No sé que habrá de verdad sobre este caso que ha sido noticia , no digo alarmante pero sí indignante. Un ex miembro de la Comisión de Retribución de Caja Madrid y usuario de una tarjeta black con la que gastó 252.000 euros sin declarar, está a punto de leer su tesis doctoral, que se titula ‘Tendencias en la abstención y en la desafección política en las sociedades modernas’ aplicada al caso español», y según su director de tesis adopta una posición «muy crítica, centrada en la necesidad de mejorar la democracia».
Por si fuera poco ha sido acusado de haber plagiado su tesis doctoral, tratando la cuestión la junta directiva de la escuela de doctorado y quedando en manos de la inspección ( aunque lo del «plagio» de tesis doctorales es territorio plagado de cadáveres, muchos impunes por la habilidad en borrar las huellas, salvo algún aislado caso judicializado).
La cosa «tiene bemoles» y merece un comentario adicional.
Aunque es cierto que ser un caradura en el uso alegre de las tarjetas black en tiempos en que cuesta ganarse el pan y llegar a fin de mes, no supone lapidar al culpable, lo que llama la atención es la ausencia de escrúpulos ( no voy a decir «ética», porque parece que «ni está ni se la espera») para mirarse al espejo y tener la decencia de no someter a su Universidad, que es una institución pública, al trance o papelón de visar una tesis doctoral, que en cuanto a la forma, utilizando tal título, suena a choteo ( me imagino al Dioni con su tesis sobre » Medidas de Seguridad en bancos»), y en cuanto al fondo, bajo sospecha del que puede ser el mayor baldón de un docente (el plagio en lo que se supone su puerta al doctorado).
Claro que pensándolo bien, cuesta creer en un plagio sobre los defectos de la democracia cuando tiene a mano su propia experiencia «enriquecedora» (en el doble sentido de la palabra) para demostrar el parasitismo que aqueja a la democracia. Y además quizás abre paso a la nueva figura de los Doctorados «Deshonoris causa».
No le faltaba razón a Faulkner en aquello de » Se puede confiar en las malas personas; no cambian jamás». Pero lo suyo sería tener la gallardía para reconocer los errores ( siguiendo la senda abierta por el que fuera Rey Juan Carlos tras los incidentes de Bostwana) y embarcarse en otras actividades que no perjudiquen a las ya maltrechas instituciones públicas.
Bien estaría que nuestros personajes de la vida pública repasasen para sí la famosa «Carta de Lincoln al maestro de su hijo«, que bien leída y asumida, evitaría males mayores (aunque no deja de tener su gracia que esa misma Carta ha sido cuestionada en su autenticidad).
Y como ya es viernes, casual day, aquí dejo este curioso anuncio, que alguien ha rescatado del baúl de sus recuerdos, y que podría ofrecer una salida a nuestro personaje o a tantos golfos que parecen aflorar en nuestro país.
Muy bueno tu artículo. Un placer leerte.
Gracias, Elena. El placer es mío porque lo leáis y os guste.
In qua urbe vivimus, in qua gente sumus, quam rem publicam habemus? (CICERON, Discurso a favor de Catilina). Mis felicitaciones por dar siempre en la llaga, llevo siguiendo tu blog desde hace un tiempo (desde que lo descubrí) y cada día es mejor.
Simplemente….bravo Sevach!!!!-como siempre-
Me intriga no saber el nombre del doctorando. Pierde mucha fuerza el argumento sin esa información.
Tranquilo Juan: pincha al comienzo del artículo en el enlace a la «noticia» y tus plegarias obtendrán respuesta. Un saludo.
Gracias mil. Una nueva vuelta de tuerca en la lucha contra este estado de cosas es también decir el nombre del pecador. Al menos que esa sanción pública quede siempre vagando por el proceloso mundo de internet. Gracias Sevach y gracias siempre por tus artículos y comentarios. Es un blog estupendo, instructivo y divertido.
El artículo sigue la tendencia del anterior relativo a la condena por plagio electoral; en ambos se omiten los nombres de los protagonistas de forma incomprensible pues no existe ningún problema de protección de datos.
Si pinchas el enlace al comienzo de la noticia, verás los nombres que persigues. En todo caso, te comento que a mi no me frena la protección de datos sino mi propia idea de lo que debe ser un blog, mi blog, exponer hechos y cuestiones y abrir debate, no crucifixiones. Un saludo
Me maravilla Sevach, como alternas los post técnicos con los periodísticos. Enhorabuena por seguir dandole salsa al árido Derecho público.
Si es cierto, pero no podemos olvidar al Lazarillo de Tormes, son ellos o somos todos? Creo que ha llegado el momento de cotradecir a Ortega y Gasset, sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa.
DE GOLFOS, GOLFADAS
¿Dónde estará la magia del que plagia?
¿Y los dedos de frente del que miente?
Donde la sopa boba del que roba
y en la lujosa finca del que trinca.
Nunca vióse tinglado tan GRANADO
ni conocióse empresa tan diaBLESA
que usase con tal jeta la tarjeta
y con tal desenfreno el parné ajeno.
¿Tú de qué vas pequeño NICOLÁS?
¡Anda que el trago del señor MONAGO!
Desmán tras desmán. Todo en este plan.
Y este relato no es de hace un RATO,
viene de lejos lo de estos pendejos
famosos por sus vicios tan viciosos.
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