Crónicas administrativistas Informatica y Derecho

Derecho Público y ciencia-ficción: si las mentiras fuesen siempre descubiertas

Hace unos días se hizo público que unos científicos de la Universidad de Lancaster anunciaban el control del teléfono móvil con el cerebro. También que unos investigadores de la Universidad de Londres habían conseguido leer los pensamientos humanos mediante un escáner cerebral que identificaba los recuerdos. Estas investigaciones de hoy, que son las técnicas del mañana, llevaron a Sevach a pensar en un escenario jurídico futuro donde, al igual que el ADN permite hoy día identificar autorías de crímenes y averiguar orígenes de sustancias, pudiera comprobarse de forma sencilla quién dice la verdad. No se trataría de la máquina de la verdad, ni de pentotal sódico, ni de tortura, ni de vulnerar el derecho a no declarar contra sí mismo, sino de algo mas sutil: el derecho de alguien a someterse voluntariamente a un análisis científico serio que permitiera excluir su responsabilidad. Hagamos un esfuerzo de imaginación.

I. Si esa situación llegara (que llegará antes de una década, no lo dudemos), en que un escáner cerebral o tecnología avanzada similar pudiera determinar de forma rápida y exacta, si alguien tiene un recuerdo y por tanto, si estuvo presente en un lugar o situación, o si alguien miente, se provocaría una revolución en el mundo del Derecho Público:

1.- Los políticos no podrían mentir y posiblemente la ética y buen gobierno ganarían muchos enteros en las instituciones, aunque posiblemente quedarían vacantes la inmensa mayoría de los cargos por falta de candidatos honrados.

2.- Miles de reglas procesales sobre medios de prueba, carga y valor ( y los numerosísimos Manuales de la disciplina), perderían sentido.

3.- El derecho sancionador perdería interés pues la culpabilidad no se discutiría y la versión de los hechos podría examinarse como desde una moviola.

4- La desviación de poder que hoy día deja pocas huellas, sería fácilmente constatable para averiguar si el funcionario o autoridad perseguían en su fuero interno una finalidad ilegítima.

5- Las reclamaciones de indemnización por responsabilidad administrativa dejarían de ser «juegos a la ruleta judicial» y  se ajustarían a la realidad de la causa y del daño.

6.- Todos cumplirían los contratos (Administración y contratistas), pues las técnicas permitirían extraer la verdad de los incumplimientos o responsabilidades.

7. – Todos los contribuyentes cumplirían sus obligaciones con Hacienda pues el fraude sería detectable de forma infalible.

8.- Nadie se escudaría en falta formal de notificación de un acto administrativo si realmente no tuviera noticia de la decisión.

9.- La expropiación forzosa se haría sobre bienes realmente necesarios para la utilidad pública y no sobre aquéllos que responden a los intereses personales de arquitectos o políticos sin escrúpulos.

10.- En las oposiciones y concursos, los miembros de los Tribunales calificadores tendrían asegurada la imparcialidad y sería fácil comprobar si su calificación está dictada por la intuición, la amistad o la razón.

Incluso podría saberse si un juez tenía prejuicios o los ha tenido al dictar sentencia.

Y mucho más. Sería el fin de los juicios… y de los abogados… Acaso el sueño de muchos…

II. Quizás esa situación haría realidad el argumento de la película Minority Report (2002) donde las sentencias se dictan antes de que el criminal viole la ley por el análisis del cerebro que revela su instinto criminal. O quizás se haga realidad la situación reflejada en la película Deja vú (2006) donde un policía puede ir al pasado a alterar el escenario de los crímenes o frenar a los delincuentes antes de que se cometan los delitos.

III. De momento, me conformaría con que si la tecnología avanza en los próximos diez años con la misma tendencia exponencial, inundados de artilugios y gadgets, se cumpliesen las célebres leyes de la robótica que avanzó Isaac Asimov

–  Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
– Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
– Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

IV. En fin, la realidad actual es muy distinta. Ya cuesta bastante hoy día que penetre la tecnología de la información en los juzgados, que el seguimiento de las causas y la agenda procesal esté íntegramente automatizado, que las notificaciones se efectúen electrónicamente, que los jueces vayan acostumbrándose a comprender la Administración electrónica y su jerga (registro electrónico, la firma digital, protección de datos, autenticación, TICs,  problemas varios del mundo digital y cybernauta, etc).

Y tras las formas procesales, innumerables litigios se construyen sobre papeles que mienten, muchos testigos declaran lo que vieron y lo que no vieron y tampoco faltan peritos dictaminando conforme a sus intereses, de igual modo que no faltan jueces que sentencian por intuición y no con la razón, o prescindiendo de las modernas tecnologías para consultar bases de datos. Pero al fin y al cabo, eso es el Derecho. Algo vivo y resistente a la tecnología, que será veloz y práctica pero siempre sobre modelos rígidos y sin humanizar la decisión. Y aunque errar es humano, acertar siempre puede ser diabólico…¿ o no?

