Sobre los abogados

El consuelo del jurista desencantado

llorosAyer me tropecé con un amigo abogado en la calle. Cabizbajo y con gesto serio. Le pregunté cómo le iba y me confesó que a sus cincuenta años estaba a punto de arrojar la toalla de la profesión. Que acababan de inadmitirle un recurso de casación ante el Supremo, que la Sala le había desestimado la sentencia original sin haberle aceptado las pruebas y además él estaba convencido, no solo de tener razón de fondo, sino que el cliente estaba enfadado con él y se negaba a pagarle. Por si fuera poco, el cliente era pariente próximo y mi amigo se veía con la reputación hundida.

Para más inri, llevaba una racha de varapalos judiciales de corte similar, y los pagos fijos del bufete le ahogaban.

Intenté consolarle con los viejos tópicos. Que….

Que todo cambiará.

Que ganar o perder es la grandeza y miseria de la profesión.

Que es notorio y estadísticamente demostrable que un elevado porcentaje de los pleitos se deciden por cuestiones y circunstancias completamente ajenas a la pericia de los abogados.

Que se notaba que la economía se dinamizaba y la administración arrancaba con el gasto, que el urbanismo despertaba, que las oposiciones se convocaban, que las subvenciones se incrementaban… y que, en definitiva, un nuevo semillero de pleitos se oteaban en el horizonte.

O sea, le espeté mis consejos para recobrar la autoestima tras perder un litigio.

Le insistí en que un puñado de pleitos no pueden marcar el rumbo de una vida. Le recordé que en la Facultad él siempre era optimista y nos animaba y además que siempre había admirado su esfuerzo y talento jurídico (¡ciertísimo!).

Al final de un montón de argumentos, y palmaditas, y dos cañitas, sonrió y me dijo que lo cierto era que la abogacía era la profesión que le gustaba, que tenía el veneno dentro del reto jurídico, que no sabía hacer otra cosa, y que era mayor para cambiar.

Entonces aproveché para contarle que se acababan de cumplir los 80 años de la muerte del dramaturgo Muñoz Seca, autor de la increíblemente divertida  “La venganza de Don Mendo”, y le conté el diálogo tragicómico vivido instantes antes de su muerte por el genial autor; parece ser que cuando iban a fusilarle en Paracuellos (1936), comentó a sus verdugos:

Podréis quitarme la cartera, podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, podéis quitarme hasta la vida; sólo hay una cosa que no podréis quitarme, por mucho empeño que pongáis: el miedo que tengo.

Cierta o no la anécdota, aunque verosímil dada la personalidad del autor, me sirvió para exponerle a mi amigo la moraleja de mantener la grandeza y la lucha ante la adversidad. Hay que ser genio y figura hasta la sepultura. Y no dejar de remar en la inundación y la tormenta.

Aproveché igualmente el aniversario de la muerte de Muñoz Seca para explicarle que los pleitos tienen una dimensión lúdica y azarosa, en que las reglas del juego procesal te santifican si sabes utilizarlas o te condenan, y le apunté que la ciencia del derecho está lastrada como el juego de naipes de las siete y media, así que le recité los únicos versos que conozco de La venganza de Don Mendo, que podrían servir de referencia a todo abogado, mutatis mutandi:

Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!

En fin, aquí está la escena de vídeo donde se despacha el juego de las siete y media en la genial obra de Don Mendo, y nos provoca la sonrisa el actor José Sazatornil. Al menos mi amigo, se fue tranquilo, con la cabeza alta y dispuesto a seguir luchando en el foro. Algo es algo.

38 comments on “El consuelo del jurista desencantado

  1. María

    Pues de niña era muy fan de esta obra pero hasta ahora no había caído lo acertado del paralelismo entre el juego de las siete y media y el azar de los pleitos…

  2. Pilar Pérez

    Suerte para el amigo, saldrá adelante porque tiene decencia. Si no la tuviera, no se sentiría mal. Y, efectivamente, la resolución de muchos pleitos nada tienen que ver con la pericia del abogado, ni con las pruebas, ni con las alegaciones, ni con los hechos, ni con la ley ni con la jurisprudencia. Conocer por qué salen de una u otra manera pertenece al terreno de las artes adivinatorias.

