Humor y Administracion

Ser enterrador en tiempos de crisis

El ingenioso Javier Muñoz nos informa de una convocatoria de oposiciones publicada en el BOE para una plaza de Operario enterrador que incluye como ejercicio práctico “la realización de un enterramiento”. El comentario es inevitable con cierto tono de humor negro pero sin perder la vista la perspectiva del Derecho Público.

I. Así, tan original prueba práctica resulta ajustada al principio de adecuación entre las funciones de la plaza convocada y la naturaleza de las pruebas para obtenerla, pero se abren numerosos interrogantes:

1º ¿Cómo se asegura la especialización del Tribunal Calificador?, ¿Alguno de los miembros del Tribunal “enterró a alguien”?.

2º ¿Deben los aspirantes acudir con los útiles propios del caso práctico, al igual que en los exámenes escritos portan sus bolígrafos, o suministrará el Tribunal el pico, las correas… o el ataúd?.

3º ¿La prueba debe realizarse solo, o se puede contar con ayudante?. Resulta difícil imaginarse la manipulación de un féretro por un solo operario, sobre todo en tiempos en que los obesos no están exentos de morirse.

4º Para garantizar una prueba real, ¿el féretro irá cargado de piedras o muñecos?, ¿será un féretro de zinc, madera o poliuretano?. El aspirante tiene derecho a saberlo.

5º Así y todo el ejercicio será incompleto, ya que en el ámbito funcional del Operario Enterrador se debería incluir no solo “enterrar” sino “desenterrar”, o exhumar, labor mucho más desagradable y compleja.

6º ¿Podría imponerse como requisito o mérito positivo de los aspirantes, la posesión de un rostro triste o avinagrado?. Al fin y al cabo, es el único puesto de trabajo donde la situación impone frialdad y aspecto acongojado por respeto a los parientes del difunto.

7º ¿Se aplicará, bajo principios de la ley de paridad, un distinto rasero en tiempo y objeto de enterramiento según el aspirante sea hombre o mujer?, ¿ o acaso, para disipar toda posible discriminación incluso a las puertas de la muerte, tiene sentido una plaza de enterrador especializado en enterrar hombres y otra de enterradora especializada en enterrar mujeres?.

8º ¿Cúal será el complemento de destino y específico de este trabajo?. De hecho, los grandes Cementerios suele incluir el derecho a vivienda del enterrador en el mismo Camposanto. No con vistas al mar, pero con tranquilidad asegurada.

9º Lo que está claro es que el complemento de productividad no depende de su voluntad, iniciativa ni trabajo.

10º También en caso de huelga, siendo único el enterrador, se dará la paradoja de que será el único que ejerce el derecho y además el único que será obligado a prestar “servicios mínimos”.

En fin, tengamos presente que la “profesión mas antigua del mundo”, no es la prostitución, sino la de enterrador.Un trabajo que tiene sus ventajas (trabajo “según demanda” con lo que visto el aumento de las incineraciones, irá a la baja, y tendrá mucho tiempo libre, o por decirlo con humor apropiado al caso, “mucho tiempo muerto”).

II. No quiero dejar pasar la ocasión de comentar que tuvo ocasión el pasado verano de conocer una persona singularísima cercana a los 70 años de edad, a quien los vecinos de los pueblos de los alrededores de la Bañeza le pedían la realización del cometido de desenterrar y meter en una bolsa o saco, los restos de los parientes, cuando se trataba de cementerios antiguos y había que trasladarlos al nuevo. No desaproveché la ocasión de escucharle porque el anecdotario era riquísimo. Comentaré telegráficamente algunos puntos de interés, dejando claro que el tal Basilio (o como me repitieron, cuando preguntó por él en un bar: ¿Basilio, el de los muertos?) es un sujeto entrañable, menudo, atentísimo y humildísimo. Curiosidades del personaje:

– El cobro “por servicio” es de 30 euros. (Me pareció barato). Y menos mal, porque es un trabajo para el que no se encuentra a nadie, y tiene “overbooking”.

– El “operario” acude a realizar el trabajo… ¡en bicicleta!, portando una cuerda y un martillo.

