Rincón del Opositor

Crónica negra en cinco actos de unas oposiciones para funcionario


El mundo de las oposiciones al empleo público es un terreno competitivo,  y hay que asumir que el azar o la mejor preparación de los competidores puede cruzarse en el camino y tumbar las expectativas de los mejor preparados. Lo que no puede aceptarse es que la subjetividad del Tribunal juegue con el esfuerzo y la ilusión de los opositores. Eso explica la siguiente crónica, referida a oposiciones a cuerpos superiores donde la prueba de recitar oralmente temas extraídos al azar es la estrella,  que cada cual puede leer a su gusto y entre líneas.

Escenario: Una oposición libre para cubrir un puñado de plazas de un Cuerpo Superior cualquiera en una Administración autonómica cualquiera, sabiendo que cualquier parecido con la realidad es pura realidad.

Acto I. Los opositores

Los opositores convocados esa tarde de Mayo al examen oral esperan el aviso del Tribunal. Están nerviosos. Ya han superado el primer ejercicio y ahora se someten a la prueba de fuego consistente en exponer cuatro temas extraídos al azar durante una hora. Se miran como cuatro condenados a muerte que confían en el indulto de última hora. Los minutos de espera se hacen interminables y una extraña solidaridad en el trance se teje entre los aspirantes. Comentan los posibles aprobados en días anteriores. Susurran sobre la actitud del Tribunal. Se lamentan de su propio agotamiento. Cada vez que es llamado uno de ellos, los restantes le desean suerte, aunque saben que la suerte del rival puede suponer su propia derrota pues hay mas aspirantes que plazas.

Acto II. El examen

Tras comprobar la identidad del aspirante, el Tribunal observa su actitud respetuosa, con indumentaria discreta mil veces meditada, mientras se sienta frente a la sobria mesa, donde reposa el vaso de agua y un temario fotocopiado del Boletín oficial.

Los cinco vocales del Tribunal no ocultan su galvana y miran al aspirante como el animal protagonista de un documental del segundo canal. Ya se ha  comprobado que el número de bolas coincide con el de los temas sujetos a exposición oral, y se depositan en la bolsa opaca. El aspirante tiende su mano dentro de ese saco de cristales, temeroso de cortarse si toma la bola equivocada. Tras extraer las cuatro bolas, por el solo dato de leer el número, y sin necesidad de consultar el Programa, el opositor ya sabe si ha tenido suerte o desgracia en su ciega elección.

Aprovecha los quince minutos de reflexión o preparación previa que concede la convocatoria,  para ordenar sus líneas de la exposición, tomar notas de ayuda, y exprimir el cerebro para ocuparse preferentemente de los temas mas flojos. El cerebro rumia los temas a velocidad de vértigo.  Una vez agotado ese tiempo preparatorio, que discurre vertiginosamente, con la venia del Tribunal, pulsa el botón del cronómetro ( o mira el reloj) y se lanza a jugarse varios años de su vida en un sermón sobre los temas que le han tocado en suerte.

El opositor lleva varios años enfrascado en el estudio, con sacrificio de tiempo, dinero y energías. Se juega la comodidad de un futuro con su esfuerzo del pasado. Avanza exponiendo los temas con claridad, sistemática y exactitud. Con precisión matemática, cada quince minutos cambia de tema, dosificando su contenido como un buen jugador de siete y media:  ni quedarse corto ni pasarse. Ha aplicado una entonación levemente monótona pues los temas no son  ningún monólogo del Club de la Comedia, pero se ha cuidado de verter muchas normas, citas de jurisprudencia, enlazar conceptos y todo ello, aderezado con lógica. Letra y música bien interpretadas. Son muchas horas de ensayo para que el día del estreno salga mal.

Mientras su voz rompe el silencio con datos de leyes, trámites y actuaciones públicas, se ha cuidado de mirar a los ojos de cada miembro del Tribunal para buscar su complicidad y ha encontrado gestos de asentimiento y miradas de atención. Ningún gesto de nerviosismo ni inseguridad. Cuando el gong silencioso de su reloj marca la hora, finaliza su exposición, mira al Tribunal, y tras recibir una amable despedida, abandona la Sala de forma exultante, como torero que ha conseguido una buena faena.

Acto III. La trastienda del Tribunal

Los cinco vocales del Tribunal han examinado al aspirante. Ha sido agotador. Es difícil escuchar sin interés tal caudal de datos en horas de siesta y sin moverse del púlpito. La mayoría de ellos han desconectado la atención tras los primeros cinco minutos de exposición y han regresado a su cuerpo astral a intervalos al mejor estilo de la película Ghost. Para el Tribunal, la hora de exposición resulta tediosa, y el torrente oral de datos que vierte el opositor acaba convirtiéndose para el Tribunal en el rumor de una cisterna, que no molesta mucho y que solo hay que esperar a que se calle.

Afortunadamente, el aspirante no puede oír los pensamientos de los miembros del Tribunal. Un vocal piensa para sus adentros que las dietas no compensan esa tortura. Otro reconoce en su fuero interno que no tiene ni pajolera idea de los temas que está exponiendo el aspirante. El tercero aprovecha la exposición para hacer repaso de sus asuntos personales, eso sí, sin dejar de mirar al aspirante. El cuarto toma notas de vez en cuando para no dormirse o para aparentar erudición. Y el quinto mira al aspirante con aparente interés, pese a que  su criterio vendrá determinado por cierta recomendación de un amigo, familiar o jefe.

Al deliberar, el Presidente lleva la voz cantante, y cuenta con la complicidad de un vocal que, como fiel escudero, seguirá su criterio a pie juntillas (al fin y al cabo, son de la misma promoción o coincidieron en algún destino burocrático). Otro vocal no quiere problemas y presume que el Presidente y su mamporrero deben poseer conocimientos que él desconoce. El cuarto vocal apoyará cualquier propuesta con tal de que cuando llegue la hora de sus recomendados, estos  puedan salir adelante. Y el quinto, es el vocal formado sólidamente y  de buena fe,  que intentará tímidamente convencer a los restantes vocales, y que abrumado por las mayorías se dejará vencer por su criterio. Además en algo coinciden todos: en que hay que calificar pronto porque ya es tarde.

