De Jueces y la Justicia

¡Ave, Obama!: el Derecho Público y el Tribunal Supremo te saludan


La elección de Barak Obama traerá muchas y variadas consecuencias en todos los planos. Ni Estados ni ciudadanos pueden quedar al margen de lo que decida el hombre mas poderoso del Estado mas poderoso. Sin embargo, a Sevach le interesa el impacto de tal figura en el Derecho Público.

1. En el Derecho Público Internacional es evidente que el escenario cambiará hacia mayor flexibilidad y menos maniqueísmo con las consiguientes repercusiones en los focos calientes de intereses geopolíticos que rebajarán la temperatura. El Derecho bélico y Humanitario adquirirá nueva dimensión. No sólo se someterá a revisión ese islote fuera del Derecho que es Guantánamo, sino el estado de excepción de Irak pasará a tener plazo de caducidad, y la ONU podrá someter a revisión sus funcionamientos y las reglas del juego de la cooperación internacional. No será fácil ni gratuito, pero lo cierto es que el Derecho Internacional Público puede aumentar su credibilidad en vez de constituir el tablero que juega el más fuerte según sus intereses.

2. En el Derecho Administrativo, es claro que la llamada Administración Bush dará paso a la Administración Obama con el desembarco de Secretarios de Estado, asesores, directores de Agencias y Altos Cargos con nuevas caras, talante e ideas. Y ya sabemos que todo cargo público por inercia intenta dejar huella a su paso. Si esa huella será efímera o indeleble, positiva o negativa lo dirá el tiempo. Dos ámbitos serán de especial sensibilidad. De un lado, el medioambiental. De otro lado, el Derecho de inmigración. Difícil pronosticar la línea de actuación pero al menos será imaginativa y bienintencionada.

3. El Derecho financiero y en particular el tributario experimentará una fuerte sacudida como consecuencia de la necesidad de adoptar medidas frente a la crisis económica, y no olvidemos que el modelo americano es de gran interés para España: primero porque si algún país posee la necesidad, la ciencia y los medios para experimentar nuevas claves o ideas útiles para atravesar la turbulencia económica, es EEUU; y segundo, porque nos guste o no, lo que haga el gigante nos interesa a los enanitos, e incluso a las brujas.

4. Pero sobre todo a Sevach le interesa el uso que pueda hacer Obama de su prerrogativa de proponer el nombramiento de magistrados del Tribunal Supremo de los EEUU, la última instancia judicial del país, que está integrado por nueve jueces con carácter vitalicio y cuyo nombramiento debe ser ratificado por el Senado. Es sabido que la orientación de éstos, progresista o conservadora, puede marcar líneas en las sentencias. Y corren tiempos en que los temas candentes pasarán a ser estudiados por ese cónclave de juristas cualificados (recordemos que todos han sido abogados o jueces, pese a que la Constitución no impone tal formación jurídica), que tienen el honor de formar el Tribunal constitucional mas antiguo del mundo, y con mayor impacto internacional. Por lo pronto, si en el año 2008 EEUU contará con el primer presidente negro de su historia, ya el Tribunal Supremo americano se anticipó al incorporar al afroamericano Thurgood Marshall al Tribunal Supremo por nombramiento de Johnson en 1967. Y volviendo al presente, parece que los jueces John Paul Stevens, de 88 años y Ruth Bader Ginsburg, de 75, estarían bajo la humana tentación de abandonar su cargo ( es vitalicio, pero algún día renuncian, aunque no faltan los Custer que «mueren con la toga puesta»), y lo curioso es que los analistas políticos barajan como posible candidata inmediata nada menos que a una jueza portorriqueña, Sonia Sotomayor, actualmente jueza del Segundo Circuito de Apelaciones federales con base en Nueva York.

