Burocracia

El talento en la Administración pública : meta realista o quimera oportunista

Leo un espléndido artículo titulado “El talento como fundamento de una función pública postpandemia” de Juan José Rastrollo Suárez, en la oportunísima obra colectiva, que también dirige, titulada “Guía para la planificación, gestión y ejecución de los fondos del Plan para la recuperación, transformación y resiliencia”(Aranzadi,2021).

El concienzudo profesor de la Universidad de Salamanca se adentra en el terreno que ya domina, de la función pública, para examinar el críptico objetivo del art.27 del Real Decreto-Ley 36/2020, de 30 de diciembre, sobre medidas urgentes para la modernización de la Administración Pública, que impone como objetivo prioritario “…el aprovechamiento del talento de las personas al servicio del departamento”.

Con destreza el profesor señala que el talento es un término polisémico, que admite un enfoque objetivo (cualidades) o subjetivo (sujetos talentosos) y que puede tener raíz innata o adquirirse con formación. También nos advierte que puede medirse en relación con un sujeto o predicarse de un grupo.

A continuación muestra su manejo jurisprudencial en relación con el mérito, capacidad o eficacia, aunque admite lo forzado de la asimilación. Y como no, nos indica soluciones del derecho comparado y la necesidad de usar las relaciones de puestos de trabajo y la evaluación del desempeño por cada funcionario del mismo, para conseguir, – lo que nos atrevemos a ilustrar con nuestro personal juicio- cumplir el mandato marxista “¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!

El análisis del autor, pionero en la materia, se detiene en los presupuestos para el éxito y técnicas de reorganización de efectivos, con la problemática de contratación temporal y/o nombramientos a tiempo parcial incluidos, así como la cuestión de los incentivos retributivos y cauces de formación, para concluir afirmando sobre el concepto de talento que

Su atracción y su revalorización en el seno de la Administración se queda en una mera declaración de intenciones, lo que pone de manifiesto la necesidad de repensar los modelos de selección y de impulsar una evaluación del desempeño moderna y profesionalizada en el seno de la Administración Pública”.

Por mi parte, considero que la meta de potenciar el talento es legítima pero el concepto es gaseoso, o sea, que no se percibe, no se toca, no se respira y se desvanece.

De hecho, en planteamiento budista, cada persona tiene un talento único, capaz de hacer algo mejor que nadie en el mundo y cuya chispa genera riqueza personal y social. Sin embargo una cosa es el Dharma y otra muy distinta la vida burocrática, donde se espera actividad rutinaria y servicio eficaz y legal, sin estridencias ni versos sueltos. La Administración no quiere que sus funcionarios sean como los sabios filósofos del Parnaso, pensando y dialogando por las oficinas públicas, sino trabajadores en cadena que despachen afanosamente trámites y expedientes.

En cualquier caso, es inútil el talento que dentro o fuera de la Administración, no se manifiesta en hechos, en palabras del novelista Patrick Süskind:

… el talento no significa nada, mientras que la experiencia, adquirida con humildad y con trabajo duro, lo es todo».

 

En la práctica, eso de conseguir hacer aflorar el talento de los funcionarios es como conseguir la bondad por decreto, algo imposible si se tiene en cuenta lo que nos enseña la realidad sobre el ecosistema burocrático:

  • Hay funcionarios con talento y que carecen de oportunidad para expresarlo por jefes tóxicos, que no toleran innovaciones.
  • Hay funcionarios sin talento, que por mucho que se les paguen incentivos económicos, no se podrá sacar de donde no hay.
  • Hay funcionarios, con o sin talento, que tienen puesto y plaza fija, y no hay estímulo alguno que pueda hacerles ir más allá de cumplir estrictamente con su labor.
  • Quien no sabe administrar su talento, si ocupa cargos con poder, corre el riesgo de la egolatría, y si ocupa cargos sin poder, puede caer en la depresión o apatía por no poder ponerlo en práctica.
  • No hay procedimiento selectivo, ni de promoción interna, ni de provisión de puestos de trabajo, capaz de acertar en la valoración del talento. Para eso serían precisas tres condiciones de hierro: que los miembros de Comisiones y Tribunales tuviesen talento, que los criterios de valoración fueren objetivos y universales, y que se valorase el talento en relación con una competencia funcional concreta.