A veces ese reparto de roles en el Tribunal cambia según el aspirante a examinar, pero casi siempre hay un vocal como comparsa o tonto útil. Para saber qué vocal se ha dejado llevar por la corriente basta con aplicar el criterio de los jugadores de póker que en la mesa se preguntan quién es el primo a desplumar: “ Si te preguntas quien es el primo, no lo dudes, ese eres tú”.

Acto IV. La hora de la verdad

Las notas son publicadas en el tablón del lugar de examen, o por internet, como pasquín de ajusticiados. La inmensa mayoría de los aprobados lo son por méritos propios. Buen examen, buenas dotes y justa compensación a su esfuerzo. No es fácil dominar el temario y aguantar la hora y el que se sacrifica debe cosechar su fruto.

Hay aspirantes para los que la calificación de «no apto» no supone sorpresa alguna, pues la sorpresa sería aprobar. Sin embargo, media docena de los aspirantes siente un desgarro interior al no verse en la lista de aprobados. No son opositores que hayan ido a probar fortuna al azar, ni tampoco unos frívolos o vagos. Son opositores muy autocríticos, disciplinados y recuerdan con honestidad que su ejercicio fue impecable, exacto y completo. Sin embargo de forma inexplicable no figuran en el listado. Sospechan que otros ocupan su lugar en la lista de aprobados, aspirantes que han dado un mínimo digno de conocimientos, pero que no alcanzaron la soltura y volumen propia de algunos de esos aspirantes injustamente suspendidos. Su queja no va contra estos opositores aprobados al límite, sino contra la exclusión de quienes tenían nivel suficiente pese a existir excedente de plazas.  Estos opositores sacrificados, que creían en el sistema, han recibido un dardo mortífero desde un lugar insospechado: un Tribunal que se anunciaba como imparcial, cortés y formado.

El resultado del primer ejercicio ( por escrito, general y de relacionar) ya ofrecía pistas del pintoresco modo de evaluar del Tribunal pues a la vista del listado de aprobados, se desató un clamor ya que ni aprobaron todos los que estaban preparados, ni suspendieron todos los que no lo estaban. Pero el resultado del segundo ejercicio confirmó la felonía. Si malo es aprobar a quien no lo merece, horrible resulta suspender a quien merece aprobar. Ahí radica el error o la ignominia.

No hay explicación. Es inútil buscarla o reclamar al Tribunal, ya que la discrecionalidad técnica soporta todo tipo de crímenes. Los exámenes orales son un cheque en blanco para un Tribunal calificador y además no dejan huellas del examen realizado para someterlo a control jurisdiccional. A toro pasado, la amabilidad forzada del Tribunal con los aspirantes se evidencia como escenificación para acallar la conciencia. Mejor hubiera sido menos cortesía y mayor ecuanimidad, pues el resultado es bochornoso para el Tribunal y para la Administración que representa: Impunidad para los miembros del Tribunal Calificador e impotencia para el aspirante injustamente suspendido.

Acto V. Telón

Tras la escaramuza, el campo de batalla está sembrado de cadáveres vivientes. No es fácil meterse en el cuerpo de quien ha sacrificado varios años, de quien ha dado todo de sí, notoriamente domina el temario, y se encuentra con una decisión tomada con frivolidad, quizás por razones inconfesables y muy posiblemente alejada de ese mantra del mérito y la capacidad que la Constitución predica.

Para mas inri, había mas plazas que aspirantes. En tiempo de crisis económica, a sabiendas de que la paralización de las Ofertas de empleo comportará una travesía del desierto que minará la salud y juventud de los aspirantes, el Tribunal con olímpica insensibilidad deja vacantes la quinta parte de las plazas. ¿Acaso tomó como regla general el inaceptable criterio de ir aprobando uno cada día? ¿ quizás al percatarse del excedente de plazas consideró egoístamente que ya había cumplido su trabajo y que los años de cada aspirante no merecían una revisión o repesca?, ¿acaso el Tribunal se consideró tan infalible como el Papa, con capacidad de ir calificando a los opositores de forma dinámica  y sin mirar atrás ni efectuar una necesaria valoración comparada al término del examen?, ¿ es justo que los que aprobaron el primer ejercicio general estén en igual situación que quienes se atragantaron con un examen oral y aguantaron a pie firme la exposición?.

Son opositores desgarrados. Su fe en la justicia se desploma. También en el sistema. Su autoestima baja varios escalones. Nada vuelve a ser igual en su interior. La fábula de la cigarra y la hormiga ha cambiado su final, pues aunque la mayoría de las hormigas laboriosas han obtenido el merecido premio de una plaza cómoda, algunas hormigas se quedan fuera en el invierno mientras que sospechan que algunas cigarras infiltradas en un Tribunal han actuado como el escorpión de la fábula: según su naturaleza.

COROS

Cuando alguien forma parte de un Tribunal calificador tiene que poseer formación, imparcialidad y dignidad, y además memoria para recordar que ellos mismos algún día compitieron por plazas, así como sensibilidad para valorar en su justa medida el esfuerzo y no bajo frivolidades.

Muy posiblemente los miembros del Tribunal desearán pasar página pronto para ocultar el borrón. Es fácil escudarse y motivar suspensos diciendo aquello de “no hay nivel”, “un tema estaba flojo” u otra banalidad o expresión comodín.  No se puede jugar con las personas, ni con las ilusiones de sus familias.

Lo triste es que los miembros del Tribunal no han sabido estar a la altura de la responsabilidad que la Administración depositó en ellos, ni han sabido empatizar y colocarse en lugar del aspirante, o imaginarse a su hijo o amigo examinándose como un jabato, sin saber que la suerte en algunos casos “ya estaba echada”. Lo mínimo que tiene derecho un opositor es a una valoración ecuánime y razonada, y no a frivolidades expeditivas o prejuicios que nada tienen que ver con la capacidad del aspirante.

Quizás los miembros del Tribunal sean capaces de dormir tranquilos con el sueño del león que se zampa una gacela, pero pueden estar seguros que cuando cobren las dietas por tan chapucera labor, debieran sentirse como Judas con las treinta monedas de plata.

Por eso no es extraño que algunos preparadores de opositores, que han sabido siempre que el suspenso es posible, que la mala suerte suele torcer la justicia, y que quien no estudie no debería aprobar, tomen ahora la decisión de dejar esa labor. Al fin y al cabo, si difícil es luchar contra el temario, insalvable es jugar a la ruleta del Tribunal que toque en suerte. Y es que los opositores, como Felipe II tras la derrota de la Armada Invencible, no han venido a luchar contra los elementos… contra algunos “elementos” del Tribunal, se entiende.

