Lenguaje

Un jurista que escribe bien se ayuda a sí mismo

corregirPor lo general, los escritos forenses, ni de los letrados ni de los propios jueces, son un modelo de sintaxis, ortografía y riqueza léxica. La jerga, la precipitación o los “corta y pega” generan mala literatura jurídica en formato procesal.

 

No debe olvidarse que los informes, alegaciones o sentencias son «mensajes» y el errado uso del medio afecta a lo que se comunica: en primer lugar, porque lo oculta o tuerce (y entorpece la lectura al distraer al lector); en segundo lugar, porque deja una pésima imagen profesional del letrado (descuidado y/o mal formado); y en tercer lugar, porque incomoda al destinatario (se frivoliza y pierde seriedad el mensaje).

 

Por eso, un buen letrado («hombre de letras») no solo debe «leer» y «escribir» sino educarse en ortografía y sintaxis (ya que la «caligrafía» ha sido enterrada por la informática).

 

Confieso que cometo y he cometido numerosos errores en este blog, en mis libros y en mis escritos profesionales pero al menos intento mejorar y corregirme. De igual modo, creo que no sobra que los letrados no lean solo libros de derecho sino que enriquezcan el léxico con lecturas de otros campos que de forma sutil aflorarán en la vida profesional.

 

Así que tras leerme el delicioso libro “Palabras Mayores: 199 recetas infalibles para expresarse bien” (Vox, 2015), de Alberto Gómez Font, Xosé Castro, Antonio Martín Fernández y Jorge de Buen, he aprendido infinidad de cuestiones, sobre semántica, sintaxis, ortografía e incluso composición de textos para edición. Una auténtica joya, con un estilo ameno y lenguaje directo. Pero lo mas importante es que ofrece soluciones alejadas del academicismo pero sin pérdida de rigor.

 

Pues de entre las numerosas cuestiones útiles de la obra, me limitaré a indicaros unos pocos y sencillos usos de lenguaje que tienen relevancia en el ámbito jurídico y que muchos descuidamos o pensábamos que actuábamos correctamente.

 

Espero que os sirva como complemento del post general que dediqué en su día a los gazapos y errores formales en los escritos procesales.

 

Aquí va siete útiles criterios, sencillitos pero que nos evitarán algún sonrojo.

 

1. Los autores se apoyan principalmente en el Diccionario Panhispánico de dudas y la Ortografía de la lengua española, de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Citaré únicamente los que me han llamado la atención y me parecían útiles en el ámbito jurídico.

 

  • Miembra, es término correcto. Pese al choteo en el año 2008 por utilizar una ministra la palabra “miembras”, pues es una palabra que, al igual que “socio” pasó de formulación exclusivamente masculina a común (socio, cia). (P.50).Pese a lo dicho, curiosamente el Director de la Real Academia Española opina que si «se llama miembro a los hombres y miembras a las mujeres, habrá que empezar a llamar miembros a los brazos y miembras a las piernas».Recetas infalibles

 

  • Abolir se consideraba tradicionalmente como defectivo, esto es, verbo que solo se conjuga en determinadas formas (las que tenían la letra i en la desinencia), de manera que se podía decir “abolíamos” peor no “agredo o abolemos”. Ahora son verbos que admiten todas las formas y conjugación completa (p.53).

 

  • Los prefijos “trans” y “post” pueden utilizarse, e incluso se recomienda, con la formula simplificada “tras” y “pos” (c on la única excepción de casos de palabras que comienzan por s).

 

  • El uso del verbo “cesar” tenía valor transitivo pero se consideraba uso incorrecto (“el Gobierno cesó al ministro”) pues en los diccionarios figuraba como intransitivo – Diccionario Panhispánico de dudas -2005- siendo por entonces lo adecuado utilizar otros verbos como destituir, despedir, echar, etc. Ahora ya es correcto considerarlo transitivo. En efecto, aunque el Diccionario panhispánico de dudas en su edición de 2005 lo consideraba intransitivo, ahora cuenta con una acepción transitiva que zanja las dudas.

 

  • Uso de gerundios en la jerga administrativa para completar sustantivos (“la ley estableciendo la mayoría de edad”, “el reglamento prohibiendo el consumo”, etc). Lo correcto sería “la ley que establece”, “el reglamento que prohíbe”,etc.

 

  • Las referencias a cargos van en minúscula pues no son nombres propios: Notario, Juez, Ministro; también van en minúscula las referencias normativas: ley, orden, estatutos, reglamento, etc. Sobre el uso de mayúsculas en el campo normativo, este estupendo post  de Javier Badía nos lo aclara.
  • Se escriben con letra los números del cero al nueve y el resto con números.

 

Claro que el legislador va por libre, sirva de ejemplo el que he pescado al azar del BOE.