 

Para ser realista, me temo que mejor que conseguir funcionarios con talento, es conseguir funcionarios con talante … dialogante, esto es, abiertos al entendimiento de lo que necesita el ciudadano y lo que impone el interés general. No es mucho pedir. En cambio intentar obtener nuevos talentos en la Administración o hacerlo aflorar en quienes ya son funcionarios, mediante instrumentos estratégicos y música de organillo, me temo que es un espejismo.

 

 

8 comments on “El talento en la Administración pública : meta realista o quimera oportunista

  1. Imposible no relacionar el «post» con el anuncio del acceso a la función pública de funcionarios interinos con más de cinco años de servicio. Más allá de la decisión (esperaremos a ver cómo se materializa) dudo que haya sido la conclusión de, «repensar modelos de selección» o de, «valorar el talento»

  2. Anónimo

    Muy bueno el artículo me quedo con esta parte y reflexiono en voz alta:
    «..En la práctica, eso de conseguir hacer aflorar el talento de los funcionarios es como conseguir la bondad por decreto, algo imposible si se tiene en cuenta lo que nos enseña la realidad sobre el ecosistema burocrático:
    -Hay funcionarios con talento y que carecen de oportunidad para expresarlo por jefes tóxicos, que no toleran innovaciones.»
    🤓(MJ: Y AÑADO…..y otros motivos que dan para una hoja de diario por lo menos…envidia, tener menos preparación que el subordinado, machismo (de hombres, y el peor, el de las mujeres, techo de cristal…)
    «-Hay funcionarios sin talento, que por mucho que se les paguen incentivos económicos, no se podrá sacar de donde no hay.»
    🤓MJ: Y AÑADO… y esto sucede en las oposiciones con bicho, o trampeadas que son sobre todo las de aapp locales, con bolsas de sustitutos e interinos que sin haber pasado examen alguno pasan años conociendo a los que llegado el examen les van a puntuar, o sumando méritos por una plaza temporal adjudicada a dedo con puntuaciones de tribunales que poco tienen de objetivo y mucho de irregular. Y claro, lo que se consigue sin esfuerzo, no brilla, tapa pero no brilla.
    «-Hay funcionarios, con o sin talento, que tienen puesto y plaza fija, y no hay estímulo alguno que pueda hacerles ir más allá de cumplir estrictamente con su labor.»
    🤓MJ: Y AÑADO…
    Cualquier funcionario/a de carrera, o laboral solo por el esfuerzo empleado en aprobar una oposición tiene capacidad, con o sin talento innato para realizar bien su labor. Si falla hay que analizar primero qué sucede en su entorno.
    «-Quien no sabe administrar su talento, si ocupa cargos con poder, corre el riesgo de la egolatría, y si ocupa cargos sin poder, puede caer en la depresión o apatía por no poder ponerlo en práctica.»
    🤓MJ: Y AÑADO… Por un lado, la egolatría va en la persona sea o no funcionario, el problema en que siéndolo se corre el riesgo de prevaricar a diestro y siniestro…y en la administración es muy complicado sacar a la luz a quién, aún corrupto, coloca, y descoloca, y a muchos a dedo da de comer.
    Y por otro lado, en cuanto a la depresión o apatía…es la enfermedad endémica y crónica por excelencia del funcionariado y laborales …salvo excepciones que no nos rendimos ante la adversidad…
    Esto se comprueba analizando la cantidad de funcionarios que consumen benzodiacepinas durante toda su carrera administrativa…tanto MUFACE , ISFAS…deben tener un almacen de copias de recetas…Como hicieran control antidrogas como se realiza periódicamente a los c y f de seguridad del estado…se asustaría la gente de lo zombi que andan los funcis y laborales en una GRAN mayoría.
    «No hay procedimiento selectivo, ni de promoción interna, ni de provisión de puestos de trabajo, capaz de acertar en la valoración del talento. Para eso serían precisas tres condiciones de hierro:
    1) que los miembros de Comisiones y Tribunales tuviesen talento,
    2)que los criterios de valoración fueren objetivos y universales,
    3)y que se valorase el talento en relación con una competencia funcional concreta.»
    🤓MJ: Y AÑADO…
    De los dos primeros puntos me viene a la memoria un magistral artículo de un catedrático de derecho de marzo de 2005, que si lo llego a leer antes de opositar…me tomo dos tilas y me lo pienso 3 veces antes de examinarme (la imagen, aunque también aparece copiado en ese enlace
    https://www.sidimurcia.org/sd/index.php
    ¿Quién criba a los cribadores?»)
    Respecto al tercer punto…valorar el talento en función a las competencias…está regulado en el EBEP desde 2007, la evaluación del rendimiento para poder valorar el talento, y con ello, abonar más o menos productividad…pero solo algunas osadas pequeñas administraciones han hecho algo al respecto.. . no interesa distinguir al que vale, porque eso le hace fuerte e independiente, sino mantener aborregados a todos, los que valen y los que no, porque así, en la mansedumbre y el miedo se mantiene cómodo el poder, especialmente el poder del que no ostenta más mérito y capacidad que el ocupar un puesto de dirección o político por meritocracia ( es decir, a dedo).
    Españistán y su paisaje… menos mal que en bici se ve todo de manera diferente.

