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Cuando se abusa de la ingenuidad del abogado

Más allá del fondo vocacional de todo abogado, que se esfuerza en servir al cliente sin perder de vista la Justicia, no debe olvidarse que es su medio de vida. No tiene voto de pobreza, ni le paga el gobierno, ni es una ONG.

Otra cosa es que atienda el turno de oficio, por necesidad o vocación, o que acepte casos que lo merezcan aunque no sean rentables para su despacho, o que no cobre por compasión hacia el cliente que no puede pagarlo. Incluso hay abogados que trabajan pro bono (aunque normalmente son los grandes bufetes que pueden permitírselo), o sea, que desinteresadamente llevan la defensa o ejercen acciones en defensa de asuntos de interés público (en la línea estadounidense, donde los Colegios de Abogados consideran un deber ético dedicar al menos 50 horas anuales a la defensa de personas sin recursos, organizaciones sin ánimo de lucro o intereses generales – medioambientales, lucha contra la corrupción, etcétera).

Pero hay un trabajo pro bono que realmente sirve al malo. Veamos.

Se trata de cuando el potencial cliente se aprovecha de la cortesía o generosidad del abogado, quien recibe mal pago. Es el caso del abogado que es reclamado por un antiguo amigo, un vecino, familiar lejano, compañero de gimnasio o asociación, y que aprovecha para asaltarle en plena vía pública con una consulta jurídica (más descarada es la llamada telefónica a quemarropa).

El abogado sorprendido en la buena fe, salvo que sea un maestro de la evasión, le atiende e incluso asume el problema, pese a saber que no podrá cobrar por ello, y lo peor que seguramente resultará “ni agradecido ni pagado”. Adelantemos que siempre es recomendable en estos casos alguna de estas respuestas evasivas:

  • “Antes de que me cuentes nada, pásate por mi despacho, te doy hora y hablamos “ (y así ya cuenta el taxímetro).
  • “Lamentablemente no es mi especialidad y mereces una buena defensa así que yo iría a un abogado en ese campo”.

Viene al caso este tema porque a vuelta de las vacaciones iba caminando ensimismado a mi trabajo (no de abogado, pero sí de jurista) cuando me tropecé con un conocido que no veía hace una década y tras cambiar varias palabras afectuosas, se ha lanzado a comentarme que sería estupendo que almorzásemos juntos y así me cuenta su caso de una reclamación contra una compañía de seguros, a ver que opinión tengo, y como podríamos ganarlo.

Creo que mi gesto frío acompañado de la frase “No es una buena idea”, supo traslucirle lo que bullía en mi interior ante los ecos de sus palabras: que ese era “su” caso (no el mío), que la “opinión que tengo” es mía y si quiere más que se busque un abogado y la pague, y lo de “cómo podríamos ganarlo” es un ladino intento de hacerme cómplice de un caso que ni es mío ni tengo el menor interés en pelearlo.

Eso sin olvidar la caradura de quien asalta a un conocido que no ve en años para solucionar su problema, máxime cuando me consta que este sujeto tiene una empresa de seguridad y no se me ocurre decirle que se pase por mi casa a poner alarmas gratis.

Esta anécdota me llevó a pensar en la carga que arrastran muchos abogados que parecen lucir un cartel de neón en la frente que en vez de “pase sin llamar” dice “consulte sin pagar”.

Recordé mis tiempos de juventud en que siendo abogado recién graduado, deseoso de estrenar el título, cualquier consulta a quemarropa desataba mi afán por atenderla, por supuesto sin cobrar. Eso sí, obtenía un simple “muchas gracias” o el consabido “no sé como pagártelo”.

Este escenario, felizmente superado por la experiencia y haber aprendido la belleza de «saber decir no», me recordó la anécdota de aquél famoso abogado al que una conocida a la que había resuelto su problema jurídico le dijo “No sé como podré pagárselo”, y el abogado le respondió: “Querida, afortunadamente los fenicios ya resolvieron ese problema”.

