Crónicas administrativistas

Oxígeno para el jurista agobiado

El derecho es absorbente y cuando alguien se enfrasca en un asunto, sea abogado, académico o juez, tiende a agotar el tiempo disponible. El problema se adueña de la mente y del tiempo. A veces obsesiona encontrar la llave para salir del laberinto, porque identificar normas, interpretarlas o decidir senderos procesales no siempre es tarea sencilla.

Por mi parte, aunque he escrito muchísimo, tanto en el ámbito académico y forense, y enriquecido mi cosecha con la alimentación del blog jurídico desde 2007, siento que jamás alcanzo la meta, el punto redondo de paz, el momento en que se considera todo trillado y el Derecho tan perfecto como queremos creer.

No es posible. El Derecho, y el derecho administrativo en particular, es una disciplina de fronteras infinitas y con problemas infinitos. Digo infinito en el sentido de que la Constitución —que tampoco es eterna— marca las dimensiones del escenario de lo que leyes, reglamentos, actos administrativos y sentencias pueden decir, de lo jurídicamente admisible, pero en ese marco caben infinidad de ocurrencias políticas, soluciones doctrinales y hallazgos jurisprudenciales; ello, sin olvidar el imprescindible papel de fogoneros del derecho que hacen los abogados al conseguir hacer aflorar ángulos y tendencias, y promover reformas de la disciplina para acomodar la fría norma a la justicia del caso.

Es así que, como administrativista veterano (como corsario curtido, así me atrevo a considerar, por edad, dedicación y esfuerzo), me siento anonadado por el sendero interminable de dominar la disciplina. Por lo mucho y bueno que se publica sobre el derecho administrativo; por la fragmentación de un derecho administrativo que se expresa en hijos y nietos que se convierten en disciplinas autónomas; por la inundación de leyes y reglamentos estatales y autonómicos; por la jurisprudencia que no siempre fija y da esplendor; por un Tribunal Constitucional que da más sorpresas que alegrías; por un derecho a la tutela judicial cada vez menos “efectiva”; por unas tecnologías de la información que deshumanizan la labor del artesano jurídico. Aquiles jamás capturará a la tortuga.

En este tumulto, lo bueno es que percibo cada día aportaciones de voces muy autorizadas, de juristas que admiro, algunas nuevas y otras añejas, que me devuelven la ilusión y sobre todo, me ayudan a ser más modesto como jurista, más abierto al error y más respetuoso con lo que no sé.

Es en esta cima de las reflexiones, donde me doy cuenta de que debo detenerme, respirar y encontrar espacio y tiempo para el oxígeno procedente de la vida no jurídica. Como el nadador de profundidad buscando perlas, llega un momento que hay que salir a la superficie y respirar ansiosamente aire puro.

A veces lo consigo. Son esos momentos en que aparco el Derecho y encuentro alivio en fuentes gratificantes: una francachela amistosa o familiar, la visión de un bello paisaje, el jugueteo con los hijos, el deleite de una melodía, el gozo de una película o libro, la creación artística de propia mano o mente, un abrazo de quien quiero cuando lo necesito, sonrisas cálidas y risas en buena compañía, el alivio de diagnósticos de salud positivos, el orgullo de participar en una modesta competición deportiva, un paisaje sereno a mi disposición, etcétera… El problema es que, tras esa efímera desintoxicación jurídica, cual adicto, recaigo y vuelvo a seguir escribiendo, leyendo y hablando de Derecho.

Suelo decir que el estudio del derecho, la reflexión jurídica o la lectura de jurisprudencia son hábitos saludables con los que nos ganamos el pan o incluso algunos disfrutamos ocasionalmente, pero hay vida ahí fuera. En fin, como expuse en su día es compatible Vivir para el Derecho, Vivir la Vida.

Lo siento, hoy toco toque de melancolía…

19 comments on “Oxígeno para el jurista agobiado

  1. cesar ignacio gonzalez zarza

    Gracias por la reflexión. Además, como surfista me gusta que hayas puesto esa fotografía que es un tubo, la máxima expresión del placer para un surfista o como metáfora en el Derecho, haber podido obtener una gran resolución favorable muy gratificante en Derecho.

  2. Anónimo

    Gracias, maestro. Una vez más, has puesto palabras -hermosas, por cierto- a los sentimientos y emociones que, creo, embargan a los juristas adictos a lo público que nos dedicamos a «aplicar» ya sea desde el ámbito de las AAPP – estatales, autonómicas y locales – o desde el jurisdiccional el Derecho administrativo. Me identifico plenamente. Saludos

  3. Anónimo

    «abogado, académico o juez», no encajo en sus límites, pero estoy atrapado como contribuyente interesado en el conocimiento y argumentaciones, que sus textos aportan cada día.