  3. Además de todo, Señoría, eres fundamentalmente un ser humano bueno.

    • Pilar Pérez

      No lo diga ud. muy alto, que ya verá como viene alguien y nos fastidia el blog

  4. Basseta

    Pasé en mis inicios de la profesión por etapas de desconsuelo y un buen compañero mío decía que «ni cuando ganas el pleito eres Supermán, ni cuando lo pierdes eres una mierda».

  5. Julio Planell Falcó

    Mis felicitaciones a J.R.Chaves, por su brillante exposición expuesta con cierto humor de un genial jurista.Fdo.: Julio Planell Falcó, Abogado 2044 del ICACS.

  6. MANUEL

    El pesar por perder un pleito se agrava cuando el afectado se dispone a leer las razones con las que se argumenta la sentencia de corta y pega. Es en ese momento, cuando la desazón nos invade y sobreviene el descrédito. Podemos observar en esos textos: la desidia, el sectarismo político, la negligencia, el absentismo….y rara vez, sobreviene un brillante razonamiento que nos hace aceptar nuestra equivocación…. En estos casos, la aceptación de esa negativa sentencia, nos reconforta.

  7. Realmente el panorama que describe el desolado compañero es bastante parecido al que percibo en el ambiente general. En 14 años de ejercicio nunca he visto ir las cosas a mejor en justicia, con lo que lo que preveo es más complicación en el futuro. La sensación es que, en abstracto, es mejor tener que defender un pleito perdido, que siempre se puede ganar. El pleito aparentemente más viable es el de mayor riesgo, sobre todo en vía civil. En el contencioso al menos hay una ponderación en las costas que impide el desastre monumental, cosa que en vía civil es bastante frecuente. Cada día las chapuzas son más, en cada simple trámite, porque hay mucha saturación, mucho hartazgo y nadie se planta. La primera que no lo hace es la abogacía institucional.

    Hay excepciones, por supuesto, pero en los últimos años he sufrido cosas tales como que me estimaran un precario en contra de mi cliente tras haber acreditado la titularidad registral del bien (aunque luego me reconocieron en aclaración el error -por olvido- y me emplazaran a solicitar la enmienda a la Audiencia, en lugar de decretar la nulidad), que un TSJ me decretara en sentencia que el procedimiento especial de derechos fundamentales (acceso a la función pública, vulneración del EBEP y de la RD 276/2007) no era el cauce oportuno (nadie dijo nada en el momento procesal pertinente) y por ello no analizaba las posibles vulneraciones de la legalidad ordinaria, desestimando el recurso, todo ello con un informe Fiscal pidiendo la estimación (cosa que, por suerte, se enmendó en el Supremo), o más recientemente, tener que requerir en un Primera Instancia que dieran traslado a la demandada de la demanda, que ahora existe ese trámite, para no encontrarme con una nulidad el día del juicio verbal que habían señalado directamente. Por no hablar de un juzgado concreto que, siendo mixto, puso todas las sentencias civiles con un modelo de sentencia de juicio de faltas, declarando de oficio las costas en todos ellos. Y ya no sigo, pero tengo muchos más ejemplos. La cosa está muy complicada y no solo por el mercado.

    Frente a este escenario, cuando a uno le entra un cliente por el despacho tiene dos opciones. Una es contarle que la justicia es un riesgo imponderable más allá del análisis jurídico material y procesal de un asunto, y asumir con ello la pérdida del cliente. Ya hace mucho tiempo que vengo practicando de esta manera para poder dormir tranquilo. Ánimo al compañero, un saludo a todos y muchas gracias a J.R. Chaves por su post.

