Informatica y Derecho

Regreso al futuro para Google: de premiado a perseguido

futuroTras obtener merecidamente Google el premio Príncipe de Asturias 2008 de «Comunicación y Humanidades», resulta obligado un sencillo ejercicio de prospectiva o de visión del futuro (o mas bien pesadilla) de la próxima década donde posiblemente la Google-manía se convertirá en la Google-tensión, por la colisión entre el derecho de intimidad, libertad de expresión, libre competencia u otros derechos o libertades, frente al suministro de información selectiva, accesible y asequible a golpe de «click». Toda la información, sobre todo el mundo y al alcance de todo el mundo. Por eso, el fantasma del futuro no será la Globalización sino mas bien la Googlebalización.

1. Veamos el escenario que inspiraría una novela de Orwell (2018), o una película de Kubrick (2018: Odisea del Espacio… digital) o incluso de Almodóvar (2018: Cibernautas al borde de un ataque de nervios). En esa referencia temporal, año 2018 (esto es, dentro de diez años, tantos como han transcurrido desde la creación de la empresa Google en 1998 hasta el vigente 2008) podemos aventurar un panorama no catastrofista sino mas bien realista e inquietante con los siguientes caracteres.

I) Los libros pertenecerán a la arqueología. Incluso los períiódicos on-line serán historia pues la información estará accesible según el particular criterio del ciudadano y según la oferta de Hipergoogle (¿para qué obtener un menú del día si google permite el buffet libre o a la carta?).

II) El derecho al honor o la imagen de las personas estarán expuestos a todo tipo de asedios. Cualquiera puede decir, injuriar o difamar a través de la red, y permitir que su infamia pueda ser expuesta con luces de colorista neón en el escaparate de Google. Tradicionalmente, el Derecho Penal interno actuaba frente a tales infracciones o delitos si revestían gravedad por la publicidad o difusión del menosprecio. Con Google la publicidad será universal e incluso con tendencia permanente (¡Hacia el infinito… y más allá!).

III) El derecho a la intimidad, ese ámbito de señorío personal que todos deseamos preservar por las Constituciones, quedará seriamente debilitado por la sencilla razón de que la relación con el buscador Google es de doble dirección. El usuario consulta y obtiene información pero a la vez el robot de google obtiene información del usuario, su actividad informática y su desarrollo personal (gustos, páginas visitadas,etc). No faltaron voces que han dado la voz de alarma frente a esta tendencia (y que son oídas con la misma atención que los Troyanos a las advertencias de Laoconte sobre el caballo de Troya). Quizás google sea el nuevo caballo de Troya que en su interior trae sorpresas para los cándidos cibernautas.

IV) El cybercomercio, que será regla general de las transacciones del año 2018 (no como la excepción de hoy día) estará sometido al papel decisivo de la información publicitaria y las críticas u elogios a los productos. Las páginas institucionales, los blogs, foros, chats y púlpitos similares contribuyen a interferir en el mercado, elogiando o condenando productos. Google será el altavoz que junto a la bondad de permitir al usuario información sensata y leal sobre productos y empresas, admitirá información engañosa y desleal. Al igual que la alegoría de la Justicia la muestran con una venda en los ojos, la alegoría de Google vendrá reflejada por idéntica ceguera ante la información que ofrece.

V) Los derechos de los consumidores y usuarios quedarán en el limbo. Una entidad empresarial privada, como Google, con una sola indicación en una web promocional de un producto (por ejemplo, «Este sitio puede dañar su equipo» ) podrá provocar una caída de ventas, bajada en bolsa o quiebra de una empresa. No debiera una entidad particular intervenir en el mercado (algo así como si una empresa editara una guía telefónica – la mejor, la mas completa y la más usada- y en algunos números insertara la advertencia de que marcar tales teléfonos inutilizará sus móviles o teléfonos fijos). Sin embargo, no faltarán consumidores con el síndrome de Estocolmo: gozosos por recibir tanta información pero sin percatarse que son víctimas de ella.

VI) La libre competencia y un mercado transparente constituirá algo tan ilusorio en el año 2018 como cuando se hablaba de paz en la guerra fría a fines del siglo XX. En su día Larry Page y Sergey Brin supieron crear unos hábiles algoritmos y arañas (Google) capaces de facilitar una búsqueda instantánea, sencilla, gratuita y eficaz en el océano de la información, pero tal juego de aprendices de brujo desató unas tremendas fuerzas y fenómenos de inquietante desenlace. Su expansión ha sido imparable en el siglo XXI: en la vertiente técnica, ha solventado los problema de otros buscadores y ha unido ingenio con eficacia; en la vertiente mercantil, ha adquirido Youtube, DoubleClick, Panoramio y hace unos días anunciaba su acuerdo con su competidor natural, Yahoo. El mundo de la red se ajusta al juego suma cero: lo que gana uno lo pierde otro, y parece claro que Google es claro ganador: o vence o convence.

