrera de la visión en el acceso a la función judicial, siempre que no existiesen “rebajas” políticamente correctas pero jurídicamente insultantes en cuanto a conocimientos. Y si hay que adaptar procedimientos o dar entrada a peritos o técnicas adecuadas, o excluir ciertos procedimientos de su conocimiento donde resulte inexcusable la función ocular judicial, fácil resultará su acoplamiento. No olvidemos que una cosa es un cirujano que requiere habilidad y precisión con sus manos y la vista que las conduce, y otra muy distinta el juez que requiere reflexión y precisión conceptual, pero no vista de lince. En fin, que paradójicamente un ejemplo de Justicia ciega sería impedir la existencia de jueces ciegos.

6. Sin embargo, al igual que mi admirado cantante Joaquín Sabina prefiere quedarse con “el pirata cojo, con parche en el ojo y cara de malo”, yo también prefiero al juez ciego antes que al juez con vista de pájaro… de mal agüero.

Así y todo, no podemos menos de rogar que los doce magistrados del Tribunal Constitucional no interpreten la Constitución con ocasión del Estatuto Catalán como la partitura de los ciegos de San Ovidio, de la espléndida obra teatral del insigne Buero Vallejo: o sea, tocando la música con la partitura al revés.

0 comments on “De la justicia ciega y de los jueces ciegos

  1. Estimado amigo Sevach:
    Pienso que en esta ocasión la ceguera constituiría un impedimento que imposibilitaría a un magistrado la realización de algunas de las funciones inherentes al cargo (pienso, por ejemplo, en un reconocimiento judicial, donde el juez dependería de una tercera persona y no podría juzgar algo que él personalmente no ha podido comprobar).
    En fín, te cuento una pequeña anécdota extraída del libro «The brethren» y que viene como anillo al dedo. En el año 1971, cuando el Tribunal Supremo de los Estados Unidos tuvo que hacer frente al espinoso asunto de «los papeles del pentágono», a consecuencia de la publicación que los periódicos New York Times y Washington Post iban haciendo de determinados papeles reservados, la Administración tuvo que remitir los mismos a los jueces para que éstos decidieran si los mismos contenían información cuya publicación o difusión pudiera afectar a la seguridad nacional. El problema era que, en ese año, el magistrado John Marshall Harlan II había perdido casi un noventa por ciento de la visión siendo incapaz de leer personalmente los papeles remitidos, y tuvo que pedir a uno de los letrados a su servicio que le leyera los mismos. Ante esa situación, los compañeros de Harlan tuvieron que «recordarle» que la información contenida en los papeles era confidencial y ninguna persona fuera de los jueces podía tener acceso a la misma. En el supuesto que nos ocupa la situación se pudo solventar cuando uno de los magistrados se ofreció amablemente a leer los papeles a Harlan. En este supuesto concreto la dificultad pudo solventarse, pero ¿Qué ocurriría (y pongo un ejemplo real) si el juez tuviera que practicar el reconocimiento judicial de un bajo comercial para verificar si la reforma y urbanización de una calle izó ligeramente la altura del pavimento dificultando la entrada al mismo?
    Son sólo algunas reflexiones que se me ocurren a vuela pluma. Quizá con buena voluntad se pudiesen solventar algunos de los problemas, pero otros, sinceramente, me parecen imposibles de resolver, por mucho empeño que se pueda poner en ello.

  2. Sinceramente, y a diferencia del amigo Rehnquist, considero que los problemas que pueda tener un juez ciego a la hora de realizar su trabajo son marginales, y por lo tanto no objetables contra su labor.

    Como uno no es juez, no podría juzgar si esos problemas marginales son causa de invalidación automática, o si se podrían convalidar con las modernizaciones tecnológicas que encontramos por todos lados.

    Por ejemplo, y siguiendo la película de The Reader, existen multitud de audiolibros que permiten a ciegos y no ciegos actualizarse sobre su contenido. Lo malo es que aún no ha llegado esta técnica a las editoriales españolas, y no digamos ya a las jurídicas como Aranzadi (además, si hay una modificación legislativa bastaría insertarla o cortarla con el Soundforge o un programa de audio similar).

    Sobre lo de los documentos secretos se me ocurre que hoy día hay programas de OCR que pueden leer el texto según la propia voz (eso sí, depende de la calidad del documento, pero si es original no habría problema). Para que el audio no saliese de la sala, el juez podría usar unos buenos cascos.

    Sobre el izamiento ilegal del pavimento, seguramente podría estar asistido por un perito cualificado o por alguna otra persona.

    En fin, que todo sea por incentivar que la gente que sufre una discapacidad con respecto a los demás y que intenta superarla encuentre un estímulo suficiente para no cejar en su empeño.

  3. Sevach: con la complejidad del Ordenamiento Juridico español y lo que queda aún por llegar: la pregunta es si el operario jurídico puede trabajar con dos ojos o necesita otros dos ojos.

  4. Yo quiero contarles que aquí en Colombia hace aprximadamente 4 ó 5 años se nombre en la ciudad de Santiago de Cali un Alcalde ciego. Dicho edil resultao ser la esperanza por su incapacidad y desde el momento en que se posicionó empezó a mostrar su ceguera, pero no física más bien moral.

    La ciudad se sumió en una temporada de miseria en donde se fortaleció la delicuencia y la corrupción en el estado. Entonces una incapacidad de stas garantiza que el funcionario sea una persona honesta?, yo creo que no, por eso que tenga o no tenga incapacidad física debe ser tratado como cualquier cristiano que se encuentra en perfectas condiciones, la lastima sólo genera viveza a quien se la tienen.

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