Libros del fin de semana

Jurista que no lee pese a ser inteligente, se lo lleva la corriente

Suele decirse que los abogados son letrados. Hombres de letras, pues trabajan con palabras, leen y escriben documentos y exponen sus alegaciones oralmente en lo que se denomina con un curioso oxímoron: «vistas orales».

Sin embargo, hay que ir mas allá del estudio de los casos y la necesaria lectura de libros jurídicos, para identificar la norma aplicable o sus posibles interpretaciones, o la lectura de jurisprudencia en pos del precedente, y adentrarse en la lectura metajurídica, o sea, la lectura de libros no jurídicos, que es una excelente inversión.

Veamos, sus ventajas y su necesidad.

1. En principio, ser profesional del derecho no ayuda a ser fiel a la lectura no jurídica. Me temo que la inmensa mayoría de abogados y jueces no podrían indicar, sin ponerse colorados, un libro no jurídico que hubiesen leído completo en el último trimestre. Leen prensa, artículos y libros jurídicos, pero las novelas han sido aparcadas en sus objetivos. Veamos las razones de ese desinterés por las lecturas no jurídicas.

Es cierto que muchísimos buenos lectores sufrieron el impacto de la Facultad de Derecho donde primaba la lectura repetida de unos toscos apuntes, o la consulta a unos áridos libros, donde se leía por necesidad más que por placer.

Otros ya graduados tuvieron que sobrevivir con plena dedicación a su trabajo que absorbía su tiempo de lectura.

Y otros se endurecieron con la práctica judicial, como abogados o jueces, perdiendo interés por lecturas noveladas, al sentirse más cómodos con el lenguaje procesal, frío, despojado de retórica y sin color.

Pero sobre todo, me temo que la mayoría de los juristas no lee novelas por la sencilla razón del agotamiento, ya que tras digerir palabras y palabras, y comerse la vista leyendo en su trabajo, no parece que estén deseosos de salir hacia su casa para ponerse a leer. Mejor tomarse una cervecita o vinito antes de llegar a casa, donde espera el sofá delante del televisor, navegar por internet, o conversar en familia.

2. Sin embargo, en el día del libro, me gustaría exponer a mi personal juicio, las virtudes de leer alguna novela de vez en cuando:

  • Ofrecen relajo y tregua dentro del fragor judicial, abriendo una ventana al espacio de nuestra elección. Podemos elegir viajar a cualquier lugar del mundo o buscar íntimas emociones (suspense, thriller, romanticismo, aventura, humor, etcétera). Que por cierto, bien viene descansar del pertinaz moscardón del problema jurídico pues «cuando nos preocupa, todo nuestro tiempo ocupa».
  • Permiten al jurista salir al mercado de realidades y escenarios no jurídicos, que podrán ser fuente de ideas y argumentos, o metáforas para ilustrar los escritos. Al fin y al cabo la mayoría de los escritos de demanda o contestación y la propia sentencia encierran una narración de hechos. Que por cierto, siempre son bienvenidos los escritos procesales imaginativos sin pérdida de rigor.
  • Es fuente de mejora de sintaxis, incremento de léxico y dominio de las reglas gramaticales. Que por cierto, buena falta hace.
  • Permiten mantener un horizonte mental, de imaginación, que se prolonga en el tiempo, con personajes vivos y con una trama argumental compleja, con los consiguientes beneficios mentales. Que por cierto, buena falta hacen las historias largas frente a las historietas de consumo rápido y breves que ofrece internet.
  • Contribuyen a forjar un buen conversador, y buena compañía pues las novelas contribuyen a contar con eso que llaman “arsenal cognitivo”. Que por cierto, buena falta hace la amenidad con los numerosos tiempos muertos y treguas que la vida depara.
  • La lectura de novelas facilita la empatía, al introducirnos en personajes y sus emociones o sentimientos. Que por cierto, buena falta hace ponerse en lugar de los demás en los tiempos que corren para comprender y ser más tolerante.