– El “operario” solicita para su trabajo que esté presente algún familiar, y que le confirmen oralmente que cuentan con la autorización de la Comunidad Autónoma (es un avanzado de la Administración sin papeles: “se le dice, y ya está”).

El “operario” me comentó algunas incidencias:

– Muy, pero que muy frecuentemente, se encontraba con cuerpos en buen estado al ir en ataúdes de zinc y con flores o perfumes, pese a haber transcurrido una decena de años; pero él, muy profesional, extraía al difunto/difunta y con el martillo o sus propias manos le quebraba brazos, piernas u otros huesos para que pudieran entrar dentro del saco de arpillera. De hecho, fue lo que sucedió en la operación que conocí directamente (aunque afortunadamente no la presenció) y de resultas de la misma, los familiares sufrieron desvanecimientos y depresiones sin cuento (¡Se pusieron malísimos de la impresión!).

– En otras ocasiones, la penosidad del trabajo era extrema porque la fosa era permeable por estar cubierta de tierra (como la mayoría de la viejas tumbas) y entonces el bueno de Basilio debía manipular un ataúd inundado, con huesos dispersados y trozos de carne pegajosa. ¡Casi nada!

– Cuando el “operario” se encontraba objetos (relojes, anillos, etc) le preguntaba a la familia si querían conservarlos, pero normalmente todos le decían que podía quedarse con ello, a lo que el bueno de Basilio no le hacía ascos.

– Le pregunté qué caso le había impresionado más, y me dijo, que el de un guardia civil que se había suicidado pegándose un tiro y que, al abrir el ataúd para el traslado del cadáver pues no había pasado mucho tiempo, conservaba intactas las facciones, con los ojos abiertos y desencajados y la boca abierta en mueca terrorífica.

III. En fin, si así son las pruebas para Enterrador… ¡Cómo serán las del cuerpo de astronautas al que nos referimos en otro post!. De todos modos, y para darle un puntito de seriedad, recordemos que la buena gestión de un cementerio evita muchos problemas, pues no han sido infrecuentes las acciones de responsabilidad administrativa en tales ámbitos. Así, por curiosa, citaremos la resuelta por el Tribunal Supremo cuando una visitante pisó la lápida para limpiar la tumba adjunta y cambiar flores, rompiéndose y provocándose daños, situación resuelta por el Tribunal Supremo aplicando el principio de concurrencia de culpas. O los casos frecuentísimos ya comentados de extravío de restos de parientes, ámbito donde parece que no existe unanimidad en la tarifa de compensación entre las distintas Salas de lo Contencioso-Administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia, como comentamos en un post anterior.

0 comments on “Ser enterrador en tiempos de crisis

  1. Buenísimo: …y que le confirmen oralmente que cuentan con la autorización de la Comunidad Autónoma (es un avanzado de la Administración sin papeles: “se le dice, y ya está”)

  2. Respecto a los extravíos, yo recuerdo un caso más o menos reciente de unas obras de ampliación de cementerio en el que se extralimitaron.
    Cuando algunas familias fueron a ver los restos, no quedaba nada, por lo que se inició expediente de responsabilidad patrimonial, y misteriosamente a las 48 horas aparecieron todos los restos (que erróneamente se habían trasladado al osario común según manifestaba la Administración). Los restos por el tiempo transcurrido eran imposibles de identificar, y debieron pensar que podría «colar», pero no coló, y se pidió prueba de ADN, antes de realizarla se reconoció que había un segundo error, que efectivamente no se correspondían con los del difunto, y finalmente se indemnizaron los daños morales ocasionados. Tal vez para otros sí valió la entrega de restos del osario, y ahora tendrán los restos de cualquier otra persona (aunque lo cierto es que si tampoco lo saben el problema será menor).

  3. ¡Voto a Bríos, que no pasará una semana sin que Sevach nos vuelva a divertir con otro genial entretenimiento lúdico-jurídico!