Así y todo, hoy día no falta quienes quieren pagar, pero poco, y tener la conciencia tranquila. Es entonces cuando te invitan a almorzar o cenar, y consideran que su invitación comporta el derecho a tratar su problema jurídico.

Esta situación me recuerda otra anécdota del violinista Paganini, al que una vez invitaron a cenar y le advirtieron “No olvide traer su violín, maestro”, y este replicó: “No hará falta, mi violín no cena”. La lástima es que los abogados no pueden dejar su despensa de conocimiento jurídico en casa.

No debe confundirse generosidad con estupidez, pues la bondad va en la sangre y pese a las desilusiones, muchos seguirán actuando con el corazón. El problema lo tiene quien pretende aprovecharse del bondadoso, bien porque no valora el trabajo del abogado, porque no quiere pagarlo o porque va de listo por la vida. Para el filósofo Voltaire, el ingenuo encarna al hombre recto, valiente y generoso, que prefiere seguir su corazón a sucumbir a prejuicios y desconfianzas y afirmaba en su obra Cándido (1759), que “Me impresiona más la generosidad que la dureza o el desprecio”, pero bien está no olvidar que ser amable a veces sale caro.

En fin, ya me ocupé de este problema en extenso en El gorrón de abogados, plaga creciente en tiempo de crisis económica, porque los ciudadanos que la sufren y gorronean se olvidan que la crisis económica también la sufren los abogados. Es cuestión de supervivencia pero sobre todo de respeto y dignidad.

29 comments on “Cuando se abusa de la ingenuidad del abogado

  1. Anónimo

    Buenos días JR

    No hace mucho vi en tv a un famoso actor y presentador de programas de humor que decía estar bastante harto de que en todas las comidas y cenas siempre había alguien que le decía: «cuenta un chiste tú que los cuentas muy bien».

    Y lo ilustraba con el siguiente ejemplo: ¿alguien le pide a Messi cuando va a cenar que, por favor, tire un penalti en el restaurante porque lo hace muy bien?

    Saludos.

  2. Anónimo

    Excelente post José Ramón, felicidades. Excelente coaching para coger fuerzas tras la vacaciones, y evitar que nos sigan robando el tiempo a esa gran mayoría que pasamos la línea de ser «buena gente», y ponemos en el pie en el campo de la ingenuidad, totalmente colindante. Hago mías tus recomendaciones.

  3. Anónimo

    Simplemente genial!

  4. bufeteserramallol

    Muy bueno, y que cierto. Aunque los años te hacen tomar medidas, me sigo sorprendiendo. Y decir no, supone un coste. Pero hay que hacerlo.

  5. Muy grande Paganini.

  6. Apreciado Chaves, nos pasa a todos los profesionales, con todas las profesiones.
    Soy fotógrafo.
    Muchas veces he tenido que claudicar, por aquello de la asertividad mal entendida, cuando me dicen… «traerás la cámara» como si yo estuviera interesado en hacer fotos de su evento y además, en su caso, presuponen que voy a «compartir» my propiedad intelectual, incluso con invitados, para disfrute de todos y trabajo mio.
    Reconozco que algunos, los pocos y verdaderos amigos, me han llegado a decir, «no traigas la cámara, que vienes de invitado», algo de agradecer, para estar de ocio, dejando de lado el «neg-ocio» no lucrativo.

  7. Noemí M.

    Una vez, un compañero de un antiguo trabajo vino a mi despacho a pedir una segunda opinión. Probablemente, si me hubiera preguntado cuánto me debía no le habría cobrado, pero no lo hizo. Me dijo: «te debo una botella de vino», que nunca trajo y nunca quise. Y me sentó fatal que se aprovechara así de mí.
    Desde entones, siempre advierto de que cobro por las consultas, a conocidos y desconocidos.
    Pienso que si hubiera tenido una panadería, aquel compañero me habría pagado el pan, por qué mi conocimiento no?

