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Las normas y las formas

cache_28256550Leo la noticia de que en varias playas asturianas han tenido lugar incidentes de algunos bañistas intolerantes frente a los socorristas que intentaban evitar el baño en zonas donde ondeaba la bandera roja alertando del serio peligro de la mar; en expresivas palabras del concejal del Ayuntamiento de Llanes: «ha habido enfrentamientos, insultos, descalificaciones de personas que querían entrar al agua por narices», e incluso los socorristas tuvieron que recabar el auxilio de la policía local.

El telón de fondo de este problema radica en la educación cívica y en la errada convicción en algunos ciudadanos que se creen con derecho a cuestionar la norma si la consideran injusta.

Es cierto que desde los clásicos el derecho de desobediencia al tirano siempre ha contado con amparo en la razón y el derecho natural, pero muy distinto es el escenario actual de queja y anarquía frente a cualquier molestia reglamentaria. Ante las normas se pierden las formas…

1. Partiré de reconocer que la técnica de quien legisla y reglamenta es deficiente, y además que frecuentemente el juego democrático, el pactismo o la ignorancia, alumbran monstruos normativos.

Sin embargo:

  • Esas situaciones patológicas son la excepción.
  • La vida en sociedad impone de un lado, la consabida presunción de que se conocen las normas (y que no puede aducirse su ignorancia para su incumplimiento), y de otro lado, la prohibición del ejercicio arbitrario del propio derecho, o sea, que nadie debe tomarse la justicia por su mano.

13ee655cceb734a2Quien no entienda esto que se imagine el tráfico urbano con vehículos en que los conductores se nieguen a conocer señales y prohibiciones, o en que prescindan de las indicaciones de los semáforos por considerar que su tiempo o señal no es adecuado; y no digamos la amargura de contemplar un conductor con razón frente a quien le bloquea la salida con su vehículo, que la emprende a garrotazos en vez de acudir a la policía.

Ahora multipliquemos el caso de tráfico por cien mil sectores (caza, montes, política cultural, tributos, urbanismo, etc) y nos daremos cuenta que lo que separa al simio del ciudadano, es el sentido de vida social ordenada. Respeto y civismo.

2. Eso no quiere decir que deba santificarse toda norma porque ciertamente hay tres situaciones que merecen correctivos. La norma técnicamente errada, la norma ostensiblemente injusta y la autoridad arbitraria y abusiva.

  • Frente a la norma técnicamente errada, el Ordenamiento jurídico cuenta con numerosos detectores y correctores: instituciones de vigilancia (Defensorías, Sindicaturas, etc); la propia burocracia que detecta y enmienda errores; el cauce de la denuncia gratuita y sencilla; o incluso la corrección por cauces políticos para enmendar la plana al rival.WADEIN-thumb
  • Allí donde hay intereses personales en peligro por normas ilegítimas, siempre caben los recursos jurisdiccionales para impugnar directa o indirectamente el reglamento, o incluso para promover una cuestión de inconstitucionalidad de la ley ilegítima. La puerta de la jurisdicción contencioso-administrativa, aunque formalista, costosa y lenta, está abierta.
  • Finalmente, donde exista una norma notoriamente injusta que hace peligrar bienes o derechos del máximo rango, la desobediencia civil puede ser bienvenida.

Veamos un ejemplo. Una cosa es que los bañistas indiquen que no se puede bañar por estar la mar revuelta, y todos deberían acatarlo, incluso el quejoso que opone que  se quedará en la orilla y que tiene medalla olímpica en natación. Pero otra muy distinta es que, por ejemplo, los bañistas indiquen que por la mañana se bañarán las mujeres y por las tardes los hombres, medida que a falta de explicación razonable, se revela absurda, discriminatoria e injusta, que autorizaría a su desobediencia. Y ello porque si se desobedece, las consecuencias sancionadoras o gravosas para el infractor, se desharán como un azucarillo en el océano de la jurisdicción contencioso-administrativa, que las invalidará mediante el oportuno sendero procesal.

istock-1730519593. En fin, hace unos días comentaba en mi otro blog que las normas están para algo y bajo la perspectiva jurídica que ahora nos ocupa, con sencillez el concejal llanisco explicaba la actitud de los socorristas en dos perlas:

 

Piensan que es capricho del personal de salvamento, que decide aleatoriamente.

Cierto, las normas de ordenación de baños, como de usos y propiedades, no son fruto del azar, sino que intentan armonizar intereses y buscar soluciones. Las normas no son infalibles pero sí voluntaristas.

Cuando se produce una emergencia se pone en riesgo la vida de los propios socorristas. Luego vienen las responsabilidades, del servicio, del ayuntamiento y del concejal de Playas.

Cierto, si los socorristas dejasen que se bañasen, y luego sufriesen daños o ahogamientos, no faltarían las reclamaciones de indemnización por responsabilidad patrimonial municipal, precisamente por quienes se colocaron a sabiendas en situación de riesgo (otra cosa es que prosperasen).