    • Pilar Pérez

      Dificultades y serias, para confiar en la Justicia. Un estado donde no manda la ley, se podrá llamar cualquier cosa, menos Estado de Derecho. Saludos

      • Pilar, te leo con tanto cariño como al hombre bueno excepcional que es Nuestro Señoría. Creo que es demasiado modesto para darse cuenta del tremendo favor que hace a una justicia indigna cual es la española. Un Juez como él no se encuentra facilmente en lugar alguno del mundo. Le guste o no, PASARÁ A LA HISTORIA.

  8. DiegoGomez

    Gran entrada Sevach!
    Muchas gracias también de parte de tod@s los que ejercemos esta noble pero a veces ingrata profesión.
    Buena semana a tod@s

  9. Escéptico

    En mi provincia (prefiero omitirla) ha llegado un juez de lo contencioso procedente de un juzgado de lo social; y en los varios casos que conozco (no soy abogado, pero me manejo en el mundo administrativo) anima a las partes a que se pongan de acuerdo… Esta actitud me lo han dicho tres abogados distintos, uno de ellos de un sindicato, que lleva muchos casos.
    De tal modo que aquí la Administración ha adquirido una prepotencia impensable porque ¿quién se pone a negociar con ella en condiciones de igualdad?
    Mi pregunta es: ¿de qué modo se puede hacer llegar » a quien corresponda» este insólito proceder? Porque es el único juez de lo contencioso que hay en la provincia…

  10. Martin Bueno

    Si conociera lo que es la sala 3 del TS no se llamaria a engaño el abogado frustrado. Yo les conozco bastante he visto sus miserias y les considero un Casino judicial donde la banca siempre gana. Son leales defensores de la impunidad
    e inmunidad de los abusos de poder
    Salvo alguno como Peces Morate ya jubilado, a los demas se les debia de volver a sus antiguos puestos. La abogacia institucional CGAE ICAM son sus complices y es que ellos disfrutan de sus favores.
    Un panorama digno de un alzamiento publico de los abogados. Pero no tienen un Espartaco o Viriato que les dirija y destruya a los malos.

    • Pilar Pérez

      Pone la gallina en piel (como decía Luis Aragonés que decía Cruiff)

  11. Manuel

    Muchas gracias Sevach… maestro, para mi, porque conseguí recuperar un procedimiento cuasi archivado (que parecía me habían «perdido otros»), gracias a uno de tus artículos.
    A pesar de que, cuando Ronald Dworkin define al jurista ideal, retrata a una persona de mis características (algo bajo en el aspecto procesal) y Herbert Hart le contesta diciendo que «con razón tiene que llamar a su juez Hercules» ; no consigo ganar un juicio…aunque, de momento, tampoco perderlos, solo dilatarlos.
    Creo que he comentado en este foro, que cuando leo una sentencia del TS o del TC, me parecen tan de alto nivel intelectual, que al final pienso que no son sentencias reales, sino propaganda, es decir lo que a los jueces les gustaría escribir, pero las que se convierten en firmes es otra…que no se publican.
    Y es que, utilizando los mismos argumentos que el TS, incluso antes de leer las sentencias, por sentido común e interpretación de las leyes, no hay forma de que las instancias me den la razón.
    He tenido que rechazar a un cliente, porque el caso cayó en un juzgado con cuyo juez tuve un rifirrafe.
    Que al menos sirva esto para desahogarnos…y dejar constancia que esto esta mas extendido de lo que parece,
    Saludos

  12. Pilar Pérez

    Como consuelo, los jueces que aparecen en algunas series de TV. En Aly Macbeal un juez tiene que mirar los dientes de los abogados a ver si están limpios, en The good wife, hay corrupción judicial por todas partes, eso el que no está más sonado que el campanillo del hospicio. «Tiene ud. que decir , en mi opinión». Dice el abogado…»las pruebas apuntan a «….»en su opinión», sí, en mi opinión.Eso cada cinco minutos.En «Boston Legal», al menos se ríen de ellos a carcajadas y en la última que estoy viendo..»Goliath», comienza con un soborno judicial.
    Seguro que no tiene nada que ver con la realidad, la mente calenturienta de los guionistas.