3.  No se trata de leer novelas de abogados porque al fin y al cabo sería como el cocinero que en sus horas libres prepara bocadillos, sino de leer novelas que cuenten historias, y que nos lleven con ellas. Tampoco puede decirse que una buena película es mejor que un buen libro, pues es parecido a decir que una hamburguesa del Burger King es mejor que la comida casera cocinada por uno mismo; en la película somos sujetos pasivos mientras que en el libro es nuestra imaginación la que teje la historia de una forma personal y distinta de cualquier otro lector.

booksTambién comprendo que habrá quien no le guste la ficción o considere que no le aportan nada las vidas imaginadas, pero para ellos existen las novelas históricas que ofrecen un viaje ameno al túnel del tiempo o las biográficas que nos llevan a la vida interior de personajes, buenos y malos.

En fin, considero que leer novelas nos hace mejores. Mejores personas y mejores profesionales. La coartada manida de “no tengo tiempo” se diluye como un azucarillo si en el hogar nos comprometemos a dedicar a los libros la tercera parte de tiempo que a las pantallas (ordenador y televisión incluidos).

4. Me vienen a la mente ahora  aquellos abogados que han sufrido derrotas judiciales en una instancia y con arrojo han luchado en segunda instancia e incluso tras morder el polvo, han acudido al Supremo o al Tribunal Constitucional y entonces han conseguido que le den la razón, de forma tardía, costosa y posiblemente con el cliente cabreado. Si entonces leyeran Moby Dick (Herman Melville) posiblemente se identificarían con el capitán Ahab y a la Justicia como la ballena blanca, que necesita un buen arpón y persistencia para conseguirla.

O habrá quien recuerde sus inicios en la abogacía, armado con su flamante título y ningún cliente en el horizonte, con escasos medios en la isla desierta de su nuevo despacho. Si leyesen Robinson Crusoe (Daniel Defoe) posiblemente se sentirían familiarizados con su desasosiego y lucha por salir adelante.

5. Por mi parte, confieso que creo disfrutar de una virtud no buscada, la de leer con gran velocidad, que por decirlo gráficamente, me llevaría a leer Las mil y una noches, en tan solo unas veinte noches. Quizá sea un don, o quizá me pierdo muchas cosas en el camino, pero me temo mas bien que es una habilidad fructífera debido a la práctica. O quizá debo darle la razón a Woody Allen en aquello de: «Hice un curso de lectura rápida y leí Guerra y Paz en veinte minutos…va de Rusia».

En fin, que la crisis del Estado de Alarma nos brinda una ocasión de oro para recuperar el viejo hábito de leer novelas.  No hay que enchufarlas, ni resetearlas, ni teclear… basta con cogerlas por el lomo, y pasar el índice, mientras la imaginación se despierta…

la-mirada-de-einstein-al-universo-juridico-600Si me disculpan, ahora tengo que elegir entre tres amigos que aguardan calladitos, como Lázaro para que los haga caminar: El impostor, de Jeffrey Archer (novela de suspense, 2009); Mediohombre: la batalla que Inglaterra ocultó al mundo, de Alber Vázquez (novela histórica, sobre la proeza de Blas de Lezo en Colombia, 2015), y El cuerpo humano (ensayo amenísimo de Bill Bryson, 2019).

Pero para aquéllos juristas que no desean soltar el trapecio jurídico mientras se zambullen en las ciencias, tengo el atrevimiento de recomendarles mi hijo predilecto, el ensayo que titulé La mirada de Einstein al universo jurídico (Amarante, 2015), que pone en conexión el derecho con Freud, Darwin, Kepler, Descartes y otros sabios, como nunca se había intentado; para asomarse al interior, una muestra con el Indice y Presentación.

              ¡Feliz día del libro, amigos!