Voz en off.: Los que me conocen saben que siempre he sido guerrero por causas justas, aunque estén perdidas. No me importa. Jamás critiqué ningún Tribunal calificador pues siempre consideré que los funcionarios designados para formar parte de los mismos han de gozar de la presunción de honorabilidad e imparcialidad, y también del derecho a equivocarse pues son humanos. Participé como opositor en numerosas oposiciones y como miembro de Tribunales muchas más. He disfrutado del éxito y sufrido como víctima, pero siempre consideré que había que otorgar el beneficio de la duda al Tribunal cuestionado y considerar que el suspendido siempre busca la coartada de acusar al Tribunal.

Sin embargo, lo abominable del caso concreto antes escenificado, lejos de simples berrinches, radica en que al menos que yo sepa, seis aspirantes poseían una formación excelsa, y demostraron una maestría intachable en su exposición, lo que me obliga a mostrar que, al igual que en el cuento el Rey estaba desnudo, en este caso, los vocales del Tribunal que han perpetrado la injusticia de suspender a quien no lo merecía, están desnudos de credibilidad. Nadie debe irse de rositas por aplastar inocentes.

Eso sí, es de justicia señalar dos datos

Por un lado, pongo la mano en el fuego por la vocal con la condición de Catedrático, no por esta profesión sino porque me consta por su trayectoria, formación  y bonhomía, su imparcialidad y recto criterio en este tipo de lances, aunque muy posiblemente por la dinámica de los órganos colegiados y además siendo funcionaria de Administración ajena, la resultante de la voluntad del Tribunal ha sido desafortunada. Los demás vocales, por dolo o negligencia inexcusable, podrán intuir la raíz de sus errores.

Por otro lado, felicito a los aspirantes aprobados, y a sus preparadores, por las plazas cosechadas con total merecimiento. Suerte en sus destinos….y que no olviden cuando en el futuro formen parte de un Tribunal calificador que quienes se examinan son personas y merecen justicia.

En fin, para olvidar la tragedia, ahí os recuerdo mi amable Cuento de Invierno para opositores a funcionario que incorporé en un post anterior.


72 comments on “Crónica negra en cinco actos de unas oposiciones para funcionario

  1. ivanmolina

    A lo que cabe añadir la doctrina más reciente del Tribunal Supremo, que adopta el criterio sustentado por el Constitucional, distinguiendo entre el «núcleo material de la decisión técnica», reservado a las Comisiones de Valoración o Tribunales de Selección, y sus «aledaños», constituido este segundo concepto por el ámbito en que es posible efectuar un control, tanto administrativo como jurisdiccional, con el fin de verificar si se ha respectado la igualdad de condiciones de los candidatos y los principios de capacidad y mérito de los mismos, siendo por tanto, en este ámbito, donde podrá realizarse la revisión de las decisiones de los órganos de selección.
    De donde se deduce que una buena medida para hacer posible esa revisión sería grabar en vídeo la exposición del opositor, para facilitar su comparación con la de los restantes. Tarea aún más fácil en el caso, similar al comentado, de la exposición de temas previamente escritos.
    Aún en este caso una Consejería cualquiera de una Administración autonómica cualquiera (bueno, sí, la de Madrid) niega al opositor el acceso a otros documentos que no sean los escritos por el propio opositor, porque respecto de los restantes no ostenta «interés legítimo y directo». Pero ¿cómo puede entonces el opositor comprobar que no se han vulnerado los principios de igualdad, capacidad y mérito si sólo puede acceder a ver su ejercicio, que ya escribió y «cantó»?

  2. Alvaro

    Excelente crónica, que demuestra que los Tribunales de oposiciones no son infalibles, aunque el caso que me recuerda es el del último proceso selectivo para el Cuerpo Superior de Administradores del Principado de Asturias en el que parece que se ha atropellado, tanto en el primer como en el segundo ejercicio, a aspirantes estupendamente formados. E incluso Sevach, te diré que en el tercer ejercicio, se cometió la barbaridad moral de suspender únicamente a una aspirante en el ejercicio práctico pese a superar el primer ejercicio general y el segundo oral. Supongo que a esta chica le han minado la moral y tendrán que llevarlo sobre su conciencia el Tribunal «tan sabio».

  3. Contencioso

    Muchos recuerdos me han traído los primeros actos de ese drama. Drama que además tiene una pompa y solemnidad bastante imponentes cuando uno se examina nada menos que en el Tribunal Supremo, como en nuestro caso. Pero he de decir que, al menos en las oposiciones a judicatura, que son las que conozco, no son las cosas como has expuesto en el resto de los actos. Puede ser que en ocasiones haya alguien que se vea favorecido en puntuación por ser recomendado o pariente (Aunque yo no conozco casos), pero desde luego no he visto jamás que se apruebe a quien no debe aprobar. Y tampoco que se suspenda a quien debía aprobar. Al final, el examen no es siempre como el opositor que lo ha hecho cree, que tiende a ser indulgente consigo mismo y tener su atención demasiado puesta en lo que hace, como para darse realmente cuenta de lo que parece visto desde fuera.

    En fin, a un anterior excelente post tuyo sobre los mitos de las oposiciones me remito, creo que era mas acertado que éste y me pregunto qué te ha hecho cambiar a esta visión mas pesimista en los últimos tiempos.

    Saludos

    • sevach

      Estimado Contencioso: No te falta razón al afirmar que la «pieza teatral» expuesta no es la regla general. En efecto, verás que al final, la voz en Off, precisa que se refiere al «abominable caso concreto» porque se refiere a una situación que conozco de cerca, inmediata y sangrante. El post es un simple desahogo, y ya sabes que me gusta tratar los temas graves con desenfado, por lo que me salió una «tragicomedia».

