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La Universidad pública en riesgo por no prevenir los riesgos

La Universidad actual no la reconozco. No es bueno ni malo. Sencillamente que desde la Universidad que conocí en la década de los noventa (del siglo pasado) hacia la que nos espera en los alegres años veinte (del siglo actual) se ha producido lo que en términos evolutivos se conoce una mutación sensible que encierra un cambio sustancial de sus señas de identidad.

Aquélla Universidad que conocí en las sucesivas etapas como estudiante, funcionario, profesor e investigador y Director General de Universidades de Asturias, nació bajo la autonomía regalada por la Constitución como derecho fundamental (art. 27.10 CE) y es cierto que propició tremendos desafueros pero el balance es positivo: pesan más los aciertos en cuanto a implantación de universidades públicas potentes, artífices de su propio destino, con vocación de servicio y plantillas ilusionadas.

La Universidad de hoy día, y lo digo desde la distancia puesto que suelo confesar que, pese a haber escrito mucho sobre su régimen jurídico (quizá demasiado), a haber trabajado para ellas (también demasiado), a haberme implicado muchísimo personal y profesionalmente con ellas, creo que corren tiempos de decadencia. No sé si un pesimista es alguien bien informado, pero en trazo impresionista veo el siguiente panorama:

  • Plantillas sin ilusión, de personal académico y no académico.
  • Desvertebración en equipos de investigación, con mucho general, mucho discípulo rencoroso, mucho maestro nostálgico y como siempre, muchos intentando entrar a una categoría académica en tiempos donde las puertas están cerradas a fuerza de paletadas maliciosas: insuficiencias presupuestarias, overbooking de profesores y tejemanejes impronosticables.
  • Desgana por la docencia, salvo loables casos puntuales. No se sabe si los profesores se desencantan de la docencia por que no les interesa a los alumnos aprender o si los alumnos están desencantados de las clases porque a los profesores no les interesa darlas. El caso es que asomarse a un aula académico es contemplar un zoco en horas tardías cuando hay poca vida y mucha desgana, y todos quieren recoger e irse.
  • Desgana por la investigación, donde las ayudas se esperan y cuando llegan, como decía Machado, “Dios le da pañuelo a quien no tiene narices” o se orientan a subvencionar proyectos grises y sin mayor utilidad que mantener entretenidos y alimentar el trampolín del mérito de los beneficiarios.
  • Ningún ranking internacional ni nacional sobre calidad de la universidad vale si la Universidad afectada no sale bien parada (“Solo le parece justo el ranking que le da gusto”).
  • Los estudiantes se encuentran en la Universidad como ante una Catedral cuya liturgia no entienden ni comparten. Son una generación hija de la abundancia, de lo instantáneo, de lo global, y con libertad crítica no siempre bien informada. No menos inteligentes pero sí diferentes.
  • Las publicaciones no se leen, las charlas públicas son desiertos, las aulas y bibliotecas son espacios huecos, los laboratorios no tienen vida, la burocracia para sacar adelante iniciativas académicas o investigadoras lo torpedea, los cargos académicos hacen coexistir los bienintencionados con los aprovechados, etc.
  • Las gerencias públicas de las Universidades son rehenes de varias fuerzas de la naturaleza… administrativa: la fuerza de las promesas rectorales para acallar la tropa; la fuerza de la precariedad presupuestaria; la fuerza de sindicatos, grupos académicos y grupos de presión, insaciables y hostiles; la fuerza o peso de la gravedad de unas plantillas y recursos heredados de otra gerencia anterior que a su vez asumió la de su predecesor.
  • Los rectores intentan hacer lo mejor para la institución pero se ven prisioneros de unos sutiles carceleros. En primer lugar, una legislación estatal que no regula y cuando regula, estorba. En segundo lugar, una intervención autonómica que mira con desconfianza a la administración universitaria. En tercer lugar, el advenimiento de una administración electrónica que cambia sensiblemente el modelo de relaciones en la comunidad universitaria. En cuarto lugar, el ojo del Gran Hermano fiscalizador se fija en los pagos, contratos y cuentas universitarias; tribunal de cuentas, sindicaturas, auditores, interventores, controladores y todo tipo de Pepitos grillo que azuza y distrae de los fines institucionales. Y en quinto lugar, un foco mediático que pone titulares a todo, más pequeños en lo bueno que en lo malo.

No es un panorama tenebroso, pues posee claroscuros, y por supuesto que admito que dentro del monstruo hay potencial, buenos docentes e investigadores y quienes creen y viven por y para la universidad, pero lo triste es que la imagen exterior de las universidades es que son buques fantasmas, imponentes pero a la deriva y deseando que los astilleros de un legislador valiente y realista les hinche las velas de la excelencia académica.