  3. Francisco

    COMO SE PUEDE DECIR TANTO CON TAN POCAS PALABRAS, PARA MI HA ACERTADO, EL SR. CHAVES, CLARO, TOTALMENTE. MUESTRA UN CONOCIMIENTO DE LA ADMINISTRACIÓN, DE LA BUROCRACIA, DE LOS FUNCIONARIOS, TAN PRECISO, QUE CASI, PODRÍA DECIRSE, QUE DA MIEDO.

  4. Javier Silgado Rodríguez

    Interesante comentario. No obstante, las acciones provenientes de la administración pública realizadas con talante dialogante, y no con talento, pueden caer en el defecto de aplicar el derecho administrativo de manera errática. La obligación de la administración es resolver, en el sentido estricto del término, con arreglo a la ley, no dialogar. imagino que ese diálogo a que se alude quiere referirse a que la administración sea explícita y esclarecedora en sus resoluciones y que atienda con diligencia las dudas del administrado.

  5. Francisco

    Estoy totalmente de acuerdo con lo señalado por D. Javier Silgado en cuanto a que nunca se ha de aplicar el derecho administrativo de manera errática.
    Efectivamente, ese diálogo sólo se puede entender, en principio, como usted lo plantea de forma muy acertada. Aunque, si me lo permite, para mí, también se podría considerar, como opción, el que se diera una oportunidad a una fase previa, anterior a la resolución y a la atención de la dudas planteadas, como es la de considerar la posibilidad de que ese dialogo se dé, también, en el sentido de querer entender lo que se solicita, el derecho que se pide reconocer, no desestimando sin más, aunque con fundamentos, sino pidiendo, como acto previo, subsanaciones que supongan, incluso, un asesoramiento preciso, de cuantas determinaciones se han de cumplimentar para obtener el reconocimiento de ese derecho que se solicita. Intentando iluminar y señalar el camino-procedimiento preciso y los documentos necesarios, sin más dilaciones, ni recursos sin resolver, ni instancias fallidas o nuevas, con distintos errores. En fin, estando al servicio de los ciudadanos, a los que los funcionarios se deben y han, o deberían, de asesorar de forma precisa, escrupulosa, ya que todo el mundo, son muchos, no puede acceder a técnicos cualificados que les iluminen-conduzcan en determinados procedimientos, y cuando cuentan con ellos, a veces, éstos, curiosamente, se iluminan con las subsanaciones o resoluciones denegatorias y formulan la nueva propuesta, modificación del proyecto,…. Lo que incrementa los gastos, ¿no?….
    Esto último es lo que he entendido, también, como una posibilidad, de aquello de “funcionarios con talante … dialogante, esto es, abiertos al entendimiento de lo que necesita el ciudadano y lo que impone el interés general”, …
    Mi comentario anterior, el primero, que ahora les traslado completo, en los siguientes términos, era un poco más extenso y orientado a otros asuntos, pero no quería empezar la mañana siendo muy crítico o negativo, pero, quizás no deba dejarlo en el tintero y así poder tener la posibilidad de conocer otras opiniones o experiencias y saber si ello es puntual o generalizado:
    COMO SE PUEDE DECIR TANTO CON TAN POCAS PALABRAS, PARA MI HA ACERTADO, EL SR. CHAVES, CLARO, TOTALMENTE. MUESTRA UN CONOCIMIENTO DE LA ADMINISTRACIÓN, DE LA BUROCRACIA, DE LOS FUNCIONARIOS, TAN PRECISO, QUE CASI, PODRÍA DECIRSE, QUE DA MIEDO.
    En el entorno en el que me he movido, hasta hace unos días, el único talante que se valoraba, imponía, era el sectario, el que pone por delante no el interés general, sino el del Partido-Sindicato, sin miramiento alguno. Y, ya les digo, tienen el poder, todo el poder, y nada los detiene… están en todas partes y tienen apoyo-dominan en todas las instancias…. Y, además, demasiadas personas mirando hacia otro lado, con lo que ello implica.
    Efectivamente, el talento lo tienen muy desarrollado, pero para lo suyo. Cuarenta años de experiencias de todo tipo que han ido incorporando de forma precisa para perfeccionar sus acciones, sus procedimientos administrativos, de todo tipo. Nada ni nadie se les resiste.
    En cuanto a los tribunales de selección, no hay problema, los conforman a medida y son volantes, de municipio en municipio, participan en los procesos, bastantes, de su color, convocados por afines. Todas las plazas son para esa Casta… el mayor número posible de incorporaciones será de miembros propios del Partido-Sindicato (familiares, afiliados, etc. .. endogamia y más endogamia….) su criterio, excusa, que airean sin pudor, de forma frecuente, es que todo el mundo vale para todo, pueden ocupar cualquier puesto que se les diga, y si después surge algún problema ya estamos nosotros para darles las instrucciones precisas o el resto de funcionarios, los que se creen independientes, los sumisos, los asustados, los indiferentes, para que hagan su trabajo, todo su trabajo, sin chistar…. ¡mientras que las plantillas lo aguanten…! No importa quién gane las elecciones.. la Administración ya está infiltrada, será muy difícil desarrollar los programas votados.
    Gracias.