    • roberto

      Yo me pregunto todos los dias porque me meti en esto de opositar, el año pasado suspendi en el tercer examen del Cuerpo Superior de Administradores del Principado, este en el segundo… En ambos casos duele y duele mucho no solo por uno si no por mis padres, creo que no merece la pena recurrir los examenes orales son subjetivos por muchos datos que uno de, leyes, doctrina … aunque uno como es mi caso esperase aprobar no fue asi y desde luego uno se pregunta si merece la pena seguir, torturandose «opositando» en los tiempos que vienen, en la que los funcionarios son los culpables de todos los males del pais, pero por otra parte es lo unico que hago desde hace seis años cuando acabe la carrera y algunos amigos me decian opositara para el Estado y no para el Principado…

  4. A mi humilde parecer lo idóneo sería alejar lo máximo posible al tribunal calificador del «ambito ordinario» del procedimiento, y dentro de lo malo en líneas generales es preferible una oposición de ámbito estatal que local (y si fuera posible europea), ejemplo reciente lo tenemos en los habilitados de carácter estatal, cuyas oposiciones se han convertido actualmente en un despipote dividido en distintos reinos de taifas, igualmente sería mucho más conveniente para el opositor presentarse a unas oposiciones a técnico de administración local centralizadas a nivel estatal, y después en función del puesto obtenido elige destino (Cádiz, Barcelona, Vigo o Eibar), aunque tamaña osadía jamás sería aceptada por ser un inaceptable ataque a las competencias locales, autonómicas… (al revés sí se acepta, no pasa nada y es políticamente correcto).
    Sobre el resultado de los exámenes yo tenía dudas sobre su transparencia especialmente en el ámbito local, hasta que hace ya algunos años entendí algo que anteriormente desconocía, y es el factor genético, así en un ente provincial se sacan unas plazas hace años, y todos los seleccionados son familiares directos del grupo político en el poder, las posibilidades de que alguno sacara las plazas eran evidentes (podría haber gente preparada obviamente) pero que fueran justo todos ellos, y en un orden que parecía ser conocido con anterioridad es complejo desde un punto de vista estadístico, y cómo se montó un lío a nivel nacional, se explicó detalladamente el porqué de este resultado, y es que el ser familiar de estos políticos suponía una ventaja evidente por la educación y preparación que habían recibido de sus progenitores (presuponiendo que por pertenecer a un partido concreto era superior al de otros o al que no comulga con ninguno). La oposición fue anulada por severas irregularidades, pero cuando se repitió, volvieron a salir los mismos. Lo que corrobora de modo necesario que tenían razón. A mayores hace poco salieron otras dos plazas e igualmente fueron adjudicadas a personas afines o cercanas políticamente, lo que atestigua nuevamente de modo indubitado que son los mejor preparados y tienen una ventaja genética evidente, que curiosamente se plasma en mayor medida en oposiciones a entes locales pero no tanto en estatales.
    En todo caso, el problema a partir de ahora será menor, ya que con reposición de efectivos al 10%, y consolidaciones masivas que dejan de lado al opositor que estudia 10 horas diarias bajo el flexo sin factor genético, en relación al que entra por la puerta de atrás sin más mérito que un contrato por obra o servicio reconvertido a indefinido, pocas opciones les quedan.
    Y esto se notará en el funcionamiento de la Administración hoy y el día de mañana.

  5. He participado durante muchos años en tribunales calificadores para cuerpos superiores. Ciertamente, dentro del tribunal, me he encontrado con bufones, hombres de paja e indocumentados en temas jurídicos (casi todos, dicho sea de paso, ingenieros), sobre todo, cuando los sindicatos y los políticos metían mano en la constitución del tribunal.

    Las decisiones al final recáen sobre las dos o tres personas que controlan el temario (por experiencia, por sabiduría o por su reciente condición de opositor).

    Estaba sorprendido e incluso decepcionado a medida que avanzaba la lectura del artículo, hasta que por fin llego la voz en off.

    Más allá de la formación excelsa que pudieran tener, la clave está en la afirmación de Sevach «demostraron una maestría intachable en la exposición». Algo tan categórico sólo puede afirmarse si se estuvo presente en la exposición, más alla de la opinión del opositor, que puede estar contaminada.

    No obstante, he de decir queen mi larga trayectoria como tribunal y siendo públicas las sesiones, nunca he presenciado a ningún oyente en las exposiciones orales, ni siquiera a los preparadores.

    Al hilo de este comentario final, me planteo la duda de si puede el opositor vetar la entrada de una persona en particular cuyo único fin es poner nervioso al aspirante (imagino a una ex mujer, la amante despechada, el vecino al que odias..)

    Un saludo

    • Cita: «Algo tan categórico sólo puede afirmarse si se estuvo presente en la exposición, más alla de la opinión del opositor, que puede estar contaminada.»

      O puede afirmarse también por testimonios concordantes de la mayoría de los vocales del tribunal de los que se tenga constancia a través de diferentes cauces. Como es posible eso? Pues añadiendo otro ACTO mas, imaginemos la hipotesis de ciencia ficcion (o no tanto) de que el Presidente del tribunal haya transmitido a los demás el mensaje de forma mas o menos sutil (o no tanto) que se traduce en que aqui no aprueba nadie que yo no quiera o similar, y el resto del tribunal no tiene fuerzas para oponerse a ello ni el Secretario para reflejarlo en acta. Obviamente, algo así debería acompañar a la tumba dentro de muchos años a sus protagonistas (o quiza no). Me da la impresión de que en la práctica esta hipótesis tiene mas de real que de ficción. En todo caso no parece un ejemplo de «ETICA» por parte de los vocales del tribunal.

  6. Iván (levilibegas)

    Felicidades por el post tan certero como profundo. Impecable en la forma y el fondo. Queda, a mi modo de ver, un consuelo. Cada vez más en las oposiciones autonómicas, perotambién en algunas estatales como Judicaturas, se usa de contratar interinos a los opositandos que no obtuvieron plaza. Si a éstos interinos se les consolida, significará un reconocimiento postrero al estudio y esfuerzo sin tasa. Por opiniones manifestadas en estas palabras valientes y sabias, merece la pena seguir en el tajo.

  7. Iván (levilibegas)

    En respuesta a un comentario anterior sobre si se puede vetar al público. En las oposiciones que he estudiado, es costumbre pedir permiso para entrar al opositor, aunque en rigor, son actos públicos, y si se pone uno insistente, puede entrarse a pesar de la voluntad contraria del examinando.