  8. VARELA

    ya lo decía Napoleón. «Hay ladrones a los que no se castiga pero nos roban lo mas preciado: el tiempo»

  9. carlos

    cierto es que estas situaciones ocurren en todas o casi todas las profesiones….vamos al mecánico, nos diagnostica el fallo del coche o nos asegura que no hay fallo y se lo pagamos con un «gracias, me voy mas tranquilo» por ejemplo…
    de todos modos nos das varios ejemplos de entradas y salidas para estos casos que son ejemplares.y muy utiles!!!

  10. Se nota que sus señorías no son de pueblo. Entre..”trabajar gratis” y el “no respiro si no me pagas” hay un término medio y ese punto medio se llama ser una persona normal. Cuantos médicos ven a un amigo en plena calle y le dicen …” vete a que te vean ese lunar” . Cuantos enfermeros y enfermeras le ponen la inyección al vecino del quinto, cuántos mecánicos se acercan cuando ven que a su vecino no le arranca el coche. Antes tenía un nombre…”vivir en sociedad” y era bastante normal. Lo suyo es hacerlo y lo suyo es no abusar. Se le llama buena educación.
    Los abogados lo tienen fácil…” tú sabes que en cuestiones legales, un matiz hace la diferencia, tendría que estudiar el expediente a fondo, no quiero inducirte a error”
    Yo, personalmente, prefiero que no me trate un amigo, ni como médico ni como abogado, porque pierdes totalmente el control de la situación y es tu vida o tu tranquilidad o tu hacienda lo que arriesgas. A un desconocido le puedes decir…”no estoy de acuerdo, me voy a por otra opinión “ a un amigo no. Mejor pagando y con presupuesto previo, no hay color.
    Pero …¡mira quién habla, un suseñoría que nos ofrece gratis unos servicios de valor incalculable, a través del blog!

    • Anónimo

      En mi opinión, y con todo el respeto, aunque yo sí que soy de pueblo si bien en absoluto no soy ninguna señoría, sino un mero don nadie, no creo comparables sus ejemplos a lo que el autor de la publicación ha planteado, ya que tanto el médico, como la enfermera como el mecánico que cita han actuado por su propia voluntad (o al menos así lo entreveo yo), mientras que el autor hace referencia a aquellos casos en los que algunas personas, sólo por conocer a alguien que sabe algo de alguna materia o presta algún servicio, ya tiene asesoramiento o suministro gratis de éstos. Asimismo, tampoco lo creo comparable con el hecho de que el autor recopile datos de gran interés jurídico (que coincido con usted en que son servicios de valor incalculable) de forma gratuita, pues es algo que hace (supongo) motu proprio. Cosa distinta sería si alguno de nosotros le planteáramos algún caso vía respuestas para que nos diera su opinión.

      De todas formas, bajo mi punto de vista, en lo que respecta al tema que nos ocupa, creo que podemos distinguir dos tipos de personas: las que usted llama «personas normales», que son las que aceptan este juego uso social de «cadena de favores», «hoy por mi, mañana por tí» (aunque a veces ese mañana no viene nunca); y las personas «anormales», supongo, que son las no desean entrar en ese juego, y que están más tranquilas pagando por los servicios de un tercero que esperando al día en el que te recuerden que una vez, hace mucho, te hicieron algún favor.

      Yo confieso que pertenezco al grupo de los anormales entonces.

      Como sé que las frases célebres tienen bastante público por estos lares, puedo traer a colación la que escribió, si no me equivoco, Alejandro Dumas en su obra «El Conde de Montecristo», que decía así: «Con quién te hace un favor nunca estás en paz, porque aunque pagues la deuda, siempre deberás la gratitud» (lo he escrito de memoria así que puede que me equivoque).

      De todas formas, también coincido con usted en que cuando necesito algún tipo de servicio, aunque conozca a algún amigo cuya ocupación coincida con el que necesito, prefiero contratar a un tercero. De todas formas siempre está el típico que se enfada porque no has ido a él.