  13. siempre intento desanimar a meterse en pleitos para que los puedan ganar…

  14. Sevach, muy gracioso, como siempre. No sé cómo consigues hacer gracioso el drama que pintas. Pero, fuera de tu artículo, no hay consuelo para el jurista desconsolado. Mi gente se ríe de mí cuando, de vez en cuando, aún de entre su postergación y encierro me asoma el ramalazo jurídico y digo que tal cosa no puede ser porque es contraria al artículo tal de tal de tal. Se ríen de mí, y me dicen, ¿pero es que todavía crees en eso?

  15. Enfadarse porque el Tribunal Supremo ha inadmitido tu recurso de casación es tan absurdo como coger un disgusto porque has comprado un billete de lotería y no ha salido premiado.

    • Mas bien sería enfadarse porque has comprado un boleto de lotería y te dicen que ese número no entra en el sorteo, que no es lo mismo

    • Pilar Pérez

      ¡Wow! ¡Qué significativo es este comentario!. Si se trata de algún profesional del ámbito jurídico como si se trata de un ciudadano de «a pie» (los otros deben de ir a caballo, al parecer), que se reconozca que las sentencias dependen de las leyes del azar es reconocer que no hay relación causa efecto entre las pruebas y alegaciones presentadas y la sentencia obtenida ¡Válgame el cielo!!!, y que depende de cómo caigan los dados. Aun peor, porque en un sorteo de lotería las bolitas se sacan a la luz pública y en un sistema de sentencias al azar, los señores magistrados sacarían la bolita de su bolsillo y cuando nadie los ve.
      Si quién así lo ve es letrado o similar, negro me lo pones, pero si esa es la opinión de un ciudadano sobre el sistema de garantías del país en el que vive…apaga y vámonos

      • Desde luego, Pilar, en tu caso no hacen falta más quiñones. 😉

    • José Mardanis

      Pensar que en la Sala Tercera de TS vaya a estimarse un recurso de un particular que tenga razón es no saber que se está en el santuario de la arbitrariedad y la sinrazón. Ahora si el recurso es del Abogado del Estado o de los grandes poderes económicos, Iberdrola, Endesa y afines, entonces ahí está el tribunal con los suyos. Creo que la solución no es retirarse sino luchar a muerte contra esta clase de justicia indigna, arbitraria, politizada y repleta de escaladores que lograron el puesto a base de loar al poder previamente, salvo contadisimas honrosas excepciones.
      Si no identificamos las causas del problema no podemos acabar con sus efectos.

  16. Muy buen post, y también muy acertado el comentario del compañero Francisco Ojuelos. Lo cierto es que antes de empezar la larga travesía de cualquier procedimiento judicial, y también contencioso administrativo, es necesario (al menos así lo entiendo también yo) explicarle al cliente todo lo que puede salir mal, o incluso los imponderables que pueden surgir, que están más allá de lo que el letrado puede informar en ese momento y cuyo conocimiento precisarían una bola de cristal más propia de Saruman el blanco, como el adivinar si habrá personamiento de codemandados (y su número), así como el riesgo de la imposición de costas.

    En ocasiones haciendo un ejercicio de empatía y guardando cierta distancia con la escena (como si levitara sobre ella) pienso «y después de todo lo comentado ¿quién puede asumir impugnar un listado de seleccionados, aún con toda la razón del mundo (lo cual siempre es relativo y garantía de nada)». Al cliente se le informa de que si se pierde (el éxito nunca se garantiza porque no es viable ni serio) pagará las costas de la Administración y tal vez las de una, dos, tres o un número indeterminado de codemandados (por cada parte procesal unas gratificantes costas), que generalmente en ese juzgado las limitan a 400, 500 o 700 para cada una de ellas; pero nada impide que ese día esté un juez de refuerzo o estén cubriendo una vacante, o haya un despiste, o no crea conveniente limitarlas y nos vayamos a 2300 o 2700 euros por cada parte parte procesa. Algunos abandonan, otros no, pero efectivamente esa noche podemos dormir tranquilos porque el cliente ha sido correctamente informado y asume el inicio del viaje con pleno conocimiento de lo que enfrenta.