5. A pesar de esa posible sintonía ideológica entre Presidente y candidato al Tribunal Supremo, lo cierto es que el prestigio del Tribunal Supremo de los EEUU ha sido cosechado a golpe de sentencia, como prueba de exquisita independencia. El punto de partida vino dado por la célebre Sentencia Marbury contra Madison (1803) que llevó al Tribunal Supremo presidido por el juez Marshall a declarar su propia potestad de inaplicar las leyes que fueren contrarias a la Constitución ( algo que hoy día es natural en los actuales Tribunales Constitucionales pero que era revolucionario hace doscientos años).También resulta interesante el caso del legendario juez Oliver Wendell Holmes, quien fue designado por Roosevelt y a los dos años del nombramiento votó contra las medidas económicas de monopolio propiciadas por el Programa presidencial (claro que Holmes siempre tendría discrepancias con los Presidentes ya que su mandato como juez duro treinta años). También merece la pena recordar que el juez Earl Warren fue designado por Eisenhower y votó tantas veces contra él, que cuando el Presidente abandonó el cargo confesó que la designación de Warren fue su mayor error presidencial. Otro magistrado, David H. Souter, fue nombrado por Bush padre y se desveló con criterio firmemente progresista. Finalmente, el magistrado Anthony Kennedy, nombrado por Reagan fue ponente del caso que reconoció el derecho del hábeas corpus a los prisioneros de Guantánamo. Parafraseando a Woody Allen, diríase aquello de «toma la toga y corre», resultando muy llamativo para Sevach que en EEUU los nombramientos de magistrados son de práctica voluntad del Presidente y gozan de gran prestigio, y en cambio, los nombramientos de magistrados del Tribunal Constitucional español pese a estar rodeados de pomposos trámites y cuotas de nombramiento (Congreso, Senado, CGPJ, Gobierno) lo cierto es que día a día desciende su prestigio, en armonía con el que destilan algunas de las sentencias polémicas.

6. Pero volviendo al Tribunal Supremo de EEUU, ha de admitirse como señalaba un recientísimo reportaje del New York Times, recogido por el diario El País (6-11-08), que su influencia internacional ha decaído por varios factores que podemos resumir en: a) La existencia de otros Tribunales de prestigio que marcan orientaciones y jurisprudencia de calidad, tales como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos o el Tribunal de Justicia de la Unión Europea; b) La existencia de Tribunales Constitucionales en los Estados avanzados que sientan doctrina relevante; c) La pérdida de reputación del Tribunal Supremo americano por derivación o correlación de la pérdida de popularidad de la Administración americana; d) La soberbia de los magistrados del Tribunal Supremo americano reacios a admitir en sus sentencias la influencia de otros Tribunales, con lo que éstos por elemental reciprocidad huyen de su referencia.

En fin, que a la vista de la promesa electoral de cambio de Barak Obama, y de una situación sociopolítica bajo presión, se avecinan intensas reformas sociales y económicas, que evidentemente pasarán por medidas legislativas y administrativas, muchas de las cuales habrán de someterse al veredicto de los jueces del Tribunal Supremo de los EEUU… cuyas palabras, querámoslo o no, siempre reciben la atención de los juristas del otro lado del Atlántico.

P.D. Finalmente, el 26 de Mayo de 2009 se hizo público el nombramiento de Sonia Sotomayor, una mujer hispana y con sólida reputación jurídica, para el Tribunal Supremo americano.