Y como hay que prevenir antes que lamentar, no está de más que las Universidades diseñen procedimientos y controles para evitar incumplimientos normativos o falta de fiabilidad de la documentación contable y de gestión.

Bajo esta perspectiva, los próximos días 24 y 25 de Enero de 2019 se celebrará en la Universidad de Salamanca el seminario Gobernanza, Gestión de Riesgos y Cumplimiento Normativo en la Universidad Pública para estudiar la gestión universitaria con la precisión de un entomólogo sobre unas exóticas mariposas.

El programa es codirigido nada menos que por Antonio Arias, Síndico de cuentas de Asturias y por Julio García Muñoz (auditor interno de la Universidad de Castilla-La Mancha y autor de la monumental obra sobre Gobernanza, control de riesgos y cumplimiento normativo en la Universidad pública). Dicho encuentro está abierto -y en plazo de inscripción- para académicos, gestores, responsables del control interno y externo, rectores, gerentes y presidentes de consejos sociales, expertos en contratación y contabilidad. Estará presente José Manuel Pingarrón, Secretario General de Universidades del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

Y además hablar de Universidades en Salamanca… ¡toma ya!, para los que están lejos o sientan curiosidad, el curso tendrá lugar tras la fachada donde vigila la famosa rana sobre la que existen hasta ocho fascinantes leyendas. Como decía Unamuno “No es lo malo que vean la rana, sino que no vean más que la rana”, algo parecido a lo que solo ven algunos gestores públicos, una fría administración rutinaria y que les paga, cuando lo bello es que los gestores públicos vean la administración universitaria y la administración pública en general, como una organización que sirve a todos y de las que todo empleado debe estar orgullo de servir y deseoso de mejorar.

El seminario constituye una magnífica oportunidad de examinar en vivo y directo la Universidad pública que tenemos hacia la Universidad pública que queremos. La que nos merecemos es harina de otro costal…

13 comments on “La Universidad pública en riesgo por no prevenir los riesgos

  1. Lo has vuelto a clavar, José Ramón.
    Enhorabuena
    Saludos
    Csp

  2. Alfon Atela

    Yo veo, en la Universidad en la que imparto clases, básicamente tres tipos de profesores (clasificación extensible al funcionariado en general).
    Unos son del tipo Sancho el Fuerte y suelen ser los recién llegados, aunque no solo ellos: diligentes, ilusionados, tiran del carro, trabajan a tope y pueden con todo.
    Otros son del tipo Sancho el Sabio.Suelen ser los que llevan ya unos cuantos años y la experiencia les ha dado una cierta perspectiva: más tranquilos, no sacan adelante tanta cantidad de trabajo como los anteriores sino que se lo toman con más calma, eligiendo con cuidado las labores a las que van a destinar su empeño y dedicación, y lo que hacen lo hacen bien.
    La tercera categoría, cuya descripción es ociosa, es la que llamo del tipo Sancho Panza. En adelante, Sevach, fíjate bien y comprobarás lo acertado de esta clasificación.

    • Fernando

      Hace muchos años dejé la Universidad como alumno y no puedo tener una visión actualizada de la ‘vida y sus criaturas’ que aquélla tiene o en ella ‘sobreviven’. Sí coincido con usted en distinguir esos tres tipos de ‘Sanchos’ y estoy seguro que esas ‘especies’ coexisten con otras híbridas o mezcla de las características ‘genotípicas’ de dos de esos especímenes.
      En todo caso, una cosa tengo clara: de los Sanchos depende que su ‘ecosistema’ perviva y que no simplemente sobreviva sino que se enriquezca, florezca con nuevas especies y de frutos.
      Tal vez el estado que Sevach nos describe, y que ya ha detallado en varias ocasiones anteriores, sea una situación de marasmo y desencanto pasajera y desde luego yo así lo quiero creer y es que la Universidad tiene una Historia de siglos y a lo largo de los mismos ha sobrevivido a ordalías e intentos de destrucción de todo tipo.
      Por ello la Universidad pervivirá a pesar de quienes son un cáncer interno o una enfermedad viral contagiosa de origen externo. Pero el cambio que hay que empezar a llevar a cabo deberá ser hecho con pasos cautos, firmes, bien sopesados y sobretodo ampliamente consensuados con todos los sectores universitarios.

  3. José Manuel Martínez

    Confío en que esas Jornadas y la labor de critica constructiva de los participantes en ellas y otros amigos comunes (la tuya, Antonio Arias, Javier García Pérez, Ricardo Rivero, Francisco Sosa, Toño García Amado, Mercedes Fuertes, Pilar Jiménez, Rosario Delgado…) empiece a entortar remedio a los males que atacan a nuestra Universidades, porque cuando la Universidad está enferma, la sociedad está en coma…

    Por cierto, no creo que la nueva regulación de los contratos menores en la LCSP 9/2017 sea un problema par a el adecuado funcionamiento de las Universidades, sino un síntoma de su mal funcionamiento (falta de planificación, coordinación, normalización de procedimientos, …)

  4. carlos

    Pues en clave de semi-humor con trasfondo realista todos esos sanchos tienen el elemento común «ancho» . Y pase lo que pase se quedan mas anchos que largos. sorry.