    • sed Lex

      Y más aún cuando encima lo pierde teniendo razones jurídicas de peso y aún así le caen costas… y no te cuento cuando quién recurre es un funcionario que, además, de contrario no las cobraría, y que nunca debería ser condenado en tales, pues concurre a pleito donde no es obligatoria la representación.
      Pero aquí nadie dice nada, porque en todo caso se trata de DISUADIR de reclamar una tutela judicial, sobre todo cuando eres de fuera «del negocio».

  17. juancarlos

    Durante unos cursos de práctica jurídica, ya hace … (uff) años, nos explicó un Abogado que para ganar un pleito eran necesarias tres cosas:
    1ª. Tener la razón
    2ª Poderla demostrar
    3ª Que te la den
    Estas tres cosas no han cambiado.

    • Y falta la 4*: Facilitar que te den la razón haciendo el trabajo que se espera del abogado…Y digo «facilitar» pues no es determinante que si se actúa bien se gane el pleito, pero sí es determinante que si se incumplen o equivoca la estrategia procesal el pleito se pierde.

      • Pilar Pérez

        ¿Y no será que también, a veces, sus señorías necesitan que les den prácticamente redactada la sentencia? Por malmeter, no más

      • No tengas dudas, que mas que jueces son árbitros😃

  18. Felipe

    ¿Desencantado y decepcionado de la Justicia? Por supuesto. Y más que eso.

    Hay días que, como el amigo del maestro Chaves, tengo la tentación de tirarlo todo por la borda, por la sensación de inutilidad, impotencia, incomprensión y profunda, profundísima soledad y hastío que siento, Y, de esta forma, proceder a mi «suicidio» jurídico. Pues el económico ya lo vengo perpetrando, al seguir la «desastrosa» política comercial (frente a los clientes) que refiere Don Francisco José Ojuelos Gómez en su extraordinario comentario, la cual, por bienintencionada que sea, si bien permite dormir todas las noches sin problemas de conciencia, hace competir profesionalmente en peores condiciones, y ya se sabe lo que dice a este respecto la canción ( «nunca es triste la verdad -en este caso la judicial- lo que no tiene es remedio»).

    Pero entonces me detengo. Restaño las heridas del penúltimo guantazo judicial sufrido. Y recuerdo que dulce es su veneno cuando nos da la razón y, además, la llevamos. Cuando hacemos un buen trabajo (más allá del fallo que se dicte) y el mismo es estudiado, «reconocido» y contestado con el mismo interés y rigor por quien resuelve . Cuando debatimos con limpieza, lealtad y riqueza argumental y jurídica sobre una misma verdad y nos damos cuenta de que se nos escucha, se nos respeta y se nos atiende (tanto por el juez, como por las partes contrarias como por nuestro propio cliente) haciéndonos sentir que lo que hacemos no sólo tiene sentido sino que es importante. Cuando descubrimos una sentencia, una reflexión, una opinión que nos sirve para enfocar una defensa, destruir la del contrario o desvirtuar resolución que impugnamos.

    Eso también es Justicia. Y , aunque solo sean «ráfagas» y «destellos», su intensidad y resplandor es tan poderosa y deslumbrante que a veces ilumina la oscuridad de nuestra -a veces tétrica- realidad profesional y justifica que sigamos trabajando para conseguir que, algún día, la Justicia pase de «chispazo» a convertirse en «luz» (clara, limpia, continua y sin interrupciones).

    Muchas gracias a J.R. Chaves por el acierto en la selección y desarrollo del tema tratado. Si me lo permite, cada vez me recuerda más a Chejov. De una anécdota construye una historia, casi un cuento siempre aderezado de humanidad, benevolencia y afabilidad, y, con su excusa, expone un asunto de interés.

  19. En el último mes dos compañeros abogados me dijeron que pensaban dejar la abogacía, tras muchos años de ejercicio, porque ya no podían más.

  20. Pilar Pérez

    Leídos los comentarios, uno detrás de otro, incluidos los de esta servidora…esto es la alegría de la huerta

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