Sobre los empleados públicos Sobre los políticos

De la adulación como vía de promoción profesional

Un reciente estudio del del Kellog School of Management presenta nuevos datos que ratifican la opinión común de que no siempre quienes llegan a ocupar cargos en las juntas directivas de las compañías son las personas más hábiles y capacitadas, sino que existen otras formas de llegar allí. Para Sevach, las claves de tal informe (fruto de encuestas a altos directivos empresariales), son perfectamente trasladables al ámbito de la organización de la Administración Pública donde el modelo piramidal o jerárquico de la Administración facilita que la adulación sea un buen pasaporte para la promoción profesional del empleado público.

Así no es extraño en la Administración que los puestos de personal eventual sean asignados por mediar una constante adulación bien aplicada, o que el directivo público diseñe unas bases de la convocatoria para puestos no eventuales encaminada a adjudicarlos a la persona que le “enjabona” a diario. Tampoco puede ignorase que las Relaciones de Puestos de Trabajo no sólo ordenan plazas y asignan complementos, sino que en ocasiones son un instrumento para amañar la «pedrea» o el «gordo» de los niveles o específicos en favor de favoritos. Y no digamos, la utilidad de la zalamería para beneficiarse de una comisión de servicios, una licencia o la participación en unas jornadas u otra expresión de «turismo burocrático».

En suma, junto al mérito y la capacidad, se situaría la habilidad para la lisonja como factor a tomar en cuenta para la promoción profesional del empleado público.

1. Ya Shakespeare en «Hamlet»(Escena II, Acto Tercero) refleja la actitud del adulador frente al poderoso, en el diálogo entre el príncipe Hamlet y  el adulador Polonio:

Hamlet: ¿Veis aquella nube cuya forma es muy semejante a un camello?

Polonio: Por la misa, y que parece un camello realmente.

Hamlet: Yo creo que parece una comadreja.

Polonio: Tiene el dorso de una comadreja.

Hamlet: O de una ballena.

Polonio: Exacto; de una ballena”.

2. No se trata de “hacer la pelota” sino de una técnica de adulación mas sutil y  elaborada, que lleva a que el alto cargo público confunda la lisonjería con lealtad. El adulador utiliza una máscara o apariencia que impide que el adulado le confunda con un tiralevitas. Según el informe del citado Instituto de Investigación se expresa en siete técnicas o tácticas, que Sevach adapta al mundo burocrático en los siguientes términos:

•       Máscara de aprendiz. Disfrazar la adulación como si se estuviera buscando un consejo. Por ejemplo, “ Alcalde, ¿Cómo lograste cerrar esa negociación tan exitosamente?”.

•    Máscara de converso. Argumentar  antes de mostrarse de acuerdo inmediatamente. Por ejemplo, “Consejero, reconozco que al principio no entendía tu punto de vista pero ahora le veo todo el sentido. Me convenciste”.

•    Máscara de pregonero. Hablar bien del alto cargo a los amigos de éste, esperando que esas palabras lleguen a sus oídos. “ Es un político excepcional. Vale muchísimo”.

•   Máscara de discípulo. Envolver el elogio con ingenio para que el directivo público no se  sienta incómodo. Por ejemplo, “ Director, no quiero avergonzarte, ni soy quien para juzgarte, pero tu propuesta fue realmente de primera categoría. La mejor sobre la mesa”.

•     Máscara de incorruptible. Mostrarse de acuerdo con los valores del directivo antes de halagar o de aceptar una opinión. Por ejemplo, “Yo también soy hombre de principios como el Presidente. Por eso pienso que  hay que tomar medidas eficaces sin burocracias”.

•     Máscara de tahúr. Exponer frente al directivo opiniones coincidentes con las suyas, que éste no sabe que el adulador las conoce a través de sus contactos que le han escuchado en otros escenarios (prensa, partido, sindicato,etc).