  5. Me da que parte del diagnóstico se debe a la edad. Ya se sabe: cualquier tiempo pasado fue mejor. Porque de la desidia de muchos catedráticos, de sus séquitos, del nepotismo, del elitismo, de la indolencia investigadora… que había antes no se dice nada. Por otra parte, se olvida un factor esencial: la mercantilización de la Universidad y su sometimiento a los dictados del mercado, no sólo en cuanto a la orientación de la formación (ejem, ejem, Máster de la URJC, por no hablar de las privadas), sino también a una competitividad atroz.

  6. Jeroni Reynés

    Apreciado y viejo amigo, después de haberle dedicado muchos años intensos a la Universidad -UNIOVI, USAL i Dirección General CCAA-, le noto con «un cierto desencanto» -desencuentro- hacia ella. ¿Me equivoco en la apreciación?.
    Un afectuoso saludo,

    • Querido Jeron:
      Te ruego mires a tu universidad, a la que has servido con abnegación y como paterfamilias, y dime:¿la reconoces como una joven Universidad prometedora, fructífera, viva, sensible y del siglo XXI?. Solo eso, Si en cambio, tu crees que algo ha cambiado mas que sustancialmente, que el espíritu de la colmena universitaria es distinto, que las referencias de fines de la universidad pública han cambiado, creo que estarás conmigo y con Ortega y Gasset en aquello de «No es eso, no es eso». Como sabes veo la Universidad desde el burladero y el toro no tiene el trapío que siempre soñé. Un fuerte abrazo de este amigo astur que siempre te recuerda con tremendo afecto, porque aprendí mucho de tí y del grupo de los 90 que tanto nos unió. ¿ Ves esa cohesión y ganas de avanzar en las asesorías jurídicas actuales o ves desvertebración y «sálvese quien pueda»?. En fin, tienes razón, estoy desencantado. Un fuerte abrazo

  7. Era el invierno del 99 cuando dos atrevidos asesores jurídicos recomendaban a los rectores, tras sesión del Consejo de Universidades, en un Burgos tan frío como bello, «Cinco cuestiones cardinales a las puertas del siglo XXI». Apenas diez minutos para sintetizar 37 páginas de sugerencias. Pero bastaron para que dos rectores cuestionaran enojados en público algunas de ellas. Algunas se aplicaron.
    Era invierno del 2000 cuando un grupo de asesores jurídicos decidieron hacer una revisión crítica de lo que luego sería la Ley Orgánica de Universidades y la mandaron a las autoridades, porque la Conferencia de Rectores apenas había hecho una crítica sucinta y cutánea del texto legal. Era casi primavera del 2001 cuando un mayor número de ellos editaron un cometario sistemático de dicha Ley.Algo de ello fue acogido por el sistema.
    Había sido en 1991 cuando organizaste, querido Sevach, el I Curso de Régimen de Universidades en la de Oviedo. Luego vendrían muchos más, organizados por otros tantos. Y en 1994 comenzaron los Seminarios de Aspectos Jurídicos de la Gestión Universitaria. Veinticinco de unos y otros, dejando huella escrita de todo ello. Fue en 2007 cuando todo lo anterior se concentró en la Asociación para el Estudio del Derecho Universitario (AEDUN), en la de Sevilla. Y desde entonces se ha cuidado de mantener viva una atrevida visión de la Universidad española organizada por temerarias gentes del personal de administración y servicios de las universidades, que antes de todo ello, trabajaban, pero callaban, que el entorno académico se irritaba con poco. Gentes que cuidaron dejar escritas las raíces atrevidas de un Derecho Universitario, de la razón jurídica de la diferencia con otras ramas del Derecho. Antes lo habían venido haciendo los gerentes, pero, al cabo, eran autoridades. Luego los controladores internos, los miembros de los consejos sociales, los archiveros y bibliotecarios, los inspectores de servicios, los defensores universitarios, y más. Gentes que podían haberse ceñido a realizar su tarea laboral y burocrática sin la filantrópica pretensión de empujar su institución hacia el futuro. Era una cuestión de principios, no una escala para trepar.
    Venían con la ilusión desatada de la Universidad constitucional, desde los tacos de salida de un tiempo autoritario, desde el estreno de la autonomía, con tanta ilusión, como defectos en la manera de articularla. Fue un reto en el que hasta los colectivos más modestos colaboraron, no ya sólo los notables catedráticos, los imprescindibles investigadores, los carismáticos rectores, todos los que siempre habían personificado la acción universitaria. Era la aportación de los modestos, no siempre bien comprendida.
    Y esta gente sin mayores pretensiones que la de ensalzar su institución, combinando razonadas necesidades y valores institucionales con juiciosa crítica de los propios defectos -nadie es perfecto- saltaron el océano para constituir con los hermanos de AJUNA, Asesores Jurídicos de Universidades Argentinas, en la distancia, la Red Iberoamericana del Derecho Universitario (RIDU), en Buenos Aires, continuando la tarea en Medellín (Colombia) y en Panamá. Alea jacta est.

