Libros del fin de semana

El peso de la toga del abogado

De un tirón me he leído La soportable gravedad de la toga (Aranzadi,2020), la última obra del abogado Eugenio Moure González. No es una novela ni tampoco un ensayo. Pertenece al género de lo que se conoce como “literatura confidencial” relativo a biografías, memorias o diarios, pero es algo más. La crónica íntima de la bella profesión de la abogacía.

En su día me atreví, con Juan Manuel del Valle Pascual a viajar al mundo de la abogacía, con técnica de ensayo y pinceladas de humor, en Abogados al borde de un ataque de ética ( Aranzadi, 2015). Ahora me encuentro con un enfoque diferente, más intimista y centrado en una vida profesional sembrada de esfuerzo, dedicación y cierto sacerdocio al servicio del derecho.  Se trata de la fructífera vida profesional del veterano abogado D.Eugenio Moure, curtido en centenares de batallas contencioso-administrativas, laborales y civiles, encabezada por el sabio prólogo de Antonio Garrigues Walker.

Pero veamos lo que nos ofrece…

 Su autor, director de  varios despachos de abogados y curtido en infinidad de litigios, utiliza su dominio del lenguaje, la pluma y la espada, para abrirnos las puertas de sus reflexiones a través de noventa episodios bajo títulos sugerentes:

  • Sobre la escurridiza Justicia: “No hay una ley de las probabilidades para las probabilidades de la Ley”, “Nadar a contracorriente en el proceso contencioso-administrativo”, “El fin en el Derecho no justifica los medios”, “Elemental, querido Holmes”, etc.
  • Sobre los secretos de la abogacía: “Por la boca muere el abogado”, “La responsabilidad moral del abogado”, “El abogado humanista”, “La regla de las tres E”, etc.
  • Sobre sus miserias: “Al cliente tóxico, puente de plata”, “La negra sombra de la prescripción”, » A lomos de una montaña rusa», etc.
  • Sobre las sombras: “Elogio de los jueces”, “ El juez enervado”, etc.
  • Sobre los sentimientos: “Empatía contenida”, “Lo primero, la familiar; lo segundo, el trabajo”, “Cansancio emocional”, etc.
  • Sobre los nuevos tiempos : «Un tripadvisor de abogados», «Influentes e influencers»,etc.
  • Sobre las etiquetas: “Entre Sancho y Don Quijote”, “Cocineros y abogados”, “El abogado ideal y el abogado sin ideales”, etc.

Y así hasta noventa episodios con los que nos ofrece un vivo mosaico del flanco forense de su vida, pudiendo descubrirse en  cada una de esas estampas, los ecos de la estructura procesal pues suelen partir  de un suceso o anécdota real (hechos), sobre los que alza su desarrollo y consecuencias,  y desemboca con su personal moraleja o sentencia. En el camino no faltan las flores de referencias familiares o domésticas, agradecimientos, personales confesiones, ni las oportunas citas de personajes, reales o novelados (Oscar Wilde, El Quijote, Dworkin, Roosevelt, Unamuno, etcétera).

En suma, el libro nos lleva a través de sus 260 páginas a visitar el despacho, a asistir a juicios, celebraciones y lamentos, y conocer el circo de la Justicia de la mano de un artista del derecho que debe su éxito al esfuerzo y que mantiene la ilusión pese a las sorpresas que depara cada nueva actuación, cada nuevo litigio y el público.

No me resisto a reproducir algunas perlas literales de su reflexión:

– Cuando valora el conocimiento procesal: “Podremos tener el coche más rápido (la Ley material de nuestra parte) pero si nos falla el GPS (el conocimiento del procedimiento) terminaremos perdidos sin remedio”(pag.39)

-Los buenos momentos: “ Hay algo mejor que recibir la notificación de una buena sentencia, que es notificarla al cliente”(pag.47).

-La necesaria especialización “hay que saber un poco de todo, pero de un poco, saberlo todo” (pag.62)

-Lo contencioso-administrativo “utilizando un símil futbolístico, en esta jurisdicción los recurrentes jugamos en campo contrario” (pag.67).

– El fondo ético: ¿ De qué sirve el conocimiento que no asienta en un profundo conocimiento ético?(pag.93)

– Las esfinges, jueces que  “los hay de todo tipo, tendencia, formación y deformación…lo normal es que den muestras de una paciencia franciscana ante los excesos de los abogados, los desvaríos de las partes, las ocurrencias de ciertos testigos y la tendenciosidad de algunos peritos” (p.134)

– El afán de mejorar profesionalmente: “El bagaje profesional del abogado no solo se nutre de los asuntos que va afrontando en su cada vez más dilatada carrera profesional, sino también de la lectura de sentencias comentadas y artículos doctrinales”(pag.184)

– Hábitos para sobrevivir: “La importancia de aprender a decir no a determinados clientes” (pag.237).

– La confianza en el Derecho: “Cierto es que uno a veces encuentra motivos para colgar la toga, pues la Justicia no siempre está a la altura del Derecho, al menos en la  interpretación que uno hace del mismo; pero a quien le asuste luchar por el Derecho, incluso frente a rivales poderos, mejor que cambie de profesión”(p.260).

En fin, una obra sencilla, fácil de leer, viva y recomendable para los que nos movemos en el planeta jurídico, especialmente útil para los recién graduados en derecho y que quieran aprovecharse de los frutos de la experiencia de los veteranos.

El título «La soportable gravedad de la toga», manifiestamente evocador de la obra de Kundera (La insoportable levedad del ser), me hace recordar mi palíndromo favorito: «agota la toga» , que como tal, se lee igual de derecha a izquierda que de derecha a izquierda, como la profesión de abogado, que siempre enseña a diestra y siniestra, tanto cuando se gana como cuando se pierde.

3 comments on “El peso de la toga del abogado

  1. JOSÉ ANTONIO IBÁÑEZ MARQUÉS

    ¡Bonito palíndromo!

  2. Alfon Atela

    Gracias, JR, por tu sensibilidad al traernos la obra de un colega.

    Hoy la felicitación es al autor del libro, amigo, maestro y auténtico experto en derecho sanitario, no autotitulado sino de esos que los demás reconocemos como tales por su larguísima trayectoria y logros: un fuerte abrazo desde Bilbao, Eugenio.

  3. Pingback: El peso de la toga del abogado — delaJusticia.com – Alba Montero Chavarria

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