  6. Interesante la reflexión, al menos la voluntad de señalar al emperador desnudo. Como comentas, no hay nada que me desagrade tanto como las palabras vacías y el hecho consumado de vender humo.

    Dicho esto, hay un margen para potenciar el talento, se abre un momento interesante y se están poniendo sobre la mesa acciones concretas, no discursos grandilocuentes que poco aportan.

    Y respecto al anterior comentario, sobre los interinos, yo me lo tomo como un punto y aparte si hiciera falta, como el momento temporal de hacer tabula rasa. Se ha determinado eso, esté más o menos de acuerdo, lo aplicaré con la mayor practicidad posible para centrarme en la nueva etapa que se abre.

    Resumiendo: para el talento que se quiera acercar a la administración justo ahora,mal momento; para el talento que se quiera acercar justo después, creo que es un gran momento. Solo si no nos dormimos claro.

  7. El talento en la Administración siempre pierde contra la arbitrariedad del político (piedra), la negativa de los juzgados a revisar las valoraciones falsamente técnicas de las RPT (papel) y la potestad de autoorganización (tijeras).

  8. El sexador de gárgolas

    Justamente hace un par de días ha salido el tema, de forma colateral, en relación con un interino que lleva casi dos décadas en un puesto de esos de imposible o dificilísima cobertura que sale a concurso constantemente sin que encuentre quien lo quiera. Es un puesto administrativo en una unidad en donde la mayoría del personal es técnico, en un remoto pueblo al cual le cuesta una hora larga diaria el llegar y otra volver: porque está casado con funcionaria y ambos residen en otra localidad.

    El caso es que el hombre está temporalmente de prestado en otra unidad, en la localidad de su residencia, lo cual le ha venido muy bien para descansar y llevar una vida algo más relajada. Pero ante la idea de poder conseguir un puesto más próximo a su domicilio se muestra algo cauto. Por una parte porque no tiene la certeza de la permanencia prolongada, que sí tiene en su actual destino: y por otra, que es la que nos interesa, porque en su actual puesto es el único que sabe todo lo que hay que hacer y cómo hacerlo de la forma más eficiente, económica y eficaz. Sin embargo, en estos días en que está en otro puesto, ha demostrado en su desempeño tener capacidad e interés suficiente como para que un cambio de destino no le pueda suponer gran perjuicio en su situación. Es, en resumen, una persona de talento, que tanto vale para un roto como para un descosido y que honrará cualquier unidad administrativa en que sirva.

    Hay, por otra parte, posibilidad de que a la misma unidad administrativa en que este hombre presta servicios temporalmente se incorpore otro interino, procedente de una unidad distinta en la misma localidad. La Jefe de Unidad ya ha comenzado a hacer planes para ir dándole ocupación, a lo cual sus subordinados han respondido diciendo que es mejor darle tres días para que ejerza las nobles actividades de ver y oír, y ya después irle tomando el pulso y la medida para ver qué capacidades tiene y a qué puede aplicarlas en su nuevo destino: no vaya a ser que la prisa dé lugar a decisiones precipitadas, que originen arrepentimientos tardíos y evitables.

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