  8. Iván (levilibegas)

    Siempre he dicho a mis amigos que hay que tener cuatro cualidades para opositar. Disciplina, en el estudio; ganas, en el sueño por el que se lucha; equilibrio, ante las penas y las alegrías de la vida, durante el encierro; y, mucha suerte, en la insaculación de los temas a cantar.
    Felicidades por el post tan certero como profundo. Impecable en la forma y el fondo. Queda, aún así, a mi modo de ver, un consuelo. Cada vez más en las oposiciones autonómicas, perotambién en algunas estatales como Judicaturas, se usa de contratar interinos a los opositandos que no obtuvieron plaza, supongo que para no desanimar del todo en la travesía del desierto. Lo mismo se hace al conservar notas obtenidas en pruebas de la misma administración, o incluso obtenidos en exámenes realizados en otra, de contenido análogo. Si a éstos interinos se les consolida, significará un reconocimiento postrero al estudio y esfuerzo sin tasa. Por opiniones manifestadas en estas palabras valientes y sabias, merece la pena seguir en el tajo, a pesar de jarros de agua fría como éstos aquí descritos. También creo que se debe luchar por causas aunque sean perdidas si son justas.

  9. opositora cabreada

    Soy joven, soy alemana en mi rutina, soy inteligente y sin duda trabajadora. Soy, una opositora suspensa. Hasta hace poco me veia como una buena persona, PENSABA QUE me salian bien las cosas porque dios es muy sabio y desde mi inocencia perdida, PENSABA QUE el premio a un esfuerzo constante,era un buen resultado, una recompensa que me hacia creer en la justicia, el universo era justo para mi. Que equivocada estaba, que ilusa. El universo es una patraña, las personas unas inconscientes, dios este mes creo que estaba de vacaciones ( no pienso volver a rezar) y yo, yo no creo que pueda ser buena persona nunca mas, porque estoy tan enfadada, que tengo 5 caras grabadas a fuego y un rencor que ha hecho que yo nunca sea la que era antes. Gracias por hacerme ver el mundo tal y como es, de todo se saca algo positivo.
    Cuando en 1º de carrera me preguntaron porque habia hecho derecho yo conteste «porque creo firmemente en la justicia», ahora me doy cuanta de que Don Gerardo Turiel tenia mucha razon cuando me dijo que eso era una solemne tonteria.

    • Isidro

      El post y el comentario es de 2010, imagino que le servirá ya de poco mi comentario, (eso espero), pero creo que a otro que se vea en la misma situación puede servirle. Yo también fui un opositor cabreado, yo también pensaba que el esfuerzo siempre se acompañaba de un resultado, creía en la justicia divina, soy buena persona y trabajador y pensaba que el karma o lo que sea ayudaría, y que si haces las cosas bien, los resultados llegarán. Y si lo luchas y lo peleas y lo deseas suficientemente, las cosas saldrán. Pero la vida no es así, y no siempre sale lo que tu quieres en ese momento. Las cosas saldrán, pero a lo mejor no como esperabas. El «persigue tus sueños y lo conseguirás» y los discursos positivistas simplistas están haciendo daño a quien no ve más allá, porque la vida no siempre es justa ni fácil. ¿Es justo que un niño tenga cáncer? ¿Es justo morirse de un accidente con 30 años? ¿Es justo nacer en Siria y vivir una guerra? Muchas cosas no son justas, sólo es suerte. Eso no significa que no haya que trabajar, si no se pelea, ni se trabaja, la suerte no favorecerá, ni se tendrán opciones de conseguirlo, pero aun habiendo trabajado como el que más puede no salir. Y si no uno no le acepta te quedas en el enfado, en esa rabia de «opositora cabreada». Hay que dar el siguiente paso y aceptarlo. Aceptar que a veces las cosas en las oposiciones y en la vida no son como yo pensaba o cómo deberían ser. No resignarse, pero sí aceptarlo y seguir y continuar el camino, volviendo a pelear con los mismos o distintos objetivos y metas y con la vida.

  10. Pablo Soto Mirones.

    Muy buen comentario. Y aunque no pretendo dar ningún consejo, me gustaría hacer al hilo a mí el siguiente por lo que a alguien le pudiera valer.

    De entrada, estoy convencido de que, pese a lo expuesto, “opositora cabreada” sepa que ser víctima de una injusticia no autoriza o legitima un cambio al lado oscuro de la fuerza (ni siquiera sería gratificante), y también de que es más real la demostración que manifiesta de la rabia contenida por la injusticia que la de una verdadera declaración de voluntades basada en el rencor.

    Debería fijarse cómo hasta el propio autor peca de la misma ingenuidad básica que la que ella trasluce. Pero, no debe preocuparse… todos somos humanos. Y, como tal, los que de ello pequemos seguiremos tropezando con la misma piedra (aunque le parezca mentira, ella también, si no me equivoco).

    Ahora, en caliente, la visión de un mundo gris y acido impera, pero siempre cuando pasa la tempestad… llega la calma. Y puede llegar la paz. Y esta desde luego no se consigue con ningún tipo de venganza.

    Yo ya casi he olvidado cómo en el crítico 2º examen de una oposición a TAG de un Ayuntamiento, al que accedí con la mejor nota obtenida en el 1º (escrito), suspendí con una “nota media” de 4,5 puntos, resultante de unas puntuaciones sucesivamente efectuadas por el Tribunal de la siguiente manera:
    a) Puntuación del Abogado del Estado miembro del Tribunal: 0 (cero);
    b) Puntuación del Teniente Alcalde del Ayuntamiento: 10 (diez);
    c) Puntuación del representante del profesorado: 0 (cero);
    d) Puntuación del 4º miembro del Jurado: 10 (diez);
    e) Puntuación del Secretario de la Corporación: 4,5 (cuatro y medio).

    Esta curiosa circunstancia vivida personalmente me ha servido –además de para otras cosas, que se intuyen pero no detallo- para reflexionar posteriormente:
    1.- Lo injusto que resulta para algunas personas estar en medio de una guerra ajena, sin comerlo ni beberlo.
    2.- Lo injusto que puede resultar que alguno intentara ser lo que podríamos llamar «ecuánime a destiempo» (y eso concediendole la gracia de que considerásemos que su puntuación fue la que en conciencia creía justa).
    3.- Que nunca hay mal que por bien no venga: a renglón seguido me preparé las oposiciones a Secretario de tercera categoría –mi deseo era mejorar saliendo de la ciudad, yendo a un pueblo y ejerciendo una profesión más entretenida que la monotemática de TAG de un negociado municipal- y para sacarlas me presenté al tribunal al que se me adscribió que, casualmente, fue el de Oviedo en el que mi autoestima pudo empezar a recuperarse a partir de la nota con la que ese Tribunal valoró mi examen escrito inicial -5º entre doscientos presentados- y en el que obtuve la plaza de funcionario que –no sé por cuanto tiempo, visto lo de Grecia, etc.- aún conservo.

