Sobre los políticos

Te trataré como a una reina

El reciente incidente del libro » La reina muy de cerca» de Pilar Urbano sobre la reina Sofía, al exponer opiniones alejadas de la neutralidad política, invita a una sencilla reflexión.

Lo grave no es que la esposa del Rey tenga opinión y voz propia, ya que nadie está obligado a ser como los monos de Gibraltar (sordos, mudos y ciegos). Ahora bien, en la monarquía parlamentaria, como diría Thiers, el Rey, «reina pero no gobierna», y añadiría Groucho Marx que el cónyuge del Rey, » bosteza, pero no reina». Sin embargo, no se puede ser Reina a tiempo parcial ( para los fastos, honores y prebendas con cargo al presupuesto) y ciudadana griega el resto del tiempo a efectos de formular juicios políticos, pues hay que estar a las duras y a las maduras. Por eso, resulta chocante la declaración de la reina sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, aspecto que podrá compartirse o criticarse, pero sobre el que no debiera pronunciarse quien es consorte del Rey, símbolo de la unidad del Estado y árbitro del funcionamiento de las instituciones, cuando aún no se ha pronunciado nuestro Tribunal Constitucional sobre tan espinosa cuestión ( máxime teniendo en cuenta que en Alemania se ha considerado constitucional y en Francia todo lo contrario). Sin embargo, lo realmente preocupante, a juicio de Sevach, son otras circunstancias.

1. En primer lugar, que la Casa Real tilde de inexactas y erróneas las afirmaciones puestas en boca de Dª Sofía, ya que resulta temerario y poco verosímil, sostener que la periodista haya convertido su trabajo en una labor amarilla y de fabulación, en un caso como el tratado en que la periodista ( al margen de su posición ideológica), que se juega su prestigio, cuenta con notas de la entrevista y ha contrastado su desarrollo con la propia interrogada, teniendo presente la regla básica de supervivencia del periodista: garantizar la fidelidad de lo testimoniado con mayor grado cuanto mas alto sea el rango de éste; pero es más, las galeradas de la publicación, o borrador literal del libro, se sometió a ratificación de la Casa Real, quien no puso objeción alguna sobre los pasajes controvertidos; nadie puede creer que la Casa Real se sorprenda del supuesto error o tergiversación cuando es notorio el tremendo filtro de la información regia. En suma, no es grave que la reina tenga opinión propia, sino que acuda a la muerte del «mensajero» y avale un desmentido o imputación de falsedad difícilmente convincente. Con ello, la credibilidad de la Casa Real y de la propia Reina armonizan con la Bolsa española en cuanto a descenso de varios enteros de cotización.

2. Y en segundo lugar, resulta extravagante que desde el Gobierno se arrope a la Casa Real y a la Reina confirmando la inexactitud de la versión de la periodista (cosa tan difícil, sin estar presente en la entrevistas, como avalar la versión del confesante o del párroco sobre la realidad de los pecados confesados); pero lo que ya resulta risible es que se esgrima hasta la saciedad un peregrino argumento: » la ejemplaridad de la Reina». Aquí lo llamativo radica en que tanta invocación a la ejemplaridad, aparte de tener resonancias de rancia beatificación, resulta provocador ya que el ejemplo supone hablar según la Real Academia de la Lengua, de «modelo a imitar», lo que resulta difícil en el caso español, donde ninguna española fuera de la rama sanguínea borbónica tiene ni tendrá la oportunidad de verificar si sería capaz de ajustarse a tal ejemplo, unido a que resulta fácil en extremo mostrarse en «olor de santidad» ( u loor de santidad, como Lázaro Carreter nos precisó, ya que «loar por alabar es vocablo tolerable») cuando se cuenta con la Casa Real actuando de «guardia pretoriana» de la imagen, con una financiación a prueba de bomba, y con un pelotón de escarabajos «peloteros» en la corte de los milagros.