11 comments on “Derecho Público y ciencia-ficción: si las mentiras fuesen siempre descubiertas

  1. Sería una buena idea para un relato de ciencia ficción, ambientado en la época que predice el artículo, la existencia de seres capacitados para mentir y engañar a los sistemas de detección. O, en una vertiente más Dickiana, capaces de creerse sus propias mentiras. Podría constituir una ventaja evolutiva importante.» autor: estroncio

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  3. Alvaro

    Pues sería muy aburrido un mundo en que siempre se dijese la verdad, y sin litigios. Lo que estoy seguro es que la tecnología avanzará pero los procedimientos judiciales seguirán lentos y tortuosos: son inmunes a los avances.

  4. Enrique

    Pues yo creo que los robots lectores del pensamiento serán programados para respetar las leyes de Asimov tanto como Somalia cumple con las normas de accesibilidad para minusválidos.

    ¡Vamos! que esas máquinas, integradas en el sistema judicial, podrían condenar a Stevie Wonder por voyeurismo o a Tamariz por piratear sinfonías de violín.

    Un saludo.

  5. Le Chevalier de la Barre

    Y yo con estos pelos, y releyendo a Castillo de Bobadilla, en la pura tradición española.

  6. Estimado amigo Sevach:
    Viendo el rumbo que toman las cosas, más que ciencia-ficción debemos acudir a la historia para informarnos de las próximas novedades. Aunque el legislador y el político mira al futuro, las soluciones que presentan a los distintos problemas se extraen del pasado más lejano, como indico en mi último post (http://monsieurdevillefort.wordpress.com/2010/03/21/involucion-juridica-vuelta-a-las-recopilaciones-y-a-sistemas-juridicos-medievales/).

  7. Juan Manuel del Valle Pascual

    MENTIR ES VIVIR UN POCO,.
    PORQUE NO HAY MENTIRA ETERNA.

    Cuando reine la verdad
    y no exista la mentira
    vendrá la calamidad,
    pues la palabra mendaz
    hasta el más tonto lo pilla,
    mientras la sinceridad
    incomoda, si al oirla
    no la quieres escuchar.
    Un dilema sin salida,
    …menuda fatalidad.

    Hay mentiras inocentes,
    -llamemos mentirijillas-
    que no hacen daño a la gente,
    más que la verdad son lindas
    y escucharlas nos da vida.

    «¡Qué buena está tu comida,
    pero no me pongas más
    que me estalla la camisa!»
    «¡Qué chiste tan demencial,
    es que me muero de risa!
    Debieras irlo a contar
    a la tele, jefe, un día
    y en hombros te sacarían.
    (por tirarte al cagañar
    y que no salgas con vida)
    Cuéntalo más, ja,ja,ja».

    Luego hay mentiras piadosas
    que, mejor, nadie descubra:
    «¡Tu novia es como una rosa
    en una noche de luna!
    Además es ingeniosa,
    elegante y oportuna.
    Y, encima, es la hija del jefe.
    Pero apenas su fortuna
    llega a lo que tú mereces,
    pues te has ganado con creces,
    con tu gracia estrepitosa
    la Dirección General
    de «Hojalatas Cardeñosa».

    ¡Jure usted decir verdad!
    ¡Prometa!(si es su conciencia)
    Esta máquina fatal
    le pillará cuando mienta.

    Y tú tendrás que callar,
    y eso a cualquiera violenta.
    Quien calla, se arruinará,
    dicha la verdad ¡qué afrenta!
    El que la haya de escuchar
    ¡qué globo se agarrará!
    Y eso, luego, ¿quién lo arregla?

    Déjelo usted como está
    y acabemos bien la fiesta.

    Sea en juicio el abogado,
    sea el juez en la sentencia,
    el estudioso avezado
    ponga a la Historia en su esencia.

    Y en el mundo cotidiano,
    quien quiera saber y entienda
    deje en bolas al falsario,
    o calle, cuando convenga.

    Decir verdad es delicado
    y hay mentiras pasajeras
    que el tiempo tendrá cuidado
    de dejarlas en porretas.

    Y nosotros, mientras tanto,
    lo pasamos de leyenda.

  8. Yo creo que todo el Derecho está alzado sobre ficciones. La ficción de que está probado, de que hay que presumir esto o aquello…Y por eso cuando la realidad choca con la norma jurídica o con lo declarado probado por sentencia, brota la desconfianza en el sistema. Es lo que hay… y no lo tiene resuelto ningún Ordenamiento Jurídico del mundo.

  9. Uy, qué aburrido sería todo…este futuro parece utópico pero más aún que la sociedad avance y seamos cada día más sensatos y mejores personas.

  10. Álvaro

    Aunque entiendo el tono del artículo, discrepo sobre las conclusiones a que se llega. Me explico: si pudieran leerse los pensamientos, lo único que podríamos saber es sobre la verdad o no de ese pensamiento, lo cual no tiene porque indicarnos la verdad que subyace tras él.
    A modo de ejemplo citaré la «transferencia inconsciente» que consigue crear recuerdos sobre hechos que no fueron tales. Tema muy estudiado por criminólogas como E. Loftus.
    Cierto es que saber lo que piensa una persona nos diría cuando miente o no, entiendiendo por mentira la discrepancia entre pensamiento y habla. Pero esto no nos diría nada sobre la realidad de los hechos.

    Saludos

  11. Pingback: Cuando la administración miente descaradamente – delaJusticia.com

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