    Mi experiencia me ha demostrado que se puede al final conseguir cosas al principio inesperadas que satisfacen más que las que quisimos anteponer.

    Por tanto, me sumo a SEVACH en su intento: ¡Ánimo! No está todo dicho.

    P.D. (Para quien quiera encontrar algo de motivación inmediata podría ser recomendable el curioso “¿QUIÉN SE HA LLEVADO MI QUESO?”, accesible en Internet.).
    Saludos.

  11. duralex

    El de los tribunales es un mundo en el que todo el mundo se conoce, y se sabe de qué va la historia, y como actuará cada cual.
    Por lo general la trastienda del tribunal suele ser, que por turno, un miembro del tribunal controla mientras los demás dormitan o piensan en las musarañas. El tribunal presta atención los primeros cinco minutos, evalúa como se comporta el opositor, si nota que se sabe el tema, enseguida desconecta, mientras que toda la música suene bien, no saldrán del nirvana, si algo chirría lo notarán y prestarán un poquito de atención, si sigue chirriando el opositor va a la guillotina. Si el opositor los primeros cinco minutos está nervioso y no alcanza el nivel adecuado no tiene nada que hacer, todos desconectan, incluso al que le ha tocado seguirlo.
    Como bien dice sevach entre los cinco miembros del tribunal siempre hay algún primo, por falta de conocimientos, que está ahí para cobrar dietas, pero eso ya lo saben el resto de miembros, y por regla, el criterio de ese vocal no vale nada, y él lo sabe.

  12. Por los datos que ofreces en tu post, estimado Sevach, creo saber a qué proceso selectivo te estás refiriendo. Salvas en tu comentario la actuación de la Catedrática que ha integrado el tribunal en cuestión. Pues bien, yo conozco a varios integrantes de ese tribunal, especialmente a dos, y creo sinceramente en la rectitud y probidad de su proceder. Es evidente que en una oposición puede ocurrir que personas muy bien preparadas no lleguen a aprobar, pero ese hecho, que puede ser calificado como anómalo, no tiene por qué ser imputable al tribunal calificador. No olvidemos que no se califican trayectorias vitales, se califican ejercicios hechos en un momento concreto. Para refutar la actuación de un tribunal, lo mínimo exigible, como ha apuntado otro comentarista, es haber presenciado la lectura, o la exposición oral, y poder así hablar de primera mano. Muchas veces hay muchas diferencias entre lo que hacemos realmente, y la sensación subjetiva sobre lo que hemos hecho.

    No me parece reprochable que queden plazas vacantes, algo por otro lado nada extraño en procesos selectivos en los que hay un número significativo de plazas convocadas, y un número no tan importante de opositores. Que 67 opositores sean convocados a un examen oral, y aprueben 20, descontando de la cifra inicial de 67 aquellos que no se han presentado, o se han retirado, es una proporción más que bueno. Por poner un ejemplo, en las oposiciones a las carreras judicial y fiscal, hace años que no se cubren todas las plazas convocadas.

    Otro aspecto reseñable es la forma de calificar. Lo correcto, a mi modo de ver, es que sea un acto indiviual respecto de cada examinando, y que se guíe por los conocimientos mínimis exigibles, a juicio del tribunal. No considero que sea adecuado el criterio comparativo. Por otro lado, en un examen oral, o escrito y posteriormente leído, la inmediatez en la calificación es esencial.

    Hay aspectos mejorables, personalmente considero que sería conveniente la participación de funcionarios de distintas Administraciones en mayor proporción. Ahora bien, me parece injusto hablar de dolo o negligencia inexcusable en este caso. Yo creo que la rectitud y la diligencia han sido claramente preponderantes.

  13. Este post de hoy me ha decepcionado. Acusaciones cuando menos atrevidas sobre el amodorramiento del tribunal o la falta de conocimentos del mismo (es imposible que todos los miembros del tribunal conozcan 100% la materia), o directamente nepotismo, parcialidad, mala fe, carencia de rigor, etc. En fin, creo que esta vez sangra por la herida y eso no es bueno. Dicho con todos los respetos.

    • sevach

      Estimado Fernando: Acepto tu honesta discrepancia con mi post, y posiblemente yo mismo asumiría tu postura si no me considerase testigo excepcional del daño ocasionado, a mi juicio injustamente, a algunos opositores que, en esta convocatoria, estaban ( y están) excepcionalmente capacitados. Puedo decir que habiendo preparado opositores para el Principado desde tiempos remotos ( con un paréntesis de mi destino en Salamanca) siempre he respetado a los Tribunales calificadores y particularmente he acatado su criterio. Por eso, solo el sangrante resultado del caso me ha llevado a este exceso expresivo. Quizás debe tomarse como desahogo, pero sinceramente lo considero testimonial acto de desagravio a los indebidamente postergados. Y me sangra por la herida, porque cuando se daña a quien aprecio y además lo considero objetivamente injusto, tengo que decirlo. Esa es mi naturaleza. En fin, gracias por vuestros comentarios aunque sean críticos pues yo no me considero infalible sino humano, y por eso, tengo mi corazoncito que cuando se lesiona pues aulla. Sabía que este post provocaría quejas en personas como tú, que tienen conciencia y solvencia probada en el cargo desempeñado, pero ese es el precio de mi libertad de expresión: decir las cosas como se sienten. Un cordial saludo.

  14. Estimado Sevach:
    Créame que decir las cosas como se sienten no es el precio de la libertad de expresión; es el fundamento de la misma, base de la libertad y, por qué no decirlo, de la Cultura occidental. Asumo que yo también sangro por la herida, porque imagino que sabe el puesto que intento desempeñar de la manera más noble y justa posible, aunque por desgracia muchas veces me equivoque.
    Y digo que sangro por la herida también porque hasta hace menos de dos años también fui opositor, suspendí varias veces y, desde el otro lado de la trinchera, no me olvido de ellos en ningún momento. La 3ª vez que me presenté a estas oposiciones iba sobradamente preparado y, con más plazas que en la siguiente convocatoria, suspendí. Cuando aprobé, mi propia preparadora me dijo que había vivido de rentas de la anterior convocatoria (tenía toda la razón); como bien señala usted, es el lacustre sistema de acceso al empleo público que tenemos en España y en Asturias.
    Muchas gracias por sus inmerecidos adjetivos referentes a mi persona (ojalá fueran ciertos). Por mi parte, vaya mi profundo respeto personal e intelectual hacia usted y su trabajo.