3. Y es que hay que ver lo chusco de la afirmación de la Reina sobre su árbol genealógico, que no es comparable al del común de los mortales, y que defiende con las siguientes palabras: » Para los republicanos nadie tiene derechos de cuna. Ahora bien, cuando esos republicanos son ricos, o tienen un negocio, o una casa, o un campo, ¡ bien que dejan las propiedades en herencia a sus hijos!. Ahí, en su patrimonio no cuestionan los derechos de cuna. Coherencia pues». ¡¡¡ Vaya derroche de imaginación !!!. Con el debido respeto, en tal declaración subyace una anacrónica complacencia en la «sangre azul» y en el Estado como patrimonio de una dinastía real, que pasa de pares a hijos de forma natural. Quizás el sueño de la reina sea exhibir orgullosamente el título del Rey de Birmania del Siglo XIX: » Rey de Reyes, a quien todos los demás Príncipes acatan; Regulador de las Estaciones; Todopoderoso Director de Mareas y Torrentes; Hermano Mayor del Sol; Propietario de la Veinticuatros Sombrillas y cuyos pies huelen dulcemente».

4. Por todo lo dicho, resulta decepcionante que la Reina acuda al castizo, «donde dije digo, digo Diego» en vez de apoyarse en el no menos castizo » a lo hecho, pecho». Y eso teniendo en cuenta que la Reina no puede escudarse en la crisis económica (como harán algunos conductores tras las peregrinas declaraciones del Director General de Tráfico que sitúa la penuria económica en explicación de las infracciones de tráfico).

En fin, no se trata tanto de criticar la Monarquía como institución, a la que ya Sevach dedicó un anterior post, pero si debemos recordar que la Monarquía junto con el Senado y Defensor del Pueblo, forman la hojarasca mas prescindible del árbol constitucional español.

0 comments on “Te trataré como a una reina

  1. Cuando la reina estaba callada, presumíamos su inteligencia y saber estar; ahora que ha hablado la prueba en contrario destruye tan ingenua presunción.

  2. Comparto la opinión de Sevach. Creo que la Reina debe ser neutral, y además debe parecer neutral. Lo que no me gusta y me da que pensar, es el hecho de que la polémica, y el absurdo y mal redactado desmentido de la Casa del Rey se produjo por un titular aparecido en El País, en el que se destacaba la oposición de la Reina a la denominación de matrimonio para las uniones de personas del mismo sexo, al aborto y a la eutanasia. Viviendo en la sociedad de lo políticamente progre, me pregunto si unas declaraciones de la Reina en sentido contrario hubieran montado este escándalo. No en vano hay que recordar que en ese mismo libro la Reina califica las guerras de Irak y Afganistán como «de venganza y destrucción». Eso sí que es grave, porque en Irak y en Afganistán han muerto soldados españoles, y con esas afirmaciones la Reina está colocándose al lado de posiciones extremistas que insultan a las fuerzas armadas. Al parecer estas opiniones de la Reina no son tan polémicas. Como tampoco fueron polémicas los elogios públicos del Rey a Zapatero. En todo caso, y por principio, mejor que se dediquen a su trabajo, y no a opinar como si de dos ciudadanos cualesquiera se tratara.

  3. Arturo

    E inteligente será, aunque no piense igual que tú. Pero tiene 70 años y a lo mejor ha querido dejar sentada su opinión, por motivos de conciencia. Más cómodo hubiera sido quedarse callada, seguramente. A mí me ha parecido valiente que se pronuncie sobre cuestiones de candente actualidad. Que se haya enfrentado al lobby gay me ha hecho mucha gracia, porque cualquiera se atreve con los gays hoy en día y ha opinado sobre el aborto, los toros, la caza, la guerra. En fin, que a mí me ha gustado saber qué piensa sobre estos temas.
    No me he leído el libro y no sé si lo haré, pero sobre lo que ha trascendido que piensa, me parece de bastante sentido común, como piensan muchos, muchos ciudadadanos.
    En cuanto al desmentido de la Casa Real al referirse a las inexactitudes, la autora del libro ha aclarado que no ha procedido de la propia Reina, sino del aparato que rodea a los Reyes, los cuales parece que se han colado por exceso de celo.
    Que hable la Reina.