4. A ello se añade, que además de respetar las normas, hay que guardar las formas, y poco demuestra el ciudadano que se comporta como un energúmeno, que insulta y casi agrede, a un policía, socorrista o vigilante. O sí demuestra algo. Que es un maleducado y un salvaje, que además abusa de quien viste un uniforme (o bañador en el caso de los socorristas, claro) y se ve obligado a guardar la compostura y el temple pese a las tonterías que tiene que oír.

5. Así y todo, hay socorristas muy didácticos, como el de cierta playa asturiana en que la labor del socorrista la complementa un policía local veterano, que ondeando la bandera roja, propagaba por el altavoz advertencias coloquiales del siguiente tenor:

Pero bueno… ¡bandera roja! ¿son daltónicos o qué?. Si hay bandera roja en toda la playa, no quiere decir que en los laterales o en la orilla puedan meter los pies. A ver si entienden que cuando hay bandera roja es como si hubiera tiburones: o sea, ni tocarla. Y esto va también para aquél grupo cuyas greñas le tapan los oídos y no me escuchan y que están disimulando mirando para otro lado. A ver, ¿tengo que decirlo en esperanto o tengo que sacarles a porrazos aunque me encoja el uniforme?

No sé si surtirá efecto, pero al menos la diversión está asegurada.

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12 comments on “Las normas y las formas

  1. Miguel

    Españoles y su mala educación, algo que abunda y se puede observar en cualquier momento y lugar. Y si se le llega a denunciar o en su caso caso a sancionar, ya la tenemos liada. Eso sí, son los primeros en demandar los servicios del servidor público y formular todo tipo de quejas y reclamaciones cuando les interesa.

  2. Pilar Pérez

    Tiene ud. mucha razón. En España tenemos un problema de cumplimiento de la norma que no he visto en otros países He vivido por largo tiempo en cuatro. En USA la norma se cumple y si no, viene la poli y ya verás si la cumples o no la cumples (por ejemplo, poner música a todo trapo a las dos de la mañana). Un ciudadano llama y la policía viene. Y te pregunta a tí, (en este caso fue a mí), como vecino-testigo si también la oíste. Se lo toma en serio . He vivido en otros países de América Latina, mucho más pobres y si no puedes sacar a tu perro sin correa, no lo sacas. Se cumple la norma y si no la cumples el vecino llama a la policía, que no viene, pero si viniera y dijera algo, se cumpliría.
    Ahora viene España. Cuando desapareció el franquismo pasamos de tener un gran hermano en cada esquina a carecer de todo tipo de control. Las normas de convivencia ciudadana no se respetan, unos sí y otros no, pero a los que no lo hacen, no les pasa nada.
    Existe la norma pero si no la cumples nadie te obliga. El socorrista aconseja, no te puede llevar a la comisaría, la policía viene pero como mucho te pondrá una multa que nadie paga, la Justicia está colapsada y para cosas importantes, la casa de tocameroque. Todo el mundo indignado, el que cumple porque otros no, el que no cumple porque otros tampoco y no les pasa nada, la policía porque para qué va a intervenir si el juez absuelve, el juez que no tiene tiempo y todo el mundo mirando al poder para el que no existe ley ni norma alguna y que aparecerá en las revistas, en su playa privada de la República Dominicana, donde tiene una mansión pagada con lo que se robó, bañándose cuando le parezca oportuno y conveniente, y luciendo pareo en verano.
    A la Administración nadie le preguntará si cumplió la norma o no, la de bañarse o cualquier otra. Ni a los hospitales por qué cerraron plantas en agosto porque susseñorías sanitarias tenían que irse todos juntos de vacaciones.
    Tenemos un problema de educación, de consenso social, de legitimación del poder, de funcionamiento de la Justicia, de elaboración normativa, de respeto al ciudadano y de convivencia. Casi ná

    • Juanjo

      Con todo mi respeto y estival cariño, pienso que, al menos quienes pasamos por estos foros, no podemos limitarnos al discurso catastrofista: nada funciona. Tenemos un país que -pese a los corruptos y a los ignorantes electos (que hay unos pocos)- resulta bastante modélico y eficaz en servicios públicos, con ser verdad el fondo de todos los tópicos relatados.
      Anoche, a las 4 de la mañana, harto de que la música hiciera vibrar los cuadros de las paredes, llamé al 062: en escasa media hora el bar de turno estaba cerrado ¿Incumplimiento de límites de apertura? ¿Exceso de decibelios? ¿Actividad que excede a la licencia? Bobadas administrativas que algunos ignoran en beneficio de su bolsillo y otros por purita ignorancia. Pero, la mayor parte de las veces, funcionan y cumplen una función social.

  3. El photoshop no cuela ;). Para conseguir ese cuerpo tendrá que dejar de escribir en este magnífico blog y no publicar esos maravillosos libros que nos guían como un faro en el Mar de los Sargazos que es la jurisdicción contencioso-administrativa.

    Así es este país y sus gentes.

    Feliz agosto a todos, un saludo.