•    Máscara de camarada. Hacer referencia a afiliaciones sociales que se tengan en común con el directivo antes de halagar o de mostrarse de acuerdo con opiniones. Por ejemplo, antes de la reunión “Ayer vi  el canal televisivo X- Intereconomía o la Sexta, por ejemplo. Fabuloso”.

3. A ellas añadiría Sevach dos técnicas adicionales:

– La máscara del Correveidile. Criticar a los enemigos del Jefe. Nada une mas que los enemigos comunes. Y si se puede intoxicar y contribuir a difundir un rumor negativo sobre el adversario del directivo, mejor.

– La máscara del Comparsa. Arropar al directivo público en los actos sociales, ponencias, debates o conferencias. De este modo, el directivo no se siente solo y además el subordinado le allana presentaciones y evita “tiempos muertos”. El directivo público en su ego interno lo agradece ya que por razones de propaganda política muchos son los actos, efemérides y sesiones plúmbeas a las que debe asistir por razón del cago, y siempre se agradece la mano amiga o la sonrisa de complicidad entre el público.

4. Lo mas curioso de este fenómeno en la Administración Pública viene dado cuando el político o alto cargo cae en desgracia frente a quienes tienen mas poder que él. En ese momento, el adulador comprende rápidamente (pues su supervivencia burocrática depende de ello) que hay que “hacer leña del árbol caído” y criticarle rápidamente para ponerse a la sombra del nuevo jerarca.

5. En fin, que a Sevach le sorprende que en los Cursos de formación de Directivos Públicos se habla de «management», “liderazgo”, “empatía”, «indicadores», etc… pero siempre se olvida de la vileza de la condición humana. Se prescinde del dato notorio de que  los superiores  son sensibles a la adulación y de los inferiores que ven en la alabanza el camino hacia el ascenso. Y es que lamentablemente la erótica del poder reside en mandar y en que los demás reconozcan ese mando, y si alguien satisface la vanidad de la autoridad, el orgasmo íntimo está sentido.

Claro que en el pecado va la penitencia, pues finalmente, si el directivo se rodea de aduladores, y no tiene quien le diga la verdad o advierta de errores, estará abocado a un estrepitoso fracaso… Por eso Maquiavelo recomendaba consejeros sinceros para asegurar la longevidad del cargo.

6. En todo caso, recomiendo vivamente la lectura de un agudo post de Rosa Cobos sobre el trepa en la Administración Pública.

11 comments on “De la adulación como vía de promoción profesional

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  2. Enrique

    Sí, Sevach, pero los consejeros sinceros pueden constituir en sí mismos un riesgo para el jefe, sobre todo si éstos son mayoría.

    Por eso el «alto cargo» español más longevo de los últimos siglos siempre supo que una abrumadora mayoría de aduladores sobre unos pocos allegados capacitados y algo rebeldes, conjuraba el peligro y tenía las mismas ventajas maquiavélicas.

    Además, ello proporcionaba a los pelotas la complaciente, intelectualmente apropiada y realizadora misión de alertar y, en definitiva, proteger al caudillo de los que eran un poco «díscolos».

    Un saludo.

    • Así es, Enrique, además los aduladores se apropian del trabajo de los capacitados. El jefe no se enterará de quién partió tan acertada opinión, o estudio, o informe.

  3. peterlove

    Libros enteros podría escribir sobre esta materia, con lo que veo cada día en mi AP. Por ejemplo, hay un caso evidente de persona pelota, y siempre le ves detrás del político o políticos de turno, con la columna encorvada como si quisiese, literalmente, chupar la parte donde la espalda pierde el nombre.

    A algunos, al menos, nos queda la dignidad, que no se paga pero que sí se valora.

  4. Y al final todo esto nos lleva a que perdemos competitividad a raudales, como si nos hubieran cortado la femoral, perdemos puntuación entre los paises más competitivos a marchas forzadas, y paises como Indonesia, por decir algo, ya están a nuestro nivel y subiendo en un mundo global en el que las excusas de mal pagador no valen.
    Claro que el problema es mucho más complejo, con la educación como una cuestión fundamental, pero una Administración de Justicia bien dotada y ágil también solucionaría problemas, y una Administración Pública eficiente y ágil mejoraría drásticamente la actividad económica, o al menos favorecería que no se perjudicara más, y en eso sí importa quién esté al cargo del servicio correspondiente.