32 comments on “Jurista que no lee pese a ser inteligente, se lo lleva la corriente

  1. Jose Adserias

    Gracias JR, la verdad es que no tengo nunca nada que añadir a tus artículos, pero esta vez sí, una lectura relacionada que me gustó hace tiempo para cuando acabes con el segundo libro.

    https://www.abc.es/historia/abci-incomoda-verdad-sobre-virrey-sebastian-eslava-heroe-espanol-borrado-mito-blas-lezo-202002280106_noticia.html

  2. alegret

    No sólo hay que leer novela. Es más, según el sabio de cuyo nombre no me acuerdo, a partir de los 40 años conviene evitarla. Ahora en serio, hay otros géneros sumamente interesantes: la poesía, el ensayo, el teatro. Lo importante es leer.
    Un cordial saludo.

  3. me ha encantado !!

  4. Conquero

    Sin duda, dada la fecha, es una entrada muy oportuna la tuya, maestro Chaves.

    Bueno es recordar que, si echamos la vista atrás en el tiempo, nuestros antepasados parecían tener claro que el jurista tiene que saber algo más que desenvolverse en el frío texto de la ley. Por ejemplo, la Ley Moyano (1857) obligaba a las Facultades de Derecho a programar asignaturas de Literatura latina, Literatura española, Filosofía -general, no «del Derecho»-, Historia de España y Estadística, entre otras materias que hoy nos parecen del todo ajenas a los estudios jurídicos.

    Es verdad que, transcurridas unas cuantas décadas, el mundo es otro, el Derecho es otro y el tiempo es más tirano si cabe, lo que ha traído efectos calamitosos en la expresión y ortografía de algunos juristas -y digo de algunos, porque, afortunadamente, a otros da gusto leerles, con independencia de que se esté de acuerdo o no con su pensamiento-.

  5. Gran entrada, como siempre.
    En el despacho en el que trabajo tenemos la suerte de guardar fuerzas para leer textos no jurídicos. Es muy importante que nuestra profesión, que ya tiene muchas connotaciones negativas, no nos prive también de ese gran placer. De las tres lecturas pendientes que citas, solo conozco «El impostor», pero te recomiendo empezar por ella, es muy entretenida.
    Un saludo y ánimo con la recuperación.

  6. Pues a mi me encanta leer novela, es mi mejor momento del día, me relaja, incluso las novelas juveniles que exploro para recomendar a mi adolescente hija, para mí es un placer leer novela

  7. COVADONGA

    Me ha encantado.Me pasó lo que cuentas que durante la carrera de Derecho, abandoné el enganche por la lectura ,sin embargo volví a ella con otro interés si se puede decir más exigente a la hora de elegir mis lecturas y ecléctica .

  8. Yo también, cuando no estoy trabajando, lo que leo son novelas, es lo que me relaja. Ca uno es ca uno…

  9. Anónimo

    Muchas gracias porque me reconozco en este artículo, desde que comencé a trabajar me he embrutecido en el sentido de leer muy poco. Un abrazo,

  10. Maravilloso momento, ciertamente, el de la elección de la nueva lectura, una vez terminada la previa. Elegir qué puerta abrirás de entre todas las existentes, casi infinitas, que nos llevan a lugares y situaciones tan distintas… Quienes no tienen este hábito no saben lo que se pierden.

  11. Pingback: Jurista que no lee pese a ser inteligente, se lo lleva la corriente — delaJusticia.com « Amador García-Carrasco

  12. Querido maestro, lo reenvío a mi blog amadorgarciacarrasco.wordpress.com. Como ejemplo de buen hacer. Gracias. Así te leen más, mis tertulianos, desde luego.

  13. Jesús MC

    Feliz día del libro SEVACH y a todos y todas las que leen este blog!

  14. Yo recomendaría a los juristas, sobre todo a los que redactan sentencias, el «Finnegans Wake» de Joyce y «Vida y opiniones del caballero Tristran Shandy» de Lawrence Sterne. Creo que son dos libros que a más de uno les ayudaría mucho a quitarse importancia. (Creo las buenas novelas son precisamente las que consiguen que haya personas mejores, más humildes, menos fatuas). Una novela de suspense o histórica irremediablemente hará al lector seguir creyendo que es capaz de entenderlo todo (y, por supuesto, juzgarlo todo).