0 comments on “¡Ave, Obama!: el Derecho Público y el Tribunal Supremo te saludan

  1. William H. Rehnquist

    Amigo Sevach, magnífico como siempre tu post. Quisiera, no obstante, hacer algunas observaciones adicionales. No sólo John Paul Stevens y Ruth Bader Gisburn, sino que parece ser que hay un tercer magistrado que podría abandonar el cargo, y es precisamente David Souter.
    En cuanto a la sintonía entre el Tribunal Supremo y el Presidente de los Estados Unidos, hubo un caso que (aparte de ser una venganza personal del Presidente contra el acusado) planteó un conflicto muy grave entre el Presidente Jefferson y el juez Marshall (por cierto, primos lejanos): el caso United States v. Burr, donde se acusó (a mi entender falsamente) de traición al antiguo vicepresidente de Jefferson pero que puso sobre la mesa, entre otras cosas, asuntos que nos suenan tanto en este país como si un presidente puede comparecer en un Tribunal o si éste puede exigir la presentacion de documentos reservados. Marshall concluyó (¡en 1807!) que el Presidente podía ser llamado sin problemas a declarar ante un Tribunal.¡Qué distinto de la doctrina de la «estigmatización» presidencial elaborada por nuestro Tribunal Supremo en 1997 en una resolución de la que fue ponente, por cierto, el actual Fiscal General del Estado!.
    Pero, volviendo al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, lo cierto es que desde la época de Nixon, el mismo está integrado mayoritariamente por republicanos pero ello no ha impedido que adoptaran decisiones que se enfrentaban de manera brutal con el iderario republicano (por ejemplo, el Roe v. Wade). No obstante, como señala Jeffrey Toobin en su magnífico libro «The nine», el caro Bush v. Gore marcó un antes y un después del Tribunal que, desde entonces, ha fallado una y otra vez en contra de la Administración Bush. Tal deriva anti-administración sería imposible de entender sin el impacto del importantísimo caso del año 2000 (caso que, por cierto, estuvo a punto de provocar la dimisión de Souter).

  2. Jeffrey Toobin tiene otro librito donde da cuenta con detalle de los vericuetos de la batalla legal entre Bush y Gor, «The Thirty-Six-Day Battle to Decide the 2000 Election».

    Ya puestos a recomendar libros, quizás la mejor investigación histórica reciente sobre el decantamiento de las pautas que han hecho del Tribunal Supremo Federal de los EE.UU. lo que es, de la importancia de la pugna entre Marshall y Jefferson, de la aplicación real y concreta de las normas constitucionales que empezaron a vivir,a respirar, de una manera distinta en parte a lo que podría haberse previsto, sea la investigación de Bruce Ackerman:

    http://www.lapaginadefinitiva.com/aboix/?p=3

  3. William H. Rehnquist

    Respecto al anterior comentario, en primer lugar agradecerle a Andrés la recomendación que hace del libro de Bruce Ackerman, del que no tenía noticia. La pugna entre Jefferson y Marshall (que acoté en el caso Burr por ser una «vendetta» del Presidente contra su antiguo aliado) la saqué de las actas del caso Burr y, sobre todo, de los volúmenes que a la época de Marshall dedida la Oliver Wendell Holmes devise history of the Supreme Court. En cualquier caso, insisto, agradezco sobremanera la recomendación bibliográfica.
    En cuanto al libro de Jeffrey Toobin que citas ya lo conocía, pero como el propio autor indicó en varias conferencias, si «Too close to call» narra la pugna de Bush y Gore desde la perspectiva de las partes y de sus letrados, los capítulos que en su libro «The nine» dedica al asunto (donde existe más de una notable sorpresa) lo hace desde la perspectiva de los magistrados que integran el Tribunal.

  4. ALFREDO

    Señor Sevall, veo que los funcionarios expedientados por el Ministerio de Justicia no le interesan mucho a Ud., solo los grandes personajes. Sí se habla de jueces, fiscales y secretarios por que un dia hicieron un paro de 3 horas, pero de la chusma no se acuerda ni el tato, cuando estuvieron dos meses dando guerra al Ministerio.
    Vamos a barrer nuestra casa antes de barrer la de Obama.
    Un saludo.

  5. Me parece injusto el comentario de Alfredo. Los que seguimos a Sevach sabemos que no es el Defensor del Pueblo. Es un hábil jurista con gran sentido del humor y siempre nos sorprende con el equilibrio exquisito con que trata los temas mas espinosos sin ofender.

  6. Es muy interesante ver la repercusión del papel del Tribunal Supremo en la política en Estados Unidos. En el Partido Republicano, por ejemplo, desde hace años, los candidatos a Presidente que quieren hacer carrera, al menos para conseguir la nominación por parte de los militantes republicanos, prometen el nombramiento de Magistrados que hagan una interpretación originalista y no creativa de la Constitución de Estados Unidos. Eso llevaría a declarar inconstitucional el derecho al aborto. Teniendo en cuenta la actual composición del Tribunal Supremo de EEUU, parece muy difícil que revocarse la sentencia Roe v Wade, que dio vía libre al aborto, y más ahora, que el Presidente electo es un abortista convencido. A buen seguro Barack Obama designará a Magistrados progres. Tiene la presidencia, y además tiene mayoría en el senado

