Hace tiempo en las Facultades de Periodismo se distinguía la noticia del hecho cotidiano señalando que si «un perro muerde a un hombre» no era noticia, y que si «un hombre muerde a un perro» sí era merecedor de titular periodístico. Hoy día, parece que en España la noticia mediática viene dada si «un perro muerde a un extranjero», a la vista de los recientes casos que salpican la prensa.
1. Por un lado, el caso de la joven ecuatoriana agredida por un bárbaro español en el metro, en presencia de un argentino. Por otro lado, el caso de la niña británica desaparecida en Portugal. En ambos casos, la presencia del factor «extranjería» colorea la noticia y se expande con turbulencia.
2. Sin embargo, el primer caso no debería ser noticia sensacionalista, pues los incidentes de insultos o encontronazos en el metro por parte de bárbaros (skinheds, maleantes, sinvergüenzas) lamentablemente son habituales. Todo el mundo sabe que a determinadas horas del anochecer, en determinadas líneas de metro (Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia), y en determinadas compañías de vagón, la regla de hora del viajero indemne es: «no mires a los ojos de estos canallas» (lo sienten como provocación), » disimula y procura seguir la estrategia del camaleón» (mostrar educación frente a una bestia alienta su ciega embestida), y la mas valiosa: » no digas nada, no hagas nada, no sientas nada, no te quejes de nada». O sea, «el que se mueve, sale en la foto»… de la sección de Sucesos.
3. El hecho de que el ominoso incidente esté grabado por una cámara de vídeo no añade gravedad al hecho sino que sencillamente refuerza su prueba de la culpabilidad del agresor y de las circunstancias. Ahora bien, conviene reparar en que son reprochables en idéntico grado las conductas vejatorias o agresivas que declara probadas un juez de lo penal cuando sólo cuenta con testigos e indicios concurrentes (exista o no prueba videográfica). Y las sentencias penales están plagadas de condenas por hechos similares, en unos casos con multa, en otros con privación de libertad (que no se cumple a condición de no reincidir) y en los menos, con ingreso en prisión, y tal práctica judicial no ha recibido el eco mediático del caso que nos ocupa.
4. Además, Sevach intuye que el » Miserable del Metro» (no merece ser bautizado con otro apelativo el sujeto agresor), deambulando alegremente en el vagón (desocupado, con antecedentes de bronquista y exhibiendo un móvil cuyo abono mas vale no comprobar), si hubiese encontrado sentado a un anciano, un ejecutivo trajeado o un ama de casa (que le hubiere mirado con curiosidad o indiferencia, de soslayo o diectamente), pues posiblemente habría recibido idéntico vapuleo seguido del insulto orientado al único rasgo que a la corta mente del Miserable del Metro le sirve para identificar: ¡Vejestorio!,¡Pijo!, ¡Zorra!.
5. Por eso, piensa Sevach que si idéntico incidente tuviera lugar entre agresor español y víctima española, agresor ecuatoriano y víctima española, entre españoles o entre ecuatorianos, sería objeto de silenciosa denuncia. Y tal denuncia, como las referidas a los miles de vejaciones «sin sangre» que por desgracia diariamente testifican los archivos policiales (sin olvidar muchas más que son silenciadas por las víctimas), sería sancionado como falta penal, sin prisión y a lo sumo, con multa o amonestación. Y por supuesto, sin intervención personal del Fiscal General del Estado, ni del Ministro, ni de la prensa.
6. El problema para Sevach es que si bien el agresor es un ser despreciable (por su conducta y hostilidad, abusiva y vejatoria para otro ser humano), la dimensión política y mediática del caso actúa de caja de resonancia que ofrece una imagen de España xenófoba, primitiva y agresiva, que desde luego no es justa ni merecida por un Estado de Derecho como es España.
7. Así pues, considera Sevach que la auténtica noticia no radica en el incidente en sí (provocación, zarandeo e insulto a ser humano), sino en la desproporcionada respuesta pública y mediática al mismo. O sea, la noticia se ha hecho a sí misma.