 

2. Ser buen jurista no se consigue teniendo la base de datos legislativa y jurisprudencial a mano. No basta, y me permito ofrecer  algunos consejos útiles, quizá mas sabidos que utilizados:

 

a) Tener el Diccionario como herramienta auxiliar junto a la Constitución – o ante la menor duda acudir al buscador de la RAE-; utilísimo para los que no lo conozcan, el DIRAE – Diccionario Inverso de la RAE, que permite buscar palabras o frases con términos próximos o con la definición);

 

b) Aplicar el corrector ortográfico de las aplicaciones de tratamiento de textos;corrector

 

c) Releer el texto final o confiar a un tercero su lectura (nos sorprenderemos de erratas, deficiencias y prejuicios lingüísticos que acumulamos; ¡a poder ser, la lectura en momento distinto, tras dejar reposar el texto!

 

d) Además de conseguir la legibilidad del escrito, cuídese del orden, la numeración, la estructura, y el discurso lógico: un escrito confuso revela una mente similar y posible desafuero.

 

Y por supuesto no olvidarse que lenguaje jurídico es técnico y tras los tecnicismos está el rigor y la precisión. ¡Cuántos pleitos se pierden por la errada terminología en la descripción jurídica de la situación litigiosa!

 

Quizá los lectores ya conocían aquéllas curiosidades y estos consejos, pero me temo que alguno se ha quedado sorprendido por los últimos giros de la Academia, y si es así, habrá merecido la pena este post. Y si no, pues os recuerdo, como enfoque de fondo mas que de forma, mi post sobre las palabras jurídicas mas bonitas del Diccionario.

 

NOTA DE SOCIEDAD.- Este próximo jueves, 22 de Octubre, he sido invitado a participar en dos mesas redondas en las Jornadas organizadas por el Colegio de Abogados de Badajoz sobre «Temas procesales candentes de la jurisdicción contencioso-administrativa» según este Programa, así que será un placer saludar y cambiar impresiones con los seguidores del blog que tengan a bien asistir.cheers

6 comments on “Un jurista que escribe bien se ayuda a sí mismo

  1. Amaia Gómez Etxabe

    Muy aclarador lo de escribir con letra los números de uno al nueve.

    Siempre me había preguntado por que lo hacían así. Está bien saberlo.

  2. Amaia Gómez Etxabe

    Otra más. Aunque suene raro, setiembre sin p es correcto

  3. Meg (@mejugenia)

    Se lo voy a mandar al chico que tengo del Máster de prácticas de la abogacía, porque parece mentira que haya terminado la carrera…

  4. Respecto a la frase «Claro que el legislador va por libre…» me gustaría apostillar que tal apreciación pudiera desarrollarse y destacarse a su través una perversión institucional que he advertido hace años, la cual, además de que me preocupa por lo que representa, me parece que tiene una trascendencia que no se ha valorado debidamente.
    Me refiero a la desautorización que el Legislador hizo en su día a la Real Academia de la Lengua Española desoyendo su dictamen sobre el uso de la palabra «género» y por tanto desoyendo también sus propuestas alternativas e imponiendo dicha palabra, la cual, aunque existía en castellano, carecía de una acepción en el sentido en que es usada en el mundo anglosajón (mundo en el que la pudibundez más provinciana llevó en su día a utilizar el vocablo «género» como sinónimo de «sexo» usando aquél como excusa para no utilizar este y evitar así ruborizarse demostrando ser personas más bien infantiloides e inmaduras).
    En mi opinión, aquella «maniobra» orquestada por un movimiento feminista que optó por promocionar esta palabra a partir de una convención sobre la materia celebrada en Pekin en 1995, solo condujo a la desacreditación del sistema mediante el que nos hemos regido históricamente pasando a ser a partir de entonces la Real Academia no la que fija, limpia y da esplendor sino la que se somete a lo que el Legislador impone.
    Y es de destacar que si el fondo de la cuestión es que hasta entonces la Academia daba entrada en el Diccionario de la lengua a las palabras que se habían ido introduciendo progresivamente en el lenguaje de la calle, en esta ocasión se funcionó a revés, esto es, primero se impone la palabra, la Academia la acaba incorporando y más tarde se empieza a utilizar con normalidad en el lenguaje de de la calle. Genial. ¿Quién es ahora la autoridad con competencia en materia de lenguaje? ¿Qué fuerza han de tener a partir de entonces las afirmaciones de uno y otro tipo que pueda hacer la Academia?
    En cualquier caso nada obsta a que sigamos el buen consejo dado en este post. Lo que yo quería destacar es que en nada ayudan maniobras desafortunadas como la que he recogido y que pueden llevar a muchos a perder la confianza en la desacreditada RAE de la lengua (o Lengua) y el interés por escribir conforme a los dictados de la misma.

  5. Hammurabi

    Ha dicho usted «que la “caligrafía” ha sido enterrada por la informática»; no cree, que se debe establecer un criterio unificado sobre el tipo y tamaño de letra, que se debe utilizar en los escritos jurídicos?

  6. Muy necesario este artículo, muchas gracias. Opino que donde dices «un buen letrado («hombre de letras») sería mejor decir «persona» de letras, sobre todo teniendo en cuenta que hoy en día las mujeres somos más del 50% de los titulados en Derecho.

    Saludos,

    Francisca

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