    • sevach

      Gracias, Fernando. El respeto es recíproco. Además hablas con conocimiento de causa y desde esa maestra que es la experiencia. Estupendo. En fin, tras este post personal volveré a las áridas carreteras del Derecho administrativo y cuento con tus bienvenidos comentarios. Saludos.

  15. Será un placer seguir leyéndole y aprendiendo. Si puedo aportar algo, así lo haré. Muchas gracias por sus palabras. Yo seguiré enfrascado en la lucha por la Libertad Política en España, de la que estamos huérfanos.
    Un saludo.

  16. Pentapolín

    Yo comparto la visión de Sevach en este post y creo, Fernado Villamil, con todos los respetos, que hay cosas manifiestamente mejorables en los procesos selectivos.

    Voy a poner un ejemplo que nada tiene que ver con la realidad… Imaginemos un proceso selectivo autonómico cuyo modelo se copió – hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana- de una oposición de otra Administración cuya primera fase consistía » en una pregunta relacionada pero no coincidente con el temario».
    La filosofía que presidía ese primer examen era muy buena, se basaba en que para aprobar la oposición no bastaba con un conocimiento puramente memorístico de la matera – especialmente cuando la superación del proceso selectivo llevaba aparejado el desempeño de funciones directivas en el sector público- sino que el opositor debía acreditar además su madurez intelectual abordando cuestiones de actualidad desde una perspectiva jurídica o económica. En suma, se buscaba a través de esta prueba un perfil de opositor que no sólo empollaba ( para eso ya estaba el oral) sino que comprendía lo que estudiaba y además estaba al día. Ahora bien, esta visión es puramente ideal.

    ¿Qué ocurre en la realidad con esa clase de exámenes ? que los miembros de un tribunal de oposición al ver lo de » pregunta relacionada pero no coincidente con el temario» lo contemplan como una restricción para plantear sus preguntas ( tengo que preguntar algo del temario pero no puedo preguntar directamente el epígrafe) y al final a lo que se dedican es a elaborar un enunciado de forma confusa embarullando dos temas de la oposición pero , eso sí, bajo ese enunciado abstracto lo que te demandan materialmente es el contenido de esos dos epígrafes.Es decir, no se logra diferenciar entre esa clase de exámenes que ponen las bases y un examen a desarrollar por escrito directamente del temario.A mí este hecho en sí ya me parece la constatación del fracaso de la filosofía de un proceso selectivo.

    Por eso el opositor ya puede perder todo el tiempo del mundo leyendo sobre cuestiones de actualidad ( un nuevo modelo de financiación autonómica, la actividad de policía y la Directiva de Servicios, etc etc )que nada de eso le servirá para aprobar ese primer examen, cuya única dificultad consiste en adivinar que epígrafes hay que contestar bajo el enunciado del estilo : » Ética y Derecho: la visión de san Apapucio «.

  17. Iván (levilibegas)

    Se me cortó al escribir el comentario primero que puse. Decía: Felicidades por el post tan certero como profundo. Impecable en la forma y el fondo. Queda, aún así, a mi modo de ver, un consuelo. Cada vez más en las oposiciones autonómicas, perotambién en algunas estatales como Judicaturas, se usa de contratar interinos a los opositandos que no obtuvieron plaza, supongo que para no desanimar del todo en la travesía del desierto. Lo mismo se hace al conservar notas obtenidas en pruebas de la misma administración, o incluso obtenidos en exámenes realizados en otra, de contenido análogo. Si a éstos interinos se les consolida, significará un reconocimiento postrero al estudio y esfuerzo sin tasa. Por opiniones manifestadas en estas palabras valientes y sabias, merece la pena seguir en el tajo, a pesar de jarros de agua fría como éstos aquí descritos. También creo que se debe luchar por causas aunque sean perdidas si son justas.

  18. opositora cabreada

    Me siento en la obligacion de poner un ultimo comentario. Con todo el respeto que me merecen las personas que escriben en este blog porque se que son personas buenas e inteligentes, ya que sevach siempre habla maravillas de todos ellos, yo, doy fe de que, este año, en este proceso de oposiciones al que nos referimos, SI hay personas que subieron al examen sabiendolo todo, exponiendo los temas en tiempo, con una seguridad que hasta a ellos mismos les sorprendio y tranquilos hasta el punto de no tener que tomar ni una misera tila. Esa tranquilidad me permitio y me permite ahora valorar lo realizado con objetividad asi que igual que afirmo que los test, el resolver casos practicos, todo lo relacionado con la matematica y el rezonamiento es una cosa que siempre me ha costado, exponer en publico y estudiar paginas y paginas se que es lo mio. Hubiera entendido un suspendo en el 1º examen, hubiera entendido un suspenso en el 3º pero en el oral, eso no lo entiendo.Esto no implica que todos los miembros de un tribunal tengan la misma culpa para mi, pero si que alguno de ellos fue el que me dio la estocada sin merecerlo.Fui,lo hice bien y de eso no tengo dudas, la unica duda que me queda es ¿porque no estoy en la lista?

  19. pintaius

    Quizá D. Fernando Villamil, que es Jefe del Área de Selección del Instituto Adolfo Posada, pueda explicar la rectificación de errores habida en el proceso selectivo aludido por Sevach, publicada en el BOPA de 29 de mayo de 2010 (http://www.asturias.es/bopa/2010/05/29/2010-11884.pdf)

    Se corrige un error en las bases de la convocatoria de pruebas selectivas del Cuerpo Superior de Administradores, siete meses después de la publicación de dichas bases, modificando la base relativa a la calificación de las pruebas del turno de promoción interna, al objeto de que en la fase de «concurso» los méritos puedan computarse «con referencia a la fecha de publicación en el BOPA de la resolución por la que se designa el Tribunal Calificador del proceso selectivo», en vez de «con referencia a la fecha fin de plazo de presentación de instancias», como señalaba la base corregida.

