Sobre los empleados públicos

Libros de colorines para la evaluación del profesorado

profesores El segundo libro más publicado en la historia tras la Biblia era el llamado Libro Rojo de Mao. En los años setenta Estados Unidos cerró el llamado Proyecto Libro Azul sobre los avistamientos de ovnis y estrategias de actuación. La Comisión Europea aprueba periódicamente Libros Verdes para promover reflexión y debate sobre temas de interés comunitario. Hace meses el Gobierno catalán anunció un Libro negro de la recentralización para mostrar los agravios estatales contra el nacionalismo. Y ahora nos ha tocado el Libro Blanco de la profesión docente de José Antonio Marina, encargado para el gobierno como la solución mágica que conseguirá buenos profesores y mejores alumnos.

 

Que hacen falta cambios sustanciales en la política educativa es indudable. No deja de ser revelador que en el centenario de la presentación de Einstein en Berlín de la teoría de la relatividad, la inmensa mayoría de la población considera cándidamente que toda la aportación del viejecito de pelo blanco revuelto que sale en las camisetas con una formulita se limitó a la versión sabionda de la enseñanza de los versos del asturiano Ramón de Campoamor «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira».

 

Así como es incuestionable la talla intelectual de José Antonio Marina, me temo que buena parte de sus planteamientos serán inviables, pues parafraseando a Don Quijote, “con la Administración hemos topado, amigo Sancho”. Veamos.

1. Me centraré en una de las ideas nucleares para conseguir mejores docentes, relativa a que los buenos profesores cobren más que los malos, lo que solo puede merecer aplausos como los que recibió la idea ratuna de poner cascabel al gato. Si acudimos a todos los Libros, informes de expertos o programas políticos educativos de los últimos treinta años, comprobaremos que siempre se ha manejado tan original medida, acompañada del mantra de la evaluación objetiva del desempeño del trabajo, al abordarse la reforma del estatuto de los médicos, policía o jueces, y de los funcionarios en general.

 

Basta asomarse al Preámbulo del Estatuto Básico del Empleado Público aprobado en 2007, aplicable a los dos millones largos de empleados públicos, con su insistencia en la evaluación periódica de los empleados que vincule parte de las retribuciones “a la productividad o al rendimiento” con lo que “se introduce así un factor de motivación personal y de control interno (…) pues resulta injusto y contrario a la eficiencia que se dispense el mismo trato a todos los empleados, cualquiera que sea su rendimiento y su actitud ante el servicio”. Con estas bonitas intenciones, el Estatuto contemplaba el diseño de la carrera profesional, evaluación e incentivos, y ocho años después nos encontramos con un panorama tragicómico. En la Administración del Estado no se desarrolló reglamentariamente la carrera profesional, y las Administraciones autonómicas o locales que se atrevieron, se limitaron a disfrazar el pago de quinquenios o complementos retributivos vinculados a vertientes absolutamente ajenas al esfuerzo personal y calidad de su labor (antigüedad, cursos formativos, etc).

 

evaluacion del profesorAl igual que la evaluación de los empleados públicos en general ha sido un fracaso total (con la solitaria excepción de la evaluación de los méritos investigadores en el ámbito universitario), la evaluación del personal docente pretendida por el Libro Blanco posiblemente naufragará. De entrada los parámetros que ofrece para evaluar son un auténtico sudoku, inaccesible al diseño normativo acertado: formación y curriculum, progreso educativo de los alumnos, observación del docente en el aula, evaluación de resultados del Centro y/o de los profesores aislados; opinión de los alumnos, relación del docente con las familias, participación del docente en actividades del centro y evaluación por parte del claustro. Casi nada. Todo en uno.

 

2. Pero si ya es difícil pasar ese camello cargado de criterios por el ojo de la aguja de la Ley, cualquier medida retributiva encaminada a incentivar a los mejores tiene que superar varios filtros.