  5. contencioso

    En general, el pelota es el reverso de una moneda. En la otra cara de ésta se halla el que abusa de un poder del que dispone. Donde hay gente dispuesta a usar el poder de manera arbitraria, aparece el pelota, que es el dispuesto a vender su dignidad por las prebendas y migajas que el mal uso del poder por parte de otro pueda reportarle.

    El pelota es en fondo el menos peligroso.

    Saludos

  6. Juan Jo

    BAILANDO EL AGUA

    La adulación no es un bulo,
    hay quienes dan mucha coba,
    hay quienes lamen el culo*,
    y hay quien soba que te soba

    Hay quien hace la pelota,
    hay quien regala el oído,
    y hay quien no es más idiota
    por no entrenar lo debido.

    Hay quienes ríen las gracias,
    conscientes de que con ello
    promueven las dedocracias.

    También hay quienes padecen
    con tanto y tanto atropello,
    y de este modo envejecen.

    En el halago,
    de verdad no hay un destello,
    todo es falso y muy aciago.

    * Con perdón.

  7. Sevach, en su línea habitual de fino análisis, apunta que los manuales de liderazgo no se ocupan del adulador. Para mí, sin embargo, lo más grave es que el EBEP no dedica ni una línea al pelota (más bien al adulo-trepador), ni recoge sus derechos (de hecho el EBEP los mezcla con los del procedimiento de consolidación de empleo), ni valora sus méritos, ni el ser una figura histórica, que lejos de entrar en peligro de extinción se extiende hasta constituir la columna vertebral del «constitucional» sistema de partidos.

  8. Gracias por la referencia, Sevach. Siempre tan atinado. Respecto a este tema, reconozco que a veces me corroe la envidia por no ser como esos aduladores finos y sutiles. Incluso, en ocasiones, me comparo con ellos y no puedo evitar sentirme una imbécil. Al final acabo preguntándome ¿para qué me sirve tanto principio, tanta independencia y tanta integridad?

  9. fercame11

    En esta Administración Pública piramidal y absolutamente jerarquizada, en realidad, la adulación solo es un elemento más del mérito, que es lo que realmente sobra.

    http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=m%C3%A9rito

  10. Estimado J.R.:
    ¡Muy divertido! Cuando estaba en la Administración, un Director de Servicio se jubilaba y como yo era su subalterno todo el mundo pensaba que me iban a nombrar a mi … Bueno, todos no. Yo sabía que no me iban a nombrar a mi. En una ocasión, verbalicé mis dudas a un compañero y, sorprendido, me preguntó por qué, le dije que no creía tener las cualidades adecuadas para el puesto. Ante sus protestas y argumentos, le expliqué los míos: «Mira, hay dos clases de funcionarios, los que trabajan y los que hacen pasillo. Los que trabajan, si son buenos, pueden llegar a cierto nivel; pero no pasar de ahí: son peligrosos, porque son independientes y tienen criterio. Los que hacen pasillo tienen una ventaja enorme, tienen mucho tiempo para hacer la pelota, lo que les lleva a la cumbre con cierta facilidad, y añaden otra ventaja, como no tienen conocimiento dicen a todo que sí con facilidad».
    Naturalmente, no me hicieron Director de Servicio.
    No creo, sin embargo, que se trate de una exclusiva de la Administración. La diferencia es que, cuando un incompetente llega a una compañía, si dura lo suficiente, la compañía desaparece y con ellos los incompetentes. Así se depura el sistema. Mientras que la Administración no sólo no desparece, sino que para subsanar la incompetencia se genera un nuevo departamento administrativo que supla esa incompetencia, cuando este nuevo departamento es ocupado por otro incompetente, volvemos a empezar …
    Saludos y, como siempre, gracias

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