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La Justicia manifiestamente mejorable

Un proverbio anónimo veneciano de 1610, según informa el gran administrativista argentino Agustín Gordillo, muestra la percepción de la Justicia en la época, que paradójicamente parece próxima a la actual:

 

Para hacer justicia hace falta

Bolsa de banquero,

Paciencia de ermitaño,

Tener razón

Saberla exponer

Encontrar quien la escuche

Y se la quiera dar

Y deudor que pueda pagar

 

¡Gran clarividencia de los venecianos! O precognición del futuro…

En fin, digamos que la Justicia divina o si se quiere, la Justicia natural es única, pero la Justicia terrenal, la que ofrecen las sentencias dictadas por jueces y tribunales es su sombra o reflejo, según se mire.

Por eso, me atrevo a atrevo a ofrecer mi versión:

Para hacer Justicia hacen falta…

 Buenos ciudadanos que litiguen para defender su derecho legítimo y no para abusar o perjudicar sin obtener beneficio.

 Buenos abogados que defiendan a sus clientes como si fuese el último juicio de su vida, ante sus colegas y familiares y sometido a su propia conciencia.

 Buenos jueces que se coloquen en lugar de cada parte -para comprender su interés y razones- y no olviden al sentenciar que sentido común y sentido jurídico son hermanos siameses.

 Buenas leyes que se inspiren en grandes valores, sin confundir el interés del pueblo (paz, libertad e igualdad) con el interés de déspotas partidos ni de egoístas partidarios.

No es fácil la cuadratura del círculo de la Justicia. Pero debemos intentarlo. O sea, conseguir un cuadrado jurídico cuyos lados (legislativo, ejecutivo, judicial y ciudadanía) delimiten un área de satisfacción idéntica a la comprendida en el círculo de lo Justo.

Sirva de reflexión en este día de asueto.

NOTA.- Está abierto el plazo para proponer candidaturas de blogs y artículos a los Premios Blogs Jurídicos de Oro 2021, según las Bases. Gracias por participar.

9 comments on “La Justicia manifiestamente mejorable

  1. Anónimo

    Cierto Señoría, pero no está en nuestra naturaleza, somos españoles para bien y para mal

    Manel Pérez
    Abogado

  2. Martin

    Hay que ser un Freud para entender el juego de las fuerzas ocultas de la sinrazón, la fuerza motriz de la injusticia.
    Los tribunales son santuarios de esas fuerzas (razonófagas) que se comen la razón humana. Son como iglesias sacrílegas donde se practica lo opuesto a lo que se predica. Es el templo ocupado por los mercaderes de la sinrazón, el favor y la complacencia con el interés más fuerte.
    Pero a cada noche le toca un día. Y estamos antes las puertas de un nuevo 1789, explosión de la razón.
    El artículo ha captado ese horizonte venidero. Cuando emerge la luz los vampiros reyes de la noche pierden su poder.

  3. Sabias palabras, como siempre. Yo añadiría el coraje y aprovecho para recomendar una película con un interesante trasfondo filosófico sobre el sentido del deber de la justicia más allá de que uno se exponga a perder más que ganar en la batalla por defender lo que moralmente considera justo. El Último Duelo, de Ridley Scott no tiene desperdicio. Y no digo más para no hacer spoiler.

  4. juan perez periañez

    En la Festividad de Maria Santisima, la Inmnaculada Concepciòn, un abrazo a los creyentes, a todos en general.
    Como es habitual, unas reflexiones las de JR mediante la que no es posible definir mejor la auto crìtica que los operadores jurìdicos somos los primeros obligados a realizar. Todos. Mas aquì de la funciòn concreta de cada uno, ya seamos jueces, como poder constitucional que son: nada menos que imparten Justicia. Abogados, quienes ejercemos el sagrado derecho de defensa, y hemos de sentirnos por ello privilegiados. La toga ha de ser como la sotana de un cura o la bata de un mèdico, pura vocaciòn. Un abogado ni tiene cartera de clientes, ni gestiona o administra, ni tampoco representa o mueve hilos de poder o de influencia. Un abogado simplemente aconseja y defiende. Cada dia aprendo algo nuevo en el ejercicio de mi vocaciòn, porque està claro que no sè mas que nadie, todo lo contrario…
    pero tambièn que ni me impresiona ni me altera enfrentarme a un compañero de algùn famoso despacho «multinacional», o muy conocido pùblicamente , o muy brillante. Hay compañeros que han tomado la alternativa recientemente y te pueden dar un repaso monumental.
    Me atrevo a añadir otras dos reflexiones: que los letrados de la administraciòn de Justicia no desplieguen funciones jurisdiccionales, para las que carecen de atribuciòn constitucional. Y que los funcionarios judiciales se sientan- porque lo son – operadores jurìdicos , de suerte que aquellos que no lo hacen, procuren tomar ejemplo de sus jueces, quienes no se suelen escaquear, ni mirar el reloj a ver si llega la hora de salir, ni fingir enfermedad.

  5. Manuel

    GRACIAS MAESTRO…

  6. Contencioso

    Los tribunales son engorrosos, lentos, no siempre aciertan y lo hacen tarde, y muchas cosas mas, en efecto. Pero no está de mas recordar la alternativa, que es la ley de la selva. A mis alumnos del máster les decía yo que, con todos sus defectos, cada juicio y su sentencia son un pequeño milagro: En lugar de buscarse uno a otro y acabar a tiros o tortazos, o contratando matones, las partes se someten a un sufrido y costoso proceso para que un tercero imparcial, humano y generalmente falible zanje la controversia. Que el ser humano haya llegado a desarrollar esto es una muestra de lo sublime que puede llegar a ser, aunque por supuesto no sea ni de lejos perfecto. Saludos y buen puente a todos.

  7. Anónimo

    Como se suele decir, mejor explorar un acuerdo entre partes a que los jueces fallen…

  8. FELIPE

    La sabiduría -siempre eterna- de los clásicos confirma lo acertado de su artículo -claro, concreto y exacto- y lo atinado -entre otros- del comentario de Contencioso.

    Aunque en su mejor versión el hombre es el más noble de los animales, si lo separas de la justicia y la ley es… el peor (Aristóteles). En tal sentido, la «justicia» del hombre salvaje es la venganza y la «venganza» del hombre social es la justicia (Epicuro). Mientras la primera abre un nuevo capítulo y una cuenta nueva, la segunda lo cierra y pone el punto final.

    Por eso, la Justicia debe ser autónoma e independiente, permanecer alejada del poder, centrarse en el respeto y el reconocimiento de los derechos -propios y ajenos- y estar a ambos lados y con ambas partes. Por eso, cuantas más leyes haya, y menos claras, estables, sensatas, ajustadas a nuestros valores generales y coordinadas estén entre sí -como sucede actualmente-, menos justicia habrá (Cicerón). Por eso, el juez que las aplique siempre deberá escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente -aunque se equivoque- hasta llegar a encontrar la justicia del caso (Sócrates). Pero, por eso también, si su impartición se demora no estaremos en presencia de una verdadera Justicia sino ante un burdo remedo, una Justicia averiada, decepcionante y manifiestamente mejorable. Y si no la mejoramos y la hacemos real ¿qué nos queda a los justiciables, los operadores jurídicos y a la propia Administración de Justicia?

  9. Pingback: Para hacer justicia hace falta. Vía @kontencioso – Esteban Umerez

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