    Por cierto, tengo un familiar cercano, ya jubilado, que se ha dedicado al noble y meritorio oficio de enterrador toda su vida y que comparte la bonhomía y sentido común (seny, pues es catalán) del bueno de Basilio. Parece que el trato diario con la Parca ayuda a relativizar las penas y enseña verdades sobre la vida que nos están vedados a los demás…

  4. La oposición la aprobará aquel candidato que se presente a la prueba práctica, no serán muchos.

  5. Maximilien Robespierre

    Con tanto contentieux administratif, se produjo silencio administrativo sobre la necesidad, seguro, de que cada opositor asi como los miembros del Tribunal utilicen el casco de seguridad reglamentario, tema de laboral -prevencion de riesgos laborales – ahora muy en boga, y que podria dar lugar a responsabilidad adminstrativa por parte de la Administración
    convocante.
    Saludos et de bonne humeur, jurídico por supuesto

  6. Reposicion

    Es que la noticia merece los tintes negros que le da Sevach…puestos a aportar algo, aunque no corresponda a la Categoría en la que se encuadra el puesto, habría que valorar la opinión del aspirante en cuanto a qué medio de comunicación a parientes de los difuntos emplear una vez próxima la fecha de expiración del plazo de concesión del nicho correspondiente, si el mero cartel a la entrada del camposanto o la notificación personal a los familiares. Al margen de la broma para la noticia comentada, fue un asunto que tuve el honor técnico de defender en prácticas para una Administración municipal, pero siempre desde el máximo respeto a los recurrentes y sin frivolidad alguna sobre el particular.

  7. Contencioso

    Magnífico post, -como siempre- Sevach

    que hayas podido comentar de forma divertida y amena el asunto, provocando mas de una carcajada, pero sin caer en el humor negro mas fácil ya dice mucho de tus cualidades.

    Por lo demás, y dado que tu no pasaste el calvario de la escuela «per»-judicial general, te cuento que nosotros tuvimos como práctica asistir a una autopsia, y con policía científica ver diversos casos de muerte violenta. Y te puedo asegurar que después de eso hasta me río de las películas del género «gore», vamos que la realidad sobrepasa a la ficción en todos los ámbitos y este no es menos. Desde luego, los diversos casos de muerte violenta que encontré después ya como Juez de 1ª instancia e instrucción eran poco comparados con los que vimos en la escuela, y no nos afectaban demasiado (¿Sería la cura de espanto?).

    En todo caso, curiosamente y a pesar de ser parte del programa lectivo e incluso de las prácticas, no nos hicieron evaluación alguna de «levantamiento de cadáver».

    Pero no dejo de admirar el estómago que tienen quienes se dedican a estas profesiones o a la medicina, especialmente la traumatológica. Amigos cirujanos que tengo me dicen que si una autopsia parece impresionante, hay que saber primero lo que s hundir el cuchillo en carne viva, palpitante y que suelta un chorro de sangre, o cortar costillas a alguien vivo para acceder a sus pulmones o corazón.

    En fin, me vuelvo a mis queridos papeles y expedientes ya, que me estoy poniendo malo …

    • Gracias, Contencioso. Comprendo además que por la mesa del juez pasan muchos «muertos» en cuanto pleitos indefendibles, bien para la Administración (refugiada en un debilitado expediente), bien para el letrado ( sosteniendo al cliente porque su trabajo es creer en ello), de manera que el juez actúa como un «forense» que certifica la defunción, y que curiosamente es víctima de los venablos de las partes perjudicadas. Así es la vida.

  8. Alvaro

    Me pregunto si en caso de huelga, el «enterrador» se dedica a «desenterrar». Siento el chiste malo, pero el post de Sevach induce al humor incluso en temas macabros.

  9. … Él, en el camino de vuelta, en el repaso de la vida, estaba discutiendo con el cura. Puestos a recordar, era el único episodio histórico del que había salido triunfal. Tenía que convencerlo de que él, Polca, podía ser enterrador. De que lo iba a hacer bien. No lo querían en las obras, ni en la Central Lechera, ni en la Coca-Cola. Un cojo que se hace viejo y con los Antecedentes a cuestas. Ahí sí que podía decirse que el sol le había pasado por la puerta…(Los libros arden mal de Manuel Rivas, pág. 583).
    Sevach, el puesto no se llama enterrador, si sepulturero, ni el de los muertos, se llama «EL TRABAJADOR DE LA ETERNIDAD»

  10. Juan Manuel del Valle Pascual

    Estupendo tu último artículo de La Nueva España.

  11. Pingback: Una oposición “original” « El Blog del funcionario y de quien lo quiera ser…

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