Contencioso

Empatía en la justicia

Nunca es tarde para aprender, así que acudiré estos días en Madrid a un original seminario sobre Inteligencia emocional en el ámbito judicial, que buena falta hace.

Siempre he intentado cubrir la osamenta de las normas con la carne de los principios y la sangre de los valores, pero faltaba, como en el clásico Frankenstein, el rayo o hálito de la vida, que son emociones y sentimentos.

Cuanto más he estudiado, leído y practicado derecho, más siento el valor de los sentimientos y emociones que transitan por las normas, y sobre todo, los que planean en cada caso concreto.

La empatía es el valor más necesario en el siglo XXI y paradójicamente el que está más en crisis. La insolidaridad, el egoísmo, la primacía del «yo» sobre «todos» y de lo mío sobre lo de los demás, se está convirtiendo en una sombra inquietante. El más cruel ejemplo a escala colectiva es la guerra (especialmente, la herida abierta en Ucrania por un Putín que ha pasado de ser alguien antipático a alguien peligroso); el más silencioso ejemplo es la economía, esa mano invisible de Adam Smith que juega con nuestro presente y futuro.

En el plano de la Justicia, la empatía se hace necesaria en tiempos de frenesí litigioso, de demandantes ansiosos y de jueces atosigados por plazos y su sentido responsable, y espoleados por el Consejo General del Poder Judicial, para achicar agua litigiosa de su barquita repleta de papeles.

Es inevitable que el productivismo o estajanovismo judicial menoscabe la calidad de las sentencias. Se trata de convertir las sentencias estilo hamburguesas de multinacional, poco nutritivas, y fruto de inercias, productivismo o pereza, en cocina casera elaborada con atención, sentido y sensibilidad.

En el ámbito contencioso-administrativo, el juez ha de tener empatía con el particular demandante, ponerse en su situación, para captar qué interés tiene y qué derechos peligran. El juez debe comprender que no se litiga por capricho, que el gigante público no siempre acierta y que el efecto real del error público va más allá de lo que pinta el insensible expediente.

Además el juez ha de tener empatía con el interés público, no para convertirse en ángel guardián que salve los errores de la Administración, sino para comprender el interés de todos que inspira las normas, y para identificar la interpretación adecuada que lo salvaguarde, sin olvidar -lo que es muy importante- que el interés general tiene el valor de lo colectivo como fin constitucional (art. 103 CE) pero no ostenta rango superior a los derechos fundamentales y libertades públicas.

Y cómo no, empatía con el abogado, profesional que intenta cumplir con esfuerzo y responsabilidad, con su misión al servicio del cliente, debiendo el juez comprender que es legítimo plantear interpretaciones, usar estrategias, proponer pruebas y arriesgar.

Quizá finalmente el juez pueda comprender todos los puntos de vista, como en la conocida parábola India del elefante palpado por seis ciegos, con distinta creencia según lo que tocan. Lo difícil será decidir. El problema final consistirá en si quien pierde el litigio tendrá la empatía para colocarse en lugar del juez. Difícil empatizar con el verdugo.

12 comments on “Empatía en la justicia

  1. Manuel

    Genial reflexión José Ramón!! La empatía en la justicia es un tema muy profundo para la filosofía del derecho, pero es algo que debe estar ahí, cada mañana, en los juzgados, y no sólo ejercida por parte del juez.

  2. Antonio

    Buenos días a todos:

    Salgo de las sombras porque, en ocasiones, es inevitable no pronunciarse; como en ésta.

    Amigo Chaves, usted le viene grande a la Justicia, incluso como valor universal. Si no existieran personas como Ud. habría que inventarlas, como némesis y catarsis.

    No deja de asombrarme. Y es que, lejos de fascinar, sus escritos son sobrecogedores y reconfortantes.

    Gracias por tanto como da para, seguramente, lo poco que recibe a cambio.

    Por lo que deja entrever, no le arriendo las ganancias cuando esa cabeza entre en pugna con el corazón. Menudo parto doloroso deben ser algunos de sus alumbramientos en forma de sentencias. Es lo que tiene tanta bonhomía.

    Anhelo que las razones personales que le inducen a interrumpir su producción editorial no le impidan seguir regalándonos su talento.

    No le conozco en lo cercano, pero, aún en tales circunstancias, permítame desearle lo mejor.

    Un abrazo, Magistrado.

  3. Anónimo

    Una amiga trabajó años, de auxiliar administrativo en un juzgado de lo Civil y dice que sabían, no importaba el caso, quien iba a ganar o perder.
    Si era padre contra hijo, ganaba el padre; si hombre contra mujer, ganaba el hombre; si rico contra pobre, ganaba el rico. Se podría añadir: si Administración/ administrado, adivinen.
    Un famoso banquero que solía andar por tribunales y además era letrado, decía: la sentencia es aquella que, de una manera o de otra, le conviene al señor Juez.
    Ud, Señoría, es un friki, que es así como se llama ahora a los perros verdes.