    Es decir, si no entendemos mal – y si es así, que nos corrija el Sr. Villamil -, con esta rectificación de errores tan tardía se posibilita que se valoren méritos adquiridos con posterioridad a la finalización del plazo de presentación de solicitudes.

    Esta rectificación produce tal desconcierto que sería muy conveniente una explicación detallada que agradecemos de antemano.

    Un saludo cordial

    • Señor pintaius:
      La realidad es muy simple. Entre el último párrafo de la base segunda de la convocatoria (página 2/22 del BOPA)y el párrafo objeto de corrección (página 8/22) de la Resolución publicada el nueve de noviembre de 2009 existía una contradicción. Lo único que se hizo con esa corrección es señalar el párrafo erróneo -el del Anexo. adecuándolo a la real intención de las bases de la convocatoria. No hubo, créame, empeño mi palabra de honor en ello, ninguna aviesa intención. El IAAP mantiene, desde 2009, el criterio general de que la valoración de los méritos ha de ser referida hasta la fecha de publicación en el BOPA de la resolución de designación del tribunal calificador y comienzo de la primera prueba. Y el motivo de fijar esa fecha y no otra radica, sencillamente, en que así el periodo de valoración se acerca más a la realidad de los méritos (experiencia profesional y formación, sustancialmente) totales de los aspirantes. Se han dado circunstancias de procesos de concurso-oposición que, habiendo finalizado el periodo de presentación de instancias en los primeros meses de 2007, el proceso se desarrollaba de manera efectiva a finales de ese año o incluso en 2008, dejando de valorar a los aspirantes un tiempo de trabajo que realmente habían desarrollado.
      No creo que este criterio sea malo, ilegal, prevaricador ni nada por el estilo.
      Ahora bien, señor pintaius, quedo a su disposición en mi despacho y en horas de trabajo para aclararle todas las dudas que tenga y escuchar atentamente todas las sugerencias que quiera proponernos, porque no tengo la verdad absoluta -soy humano- e intentamos en el IAAP realizar nuesrta función pública con la mayor dignidad y responsabilidad.
      Muchas gracias.

  20. Sevach, este post, no hay por donde cogerlo. Se mire por donde se mire, está a años luz de la prudencia, la equidad, el sentido común, y el sentido de la justicia. Los hechos, según yo los veo, son los siguientes:

    1) La versión de opositores declarados no aptos por un tribunal calificador, es suficiente para que consideres dolosa o negligente en el mejor de los casos, la actuación de dicho tribunal.

    2) No has presenciado la lectura de ninguno de los examinandos, ni tampoco las exposiciones orales. Sin embargo, te atreves a afirmar que al menos seis opositores eran merecedores del aprobado.

    3) Por lo que sé, no existe recurso administrativo ni jurisdiccional pendiente en relación con el proceso selectivo en cuestión. Así pues, no cabe siquiera presumir la disconformidad a derecho de una actuación administrativa, que está dotada de presunción de legalidad.

    4) Deslizas comentarios hirientes sobre el tribunal calificador, y pones la mano en el fuego por uno de sus integrantes por el hecho de conocer a esa persona que, según dices, probablemente fue arrastrada por la corriente de los otros miembros del tribunal, que infiero, son «malvados». ¿ Cómo se puedes publicar adjetivos tan gratuitamente despectivos respecto de personas que no conoces?

    Decepcionante. Soy un seguidor de este blog, y esperaba mucho más de su autor. Veo unas líneas escritas sin cabeza, y que han causado grave daño a personas que han actuado con tanta rectitud, como la integrante del tribunal por la que pones la mano en el fuego.

    Espero no haberte ofendido, pero como comentarista habitual de este blog, me siento legitimado para decir lo que pienso en relación con este desafortunado post.

    • Sevach

      J.F.: Vaya por delante que en modo alguno me ofende lo que dices, pues sabes que este es un espacio de debate donde tiene cabida toda discrepancia, e incluso es saludable.Pero, como diría Jack el Destripador, «vayamos por partes»:
      1.- Cierto que no presencié el examen oral pero como bien sabes, la convicción personal se forja del conjunto de indicios existentes. Así, insisto en que al menos dos opositores que conozco directamente tenían una preparación que para mí quisiera yo en mis años del pasado de opositor exitoso, demostrada no de forma ocasional, sino reiterada y sin tacha en las mil veces que exponían los temas, con precisión admirable. Se suma el interesante dado de que dos días antes, casualmente a una de ellas, dos temas le tocaron en suerte y los amplió con destreza inusitada. En definitiva, que por simple prueba de probabilidad estadística, dos opositoras que durante los últimos seis meses no fallan en contenido, extensión y duración, unido a que los temas que les cayeron les resultaron fáciles, y unido a que son absolutamente autocríticas y nada fantasiosas, me lleva a afirmar con rotundidad que el Tribunal ha cometido un craso error. Si a ello sumo que al menos dos preparadores me han confesado su absoluta perplejidad respecto de tres personas excepcionales, y añadiendo un sexto por simple margen de error, puedo ratificarme en mi opinión (evidentemente no tengo una bola de cristal) de que se ha perpetrado una evaluación errada de al menos seis personas. Sé que es un análisis simple pero a mi me vale, y si le unimos que en quince años jamás me he encontrado con situación igual en relación a dicha oposición, pues blanco y en botella.

      2.- Sobre la «discrecionalidad técnica» (que por cierto es mi trabajo de investigación del doctorado) te diré parodiando a Madam Roland camino del cadalso: «¡ Cuantos crímenes se cometen en tu nombre». Y si no hay recursos es porque precisamente ese «ingenio» de la discrecionalidad técnica impide pruebas alternativas y como saben muy bien los asesores jurídicos, «blinda los despropósitos».

      3.- Por último, te invito a que releas el post, y verá que no hay «adjetivos hirientemente despectivos» sino tan solo mi impresión personal (quizás equivocada, pero mía), y cuya moraleja radica en que considero que ha mediado cierta «frivolidad» en el sentido de que cuando se forma parte de un Tribunal, tal labor obliga a estar preparado, atento, ecuánime y sobre todo, sensible.
      En fin, J.F.no pretendo cambiarte de opinión, pero con mi post pretendía un relato tragicómico que explicase la situación y jamás un relato histórico, pues lo que sucedió realmente sólo lo sabe cada miembro en su fuero interno.
      Un cordial saludo, que la discrepancia sana no empaña.

Gracias por comentar con el fin de mejorar

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