El fallecimiento del actor David Carradine que encarnaba al mítico monje shaolin diestro en las artes del kung-fu, y que vagaba por la américa de fines del siglo XIX sin rumbo, ha provocado en Sevach la reflexión sobre el papel que dicho personaje ha jugado en la formación inconsciente de una generación que pasaba los sábados por la noche pegada al televisor para disfrutar contemplando como el mal era vencido por el bien: ¿cómo olvidar ese personaje con morral , flauta y sombrero, caminando descalzo por el desierto?, ¿ ese peregrinar de pueblo en pueblo con tan mala suerte que siempre tropezaba con un bravucón o un canalla?¿ y qué decir del maestro ciego capaz de ver con sus pupilas blancas?,¿ o esos recuerdos del pequeño saltamontes que en los momentos críticos le daban la sencilla clave para salir airoso?.
1. Sin duda esa serie se basaba en un arquetipo clásico y de esquema lineal: hombre humilde-malos malísimos-paciencia del hombre humilde que se tensa hasta que rompe- los malos malísimos huyen con el rabo entre las piernas-final feliz. Ese modelo no solo se daba en la serie kung-fu sino que ha inspirado filmes posteriores de éxito: la serie del justiciero Charles Bronson (de talante pacífico que al ver que la justicia no funciona se la toma por su mano), o el mismísimo Rambo (veterano de guerra al que provocan hasta la exasperación), y un sinfín de western donde el pequeño ganadero o agricultor, tras ver su propiedad atropellada y su familia vejada, acaba sacando un pistolón del arcón y devolviendo las aguas a su cauce.
En fin, una serie con moralina fácil, en sintonía con “ La Casa de la Pradera” (quizás ñoñas pero con poso moral razonable), y nada que ver con las actuales series televisivas que parecen moverse en líneas salpicadas de “sangre,sudor y lágrimas” (Doctor House, CSI,etc), quizás para abastecer a los adultos ya que los adolescentes prefieren refugiarse en los videojuegos con trepidante despliegue de acción y efectos.
2. Aunque para Sevach la gran enseñanza de la serie es la que encierra el refrán clásico de que “ no es mas rico quien mas tiene, sino quien menos necesita”. Para un jurista, el legado que puede reconocerse a la serie Kung-fu consiste en un triple mensaje:
A) La Justicia es posible.
B) No siempre ganan los malos.
C) La paciencia, la prudencia y la humildad traen la victoria.
En definitiva, era la versión tibetana del derecho plasmado por la Declaración americana de Derechos aprobada en 1776 y que proclamó como derechos inalienables de todos los hombres, “la vida, la libertad, y la búsqueda de la propia felicidad”. ¿Acaso no era una forma didáctica de inyectar el sentido del Derecho, de la tolerancia y el pacifismo, en la sociedad?
3. Así, si nos vamos al Derecho Público Internacional resulta útil el ejemplo a pequeña escala de los planteamientos pacifistas de la serie. No sólo su óptica de la vida tiene un gran parentesco con la doctrina aplicada por Ghandi y que permitió la independencia de la India, sino que hoy día basta aplicar la doctrina budista practicada por el monje para evitar que provocaciones nucleares como las protagonizados por Irán o Corea del Norte no lleven a EEUU o a la Comunidad internacional a adoptar una decisión precipitada y brutal pero que provocaría funestas consecuencias para la paz a medio y largo plazo.
4. A escala local, Sevach no puede dejar de imaginarse el útil espejo e inspiración que resulta el Pequeño Saltamontes para un letrado que defienda a un humilde ciudadano frente a una Administración todopoderosa y abusadora. La travesía del desierto judicial. Una demanda sencilla, clara, expuesta oralmente de forma pausada y con respeto a la contraparte. Una actuación de buena fe y con lealtad procesal. Frente a este letrado de modales suaves y lealtad procesal, no es infrecuente un letrado pletórico de soberbia, representando a la potente Administración, manipulando lo que dice el expediente administrativo, y dispuesto a seguir perpetrando la ignominia: lo que se negó en vía administrativa, se rechaza en el proceso y además se piden las costas procesales para quien osa discutirlo, e incluso puede adivinarse a través de su sonrisa togada que si la Administración pierde el pleito, recurrirá hasta donde sea necesario (pues la Administración tiene tiempo y dinero público para afrontar esa y mil batallas).