    • Anónimo

      En mi opinión, y con todo el respeto, aunque yo sí que soy de pueblo si bien en absoluto no soy ninguna señoría, sino un mero don nadie, no creo comparables sus ejemplos a lo que el autor de la publicación ha planteado, ya que tanto el médico, como la enfermera como el mecánico que cita han actuado por su propia voluntad (o al menos así lo entreveo yo), mientras que el autor hace referencia a aquellos casos en los que algunas personas, sólo por conocer a alguien que sabe algo de alguna materia o presta algún servicio, ya tiene asesoramiento o suministro gratis de éstos. Asimismo, tampoco lo creo comparable con el hecho de que el autor recopile datos de gran interés jurídico (que coincido con usted en que son servicios de valor incalculable) de forma gratuita, pues es algo que hace (supongo) motu proprio. Cosa distinta sería si alguno de nosotros le planteáramos algún caso vía respuestas para que nos diera su opinión.

      De todas formas, bajo mi punto de vista, en lo que respecta al tema que nos ocupa, creo que podemos distinguir dos tipos de personas: las que usted llama «personas normales», que son las que aceptan este juego uso social de «cadena de favores», «hoy por mi, mañana por tí» (aunque a veces ese mañana no viene nunca); y las personas «anormales», supongo, que son las no desean entrar en ese juego, y que están más tranquilas pagando por los servicios de un tercero que esperando al día en el que te recuerden que una vez, hace mucho, te hicieron algún favor.

      Yo confieso que pertenezco al grupo de los anormales entonces.

      Como sé que las frases célebres tienen bastante público por estos lares, puedo traer a colación la que escribió, si no me equivoco, Alejandro Dumas en su obra «El Conde de Montecristo», que decía así: «Con quién te hace un favor nunca estás en paz, porque aunque pagues la deuda, siempre deberás la gratitud» (lo he escrito de memoria así que puede que me equivoque).

      De todas formas, también coincido con usted en que cuando necesito algún tipo de servicio, aunque conozca a algún amigo cuya ocupación coincida con el que necesito, prefiero contratar a un tercero. De todas formas siempre está el típico que se enfada porque no has ido a él.

  11. Begoña Negueruela

    Que verdad, 😭Saludos cordiales

  12. Leyendo la entrada me estaba dando la sensación de estar delante de un espejo. 😉

  13. gbotas

    Lo mejor es que el abogado interrogado le indique que debe buscar abogado, hace tiempo lo aprendí de mi padre y de un amigo suyo médico que cuando les asaltaban (siempre en vacaciones), le indicaban al jeta que pasaba a incauto sorprendido que buscase abogado o médico. Els desconcierto que generaban les daba un tiempo precioso para escurrir …

  14. Me recuerda el caso de la Sentencia del TS Civil 718/2018, aunque era un notario y no un abogado. Aunque al final le salio bien como poco estuvo 5 años acojoado, lo que duro la tramitacion del pleito.

  15. Pues esa problematica del abogado, cuyas personas que lo rodean obtienen consulta juridica gratuita, se da en todas partes, en Mexico, es la misma situacion, provocado con las asesorias gubernamentales y la competencia del gremio. Pero forma parte de esta profesion. Principalmente nuestra forma de obtener recursos es la realizacion concreta de tramites y juicios, es diferente al medico, cuya principal medio de obtener dinero es a traves de la consulta.

  16. Anónimo

    Uno que se gana la vida «picapleiteando», agradece esos comentarios, siendo que vienen de un Magistrado.

  17. Anónimo

    genial, la vida misma

  18. FELIPE

    Si cualquiera de nosotros entra en una tienda, comercio, restaurante o negocio y se lleva o consume algo sin pagar es considerado unánimemente como un ladrón. Pero, si trata con un abogado y le pide consejo, directrices o asesoramiento no resulta extraño que tras obtenerlo se considere liberado de pagar, o a lo sumo, acabe preguntando ¿se debe algo?, o refiera ¿cómo me va a cobrar -o cobrar xx- por algo que le ha llevado tan poco tiempo?