  4. SEVACH, no eres el único que tiene esos sentimientos, frustraciones, anhelos,… con el Derecho, pero se te agradece que lo compartas y que digas que también hay que vivir la vida, que no todo es Derecho, sabio consejo!
    Saludos.

    • Alfonso Atela Bilbao

      Absolutamente cierto. En mi caso tengo una bombona de oxìgeno adicional, un grupo de mùsica de calle con el que recorro los pueblos poniendo a la gente a cantar y bailar. Es fundamental en mi vida. Incluso para trabajar mejor el derecho.

  5. Mercedes

    Gracias mil por las bocanadas diarias de buen oxígeno humanista que tus comentarios nos ofrecen.

  6. María García

    Estimado Sr. Chaves:

    Gracias por estas bonitas entradas. Nos hacen falta a todos.

    Como otros muchos dedicados al derecho (y a cualquier disciplina que te guste, claro), pocas noches hay que no me asalte alguna duda, algun caso…, algo que me preocupa. Desde luego, este mundo jurídico es absorbente.

    Y tenemos que luchar contra agentes que no siempre hacen del mundo del derecho algo agradable y justo. Me refiero a los que, abusando del derecho a la huelga, aprovechan para hacer cuanto más daño mejor. Me refiero en mi caso concreto, a una audiencia previa que tengo a 500 km de mi casa dentro de unos dias, a la que no me dejan comparecer por videoconferencia y el tramitador, a su vez, me comunica a través de mi procurador, que es sorpresa si va a hacer huelga el día de dicha audiencia previa, o no. Este mundo de las sorpresas, ¡qué quiere que le diga!, no deja de descorazonar. me toca sin remedio hacerme 1000 km por el derecho a la huelga de un funcionario cuando creo que podría evitarmelo si tuviera algo de corazón.

    Entiendo que sea necesario protestar para que le oigan a uno, pero en este tipo de huelgas el daño lo hacen a los ciudadanos y a los que participamos en este sistema judicial. Llevamos un año horrible, arrastrando los nefastos efectos del encerramiento/encarcelamiento que fue la pandemia. Sinceramente, a veces una se pregunta que para qué tanto desgaste emocional, para qué tanto disgusto cuando los que debemos trabajar juntos por una justicia más justa (valga la redundancia) no hacemos sino pisotearnos los unos a los otros.

    En mi caso, termino plantando flores en mi jardin y algún que otro frutal y verduras con la idea de, al menos, no depender de un mercado ni de la transición ecológica ni menos aún del sistema judicial, para sentirme libre comiendo mi propia fruta.

    Nada más, hoy estoy también nostálgica y desanimada (y no poco).

    Un saludo

  7. Anónimo

    Gran reflexión que comparto al 100%, ahora que está de moda, también el saber por el saber, que nunca es útil del todo

  8. Anónimo

    incluso cuando te relajas, lo bordas. gracias por tu humanidad y ser de carne y hueso.
    carlos de miguel

  9. Anónimo

    Estimado sr Chaves
    No sabe usted bien el legado que está dejando en muchos de nosotros que admiramos a su persona por esta labor que hace dia a dia
    Mi enhorabuena

  10. Otro por aquí que tampoco encaja dentro de esos acotados límites «abogado, académico o juez», pero ha sido leerlo y «oxigenarme», muchas gracias; aunque melancólicamente, y no sé el porqué, tras leerlo me acordé de una película protagonizada por Jack Nicholson, The Pledge —en español: Asesino oculto, El juramento o Código de honor.

