Actualidad Memoriam

Rafael de Mendizábal Allende, in memoriam

Me entero de que ha fallecido don Rafael de Mendízábal Allende, a los 95 años, el pasado 10 de marzo.

Nos ha dejado quien fuere magistrado del Tribunal Constitucional (19992-2001) y presidente de la sala contencioso-administrativa del Tribunal Supremo, y que con anterioridad fue presidente de la Audiencia Nacional.

Posiblemente uno de los más grandes juristas españoles del siglo pasado, aunque siguió con intensa actividad intelectual tras su jubilación, conferenciando y publicando, y ocupando desde octubre de 2015 la presidencia de la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología del Periodismo (Federación de Asociaciones de Periodistas de España), además de mantener su constante condición de Director de la Revista Actualidad Administrativa LA LEY.

Su cosecha profesional es fecunda, variopinta y maravillosa. Como punto de partida combinó la licenciatura en Derecho con la Licenciatura en Ciencias Políticas y Sociología. Obtuvo el grado de Doctor, y posteriormente el Doctorado Honoris causa por la Universidad Autónoma Benito Juárez (México).

Sinceramente, no conozco ningún otro caso de quien haya tenido la capacidad, talento y fortaleza para vivir y sobrevivir en los pasillos del Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Tribunal Europeo de Derechos Humanos (juez ad hoc) y Tribunal de Cuentas (Consejero) y además con tiempo y ganas para haber sido Subsecretario de Educación y Ciencia y de Justicia. Y digo sobrevivir, porque para salir con el prestigio indemne de esos territorios, se precisa contar con una inmensa auctoritas (en el sentido romano, de prestigio reconocido con respeto y admiración), y su habilidad para convencer desde la razón y el sentido común.

 Tuve el honor de conocerlo personalmente, pues aceptó gentilmente presidir el nacimiento social de mi libro «El arte de la guerra en la Justicia Administrativa» (Bosch, 2019) en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación el 31 de enero de 2019. Como dato curioso, un mes antes disfruté de una llamada telefónica suya que arrancó con una amistosa presentación y en la que hablamos durante una hora larga (!), haciéndome confidencias sobre lo divino y lo humano, sobre el derecho y la justicia, el peso de la historia, y sobre lo mucho que disfrutaba leyendo obras no jurídicas y visionando películas, por lo que fácilmente sintonizamos. Su cercanía y gracejo consiguieron cautivarme,  y debí caerle bien – lo digo con sano orgullo y sin presunción- porque insistió en apadrinarme para la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (lo que le agradecí vivamente, aunque no me pude embarcar en ese viaje).

Lo cierto es que a raíz de esa fresca conversación y antes de la presentación del libro me lancé a leer algo suyo representativo de su figura y que no fuere un trabajo jurídico de vida efímera. Es así como conseguí comprar (por cierto, en una librería de lance por internet) una de las obras más maravillosas y recomendables para todo juez y abogado:«Códice con un juez sedente»(1999) que es su discurso en su recepción pública como académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (356 páginas espléndidas), obra en la que con su ingenio advertía entre líneas: «La diferencia entre un médico y un juez estriba en que si aquél se equivoca, hay un entierro, pero si se equivoca éste, crea jurisprudencia».

Con admiración debo decir que, en un país donde los juristas, como los viejos televisores, tienden a mostrar análisis en blanco y negro, y en que algunos luchamos por sentirnos daltónicos, don Rafael conseguía mostrarnos todos los colores de los fenómenos e institutos jurídicos, lo jurídico y lo social, la lógica y el espíritu, la letra y la finalidad, y en fin, sentido «común» y sensibilidad «jurídica». Sus sentencias, rigurosas y razonadas, hablan por sí mismas del autor.

Recomiendo como sencillísima muestra de su saber ser, estar y hacer, esta preciosa introducción o fragmento inicial de su voto particular a la sentencia del Tribunal Constitucional 136/1999, todo un ejemplo de delicadeza y ciencia.

En definitiva, se nos ha ido una persona de enorme estatura profesional y moral, un cruce de académico y juez, una combinación de rigor y humor, y en suma, todo un personaje. Ihering estará contento de abrazar a un discípulo que siempre luchó por el buen derecho.

Descanse en paz, maestro.

NOTA.- Añadiré el sentido homenaje realizado por Isabel Gozalo Hernando, subrayando sus cualidades humanas, su defensa de la libertad de expresión y su papel como Presidente de la Comisión de Quejas, Arbitraje y Deontología del Periodismo, de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Aquí está su espléndida crónica de una ausencia.

 

8 comments on “Rafael de Mendizábal Allende, in memoriam

  1. juan manuel del valle pascual

    Grandísimo jurista de trato afable y próximo, verbo inteligente y seductor. Un renovador del Derecho para hacerlo tal en las dictaduras de aquí y de Guinea. Nos obsequió sus experiencias en los prólogos de su Actualidad Administrativa. Descanse en paz, nunca en el olvido, pues dejó sentencias y votos disidentes de notable valor.

