Actualidad De Jueces y la Justicia

El ingenio del juez al servicio de la Justicia

Casualmente he accedido a un breve cuento peruano sobre la Justicia y no me resisto a compartirlo para descender de la complejidad del derecho público a la sencillez del litigio cotidiano.

Aquí esta el cuento, digno de ser captado en su esencia por todo jurista o juez que se precie.¡Vamos! ¡¡Atrévanse a ser niños por un momento!!

María era una humilde joven vivía frente a una panadería. Era muy trabajadora y sencilla pero no podía pagarse caprichos. En la panadería se horneaba pan y pasteles que lanzaban deliciosos aromas que escapaban por la puerta hacia la calle, donde aguardaba María para disfrutar de los olores cerrando los ojos y saborear imaginariamente el pan.

El panadero era muy avaricioso así que ya que el pan horneado era fruto de su trabajo, algo debía pagarle la joven. Esta repuso que no tenía dinero, y el panadero la denunció ante el juez.

Cuando el juez escuchó al panadero y a la joven, dictó sentencia condenado a María a pagar con diez monedas al panadero.

En la misma sala del juicio, el panadero sonreía satisfecho y se frotaba las manos y María reunió dinero gracias a la generosidad de los vecinos que habían acudido. Pero cuando atravesó la Sala para a entregar las diez monedas al panadero, el juez le dijo: te he dicho que estás condenada a pagar “con” diez monedas, no que le “des” diez monedas, así que encierra esas monedas en tus manos y agítalas para que el panadero pueda oír su sonido.

Así lo hizo y el tintineo se escuchó con claridad. El juez le dijo al panadero: «Ya está cumplida la sentencia pues con las monedas ha provocado ese sonido que adoras y se hace Justicia: Ella ha robado los olores pero te ha compensado con el sonido, lo que es justo pues ni ella se ha quedado con los panes ni tu con las monedas». ¡Cosa juzgada!.

Confío en que este sencillo cuento le haya hecho sonreír como a mí. Por la sencillez y belleza del asunto, que contrasta con la complejidad y tecnicismos jurídico que hoy nos invade.

Al leerlo me recordó el caso del judío Shylock, el avaricioso acreedor de la célebre obra de Shakespeare. En el juicio en que reclama una libra de carne del deudor prometida como garantía de pago, la juez le da la razón pero le advierte que solo puede cobrarse la libra de carne, porque si se lleva una gota de sangre. Sin embargo la juez advierte a Shylock: “En el contrato no se había de «sangre», y sí solo de «una libra de carne». Puedes, pues, tomar lo que el contrato te garantiza; quita a tu víctima una libra de carne; pero ten bien entendido que si al cortarla derramares una sola gota de sangre cristiana, tus bienes todos serán confiscados a favor del Estado, según ordena la ley de Venecia”.

De este modo, la sabiduría del juez, y la interpretación literal del contrato salvaron al deudor.

En fin, quede ahí el sentido común, o mas bien el ingenio, que debiera imperar en el mundo judicial al servicio de la Justicia. Es cierto que los juicios son cosa seria y no de jueguitos de fábula, pero creo que la imaginación al servicio de la buena interpretación es algo que no suele tenerse en cuenta en el mundo judicial, donde hay quienes piensan que lo meritorio y lo deseable son las sentencias frías, pálidas, el silogismo mecánico, lo trillado o la retahíla de jurisprudencia enlatada.

Por si alguien quiere seguir leyendo casos o recordarlos, me remito a mi antiguo post, de plena actualidad, titulado: ¿Jueces benévolos:¿Equidad o caridad?

14 comments on “El ingenio del juez al servicio de la Justicia

  1. Una hermosa historia J.R. ¡Gracias!

  2. Roberto Premier

    Querido JR,

    me suena que el cuento peruano es una copia de una anécdota de la vida de San Ives Helori, patrón de los abogados franceses, y que ocurrió allá por el siglo XIII. Un pobre se asomó a una ventana para oler el guiso de un noble, quien le demandó, y San Ives condenó al pobre a hacer sonar las monedas para que el noble lo escuchara. Ahí te lo dejo por si te apetece profundizar sobre ello y confirmar si es así o no.

    Abrazo

  3. Jesús MC

    Fantástica historia SEVACH, parece que hoy va a ser un día maravilloso, si no, ingenioso.
    Un abrazo!