  4. Sigo sin ver la inteligencia de la Reina y tampoco veo la valentía. Mas bien me parece osada cuando medita las respuestas, se las reescriben los asesores de la Casa Real, y así y todo, mete en un lío a la institución que sirve. Desde luego, me conformo con las transcripciones del libro. Que se calle la reina, o mejor que se calle la esposa del que los españoles hemos considerado rey.

  5. alegret

    A mí lo que me hubiera gustado es heredar el título de Ingeniero de Caminos de mi padre. Es lo lógico y natural. ¿Acaso no se heredan los títulos nobiliarios, las propiedades y las farmacias?
    Así que estoy de acuerdo con la hermana de Constantino. Pero tenga cuidado, no acabe como él.

    Alegret

  6. Arturo

    La Reina debe hablar, en primer lugar, porque es mujer y la política del gobierno y del Parlamento nacional está buscando la «visibilidad» y participación de la mujer, su no relegación (llevamos 20 años de retraso con relación a los países anglosajones en materia de presencia pública de la mujer) y ya no es aceptable esto de las mujeres con la pata quebrada y en casa y «el por qué no te callas» va directamente contra las pretensiones de la ley de Igualdad. Esto si que es hoy en día ilegal.
    En segundo lugar, porque el que tiene obligaciones constitucionales que le condicionan es el Rey. Que yo sepa a la Reina ni se la menciona en la Constitución. A los constituyentes se les olvidó la Reina, la ignoraron, y ahora nos encontramos con este verso suelto y por mucho que algunos se escandalicen, la Reina puede acogerse al «todo lo que no está prohibido está permitido».
    En tercer lugar, porque sus palabras defendiendo el derecho natural y el derecho a la vida, oponiéndose a la violencia contra los animales, a las guerras, a la violencia contra las mujeres-que se ejerce allanándoles el camino al aborto (en lugar de apoyar la maternidad y protegerla)-, o a la violencia contra la vida en gestación, me parece humanista y valiente.
    En cuanto lugar, porque la inteligencia a las mujeres se les presume y solo ciertos machistas la ponen en duda.
    Si con sus palabras se han sentido aludidos los lucrativos negocios de las clínicas abortistas (por cierto, en dinero B) o de las empresas farmacéuticas fabricantes de la RU-486 o de las empresas armamentísticas, pues bueno. No me importa.
    La Reina ha hablado y yo prefiero una Reina que se salga de su rol prefijado de hija de reyes, esposa de rey y madre de rey, para encontrarme con una Reina pensante, dialogante, habladora, narradora, contadora y opinadora.

  7. Creo que el tal Arturo se refiere a la Reina de los cuentos de Andersen, tan perfecta y tan oportuna, pero aqui se habla de la reina Sofia que nadie le quita que se exprese como mujer, pero entonces que se quite el armiño de reina y sus delirios de nobleza. No pienso suscribir su beatificacion, ni por supuesto comprar un libro que transcribe sus palabras, aunque habilmente sugeridas por los lacayos de altura de la Casa Real, que por cierto, pagamos todos.

  8. Arturo

    ¿Por qué va a quitarse el armiño de Reina? ¿Dónde quieres verla? ¿Cuál es el sitio de las mujeres? Pero, te escuchas a ti mismo «Que se calle la reina, o mejor que se calle la esposa del que los españoles hemos considerado rey».
    No se te ha pasado por la cabeza que a lo mejor deberías callarte tú, ejemplo vivo de troglodismo impenitente.
    ¿Qué diferencia hay entre tú y el troglodita que se iba a cazar y dejaba a su mujer con la prole en la cueva?
    Yo no veo ninguna diferencia.

  9. yo creo que la reina no deberia hablar tanto.. no estoy criticando y diciendo que sea ignorante pero vamos tenes que tener un poco mas de prudencia al hablar.

  10. Los comentarios que realiza la reina, sea quien sea, provocan admiración, respeto y en cierta forma, quiere imponer sus costumbres, ideas y características personales.

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