  2. Anónimo

    Rafael de Mendizabal Allende es uno de los penúltimos imprescindibles de nuestra judicatura y sistema democrático (ambos -por más que a algunos les pese- son inseparables). De cultura inmensa y variada y experiencia colosal y formidable fue un adelantado a su tiempo y un referente. Fénix del ingenio jurídico y dominador del lenguaje. La influencia cervantina y quevediana se hace ostensible en su majestuosa y elegante prosa (jurídica y no), no exenta de bravía, que culminaba a veces con inesperadas cumbres de lirica -heredada de su padre que era poeta-. Capaz de ver más allá y dar luz y salida -rigurosa, sensata y bien fundada- a los asuntos más problemáticos, era, lo reconozco con eterno agradecimiento, ese clavo ardiente al que uno podía asirse, a través de sus sentencias y votos disidentes, para buscar algún resquicio que permitiera la defensa. A título de humilde homenaje, reproduzco este magistral comienzo de voto particular que hizo a la mayoría en una sentencia del Tribunal Constitucional:

    «Como he dicho alguna vez en el seno del Tribunal, me hubiera gustado que nuestras deliberaciones fueran públicas e incluso radiadas y televisadas no sólo para que el pueblo español contemplara el rigor con que se debaten los asuntos a nuestro cargo, sino también para evitar simplificaciones y, por tanto, tergiversaciones siempre arriesgadas a la hora de contar cuanto se habla entre nosotros. Ya que lo son a puerta cerrada o inadvertidamente entornada al menos, me complace esta oportunidad que la Ley me brinda de hacer pública mi opinión en este caso, para una mayor transparencia institucional y biográfica. No me agrada verme obligado a discrepar de colegas tan cualificados, ni menos aun tener que dirigir a esta opinión mayoritaria, convertida en Sentencia, reproches muy severos que a veces pueden parecer duros y otras serlo, sin hacerlos extensivos nunca, dicho sea de paso, a las personas. Aquí y ahora me moveré en el terreno de los conceptos y no de los hombres, aunque yo prefiera habitualmente la situación inversa. Por otra parte, escasa atención ha de merecer por su inocuidad el parecer aislado de uno de los doce magistrados. Lo que importa ahora para la vida es la Sentencia «que manda y hace Derecho» en palabras de Las Partidas. Esto que escribo no es sino un soliloquio testimonial.

    Dicho lo cual, he de advertir que no quiero ser farragoso sino claro y por tanto breve. Esta mi opinión disidente no va dirigida (sólo) a los juristas o jurisperitos sino a la gente, lega en Derecho pero con buen sentido, el sano sentido común, que también hace muchas veces buen Derecho y por ello administraré con cicatería las citas jurisprudenciales para hacer asequibles las «ideas fuerza» a cualquier ciudadano que se tome el trabajo de leerme. Por otra parte, voy a desbrozar el camino de toda digresión extrajurídica, aunque en algún aspecto pueda formar parte de la «tercera premisa» a la que se refería Félix Frankfurter, un gran magistrado del Tribunal Supremo de los Estados Unidos. Ni entro ni salgo aquí y ahora en la oportunidad «política» o el oportunismo, la incidencia positiva, o no, en el acontecer de cada día, ni en eventuales crisis institucionales. Me importa en este momento, y mucho, como hombre que viste la toga de juez desde hace medio siglo y como magistrado hoy del Tribunal Constitucional que lo fue otrora del Supremo durante veinticinco años, ahondar hasta la enjundia jurídica en su dimensión más trascendente, la constitucional. Desde tal perspectiva me duele haber llegado a la convicción de que la Sentencia de la cual disiento es un claro error jurídico.»

    P.D. De Mendizabal fue también ejemplo paradigmático de que ser mayor no es igual a ser viejo (https://vivoycoleando.com/2023/03/11/envejecer-con-dignidad/)

  3. Patricia

    Me pregunto qué opinaría semejante señor Jurista, con mayúscula, de los recién nombrados ocupantes del Tribunal Constitucional (a nivel jurídico, me refiero). Qué degradación, sobre todo en comparación con lo que hemos tenido.

  4. José Antonio Fernández Ajenjo

    Debo de sumarme al homenaje que en este blog se realiza sobre la figura de D. Rafael Mendizábal, un eterno luchador por el Derecho, en cuya tarea no cesó hasta su fallecimiento a los 95 años. Por mi parte, recordar su dilatada labor de toda una vida que se encargó de mostrarnos las razones del funcionamiento de nuestro Tribunal de Cuentas a lo largo de su recorrido histórico. Como tuvo el mismo ocasión de recordar en distintos foros, parecía llamado a ser su primer Presidente, pero los azares políticos lo impidieron. Quienes tuvimos la oportunidad de compartir sus enseñanzas jurídicas y académicas nos hemos quedado sin uno de los maestros más imprescindibles.

  5. Enrique Sanchez Gonzalez

    Que belleza de voto particular. Cómo escribía, madre mía!!!

  6. Gran pérdida.

  7. Anónimo

    Que maravilla de persona.
    Me acabo de enterar .
    Yo puedo hablar de Señor Rafael como persona a parte de su trabajo fue mi jefe más de 5 años.
    Yo era empleada en su casa y puedo decir que el y su señora Paloma son los seres Humanes más maravillosas que alguien puede conocer. La pura bondad, respeto, educación, humildad …esq me faltan las palabras.
    Me siento muy honrada de haberle conocido. Agradezco también a toda su familia todo lo que han hecho por mi que ha sido más de lo que uno puede pedir.Un abrazo .

  8. Pingback: Feliz 2024 con mas serenidad y seguridad jurídicas - delajusticia.com - El rincón jurídico de José Ramón Chaves

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