  7. Hablando del Derecho Internacional Público, sí, ese que en la facultad nos decían que se caracteriza por su «imperatividad «( en la práctica no se ve nada de eso), en relación con los Estados Unidos presididos por el demócrata Barack Obama. Sólo quiero recordar que fue un Presidente demócrata, Truman, el que expuso la conocida «doctrina Truma», que permitiría la intervención en Vietnan, impulsada por presidentes demócratas, y que otro demócrata, Bill Clinton, no tuvo empacho en intervenir en África, al margen por supuesto de Naciones Unidas, en pleno proceso de destitución por el escándalo con Monica Lewinsky. Por lo tanto, quien piense que Barack Obama va a hacer de la Carta de San Francisco su libro de cabecera, creo que se equivoca. Para empezar ha nombrado jefe de gabinete a un judío ortodoxo. Por cierto, me parece muy bien. Yo soy de los que piensan que cuantos menos pinte la ONU, una organización cuyo comité de derechos humanos está poblado de dictaduras, mejor para todos. Yo creo en los estados democráticos, no en las organizaciones parasitadas por países tercermunistas gobernados por dictadores o aprendices de dictadores.

  8. Cincinnatus

    Querido Sebas:
    Me parece muy interesante tu visión de los efectos de la nueva Presidencia de Obama y su efecto en el mundo del Derecho.
    Sólo quisiera apuntar dos cuestiones: la primera es que al Roosevelt que nombró a O.W. Holmes era Teodoro Roosevelt y no su sobrino, me parece, el gran F.D. Roosevelt, cuyas políticas hubiese aplaudido en el Tribunal Supremo el ya ancianísimo O.W. Holmes, que es una muestra de juez original y valiente, enfrentándose a un Tribunal Supremo muy conservador desde principios del siglo XX, aunque quedase tantas veces en franca y solitaria minoría.
    Asimismo, en cuanto a la segunda, me sorprende que hayas tenido que leer la edición del NYT, del 16 de septiembre pasado, aunque hubo un extracto traducido en El País el jueves 6 de octubre, donde se explica la pérdida de influencia dle Tribunal Supremo norteamericano para confirmar esta idea del provincianismo judicial norteamericano, cuando me consta que un amigo tuyo, que me parece que es juez, había publicado una pequeña monografía titulada algo así como El cosmopolitismo judicial en una sociedad global, Aranzadi, 2008, donde explicaba esta idea, común por lo demás entre los estudiosos norteamericanos y europeos, por ejemplo, los italianos, salvo, que yo sepa, en España. Probablemente tu amigo no te haya regalado el libro, en la esperanza de que lo adquirieses, o si lo hizo tú no le haces mucho caso, salvo que salga en el NYT; principio de autoridad, amigo Sebas, que tiene sus detractores en la era global.

    En fin, estimado Sebas, agradeciendote la frescura de tus comentarios, aprovecho para saludar a tan selectos participantes de este foro.

  9. Sevach

    Agradezco vivamente vuestro comentarios, y en particular las eruditas aportaciones de Andres Boix, Willlian y Cincinnatus.Sobre la precisión de que el nombramiento de Holmes fue por Theodore Roosevelt y no por Franklin, pues es cierto y en esa creencia lo vertí en el post, ya que es sabido que Theodore designó en 1902 a Holmes y dos años después votó contra él en un asunto de monopolios. Y en cuanto a la noticia del NYT, pues tal y como explico en el post, mi referencia es del diario El País. Sobre mi amigo juez, sólo puede remitir a todos mis lectores a sus publicaciones, siempre certeras y documentadas hasta la médula, quien me regaló un ejemplar que atesoro, y me ha confirmado en mi orgullo de ser su amigo. Saludos.

  10. George W. Bush es el primer candidato desde Benjamin Harrison (1888) que pierde en el voto popular, pero gana en votos electorales y, por lo tanto, accede a la presidencia norteamericana.

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