  4. Recuerdo siendo niño que en una entrevista preguntaban a un deportista estadounidense (Brabender) si usaba el cinturón de seguridad. Su respuesta fue: «Sí, lo ordena la Ley».
    Siempre he envidiado ese espíritu cívico.
    A tanta gente se le llena la boca con que el poder es de la gente mientras desprecia la máxima expresión de ese poder: la Constitución que esa gente aprobó y el Ordenamiento que de ella dimana y que redactaron sus representes.

  5. FELIPE

    Hablando en broma. Con esos/as vigilantes/as de la playa que muestra (¿hay algún infiltrado?) es hasta normal que la gente desobedezca o se haga el sueco ante cualquier bandera roja para poder ser rescatada.

    Hablando en serio. En estos casos se trata de conjugar la libertad individual, la igualdad y la interdependencia de cada miembro de nuestra sociedad para garantizar la seguridad (propia y ajena). La palabra clave es responsabilidad. Pues dentro de tan rico vocablo no sólo se incluye la idea de cumplimiento de lo normado. Sino también la de compromiso (hacia nosotros mismos y hacia los demás), prudencia (asociada a reflexión), madurez (como individuos y como seres sociales) y ética (hacer sencillamente lo correcto).

    El problema adicional de las malas formas suele venir provocado, en las más de las veces, por estar ante individuos poco evolucionados que cuando son recriminados, por incumplir la prohibición de baño, muestran su parte más neandertal. Y es que, además de ignorantes (desconocen lo que es el mar y los peligros que encierra) y refractarios a aprender (salvo que sea a través de su propia experiencia), tienen las pocas luces de considerar al mar como algo propio (tanto como su casa o su coche), y, bajo esa errónea perspectiva, no permiten que nadie les diga lo que tienen que hacer.

  6. Reblogueó esto en IUSLEXBLOG. .

  7. Pilar Pérez

    El tatuaje…¿Es de los de a fuego y sangre o calcomanía?

  8. carlos

    Así es. A eso debe añadirse que precisamente la desobediencia a la norma y el no dar ejemplo de su cumplimiento viene de más arriba. La clase gobernante y política que deberían ser los líderes del respeto no lo son más luego como se suele decir las normas parece que están hechas y caen con todo el peso de la ley contra el que siempre las cumple. Y así va todo.

  9. Cuando se incumple una norma de seguridad, no solo se pone en peligro la propia, sino, además, a quienes están llamados a socorrernos. Un signo de peligro no es una decisión arbitraria, y en una playa mucho mas. El ciudadano no tiene derecho a mal interpretarla y no cumplirla basado en su criterio subjetivo de que por sus capacidades no le afectan.
    La similitud con el cinturón de seguridad es oportuna. Las consecuencias de un accidente de trafico no solo afecta a quien lo padece, sino a servicios sanitarios, compañías de seguro, …etc.
    No somos libres de no aceptar las normas que están instauradas en nuestro propio beneficio. Siempre hay otros afectados.

  10. Alejandro C. Caudis

    Estimado, muy interesante este comentario porque, en realidad, cala hondo sobre lo que se entiende por derecho. Hasta dónde debe obedecerse la ley? Qué cosa es esa que llamamos derecho? Porque, según las respuestas que demos, todo cambia.
    Depende la escuela que se siga, por caso, habrá que seguir la norma aun cuando pueda predicarse de ella que es injusta. Para otros, en cambio, legalidad y justicia deben ir de la mano y, en ese caso, sus perfiles son más difusos por cuanto no alcanza la norma para interpretarse a sí misma. Claro, en el medio tenemos la postura del autor: sólo cabe descalificar la norma notoriamente injusta.
    Sin embargo, este tema da para largo y tendido, como suele decirse por aquí, así que propongo continuar en otro ámbito y, si fuese en una playa, mucho mejor!
    Un gran abrazo!

  11. Juan Manuel del Valle Pascual

    El número de imbéciles de este nuestro querido país es difícil de censar e inventariar. Se trata de gentes que confunden con facilidad su sensación de omnisciencia y prepotencia de su supremo e irrecurrible «yoísmo», frente a la posible racionabilidad de los demás, y, aún más, de la autoridad lícita y lógica y razonablemente ejercida en su favor contra su estúpida rebeldía huera -incluso- y en el de la colectividad a la que aquéllos ni representan,sustituyen ni son capaces de comprender, pero se creen capaces de no escuchar ni atender, pues de tales carencias vino su imbecilidad ya estructural.
    País que sólo entiende la dialéctica de las multas pecuniarias, imbéciles que ni consideran su posible sinrazón, porque no saben ni recuerdan dónde quedó su razón, si es que la conocieron alguna vez, tras un análisis mínimo de razonabilidad, a los que es difícil salvar de los peligros de la vida,y casi imposible salvarles de los peligros de su imbecilidad, que tildan de resistencia al autoritarismo. Que también a los demás daña, pues ellos llevan dañados ya demasiado tiempo, y sólo una desgracia les hace volver al sentido de las cosas cuando ya es demasiado tarde para ellos y para todos. Y, querido Sevach, a buena parte de éstos, la mar les espera y quedarán censados como muertos o desaparecidos por ser la mar de imbéciles.

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