A) No es normal o habitual que el Gobierno de un Estado se interese (con personación directa del embajador) por una mera agresión a una ciudadana suya residente en otro Estado. Se pregunta Sevach si dicho gobierno actúa con similar energía cada vez que un Ecuatoriano sufre vejaciones similares en el propio Ecuador o en otros países sudamericanos. Y de igual modo, se pregunta si el gobierno ecuatoriano apoya a todas las víctimas extranjeras de agresiones de ecuatorianos dentro de su territorio o en el extranjero. Recuérdese que mas allá de su difusión televisiva, ni el gobierno peruano ni el español se rasgaron las vestiduras ni se personaron como acusación particular singularizada en el caso del joven torero de Ciudad Real, D. José Tomás Reina Rincón, de 22 años cuando falleció en el año 2002 a manos de tres delincuentes que abandonaron su cuerpo en la playa, visiblemente golpeado y destrozado.
B) No es normal que el Gobierno de un Estado extranjero contrate a uno de los Catedráticos de Derecho Penal mas prestigiosos de España para ejercer la acusación particular en un proceso, sin que importen sus probablemente enormes honorarios y sin tener en cuenta que ya de oficio y gratis la fiscalía española ejercerá la acusación particular (¿O acaso el gobierno ecuatoriano cree que el signo de la justicia depende de los honorarios del letrado que defiende los intereses de la parte?).
C) No es normal que un miserable delincuente se pasee en actitud ufana y chulesca ante las cámaras, sin signo de arrepentimiento. No le extraña a Sevach que algunos amigos suyos propongan que a tales sujetos incivilizados, se les aplique una especie de la «flor de lis medieval» que se les aplicaba a fuego en la espalda a las prostitutas (quien ha leído los Tres Mosqueteros y recuerda a Milady de Winter sabrá de ello), de forma que cuando en el futuro alguien se tropiece en su camino, pueda apartarse y eludir su presencia.
D) No es normal que desde foros mediáticos, grupos de presión e incluso desde la propia fiscalía se manifieste ostensiblemente el malestar por la decisión razonada del Juez de Instancia e Instrucción nº 2 de Sant Boix (Barcelona), en la que se decreta la libertad provisional sin fianza del agresor.
Ese clamor mediático olvida que por imperativo constitucional, el juez aplica la » Ley» (no la reinventa) y lo cierto es que el legislador no ha fijado en materia penal la barbaridad de que se excepcione la presunción de inocencia al presunto culpable en casos de maltrato a extranjeros, ni tampoco ha contemplado que en caso de indicios de simple falta penal la prisión provisional sea automática sin mediar acusación pública; pero sobre todo, no hay ley de país civilizado alguno que autorice a que las decisiones judiciales se adopten en armonía con la presión de grupos, gobiernos o medios de difusión.
No deja de ser chocante que cuando un extranjero pretende le sea autorizada la residencia en España o evitar la expulsión del territorio español, en caso de estar encartado en reyertas o imputado por delitos (una minoría ciertamente), se escuda férreamente en que tales actuaciones judiciales no son firmes y por tanto no pueden ser tenidas en cuenta para que la «reputación o dato negativo» del extranjero pueda ser determinante de la expulsión. En cambio, en el caso de la víctima extranjera, buena parte de asociaciones de inmigrantes y progresistas mojigatos reclaman una justicia expeditiva y ejemplar, anticipando una futura condena penal que todavía no ha tenido lugar.
Volviendo al caso del «Miserable del Metro», los delitos de atentado contra la libertad sexual o las agravantes de abuso de autoridad o xenofobia, están perfilados jurisprudencialmente hasta la saciedad sin que pueda aceptarse que un juez deba caprichosamente saltarse las exigencias y garantías de la tipicidad penal, y principio de intervención mínima, para «matar un buitre a cañonazos».