    El relámpago del consejo, la luz de la información o la guía del asesoramiento tan pronto han despejado la niebla del asunto dejan de tener mérito alguno para su beneficiario. Desaparecen y pasan a ser invisibles. Y esta sociedad, como sabemos, no da valor a lo invisible. Por eso quien roba (se apropia sin pagar) al profesional una orientación, una información, una aclaración o un adiestramiento no es considerado un ladrón, aunque se haya apropiado de su conocimiento, de su capacidad, de su tiempo -el inmediato del momento. y el mediato de su larga formación- y de su buena voluntad.

    Sin embargo, como bien advierte Pilar, todo este edificio argumental, que no puede ser más real, se derrumba con estrépito cuando caemos en la cuenta del sitio dónde estamos. Estamos en un Blog (en el Blog, el de la Justicia), cuyo autor tiene por pecado el regalar/nos -a través del mismo- todo eso (conocimiento, capacidad, experiencia, información, estrategia…) y mucho más. Y que, en el colmo de su cuerda locura, nos enseña y demuestra a diario que solo lo barato se compra con dinero. Desde que lo sigo aprendí la lección y tomé la decisión de no cobrar a nadie por la primera -y a veces única- visita. Soy plenamente consciente de que hay quién se aprovecha y solo viene a verme para obtener gratuitamente consejo, asistencia, luz u orientación. Pero ese problema tienen. Son pobres de espíritu. Yo sólo lo soy de dinero.

  19. Anónimo

    La realidad es mucho más dura . Hoy en día hay despachos que cobran 80€ por divorcio (!!con procurador incluido!!), incluso existen ya sociedades que no cobran nada al cliente con la esperanza ganar las costas. e ya no hablamos de los letrados TO, porque la gente cree prácticamente que son pañuelos kleenex de usar y tirar.

    La situación de la Abogacía está muy deteriorada y cada vez va a peor.

    • Anónimo

      También los hay de los otros…”por estudiar el caso….2.000 euros” , y luego ya le digo si es viable o no y cuanto le voy a cobrar. Un listillo o listilla ingeniero de montes y hierbas podría montarse tal negocio, atender por internet y ver si pican tres o cuatro al año….”cuanto lo siento, no es viable, no merece la pena”
      Y los habrá que juegan a perder en primera instancia dándose cuenta de que el ingenuo recurrirá y recurrirá hasta que le digan”eso debería de haberlo planteado en instancia anterior” , y cobrando por cada recurso. De todo hay
      Conoce bien tus temas, sé honesto y cobra lo que sea razonable, hazte visible por internet y atiende a tus clientes diciendo si ves viabilidad y precio desde el primer momento….y ya lo creo que tienes clientes
      La sociedad está cada día mas loca y pleitea mas, todo es más complejo y lo que es difícil de encontrar son profesionales que inspiren confianza

      • Anónimo

        Claro que hay listillos y listillas, lo hay y los habrá en todas las profesiones… pero créeme que son menoría en nuestra profesión, la mayoría de los abogados son honestos, y luego eso de la viabilidad o inviabilidad de un asunto es muy relativo, sino díselo a los que tras décadas de lucha han conseguido que las cláusulas hipotecarias abusivas sean anuladas, díselo a los señores que han conseguido tras décadas de lucha judicial que el TJUE se pronuncie y declare discriminatorio el sistema de cotización de los trabajados a tiempo parcial a efectos del reconocimiento de la pensión contributiva…..

        Para mí, todas las pretensiones (salvo muy escasas excepciones) son viables para ser planteadas ante la Justicia, y luego que sea el Juez que dictamine sobre la viabilidad o no del fondo de la cuestión.

  20. Felipe

    Genial artículo, como siempre. Yo diría que estas situaciones afectan a muchas profesiones y no creo que sean precisamente los abogados los más afectados. Quizás lo sean los informáticos que son hoy en día reclamados por todos y para todo como si sus conocimientos no valieran nada.

    No obstante lo expuesto habría que distinguir entre esas consultas que se responden al vuelo y por las que cuesta pagar 120 euros en un despacho, de aquellos otras que requieren análisis. De la misma forma que no esperamos que nos cobren por la servilleta en el bar, no esperamos que los 30 segundos de nuestro amigo cuesten tanto.

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