  15. Mi recomendación de una excelente lectura para juristas sería el capítulo XLV de la segunda parte del Quijote (que es una novela), «De cómo el gran Sancho Panza tomó la posesión de su ínsula y del modo que comenzó a gobernar». No distrae mucho tiempo su lectura, y constituye un placer constatar el dechado de virtud, ingenio y sano juicio con el que Sancho Panza resuelve los litigios que los súbditos de su Ínsula le plantean.

    https://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/edicion/parte2/cap45/default.htm

  16. Francisca Fernández Guillén

    D. José Ramón: como comentario para mejorar, he pedido a mi familia que imagine a qué tipo de personas podría referirse la frase «los abogados son letrados. Hombres de letras» y ninguno ha imaginado a una abogada, letrada, mujer de letras. Creo que términos como «Abogacía» o «personas de letras» son mucho más inclusivas, y detrás de ellas podríamos imaginar también a las mujeres. Saludos, Francisca

    • Claro, Francisca. Por supuesto que aludo a letrados, letradas indistintamente. Va de suyo. Lo que sucede es que por hábito, la referencia conjunta me lleva al masculino. De hecho la sexta aceptación del DRAE dice: «6. m. y f. abogado (‖ licenciado en derecho)». Cierto que es mas inclusiva «persona de letras» y tomo nota. Saludos.

    • Carmen Núñez

      «Abogado»=persona que tiene legalmente el derecho de desarreglar los asuntos de quienes no tienen habilidad para fastidiarlos por si solos». Te la presto, Francisca .

    • Alfonso

      Estimada Francisca, y estimado maestro lector Chaves,
      recomiendo la lectura de «El español, una lengua no sexista», de Álvaro García Meseguer. Puede encontrarse en esa magnífica plataforma que es Dialnet.
      Allí se habla de lo que el autor denomina «sexismo del oyente». Ejemplo: si alguien dice «abogado», y el receptor del mensaje imagina sólo un hombre. Eso es sexismo del oyente.
      Lo digo con cariño y con ánimo de estimular que nuestros escritos jurídicos procuren evitar perífrasis provocadas por este tipo de extrañas comprensiones del lenguaje, porque en términos jurídicos, a más perífrasis, más dificultad de comprensión. Pocas novelas encontramos con expresiones tales como «personas que formulan pronunciamientos jurídicos dentro de un proceso judicial» en lugar de «jueces». Menos mal, ¿no? Porque igual se multiplicaba por tres el número de páginas.
      Un amable saludo.

  17. Con lo ameno que es el BOE ya tengo suficiente divertimento.

  18. Homero Villegas

    Excelente página, me parecen muy importante las sugerencias de mantener la actitud, el interés y la permanente lectura diversa, pues enriquece integralmente el intelecto y la razón, para formarnos como personas susceptibles de mejorar cada día con la humildad de saber que somos seres cognitivos. Un abrazo y saludos a todos los lectores en el día de nuestro amigo EL LIBRO.

  19. mikel on

    Quiero felicitar al sr. Chaves por su artículo, pero también discrepar en relación con algunos aspectos que indica.
    -El título de su artículo no me parece acertado.
    Creo que es más una brillante expresión de un pensamiento que aspira a un ideal, pero que choca con la realidad que percibimos cotidianamente.
    El Derecho está lleno de profesionales que no leen, y no se los lleva la corriente.
    Ahí siguen, algunos con notable éxito, otros muchos sin destacar, pero es una profesión en la que se puede sobrevivir y si persistes, vivir dignamente, ya que el Derecho lo impregna casi todo, está presente o tiene relación con la mayoría de las actividades humanas, lo que permite que surjan oportunidades para que intervengan los profesionales en algún momento, entre ellos los que no leen. Raro sería que no hubiera “mercado” para el Derecho, incluso en periodo de crisis.
    Esto no se puede decir de todas las profesiones.
    – También discrepo respecto a que no pueda decirse que una buena película es mejor que un buen libro. Me vienen a la mente joyas del cine que nos han abierto los ojos a realidades que nos hacen reflexionar y madurar, o a imaginar nuevas fantasías. Indica el sr. Chaves extraordinarios libros como Moby Dick o Robinson Crusoe, pero por citar varios ejemplos, no resulta peor película, la extraordinaria “Doce hombres sin piedad”, que su homónimo drama para la televisión escrito por el guionista Reginald Rose, el cual se inspiró en su experiencia como miembro de un jurado. O “La vida de Brian” del grupo británico Monty Python, basado en su guion, comedia en la que la ironía, el humor, y la crítica a la política y a lo institucionalizado persiste hasta el último fotograma.