 

En primer lugar, el filtro de la voluntad política. Una reforma de ese calado comporta medidas de gasto público para establecer procedimientos, para pagar a los mejores, para recolocar a los peores y para acallar el descontento de los medianos. Además los incentivos que se consolidan requieren nuevos incentivos para que no se pare el estímulo para mejorar.

 

En segundo lugar, el reparto de competencias entre Estado y Comunidades Autónomas en materia de educación y estatuto del personal docente dificultará un sistema de estímulo o castigo homogéneo en España, de manera que la aspiración de contentar a los buenos profesores se tornará en quejas por agravios comparativos.

 

En tercer lugar, la posición de los sindicatos suele caracterizarse por reivindicaciones maximalistas e igualitarias. O sea, que se gaste el máximo en retribuciones y que se gaste por igual para todos, y además se opondrán con uñas y dientes a que se penalice con traslados o recortes retributivos a los malos profesores.

 

Y por último, como no, el espíritu ibérico. A todos como ciudadanos nos parece bien que evalúen a los profesores pero según nos vaya la feria de nuestros hijos en edad escolar, confundiremos ser buen profesor con el profesor que coincida con nuestras ideas, o con el que apruebe a nuestros hijos o con el que nos resulte de aspecto agradable o cualquier otro factor que se nos antoje.

 

3. Por eso me atrevo a pronosticar que el famoso Libro Blanco está llamado a seguir el destino de las ocurrencias de sus predecesores: unas bonitas ideas para abrir unos debates con la virtud de mantener entretenida la ciudadanía bajo el espejismo de que se están haciendo grandes cosas. Finalmente, el Libro Blanco quedará en vía muerta y dejará de ser prioritaria la educación, pese a lo sencillo que resultaría adoptar el modelo de aquéllos países de la Unión europea cuyo rendimiento escolar sea avanzado, pero aplicando con valentía la cirugía precisa de hábitos y reglamentos que enredan la educación de nuestros hijos.

 

paz profesor

4. Mientras tanto seguiremos dejando libres a los dos profesores mas populares de nuestros hijos. Desde el hogar, la profesora televisión con sus programas basura, reality show y dosis de consumismo o violencia, compitiendo con el ordenador personal en que el menor navega en busca de su propio programa favorito. Y además, acompañando a nuestros hijos en todo lugar, el profesor Smartphone con sus redes sociales, videos y músicas, que sumen al menor en una burbuja sin inquietud intelectual.

 

Y estos dos profesores están muy bien evaluados: por los poderes públicos que dejan que la libertad de mercado imponga contenidos; por los padres que dejamos que suplan la labor educativa y como no, extraordinariamente bien evaluados por los propios alumnos.

 

NOTA.- El anterior artículo fue publicado en el Diario La Nueva España de Oviedo del pasado sábado 12 de Diciembre, si bien ahora lo publico en el post con algunas ampliaciones, las cuales fueron omitidas por razones de espacio.

 

Por cierto, La Nueva España se hizo eco noticioso de la presentación de mi último libro, «La mirada de Einstein sobre el Universo jurídico» (Amarante, 2015). ¡Un buen regalo de navidades!

 haz click

 

2 comments on “Libros de colorines para la evaluación del profesorado

  1. Anonimo

    Por no mencionar que ya se intentó en otros paises, con espectaculares fracasos. Se ve que Sr. Marina no se ha leido Freakonomics, de Steven Lewitt, donde menciona las trampas que hacian profesores estadounides para lograr mejor evaluacion y aumento de sueldo: subian la nota a los peores alumnos para que la media de la clase aumentase.
    La evaluacion puramente objetiva profesorado sencillamente no existe. La unica manera de conseguir algo parecido es el cheque escolar y permitir que cualquier alumno acuda a cualquier colegio con independencia de la zona escolar, en este caso los alumnos (sus padres) votarán con su dinero quien es mejor profesor, valorando precisamente todas las cuestiones que desea el Sr. Marina.

  2. Impagable articulo. Regalo navideño de nuestro anfitrión. Felices Fiestas a todos.

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