  4. JOSE ORTIZ CHECA

    Ya cuasi-jubilado. Con más de cincuenta años de ejercicio en la «otrora» noble y digna profesión liberal de Procurador de los Tribunales, el tema de la «libra de carne y la gota de sangre» siempre y junto con el otro Principio viral, «LO QUÉ NO ES AJUSTADO A RAZON NO PUEDE SER AJUSTADO A DERECHO» (posiblemente los dos venga a decir lo mismo usando distintas palabras) han sido para mí «Palabra de Dios». En tales cortos 54 años he repetido y hecho uso hasta la saciedad de tan sabias predicas entre clientes y compañeros de la profesión.
    Asombrosamente, tras el paso del tiempo, desde aquel, ya lejano 1966 de mis inicios, he podido observar, por supuesto generalizando, que la capacidad y preparación humanística y profesional de «los compañeros» (jueces, secretarios -hoy rebautizados con el pomposo título de «letrados de la Justicia», funcionarios, abogados y procuradores), de todo «pelaje» con los que he tenido la suerte -o desgracia- de toparme, ha sido muy deficiente en tan importantes temas.
    Más, desde aquel célebre «menistro», Ledesma, con su cuarto (quinto y hasta sexto turno, ustedes me entienden) y la denostada LOGSE, he podido observar que en muchos de ellos (ya repito siempre generalizando y salvo error u omisión, que no se me moleste nadie) tales conocimientos ya elementales han descendido en progresión geométrica. No hace muchos (años) trate de convencer (ni Titán) a una señora jueza (entonces de las llamadas de «entrada», hoy intrigando para que le hagan Presidente de Sala de una Audiencia), de la excelencia del Precepto que nos ocupa, resultando que la susodicha no solo desconocía la existencia de un libro llamado «El Mercader de Venecia» y solo tenía una muy ligera idea de quien fue «Chespi»
    Abrazos a todos. Como decía mi sabio abuelo «siempre que ha llovio ha escampio»

  5. José Fdez

    Moraleja y sentido comun, que no recoge la actual diarrea legislativa además del sometimiento a las Leyes, a un contorsionismo hasta límites insospechados, que complica la labor de abogados, jueces y fiscales.
    Gracias por compartir.

  6. Lo tomo prestado, con cita explícita, claro, para mi próxima edición de ‘fábulas del reino de XIPANYA’. El maestro Chaves no para. Le propongo una recopilación de apólogos, fabulillas, anecdotario y dichos sobre esta ‘materia tan espiritual’. Algo hicieron Vizcaíno Casas y otros.

  7. Conquero

    El cuento, sea de origen peruano o francés -seguramente haya otras adaptaciones nacionales rondando por Internet-, es de una belleza sublime.

    No nos tenemos que ir muy lejos para recoger historias que también nos pueden recordar al famoso juez Magnaud. Hace unos días, en Ciudad Real se ha dado un caso notable protagonizado por un grafitero que iba dejando su obra por toda la ciudad: https://www.hoy.es/culturas/juez-perdona-grafitero-20200121135433-ntrc.html

  8. Joaquín

    El pastelero avaricioso me recuerda a la SGAE, uno cobra solo por oler, y la otra solo por ver u oir.

    • Anónimo

      Joaquin: Muy acertado su recordatorio acercas de la SGAE.

  9. Manuel Pérez Casas

    Magnífica y salomónica sentencia.

    Me permito recomendar también una obra de teatro muy muy antigua en la que tuve la oportunidad de participar hace ya largos años: «El terrible Homobono»

    Es una corta historia sobre como un Juez castellano imparte su justicia tras zamparse una pieza de caza que no era suya… No tiene desperdicio.

    Manel Pérez

  10. Contencioso

    A lo mejor si el juez español pudiera dictar sentencias «de mazo» y hacer lo que le diera la gana veríamos cosas así . Pero como resulta que tiene que someterse a la ley (A las 300 y pico mil vigentes por obra y gracia del BOE y demás boletines autonómicos y europeos), poco margen le queda para lucirse. Eso sí, en la época de la anécdota que nos brinda hoy nuestro anfitrión, el número de jueces corruptos, injustos, mezquinos, enchufados, serviles, etc era brutal y mayoritario, porque no se sometían a nada o a lo sumo a quien les había enchufado, y no tenían que motivar siquiera sus decisiones. Asi que quizá en el fondo no estamos tan mal como nos creemos. Saludos.

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