    Querido Sevach, sabes que todo esto es una parte mínima de unos mayores esfuerzos en los que has estado bien presente, ahora que toca hablar de Gobernanza, gestión de riesgos y cumplimiento normativo, ahora que Salamanca cumple 800 años, en la mejor Universidad española, una a una y todas juntas, que ha conocido este país, gracias a los esfuerzos de muchos, con una cada vez más notable participación de las universidades que no están en manos públicas, concordatarias o privadas. Con mucho trabajo a las espaldas, pero con más aún asignaturas pendientes. Siempre las hubo, pero también siempre hubo vigor, ganas y constancia para irlas superando.

    Sí, querido Sevach, tanto esfuerzo prolongado nos ha hecho ver la fatiga que sufre el sistema. Es bien cierto. Y nos hace ver que nadie ni nada nos empuja para superar el pasado. De Franco, de una España anacrónica huíamos mejor. Estamos como el literato ante el papel en blanco (¡huy! hoy la pantalla del ordenador), cuyas palabras desechadas no se amontonan en la papelera para incomodarnos la vista, como el músico que no contabiliza los pentagramas desechados, las corcheas que nunca llegarán a oído alguno, cuando las musas no llaman a su puerta. Estamos ante un reto, Sevach, tienes razón sobrada, esto no es lo que era. En un país también fatigado políticamente, sociológicamente, psicológicamente, pues la crisis que se invitó a nuestra casa, por descuido, produce atonía, cuando la rutina nos alcanza, cuando no se huye del minotauro, del enemigo cuya lanza casi nos toca la espalda, cuando no acabamos de saber qué se encuentra más allá de la línea del horizonte.

    La gestión tacaña de la gran bandera de la autonomía la ha desteñido como bandera, desde los poderes públicos, que han cercenado sin hacer distingos, otra vez más con la purga indiscriminada, para no tener que potenciar a quien lo hizo bien y retar a quien lo hizo por debajo de los estándares exigibles, esta gestión nos ha robado el presente. La cosa ha ido quedando en comernos todo el pan hoy, para curar el hambre de mañana. Pero algo nos ha negado el futuro quien ha visto un enemigo fácil en la heteronomía castigadora de la congelación de plantillas -mal llamada tasa de reposición- distribuyendo la miseria sin criterio, o de manera ajena a las necesidades sociales. Pero en las guerras nadie resulta ileso.

    Gobernar es elegir, de la misma manera que elegir es renunciar. Gobernar es caminar según un proyecto. Muchas veces dificultoso y exigente de sacrificios sin recompensa en lontananza. No hay liderazgo con futuro sin renuncias de presente, por razones más objetivas que subjetivas. La solidaridad es el antídoto del egoísmo. El futuro es un bien escaso que hay que economizar. Moisés no llegó a la Tierra Prometida, y muchos no deberemos estar en el tren que la alcance. Deberemos preguntarnos frente al espejo si somos un valor positivo en ese trayecto o un lastre. Y deberemos escuchar lo que de nosotros opinen los demás.Y actuar en consecuencia.

    Estamos en otro umbral, querido Sevach, querido Arias, querido Julio, querida Ana Caro, en el de un presente inmediato vertiginoso en el que el lastre dará lugar a que nos adelanten en tropel. Asia está a las puertas de estas nuevas Roma y Bizancio. No se puede dirigir esta universidad centenaria sin la inteligencia y el valor que la ha hecho sobrevivir con excelencia, ni sin renuncias. Pero hay que hacerlo mirando menos el patio vecinal, nuestra cocina y nuestra despensa, que las luces que se apuntan en el horizonte. Que en nada, llamaran a nuestras puertas. Habrá que pensar dónde está nuestro sitio.

  8. Jose Martín

    Para entender que le ha pasado a la Universidad en España es imprescindible ver este vídeo, del ex-espía del KGB Yuri Bezmenov sobre como se diseñó una forma de desmoralización de las sociedades occidentales, para su control, mediante la «Subversión Ideológica Cultural Marxista» a través de sus instituciones culturales, como las UNIVERSIDADES …. un ejemplo lo tenemos en la Complutense de Madrid.

  9. https://youtu.be/oM09w4ruaB4 (Video Yuri Bezmenov)

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