Tras las turbulencias y parálisis propias de la pandemia, la administración ha revitalizado los procedimientos selectivos de empleados públicos y aprobado nuevas convocatorias de provisión de plazas. Ello en un contexto digital y electrónico que reclama su papel en estos procedimientos marcados por el trasiego documental, solicitudes, pruebas y calificaciones.
Nuevas claves jurídicas y tecnológicas para nuevos tiempos. La administración necesita marcos claros de actuación, los aspirantes seguridad jurídica, el procedimiento necesita celeridad y claridad, los datos personales de los implicados reclaman protección y la administración debe ofrecer transparencia.
En suma, lo que antes eran procedimientos selectivos artesanales, donde la solicitud escrita, el examen presencial y la actividad calificadora del Tribunal era simple y espontánea, han mudado la piel hacia procedimientos selectivos donde lo automatizado, lo electrónico y lo digital están presentes. Han venido para quedarse.
De ahí la oportunidad de la excelente obra de Jorge Fondevila Antonín, titulada La gestión de los procedimientos selectivos en un entorno digital (CEMCi,2020).
El autor es un letrado público, con cuerpo de funcionario (que explica su visión inquebrantable de lealtad institucional) y alma académica (que se manifiesta en su enorme productividad desde su condición de doctor), que en este caso se adentra en un “libro de respuestas”, pues aborda con planteamientos claros y explicaciones razonadas las muchas dudas y suspicacias que muchos abrigamos en materia digital al asomarnos a los procedimientos selectivos y las garantías que deben aplicarse.
Destacaría tres notas distintivas:
Primero, su claridad expositiva, lejos de abarrocamientos y rodeos de autobombos. Sigue el estilo de los buenos dictámenes consultivos, pues expone antecedentes, regulación, pinceladas doctrinales y problemas reales, con propuestas razonadas en campos donde la jurisprudencia brilla por su ausencia.
Segundo, la habilidad para darnos la seguridad que necesitamos al tejer hábilmente las normas jurídicas, con las normas técnicas y con las prácticas burocráticas. Algunos tendemos a verlo todo por el ojo jurídico, y me temo que Jorge Fondevila posee un tercer ojo digital para mostrarnos la belleza de un procedimiento selectivo de cristal donde aguardan el expediente electrónico, los deberes de los funcionarios y los derechos de los aspirantes.
Y tercero, su utilidad tremenda y generalizada: para los funcionarios responsables de recursos humanos que deben contar con una maraña de normativa avanzada; para los abogados que sabrán encontrar los huecos y sombras de estos procedimientos “en pañales digitales”; y para los aspirantes de estos procedimientos selectivos “de tercera generación”.
Como apuntaba en trazo grueso, en mi Vademécum de Oposiciones y Concursos (Ed.Amarante 2019), puede hablarse de una primera generación selectiva marcada por el principio de legalidad y el factor humano -desde la Constitución hasta el inicio del año 2000-; una segunda generación centrada en el control de la discrecionalidad y la lucha por la transparencia -hasta el 2020- y esta tercera generación que se abre desde el año 2021 y en la que nos encontramos inmersos con la plenitud de vigencia de las leyes reguladoras de la administración electrónica.
La última obra de Fondevila suma 225 páginas con un Índice que habla por sí mismo del interesantísimo contenido estructurado en cuatro Capítulos.
El Capítulo I se dedica al examen de los instrumentos electrónicos de los procedimientos selectivos (Expediente electrónico, firma electrónica, notificaciones y problemática de las actuaciones automatizadas).
El Capítulo II se adentra en la Gestión Digital de los procedimientos selectivos (negociaciones con los sindicatos, presentación de solicitudes y pago de tasas, publicidad, la organización y funcionamiento de los Tribunales calificadores, etcétera).
El Capítulo III se emplea a fondo en los medios electrónicos de celebración de pruebas selectivas, tanto de pruebas presenciales como no presenciales, sus exigencias y alternativas.
Y el Capítulo IV nos trae el marco de todo proceso selectivo: las exigencias de transparencia y protección de datos personales, con especial atención al siempre problemático derecho de acceso a las actuaciones.
En suma, cuestiones cruciales de los procedimientos de selección de empleados públicos puestas sobre la mesa: el valor de las distintas modalidades de firma electrónica y la cuestión de su repudio, la viabilidad y legalidad de la imposición forzosa de tales medios a funcionarios y aspirantes, las limitaciones de email y SMS, el pago electrónico de tasas, la inexcusable publicidad en boletines oficiales, la grabación de las sesiones de los tribunales calificadores y del desarrollo de los ejercicios, la problemática de la sustitución de las pruebas escritas por las pruebas realizadas mediante ordenador, la seguridad informática y la impugnación de las aplicaciones que sustentan la celebración de pruebas selectivas, la viabilidad de nuevos medios electrónicos de comunicación y videoconferencias para las pruebas, los informes de las agencias de protección de datos y criterios jurisprudenciales, y un largo etcétera.
Admito que la lectura de esta obra me ha enriquecido pues Fondevila, en metáfora mitológica, ha desarrollado un trabajo hercúleo para mostrar el talón de Aquiles de los procedimientos selectivos en contexto digital. Una odisea con final feliz que los juristas agradecemos pues si no podemos escapar al torrente digital, es mejor aprender de un experto, que negar su existencia y con esta lectura podremos evitar ser engullidos por esa nueva forma de relación de la administración con los ciudadanos.
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