VII) Los principios penales tradicionales, particularmente el de culpabilidad como condición para la represión de delincuentes, se verán seriamente cuestionados. En efecto, Google es una multinacional, pero sus contenidos son de producción ajena, y no pocas veces colocados por personajes anónimos o de forma disfrazada. El Derecho Penal se verá en la tesitura de renegar de su principio de identificar una persona con nombre y apellidos, autor del daño, para orientar sus venablos al simple intermediario o mensajero (¿deberá juzgarse al «robot» de Google, que ciegamente selecciona contenidos y los pone en el expositor universal?).

VIII) La seguridad del Estado se verá zarandeada por el talón de Aquiles que supone que la información ofertada por Google pueda desviar las pesquisas investigadoras, u ocultar la criminalidad internacional (terrorismo,drogas, etc), o incluso propiciar formas de explotación empresarial y comercial mediante entidades interpuestas como muñecas rusas que actúan, se publicitan en la red y se comunican con sus cómplices o víctimas gracias a la red. Quien quiera estafar hallará en google un mostrador para incautos; quien quiera construir una bomba hallará las instrucciones; quien quiera hallar otros depravados (pederastas, torturadores, etc) los podrá husmear a través de Google; quien busque miembros para una secta fácilmente expondrá el cebo gracias a Google… Junto a ello, las dificultades de identificación de los responsables reales de los delitos serán inmensas. Si evitar el spam masivo ha sido una epidemia endémica, que ni gobiernos ni empresas consiguieron erradicar (como los virus cambian de forma, pero no desaparecen), fácilmente puede comprenderse que el spam-perverso, vinculado al acceso a determinadas páginas localizadas por el buen Google, será difícilmente controlable.

IX) La libertad de disponer de la propia vida («la libertad y la búsqueda de la felicidad» que inspiró la Declaración de Derechos Americana de 1776) será una quimera, en un mundo donde la información descontrolada pero suministrada selectivamente por Google, propiciará tendencias de estudios y administración del ocio, reorientará profesiones, religiones e ideologías, dando lugar un monstruo de tentáculos incontrolables para un Estado cuya propia idea de Soberanía resulta ridícula en un mundo global.

2. En definitiva, tras esa apocalíptica visión del año 2018 hemos de volver al presente (2008). Si se hace un rastreo (por el propio buscador de «Google», pues hay que reconocer que tolera el enemigo en casa) hallaremos desde feroces críticas por su voracidad informativa frente a la intimidad, hasta puntuales demandas de afectados por información indeseada. Por lo que nos interesa, no puede olvidarse que la formación en una sociedad abierta, sin discriminación, sin radicalismos ideológicos, sin lesiones a los derechos fundamentales, tiene mucho que ver con las condiciones en que un buscador masivo como Google, la ofrece y la gestiona. De «información» a «deformación» sólo hay un paso, y el Premio Príncipe de Asturias a Google testimonia que «el dinosaurio está ahí». Mas bien el Tyranosaurius Googlelorius Rex.

Así pues, reconociendo las inmensas bondades y utilidades de Google, el gran riesgo es evitar la sobrecarga de información y la información-basura, pues los usuarios necesitarán garantías para identificar lo que vale la pena o entraña un riesgo.
El problema es que el Estado y su brazo ejecutivo, el Derecho Administrativo, no poseen capacidad para solventar tal problema. Algo así como utilizar un cazamariposas para capturar elefantes.

3. Por eso, Sevach se atreve a vaticinar que antes de una década existirán organizaciones supranacionales que asumirán el control o coordinación de los buscadores masivos de información en Internet, e incluso desde Naciones Unidas quizás se hable de una especie de Consejo de Seguridad Tecnológica, en que los Estados puedan adoptar medidas o directrices sancionadoras o coercitivas frente a las entidades públicas o privadas que no respeten las leyes del juego de la información libre, veraz y pluralista. Incluso no es descabellado pensar que pueda en un horizonte no muy lejano hablarse de un dominio público tecnológico vinculado al espacio de los buscadores de información. Y es que, si Google es el Gran Hermano, bueno será que algún día los patriarcas de la tribu (Organizaciones Internacionales independientes sustentadas por Gobiernos de Estados democráticos) controlen los posibles abusos del «hermano abusón».

Por eso, festejamos con sincero alborozo que Google reciba el merecidísimo Premio Príncipe de Asturias, pero quizás algún día los triunfos de hoy se vuelvan amenazas del mañana. Y es que si un día el inventor de la dinamita (Alfredo Nobel) propició los Premios Nobel de la Paz, no será extraño que el invento de Google nacido al servicio de la paz, pueda ser el camino hacia una pavorosa dinamita.

0 comments on “Regreso al futuro para Google: de premiado a perseguido

  1. Maximiliem Robespierre

    …Ummmm inquietante panórama para el que no se si el Derecho tendrá un respuesta adecuada.

  2. “Este sitio puede dañar su equipo” es la frase que he introducido en Google para entrar a tu sitio. Más bien he copiado la dirección en mi navegador ya que al intentar entrar por Google no me dejaba hacerlo, poniendome esa frasecita
    Y es que lo que predeciste en el punto numero V se ha cumplido!!!

    Realmente inquietante!!

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