Finalmente ( si la serie televisiva continuase en este “remake judicial”, y dado que todas las series terminan bien), el juez entre las complejas brumas del Derecho Administrativo (recordando enseñanzas propias del Templo Shaolín: que los árboles dejen ver al bosque), analizaría el caso bajo el prisma de la sencillez y finalmente daría la razón al ciudadano, que sigue su camino. ¿Acaso no es la historia de muchos pequeños éxitos del Derecho público?,¿Quién no recuerda aquélla persona que se sintió discriminada por aplicarse el tipo progresivo del Impuesto sobre la Renta a la suma de las rentas obtenidas por el matrimonio, sin permitir la tributación separada para cada miembro de la pareja?. Se daba la paradoja de que era mas ventajoso fiscalmente no estar casado que estarlo. Aquello finalizó en el Tribunal Constitucional y de aquél héroe anónimo se han beneficiado cientos de miles de contribuyentes.
5. En fin, que si el monje Kwai Chang Caine, estuviera hoy día en España, sería expulsado por la Delegación del Gobierno al “no tener papeles” , la SGAE le exigiría el canon por tocar la flauta en la vía pública, y el juez Garzón quizás investigase su conducta por la muerte del asesino de su maestro Po en Nepal. Y eso, sin olvidar las grandes probabilidades de que alguien que utiliza sus artes marciales para defenderse de provocadores, posiblemente daría con sus huesos en la cárcel por ser denunciado precisamente por su agresor.
Por todo ello, y ya que no concebimos al personaje sin el actor, nos sumamos a la condolencia por el fallecimiento de David Carradine. Y para dejar un buen sabor de boca no dejéis de visionar este sencillo vídeo que os traerá tiernos recuerdos a algunos.
De hecho, le aplicarían la agravante de alevosia por su elevado conocimiento de artes marciales, al haber el TS interpretado en mas de una ocasión que es «método» que asegura el resultado e inutiliza la defensa del ofendido. Ah, y la SGAE no sé, pero mas de un Ayuntamiento le multaría por tocar la flauta en la vía pública pidiendo dinero, ya que esto no es sólo mendigar de forma pasiva, sino realizar una actividad con ánimo de lucro.
Ya sé que es mas una escena individual que una generalización, pero la representación que haces del letrado de la todopoderosa administración y del letrado del pobre administrado … pues como que no es así la mayoría de las veces.
En mi experiencia, los letrados de la administración estatal y autónómica, con cuerpos específicos (En la local son muchas veces concertados y no difieren casi de uno particular) son gente razonable, maja, de buena calidad jurídica, van al grano -precisamente porque les falta tiempo para atender a tantas casos y no pueden ni quieren dilatar innecesariamente los procesos- e incluso procuran no oponerse con obcecación cuando saben que no tienen la razón, o que el Juzgado/TSJ tiene un criterio sentado y continuo en la materia. No es nada raro, al menos en mi caso, ver que se oponen sólo formalmente y acaba por pedir una «Sentencia con arreglo a derecho», porque aunque han recomendado la satisfacción extraprocesal o el allanamiento, la lenta burocracia o la tozudez de la dirección política no les han permitido dar la mejor solución al problema. (Curiosa ironía la de contratar letrados para un cuerpo superior teóricamente «de élite», atraer a los juristas de mayor presumible calidad a ese cuerpo, y luego no hacerles ni puñetero caso en su dictamen)
Saludos
Contencioso, gracias por tu comentario. Por supuesto que comparto tu opinión de la inmensa mayoría de los letrados públicos ( a veces «mercenarios de causas perdidas» y «vendidos por su señor»), pero me pareció una licencia expresiva para ajustarme al tema de actualidad, tal y como percibe las mas de las veces el ciudadano su lucha contra la Administración. Es más, podía haber añadido que en ocasiones esa situación de prepotencia es a la inversa, cuando el demandante está representado por un bufete de nombre «costoso» o por un letrado que ostenta la condición de Catedrático y actúa desde la altanería frente al letrado público. De todo hay en las viñas de los juzgados.
Pues como que yo no estoy muy de acuerdo con esa apreciación de que los letrados de la administración son tan “pobrecitos” como los pintan, y en mi corta experiencia más de una vez me he encontrado con el descrito en primer lugar en el post.
Pero en fin, más dilatada sin duda será la experiencia de los juzgadores, a los que espero que no nuble su “buen juicio” la habitualidad de estos letrados, ya casi amigos [a veces se nota demasiado], a los que decenas de querulantes se empeñan en poner en un brete. Más que nada porque esto cargaría un poquito más [de lo que ya están per se] los platillos de la balanza de la Justicia a favor de la Administración.
Y sí… Yo no soy letrado, pero más de una vez me he visto como el “Pequeño Saltamontes” contra la todopoderosa Administración, pero sin saber repartir a diestro y siniestro como él [y no será por falta de ganas, tal y como te llegan a poner].