  4. Anónimo

    Razón llevas, amigo Chaves.espero que seáis muchos en ese curso por el bien de todos.ojsla tus ánimos de mejorar siempre en lo que esté en tu mano sea copiado por muchos también.
    Ya vi que no soy el único que se maravilla con las fotografías y animaciones gráficas de tu blog.genial.
    Salud y suerte.
    Carlos de Miguel

  5. Con su permiso me voy a apropiar del la frase «el interés general tiene el valor de lo colectivo como fin constitucional (art. 103 CE) pero no ostenta rango superior a los derechos fundamentales y libertades públicas». Y le pido un favor: si ve en el seminario a los jueces del Tribunal Supremo, recuérdesela. Gracias.

  6. Juan Romero Pi

    He leido su artículo, la verdad es que lo que cuenta me parece un ejercicio vacio de contenido. Los jueces y juezas son «humanos» y están sometidos a todas las «vicisitudes y herencia de la carne» (Hamlet. Monólogo), me parece que usted no está mucho por los proecesos de automatización de la justicia mediante aplicación de procesos de «inteligencia artificial». Siguiendo a Hamlet le diría ¿qués más adecuado a los intereses de la justicia y seguridad jurídica, obtener una sentencia «empatica» tras 6 años de litigios u obtener una sentencia rápida en cuestión de una semana por medios automatizados, sin perjucio de los recursos? Incluso, se podría dar la opción de que el juzgador revisase «de oficio» la «sentencia automatizada».

    • Siempre será preferible una sentemcia “humanizada” que una “automatizada” pues la justicia del caso concreto, de la equidad, de valores.. jamás, jamas la conseguirá ningún adelanto tecnológico, pero cada uno es libre de pensar lo que quiera

  7. Anónimo

    Cuestión apasionante, que veo que ha generado muchos comentarios muy interesantes. En esta ocasión, sin embargo, me voy a quedar con un ‘obiter dicta’ sobre el que le invito a reflexionar más en profundidad, a la luz de lo enseñado al mundo por nuestra ilustre «Escuela de Salamanca», ínfimamente valorada en España, supongo que por aquéllo de que es nuestra: Pensar que la «mano invisible» de Adam Smith es la negativa muestra palpable del egoísmo humano es haber entendido sus verdades justo al revés. Nada más humanamente democrático (y empático) que algo que no es decidido por uno, sino por todos.

    Como sabe tanto, Señoría, y lo ha tenido tan cerca, es posible que ya lo conozca, pero si no fuera así, le recomiendo, encarecidamente, la lectura de Juan de Mariana. Sus libros son muy breves y sus enseñanzas… infinitas. Verdades lanzadas al correr de los tiempos, que muy pocos vislumbran. Sus reflexiones al hilo de la moneda de vellón, algo que los niños deberían aprender en las escuelas. No lo hacen, claro, porque a los de siempre no les interesa, y así nos va.

    Para otro día hablar sobre el egoísmo, que considera algo malo cuando en realidad alumbra todas y cada una de las decisiones humanas (es decir, no determina que unas sean buenas y otras malas), pero dado que se acerca el verano y le gusta leer, otra lectura «diferente» que dicen que en USA es el segundo libro en la mesilla de noche, tras la Biblia, por su influencia: «La rebelión de Atlas», de Ayn Rand.

    • Ángel Vasallo

      Por lo que sea, que no sé, salió anónimo el comentario anterior (error mío, claro). Pero no era mi intención. No creo que debiera molestar a nadie, pero por si lo hace, me identifico.

  8. Estimado y admirado JR. Todos sabemos que los Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial están sometidos únicamente al imperio de la ley (artículo 117.1 CE) y que ninguna ley -en el sentido más amplio del término- hace referencia a la empatía que, en su caso, pueda tener el juzgador con el particular demandante, con el interés público, con el abogado ni con nadie. La empatía es un sentimiento personal -subjetivo- y, por ende, no susceptible de valoración imparcial objetiva.

    Cuestión distinta es la interpretación de la ley -competencia exclusiva del juzgador-. Es ahí donde, sin necesidad de empatizar, se yerra con frecuencia. La reciente STS 15/2022 de 10 de enero (recurso de casación 1563/2020) dice: «(…) Una adecuada comprensión del precepto legal que debe ser interpretado (….) requiere acudir, no sólo a la interpretación gramatical o literal de la norma o de aquellas otras a que ésta se remite para la integración del concepto (….) sino, muy en particular, a la interpretación finalista o teleológica ….».

  9. Breve y extraordinario artículo, al que no le sobra ni le falta una letra. Solo cabe añadir: «Dónde hay que firmar?»

  10. Una publicación excelente 👌 ojalá la IE se vaya extendiendo en todos los aspectos

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