8. En definitiva, a Sevach le gustaría que se le entendiera, que no hubiera equívocos. Sevach condena como cualquier hijo de vecino biennacido el horror del ataque o desprecio racial, pero le desagrada el abuso mediático con que Asociaciones y Organizaciones de perfil protector se dedican a pasar factura no al culpable, sino a todo el pueblo español, que ve como se le acusa de algo que es extraño a la tradición hospitalaria y de crisol de razas que es España. ¿Quién se acuerda de tantos jóvenes residentes en España que, a manos de bandas latinas, neonazis o suburbanas, sufren extorsión o agresiones a diario al ir o venir de su centro educativo o al intentar acceder a parques o espacios deportivos?,¿Quizás estos casos tan frecuentes como silenciados, sólo merecen un número en los autos del Juzgado y un sello de archivo tras salir libre a la calle el granuja al día siguiente, con sus torvas convicciones, «corregidas y aumentadas»?
9. De ahí, que Sevach considera que además de existir un Código de Conducta para los funcionarios públicos (Estatuto Básico del Empleado Público, Ley 7/2007) y un Código de Buen Gobierno (Acuerdo del Consejo de Ministros de 18 de febrero de 2005, por el se aprueba el Código de Buen Gobierno de los miembros del Gobierno y de los altos cargos de la Administración General del Estado), debería existir un Código de Conducta pública Mediática de los Gobernantes, en el sentido de que el Gobierno o sus portavoces deberían abstenerse de capitalizar políticamente los incidentes aislados, amplificándolos o minimizándolos según los vientos electorales. Difícil pero no imposible.
10. Y en paralelo no estaría de más que los Códigos Eticos de los periodistas sufrieran una inyección de responsabilidad para evitar que los villanos y canallas saquen ventaja de sus actuaciones delictivas. No sería extraño que otros maleantes emulasen al «miserable del metro» para conseguir su cosecha de popularidad. No puede ni debe la prensa contribuir a alzar un telón de xenofobia sobre el país, dejando al hombre de la calle aturdido, preso de la confusión.
Ante tal aluvión mediático quizás alguien llegue a creer que «odia al exranjero, sin saberlo», cuando lo cierto es que la tolerancia de la inmensa mayoría de los españoles es proverbial, admirable y en expansión. Por supuesto que hay brotes racistas, pero de igual modo que hay canallas que incurren en acoso sexual, mobbing laboral, corrupción urbanística o violencia de género. No puede convertirse la excepción en regla, de igual modo que no puede calificarse a un puma con lunares de pantera negra.
11. Al final encontramos un intercambio de funciones y papeles de los implicados.
A) Los medios de comunicación se convierten en «predicadores» que identifican «ángeles» y «demonios» desde el púlpito del periódico, la cadena televisiva o la mesa redonda.
B) Los Gobiernos asumen el papel de «juez» acatando «por lo bajo» lo que condenan «por lo alto».
C) Las asociaciones pro inmigrantes asumen una posición «paternal» que les lleva a «pedir la crucifixión para quien perturba a sus pequeñuelos» y la «absolución para sus hijos si ellos son quien perpetran el agravio».
D) Un Gobierno legítimo y democrático (Ecuador) adopta una actitud típicamente populista para alimentar la sed de «sangre española» despertada en sus nacionales.
E) Un canalla (el agresor) actúa con orgullo de protagonista de culebrón.
F) Y la ciudadanía (tanto españoles como extranjeros residentes) se convierte en juguete de tanta perversión de las reglas del juego civilizado, en vez de «consultar con una o dos almohadas» un asunto tan grave que pone en la picota cuestiones tan cruciales como la dignidad de una persona (agredida), los derechos procesales de otra (agresor), la imagen internacional de un Estado (España), la reputación de la Justicia (Juzgado de Instancia e Instrucción), la credibilidad de la Fiscalía y el respeto del Derecho Internacional (la Carta de Naciones Unidas prohibe la inherencia en asuntos internos de un Estado sobre otro, vetando las censuras a sus instituciones).
12. Ello sin olvidar que el origen del » Miserable del Metro» radica en el sistema educativo que ha recibido, en un entorno posiblemente poco alentador, y que da por resultado alguien que se siente cómodo despreciando todo lo que no le da placer inmediato. Alguien que no controla el instinto. Alguien que no respeta haciendas y vidas. Alguien incapaz de comprender que la desgracia juvenil se ceba en todas las etnias.
Aunque, no solo es un problema de educación, sino que seguramente además de miserable es un tontaina, ya que se daría cuenta de la causa inútil del desprecio hacia otros seres humanos por motivos raciales, desde una perspectiva no solo ética sino pragmática, pues… ¿nadie le informó que en todo el mundo, tan solo el 15% de la población del globo terráqueo es de raza blanca, y que además arroja el dato de menor natalidad?… ¿Acaso no es capaz de extraer una conclusión de ese simple dato?… Claro que quizás no le importa la tierra, porque está en las nubes (mente nublada), o quizás en la luna (lunático).
Estimado Sevach:
«Condenar el error y no la equivocación» fue uno de los lemas del Papa Juan XXIII y en casi todos los casos yo me inclino a pensar como él. En el caso del metro de Barcelona que ha saltado a todos los medios de comunicación, opino que son despreciables y miserables sus actos, pero no la persona.
También él necesita ayuda, seguramente más que la chica agredida. Por eso creo como el Presidente Correa que ha manifestado sentir pena por él y algo que me parece un tanto pretencioso: le ha ofrecido ayuda en Ecuador, dice que allí le enseñarán a respetar y a ser respetado.
Pero la idea va por ahí, espero que además de la cárcel, (si fuera condenado a ello), obtenga ayuda psicológica y social, alguien que se interese de verdad por él (una especie de Pigmalión) que consiga llegar a él y le ayude a encontrar sus valores humanos.
Quién sabe, tal vez sea providencial el hecho de que haya salido a la palestra pública este caso (de entre otros muchos que se producen a cada rato) y esto despierte el deseo de otros por recuperar al agresor: 21 años tiene solamente…
Tendría que ser posible recuperarlo.
Confieso que me gusta pensar que tal vez algún día, Sergi, vuelva a estar en el candelero justamente por lo contrario: por haber ayudado a una víctima de malos tratos. Sería un triunfo.
Fantástico que Sevach publicite -sin posibilidad de enmieda- lo que por mi parte reconduzco a la crítica de lo políticamente correcto, o incorrecto según los casos, cuando determinados hechos guardan relación con la población de origen o descendencia inmigrante. Y es que ya al 2º día de tan lamentables hechos (que no por cotidianos desmerecen su crítica plena, y no solo desde el punto de vista punitivo) no podían sino aventurar la crucifixión pública del «Miserable del Metro», la desmedida exageración mediatica de los hechos (de brutal paliza calificaban los hechos los aprendices en el manejo del micrófono «tomatero»), la intervención de distintas Autoridades de máximo nivel y esa especie de tutela extraprocedimental de la actuación judicial frente a unos hechos cuya exhibición constante en las cadenas de TV me resultaba muy semejante a las de otras vejaciones que igualmente se exhiben en YouTube y similares. En definitiva, aun so riego de caer en lo políticamente incorrecto y en el abucheo generalizado, lo que Sevach apunta certeramente adelanta, a mi modo de ver, lo que quizás en tiempos futuros se vea retrospectivamente como otro claro ejemplo de «sobreprotección» basada en lo políticamente correcto, en la que no es oro todo lo que reluce, como el tiempo ha venido demostrando en los casos de acoso moral y psicológico en el trabajo y en lo que se empieza a demostrar en la violencia de corte sexual.