    – Lo que me produce mayor distancia con la opinión del sr. Chaves, es que considera el tomarse unos vinitos en el «lado oscuro» de su reflexión. «in vino veritas», sin pasarse, debiera ser una obligación; e hecho el gobierno está pensando en incluirla en la prórroga del estado de alarma para los próximos meses, en solidaridad con el sector hostelero. Ja.

    • Estupendo Miguel, agradezco tu comentario pues todo enriquece perspectivas, y te aclaro:
      – Los títulos como los titulares de los periódicos buscan mensaje que condense e impacte el fondo general.Además, ya que interpretamos literalmente, lo de llevar la corriente a los que no leen, puede ser al éxito o a otras venturas.
      – Lo de si es mejor una película o un libro, pues como todo, depende del producto y del consumidor. Hay películas que mejoran libros y viceversa, pero la afirmación es comparando medios, y la posición del sujeto (activa o pasiva).
      – Lo de «tomarse unos vinitos» no es una censura por tal hábito, sino por el uso alternativo del tiempo que se dedica a actividades metaliterarias.
      Por lo demás, ya sabes que mis post no pretenden fijar doctrina sino dar pinceladas para la reflexión, desde mi personal visión ( que no pretende proselitismo alguno), y eso se ha cumplido. Saludos

      • mikel on

        No era ni necesaria tu aclaración, te la agradezco en cualquier caso. Por supuesto que no fijas doctrina, creo que los que leemos tu blog lo sabemos, pero si así fuera, sería más interesante, seria, amena e instructiva que la mayoría de lo que se publica en la red y en los medios de comunicación, en los que se pontifica por quién solo tiene una barniz, no una formación y conocimientos asentados. Lo de los vinillos, -creo que lo he expresado con cierta ironía, ubicados en el «lado oscuro» de tu reflexión, debiera ser una obligación-, no pretende sino querer reflejar que lo «banal» también ha de tener un sitio en la vida de los profesionales del derecho o de cualquier otra actividad. Y en estos largos momentos de confinamiento, echo de menos la libertad de deambular, de tomar unos vinos, de estar con amigos y compañeros – la mayoría juristas, sí, que nos prohibimos hablar de derecho sin conseguirlo-, en fin de aquello que nos saca de este trabajo, a veces, tan exigente.

        Si quiero, sin embargo señalar al hilo de tu aclaración, que la posición del lector-activa- y la del espectador de cine -pasiva-, no deriva del medio, sino del lector o del espectador y de la capacidad de «su imaginación de tejer la historia de una forma personal y distinta» a otro lector o espectador. Conozco lectores impenitentes con poca imaginación, demasiado fieles al texto escrito, y espectadores de cine que son capaces de ver en una película, aspectos psicológicos, simbólicos, e intangibles que ni por asomo imaginaste cuando tú la viste, y ello porque el cine es «otro» lenguaje narrativo que requiere de un entrenamiento para poder repentizar en un segundo, aquello que pasa por delante de nuestros ojos y oídos.

        saludos.

  20. Balsámico

    “La verdad de las mentiras” de Vargas Llosa, y el Discurso de Javier Marías al recoger el premio Rómulo Gallegos (disponible en internet) son dos de las más lúcidas reflexiones en el mismo sentido que apuntas J.R. Léelos cuando puedas. Un festín.

Gracias por comentar con el fin de mejorar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde delaJusticia.com

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo