Permítanme que les deje el enlace al video de la reciente Mesa Redonda en que tuve el honor de participar sobre «Ajedrez, Economía y Derecho», en el IV Festival de Ajedrez, celebrado en Salamanca, la semana pasada (14 a 18 diciembre, 2021), que que fue realmente entrañable y divertida.
En ese cómodo foro, y bajo la coordinación del gran investigador Juan Manuel Corchado, me atreví a contar algunos datos simpáticos del pasado y lo que me aportó el ajedrez al presente como jurista. E igualmente, mi buen amigo Antonio Arias, jurista y economista, e incluso laureado ajedrecista, nos ofreció sus impresiones sobre la huella del juego en su vida.
El Derecho y lo que no es Derecho están entreverados en la vida y en nuestra mente, por mucho que queramos hacernos la ilusión de separar el compartimento del derecho y el compartimento de la vida social, el compartimento del trabajo y el compartimento del ocio, o el compartimento de lo que estudiamos y lo que vivimos. Aprovecho para confesar que me maravilla el cerebro y cómo funciona eso que llamamos mente, y no me canso de aprender del prodigioso científico José Ramón Alonso, cuyo recomendabilísimo blog es fuente de sabiduría y regocijo.
Queremos creer que la mente se nos organiza como un castillo del que somos señores, que cuenta con fosos, patios, dependencias y salones, cada uno con su función, pese a que realmente se trata de un zoco caótico por el flujo constante de información y sensaciones. En mi caso, el ajedrez juvenil me ayudó a apuntalar criterios de organización y estrategia que han sido útiles en lo que soy y hago hoy día. Justo es reconocer el peso de este aparentemente anecdótico factor.
En definitiva, todo nuestro arsenal cognitivo se nutre de formación, experiencia y reflexión, y la paella que resulta, depende de nosotros, los ingredientes que tomamos y cómo los combinamos.
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