Ciertamente, Luis, y subrayando lo repugnante de la conducta del «miserable del metro», nos hallamos ante un ejemplo más de que «lo políticamente correcto» es hermano de «lo políticamente rentable» ( políticos) y «lo mediáticamente ventajoso» ( la prensa da a la gente lo que quiere oir). Y todo ello a costa de la «imagen de España» y de «los españoles», pues NI EXISTE UNA ESPAÑA XENÓFOBA, NI PUEDE EL COMUN DE LOS ESPAÑOLES IDENTIFICARSE O RECONOCERSE CON EL TAL SERGEI. Téngase en cuenta: 1º Que España es el país de la Unión Europea con legislación de equiparación de extranjeros y españoles mas generosa de los 27 Estados miembros; 2ª Que España ha suscrito todos los Convenios y Declaraciones internacionales habidas y por haber para no discriminar entre sus residentes ( nacionales,extranjeros, legales o ilegales); 3ª Que desde el poder legislativo ( y los parlamentarios nos representan a todos) se han aprobado leyes penales y administrativas que tipifican como delito o como sanción adminisrativa la conducta xenofaba o racista; y 4ª Que desde el punto de vista administrativo se han regularizado con arreglo a naturales exigencias de justicia a casi tres millones de inmigrantes en España. Pero lo más importante es el día a día, y comprobar que de los 15.000 delitos con condena anual en España, aproximadamente, pues por delitos de xenofobia apenas se llega a media docena de condenas anuales. Los datos hablan por sí mismos.
Y en la práctica ( vivir cada día), la sociedad española es abierta, aunque siempre hay energúmenos y empresarios explotadores, pero insisto, dentro de 48 millones de españoles, se trata de un mínimo grupo de ovejas negras. En fin, que en España no hay «racismo» sino «conductas aisladas racistas», de igual modo que España no es un país asesino aunque habrá algúns asesino. Y de igual modo que porque un Brasileño asesine a un taxista en Madrid, no por eso puede afirmarse que «Todos los brasileños son asesinos».
Por eso el hecho de la agresión del metro es repugnante pero no puede utilizarse la difusión mediática para «contaminar » a la opinión pública. Aunque eso sí, es sabidoque la divisa de las Facultades de Periodismo es : » No dejes que la verdad te estropee un buen titular», y que en versión bíblica se traduce: » A río revuelto, ganancia de pescadores mediáticos».
Cuanta razón tiene Sevach con sus palabras…
Que el sujeto es un bárbaro, eso lo tenemos todos claro, pero la utilización de los medios de comunicación para la estigmatización del hombre este como si fuera el anticristo me parece un exceso. El derecho ha de ser igual para todos, por mucho que este caso concreto esté filmado, sea una extranjera la víctima y haya salido en todas las televisiones.
Parece que lo que está desafortunadamente «de moda» en los medios es centrar la atención de la noticia en que los agredidos son extranjeros. Lo que provoca que rápidamente salgan en su defensa los embajadores correspondientes (como dijo un profesor mío: sale hasta el virrey del Perú…), como si se tratara de una discriminación que los juzgados españoles realicen por el hecho de ser extranjeros.
¿Cuántos españoles no habrá que hayan sido víctimas de delitos similares y se hayan saldado con una mera multa?¿ Dónde está entonces el derecho a la igualdad que consagra nuestra CE?.
Contados serán los días que tarde el gobierno, ya que se acercan las elecciones, en hacer reformas al Código Penal aumentando las penas en casos de racismo, xenofobia…
Claro está, que lo hará de manera rápida y apurada para salir del paso, y cometerá una vez más los errores que cometió cuando agravó las penas contra el maltrato de género…
Lo mejor de todo es que al posicionar a la opinión pública, todo el mundo se cree un profesional del derecho e incluso en el autobús de camino a la facultad, oigo ciertas afirmaciones de los «nuevos juristas» que al menos me hacen reir y más ameno el viaje: » Al degenerado ese del metro… de intento de asesinato oí yo en la tele que lo íban a culpar»… (sin palabras).
En fin, considero que en temas referentes al derecho, si se tratan en un periódico o en otro medio de comunicación, han de basarse en opiniones de expertos. No intentar confundir y posicionar a las personas creando «ángeles y demonios», prejuzgando al reo antes de que sea juzgado por la persona competente para ello, el juez, que será el que ha de determinar en cada caso la multa, pena o medida de seguridad correspondiente.
En fin, enhorabuena por el blog que me encanta.
Un saludo.