  11. FELIPE

    Recientemente descubrí, gracias al ensayo «El infinito en un junco» de Irene Vallejo, las sorprendentes formas por las que ha pasado el libro a lo largo de la historia. De piedra, de juncos, de seda, de piel, de harapos, de madera y ahora, con los ordenadores, de luz.
    Esa diversidad de formas y su sentido metafórico la sentimos y sufrimos con angustia los juristas en nuestro quehacer diario. Así, en función de las circunstancias, problemática y afectados, pasamos de la piedra a la seda -o a la inversa-, del harapo más sucio a la madera -o al contrario- y de la luz más deslumbrante a la oscuridad más absoluta del cortocircuito -o viceversa-.
    El jurista de hoy es una versión actualizada del mito de Sísifo.
    Aunque pasa su vida profesional desembalando, rastreando, escudriñando, adaptando y creando conocimiento jurídico para evitar hundirse en los terrenos pantanosos de la ignorancia, la desorientación o el desvarío (como Sísifo intenta constantemente subir la roca a la montaña), dada la infinitud y el carácter fugaz, inestable y errante del existente, le resulta imposible conseguirlo (como a Sísifo se le cae la piedra antes de llegar a la cima y, eternamente, tiene que volver a empezar).
    Sucede que, cuanta más pobre, tenue y difusa sea la luz (en nuestro caso la luminosidad que se atribuye a la CE, la Ley y el ordenamiento jurídico), más desdibujadas e imprecisas se vuelven las sombras (el entendimiento, la interpretación y la aplicación del Derecho que hacen el poder político, las AAPP, la doctrina y la jurisprudencia; y el reconocimiento y el trato que se da o con el que se castiga a ciudadanos y abogados), y mayor es la inseguridad y el caos jurídico.
    Y ocurre, desengañémonos, que estos tiempos postpandémicos (de excepcionalidad normalizada, decretos leyes, confusión entre poderes -ejecutivo y legislativo-, intromisión en el judicial, CGPJ fosilizado, TC politizado, guerra, crisis generalizada, especulación, inflación y cita previa) son tiempos turbios, inciertos y muy borrosos.
    De una democracia «líquida» y tecnológica, cada vez más formal, «delegativa» (véase el artículo de Sevach del pasado lunes 08.05.2023) y menos representativa, donde el Estado de Derecho (la CE, la Ley, el control del poder y la separación de poderes) es menos.
    Es por ello, y por muchas otras razones, que el jurista actual debe parar, desconectar y tener un sitio propio no conflictivo donde recuperar frescura, equilibrio y momentos de paz. De lo contrario corre el riesgo de perder el norte, la alegría o el aliento. Y no estar cuando ésto -esperemos- cambie.

  12. Jeroni Reynés

    Apreciado amigo, si se me permite utilizar la expresión,

    Magnífica reflexión, como todas las que realizas -las muestras de capacidad de trabajo que se manifiestan son indudables -produciendo en los terceros una envidia sana.

    De la lectura de la «Crónica Administrativa» del día me surgen dos modestas reflexiones complementarias:

    1. En primer lugar, todos conocemos el dicho «El saber no ocupa lugar», indudablemente es cierto. Ahora bien, por mi parte, diría que se puede completar del siguiente modo: «El saber no ocupa lugar … pero requiere tiempo».

    En segundo lugar: «se debe trabajar para vivir, no se debe vivir para trabajar», no la expresión dicha a la inversa y, a veces, algunas veces, resulta que se aprende demasiado tarde.

    Pd: se le tendrá presente en la UIB -Palma (Mallorca)- en el XVI CURSO SOBRE RÉGIMEN JURÍDICO DE UNIVERSIDADES -25 y 26 de mayo. No debemos olvidar que fue artífice del I de ellos celebrado en Oviedo el año 1991.

    • Como siempre, Jerónimo, ofreces bellas palabras para describir crudas realidades. Y sí, os deseo la mejor de las jornadas en Baleares sobre las Universidades, aunque justo es señalar que si bien la iniciativa partió ha largo tiempo de mi compadre Antonio Arias y el menda, no se hubiera conseguido nada sin un puñado de letrados universitarios que tú bien conoces y entre los que te encuentras, a los que debe la universidad pública lo bueno que tienen y que sobrevivan pese a lo malo que tienen. Un fuerte abrazo, querido amigo.

  13. Gracias, José Ramón, por esta hermosa reflexión, y por mantener con tanto esfuerzo, dedicación y excelencia este espacio de libertad y sabiduría. El artículo es música para las togas.
    Los que también hemos vivido y sobrevivido a la EGB veíamos como nuestros padres y mayores estaban construyendo la libertad, la justicia, los controles ciudadanos e institucionales. Nos dejaban mirar. Veíamos crecer al Tribunal Constitucional, esa novedad, creíble y respetada, que admitía recursos de amparo presentados en Correos por ciudadanos de a pie. Luego nos creímos que la llegada de los Juzgados de lo Contencioso sería un antídoto contra los caciques y la apisonadora de la Administración insensible.

    Nos enseñaron a jugar limpio, a reivindicar, a defender lo justo, a molestar a los arbitrarios y a los que se creían dueños de lo público.

    Vocación y aprendizaje, era lo importante, decían. Noches de estudio, días de esfuerzo, tardes de recursos, sábados de papeles y domingos de sentencias.

    Ahora que la EGB queda lejos vemos cómo el sendero se adentra en la oscuridad, como se elaboran primorosas filigranas jurídicas para favorecer a los políticos abusadores, como se jibariza al ciudadano, al funcionario imparcial, al licitador honrado; cómo se sacan impedimentos procesales de la chistera para que ningún derecho avance, para que pocos aparezcan por los juzgados.

    Nuestros padres (constitucionalistas) mintieron. Eso es todo.

    En vez de a luchar contra los molinos, nos debieron enseñar a ser simplemente molineros.

