Ha fallecido mi admirado Leonard Cohen y dado que este es un blog de derecho me limitaré a indicar que, mas allá de sus canciones intimistas, poéticas y bellísimas con voz personalísima, no se libra nadie de los litigios.
Dicen los australianos que en vida se tiene una experiencia religiosa mística, dos enamoramientos auténticos y tres pleitos que te dan quebraderos de cabeza. Y de la maldición no se libran los famosos, ricos ni bellos. Veamos…
Pues bien, en 2005, Leonard Cohen demandó a su representante artística (durante 17 años y ocasional compañera), Kelley Lynch por apropiarse de 5 millones de dólares, que eran todos sus ahorros. A su vez, Cohen fue denunciado y acusado de extorsión y difamación, por su asesor de inversiones, Greenberg.
Por si fuera poco, posteriormente tuvo que demandar a su representante por acoso e insultos mediante correo electrónico y telefónico.
Aunque ganó el pleito (con su representante condenada a pagar 9 millones de dólares y habiendo alcanzado con su asesor de inversiones un acuerdo extrajudicial confidencial), lo cierto es que el dinero se había esfumado, así que tuvo que regresar a los escenarios en 2008 a los 73 años, y aceptar publicidad televisiva, entrevistas y todo lo que cosechase dinero.
Lo curioso es que para pagar las costas procesales, pese a ganar, nuestro célebre canadiense tuvo que hipotecar su casa. Y además no se libró de pagar impuestos. Se ve que el derecho, la justicia y la lógica no siempre van unidos, ni en EEUU ni en España.
Pero tristemente ya se han acabado todos sus pleitos y necesidades financieras.
Aquí está un video con una preciosa canción como homenaje al artista, que siempre me emociona. Disfrutadla, que es viernes y unos minutos de relax bien empleados estarán.
Gracias por el Post. La vida le dió y quitó como a todos. Espero que haya tenido una muerte sin sufrimiento. Descanse en Paz.
Amanece el frío. Ese que se queda pegado a la pared del alma. Se ha ido el poeta de la música, Leonard Cohen. Se ha ido la emoción hecha melodías y versos. Cierro los ojos y le recuerdo en aquel concierto en Bilbao, hincado de rodillas y susurrando la más hermosa de las canciones. Descansa en paz, yo me quedo contigo y murmuro bajito uno de tus pensamientos: “No me considero un pesimista. Creo que un pesimista es alguien que está esperando que llueva. Y yo me siento empapado hasta los huesos”
Pd. Gracias Jose por recordarlo.
Hermoso epitafio, Ana.
Reblogueó esto en ACALANDAy comentado:
Cuando fallece un trovador que toca el corazón, nada sigue igual
Sencillamente: MARAVILLOSO
Rosario
¿Alguien tiene el telefono de Información de Australia?. Quiero reclamar mi experiencia religiosa mística, que de enamoramientos y pleitos voy servido.
Dijo Leonard, el trovador de los seis acordes, que al morir le gustaría reencarnarse en el perro de su hija, también dijo que uno no se libera nunca de su propia estupidez. Seguramente el humor y la rebeldía le liberó a él mucho antes de la que se estingue con la parca.
Hubo un tiempo en que la contracultura era un valor, fresco y espontáneo, sensible y sentimental. Hoy lamentablemente, casi siempre es la nota predominante y signo de una neta decadencia. Confiemos en que de su semilla florezcan nuevos talentos que iluminen el mundo con sus obras. D.E.P.
Buenos días:
A continuación mando un enlace del discurso de este hombre (q.e.p.d.) que recoge el discurso subtitulado cuando recogió el premio príncipe de Asturias, para mí magnífico…..
https://www.youtube.com/watch?v=x-27-q7biKs
Un tipo GRANDE.
Saludos y buen finde para todos
Pingback: Estaba preparado para morir | Derecho y Salud no van siempre de la mano
Me caía simpático y me gustaban algunas de sus canciones, a pesar de su pensamiento inconsecuente, como el de todas las celebridades del universo progre que son incapaces de practicar con el ejemplo y luego se permiten dar lecciones a los demás de solidaridad viviendo ellos como marajás. Al final su amante se hartó y se largó con la pasta o previamente la despilfarró, o la mal administró mientras él jugaba a asceta sin preocuparse de nada (eso sí, viviendo a cuerpo de rey). Pero pensaba que eso sólo les podía pasar a los demás. Enternecedor. Hace poco leí una entrevista en la que decía que estaba cansado y que sólo le quedaba esperar a la muerte. Gran pérdida, D.E.P.
Gracias, muchas gracias.
Espectacular…
Imprescindible ver el discurso que dio al recoger el Príncipe de Asturias, que amablemente aporta Generoso Tato Becerra.
El se fue al parque junto a su casa para escuchar al músico español . Ayer ( en mi receso laboral ) me fui al parque a escuchar en silencio El pequeño vals vienes interpretado por Silvia Pérez Cruz en homenaje al susurro que llevaba sombrero .
Reconozco, no con cierto rubor, que nunca he sido capaz de apreciar el arte musical de Leonard Cohen. Con toda sinceridad ha de admitir que me aburre e entristece escuchar la mezcla personalísima de su voz y acordes musicales. En mi descargo he de decir que ello viene originado, más allá de mis notorias limitaciones musicales (pues, aún a pesar de ellas, ha sido capaz de admirar, apreciar y seguir -a veces, aguantar-, a otros canta-autores –evidentemente menores- considerados difíciles, profundos, intensos -hasta llegar al exceso- e, incluso, por qué no decirlo, plastas), por una cierta aprehensión hacia el indicado que proviene de mi juventud al haber sido –prácticamente- “obligado” a escucharlo, de forma constante y “obligada”, por un –entonces- amigo y auténtico devoto del mismo que siempre ponía las cintas de sus canciones.
Sea como fuere, la anterior excusa –que por muy real y humana que sea resulta claramente insuficiente y limitada en el tiempo – no me descarga de culpa, máxime cuando desde siempre he sido plenamente consciente, y no sólo intuido, que con esa renuncia a esforzarme a escuchar –no sólo a oír- a Leonard Cohen me estaba perdiendo algo bueno, a veces, muy bueno, y, sobre todo, diferente, personal, inclasificable y puro, mezcla mitad recitada –y con qué dicción-, mitad cantada –y con qué voz- y musicada –y con qué música- de sentimiento, profundidad, sensibilidad y visión diseccionada -poética, critica y social- del mundo, la vida, el amor, las pasiones, el fracaso, y, finalmente, la muerte.
La visión y audición del discurso de Cohen en la entrega del Premio Príncipe de Asturias que oportunamente hace llegar Generoso Tato Becerra (más allá de lo que dice, que es mucho, destaca cómo lo dice, su elocuencia y emotividad, la sinceridad y “aparente” sencillez de lo que cuenta y su dominio del escenario), me ha vuelto a acercar a Cohen, retrotraerme treinta y cinco años en el tiempo (los buenos artistas son los que vencen el tiempo y acaban conquistando, antes o después y en mayor o menor medida, a todo aquel que está dispuesto a aprenderlo y disfrutarlo) y volver a plantearme escucharlo –no sólo oírlo- y leerlo sin prejuicio alguno y con ánimo de convertirme en un converso del mismo.