Michele Taruffo, el maestro en directo

Cuando deambulaba por las aulas de la Facultad de Derecho de Oviedo,  el Derecho procesal se presentaba como un cúmulo de plazos, formas y convenciones que solo enredaban la justicia. Será posteriormente, con el ejercicio profesional y con la lectura curiosa de artículos generales sobre el sentido de las reglas procesales de los grandes autores italianos (Carnelutti y Calamandrei, particularmente) cuando me di cuenta de que el camino a la Justicia importa. Como Saulo caído del caballo por la luz cegadora del derecho procesal comprendí que las reglas del juego son vitales. Que la razón es única pero no sabe caminar sin las muletas de formas y plazos, sin transitar por el procedimiento.

Y dando un salto en el tiempo cayó en mis manos “La prueba de los hechos” (Trotta, 2002) de Michele Taruffo, Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Pavía, y me quedé sobrecogido. El proceso se me ofrecía en todo su esplendor, desnudo de formas y mostrando la dificultad de que las normas procesales aprisionen la realidad hasta el punto de que la soberbia judicial nos permita afirmar que son “hechos probados” y que una vez envueltos como “cosa juzgada” son mas importantes que lo realmente acontecido.

Es como si la realidad virtual venciese a la realidad material. Un prodigio de alquimia jurídica. Algo que me cambió mi trayectoria intelectual y profesional…

Las vueltas sobre la verdad me llevaron a investigar y escribir La prueba contencioso-administrativa: análisis dogmático y jurisprudencial (Universitas S.A., 2007), una paella de derecho procesal con tropezones de humanismo e incluso ofrecí conferencias sobre cuestiones típicamente procesales, algunas de tono festivo (Cómo ser abogado y no morir en el procedimiento) e incluso crítico (¿De qué Justicia hablamos cuando hablamos de justicia? en TED).

Así, como quien queda enganchado a una saga o serie televisiva, me lancé a leer artículos del profesor Taruffo. Incluso en youtube asistí a sus conferencias maravillado porque me encanta la sencillez, naturalidad y cercanía poco dogmática de sus charlas. Recuerdo cierta metáfora suya de que los conceptos jurídicos son útiles como lo es una escalera para alcanzar unas alturas de amplia visión, por lo que cumplida su misión no hay que quedarse atascado dando vueltas sobre sus peldaños.

Y en este trance de adoración jurídica latente me veía inmerso, cuando hace dos semanas tuve el grato placer de conocerle personalmente, gracias a una de mis compañeras de mantel en la Universidad salmantina, la chispeante profesora de la Universidad de Salamanca, María Dolores Calvo Sánchez, quien tuvo la amabilidad de presentármelo. Me sentí como un colegial ante el maestro, ruborizado por mi atrevimiento de interrumpirle en su almuerzo para saludarle y testimoniarle mi admiración pues justo es rendir homenaje a los vivos porque a los grandes juristas de la historia que han muerto se los rendimos leyendo y glosando sus obras y aprovechando sus enseñanzas.

Así que dejo el video de la conferencia ofrecida por el profesor Michele Taruffo en la Universidad de Salamanca hace apenas un mes, en el curso promovido por su colega Lorenzo Mateo Bujosa, afamado Catedrático de procesal de aquélla. La conferencia se titula “Ciencia y proceso” y aunque reconozco que tengo debilidad por la conexión entre lo científico y lo jurídico (como demuestra mi obra, La mirada de Einstein al Universo jurídico, 2015) creo sinceramente que el profesor Taruffo ofrece una espléndida visión de los modelos y limitaciones de la Justicia en el reto de aprisionar la verdad al que se enfrenta el juez, sin tropezar en los muebles de las pruebas periciales y documentales. Un lujo de conferencia, gratuita y a golpe de click.