    Por eso brillan artículos como este, en la oscuridad del páramo. Y nos recuerda que es mejor disfrutar de lo bueno, alejarse de este veneno, dormir en vez de demandar, soñar con descansar, reír en vez de interrogar, brindar en vez de apelar. Charlar en vez de alegar. Vivir en vez de recurrir.

    • Suscribo todo lo que ha expuesto, pero mi propia naturaleza me impide aborregarme y seguir el sendero de los demás corderos. No soy abogado, pero en mi condición de funcionario de carrera, ya he interpuesto diversas demandas judiciales por cuestiones que afectan a mis derechos estatutarios. Intento no caer en el desaliento y que se haga Justicia, aunque con diversa suerte la verdad. Y seguiré luchando cada vez que se inculquen mis derechos, aunque me den la espalda los sindicatos, tribunales de justicia y otros. Es mi razón de ser. También he interpuesto diversas quejas al Defensor del Pueblo y ante el órgano equivalente de la Comunidad Autónoma por otras cuestiones que, aunque no me incumbían, clamaban al cielo, con un resultado, por cierto, penoso, lo que te hace reflexionar sobre la utilidad real de estas Instituciones. En fin, en mi caso, vivir y también recurrir cuando proceda.

  14. Lo dicho por nuestro querido magistrado y la reflexión adicional de Hayek no dejan de ser dos caras de la misma moneda. No sabría expresar mejor lo que ambos dicen, porque describen perfectamente nuestro día a día: una moneda que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, se muestra finalmente como falsa (dado que los dos lados son iguales, pues ambos reflejan la amargura de la derrota y la necesidad de lamer las heridas).
    Sin embargo, como esta mañana he tenido la suerte de poder saludar a Su Señoría en Santander (le pido perdón por la molestia, pero no quería irme sin mostrarle mi apoyo a su labor), tras haber disfrutado de una fantástica exposición sobre los pozos sin fondo en los que los políticos suelen meternos a los ciudadanos, se me ocurre que quizá nuestra labor (la de cada uno de nosotros, estemos donde estemos, seamos lo que seamos), sea ser capaces de mantenernos de pie sobre esa moneda, manteniéndola apoyada sobre su canto, haciéndola rodar, cual equilibristas, para que los demás puedan ver esa falsedad y no se dejen engañar por los cantos de sirena de los «banqueros» del poder, abusón por naturaleza.
    Esa es la grandeza de lo que hace Su Señoría y otros, no muchos, ciudadanos implicados: mantener de pie esa moneda, para que todos la veamos como es.
    Por eso, por hacerlo, por querer seguir haciéndolo a pesar del dolor de la frustración: mil gracias otra vez. Y cuando se quiera bajar a descansar un poco (un poco, digo), no se preocupe, esos otros seguirán con su labor. Pero, eso sí, no se rinda, no nos abandone, le necesitamos. Además, intuyo que ya lo sabe, en la grandeza de su sacrificio está también la fuente de su felicidad.

  15. ALFREDO NIETO ORTEGA

    Admirado Sr.Chaves, me encantan todas sus aportaciones, juiciosas y de fondo. Yo, como funcionario desde 1973, ahora jubilado y abogado, con perspectiva y práctica en el derecho tributario y administrativo he vivido la creciente complejidad, dispersión y variación sufridas desde la década de los 70 hasta ahora.
    Pero creo que la relación jurídica entre una de las 14000 AAPP existentes y el ciudadano siempre deben analizarse a la luz de la diferencia de posiciones. El ciudadano medio acude con espiritu de sumisión a una ventanilla pública a pedir algo o a someterse a un procedimiento de oficio, en el que nunca saldrá bien parado.
    Esa dispersion/complejidad del D Adtvo o Tributario también la viven, sufren y padecen los propios funcionarios que lo aplican.
    La diferencia es que la norma administrativa SIEMPRE protege la actuación del funcionario aunque sea un disparate.
    Por otra parte, las instancias de revisión administrativa ni son independientes, ni sirven realmente para casi nada. Ergo, acuda vd al contencioso para defender un derecho del que el ciudadano no está totalmente seguro de ostentar…
    La consecuencia: desiste y con ello, el funcionario que resolvió injustamente se refuerza y el «precedente administrativo» se afianza…
    No.olvidar que el funcionario debe ser neutral y objetivo y «deberia» informar en Derecho al ciudadano y asesorarle incluso sobre el ejercicio del mismo.
    Ante la presencia de posicion dominante del funcionario/Administracion en el procedimiento, el juez debería devolver el expte para su reinicio así como reconvenir al funcionario autor de esa prepotencia o por ello, fallar a favor de la parte más débil.
    Em fin… difícil si, imposible no

  16. Ignacio Virgós

    Una làstima que tanta huelga por motivos que no comento enturbie esa melancolía

Gracias por comentar con el fin de mejorar

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