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Novela ácida universitaria : Sosa Wagner nos asombra de nuevo

El juez O.W.Holmes del Tribunal Supremo de los EE.UU. afirmó en su revolucionaria obra The Common Law, que el derecho debía someterse al “ácido cínico” para descubrir la realidad de sus intereses, para descubrir que “La vida del derecho no ha sido la lógica: ha sido experiencia. Las sentidas necesidades de la época, la moral predominante y las teorías políticas, las intuiciones de política pública, manifiestas o inconscientes, incluso los prejuicios que los jueces comparten con sus camaradas, tiene mucho mas que ver que el silogismo en la determinación de las reglas mediante las cuales deben ser gobernados los hombres”.

Pues bien, hemos de recibir con alborozo la recién publicada novela de Francisco Sosa Wagner titulada “Novela ácida universitaria” (Ed.funambulista, 2019), subtitulada Aventuras, donaires y pendencias en los claustros, que nos presenta la Universidad actual desnuda, liberada del velo de las formas,  de las palabras solemnes que adornan lo universitario y que nos muestra la realidad de la experiencia universitaria siguiendo las peripecias de un joven licenciado en derecho, mas oportunista que vocacional, y que se integra en la Universidad donde paso a paso va descubriendo la vida de la colmena.

Pasen y vean…

La novela pinta la vida del protagonista, de nombre Adalberto ( no sabemos si inspirado en un culebrón venezolano o en un personaje de la abadía de El nombre de la Rosa, pues ambas referencias son un buen anuncio de lo que espera), en su andadura universitaria. El autor nos lo sitúa sobre el blanco lienzo de la Universidad de la ciencia, con predominio del color gris de sus avatares profesionales, algunas pinceladas verdes sobre sus impulsos eróticos y el amarillo de un humor inteligente que a veces se apoya en el juego de palabras, otras en decir verdades a gritos y otras mediante divertidas viñetas de situación.

Sosa es un maestro del Derecho y la palabra, por lo que cuenta con la edad, prestigio e indiscutible legitimidad para poder asomarse como un Gulliver gigante al interior de la maqueta de una Universidad y decirnos lo que ve.

Por la novela desfilan los pecados capitales académicos, sin etiquetarlos como tales pero reflejando magistralmente su existencia en los Campus: la envidia, hija de la mediocridad en una Universidad pública donde el mérito y la capacidad se han rezagado; la ira, fruto de la pérdida de oportunidad de quienes sueñan mas en recibir que en aportar; la lujuria,  avivada en contextos de cautividad que mezcla sexos con jerarquías no escritas; la pereza,  que crece donde no se penaliza, con la fecundidad de las ortigas, y además pinchando a quien se acerca; la gula, en forma de holguras y prebendas que ofrece la vida académica a quienes parasitan la Academia; la soberbia, de quienes son pequeñas estatuas en pedestales enormes; la avaricia, para cosechar evaluaciones y tener mas que el compañero, cantos de sirena para conseguir el voto electoral para el Rectorado; y la lujuria, en forma de deseo incontrolable de rótulos, reconocimientos o cargos.

La novela de Sosa tiene ecos novelizados de la teatral Historia de una Escalera de Buero Vallejo (1949), con similar poso de amargura, y que el autor califica de “ácido”, aunque desde sus páginas se dirige al lector para hacerle una confesión inquietante: “esta novela ácida (pero verdadera)”(pag.176). De hecho, Historia de una Escalera comienza con una cita de Miqueas, libro profético del Antiguo Testamento, que bien podría aplicarse al mundo universitario: “Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa” (7, 6). Nadie parece escaparse de ese castillo kafkiano en que se ha convertido la Universidad y donde parafraseando a Jorge Manrique «Cualquiera tiempo pasado, fue mejor».

Sin embargo, Sosa endulza la acidez con una prosa rica,  el uso de un léxico exacto, el recurso a metáforas audaces, escenas elocuentes y con personajes bien marcados, que sugieren inspiración con raíces reales.

Es cierto que Sosa parece distanciarlo de su experiencia personal, ya que la Universidad donde tiene lugar la acción carece de nombre ( posiblemente resonancia del célebre » de cuyo nombre no me quiero acordar»), no pululan por ella investigadores o profesores del porte intelectual y prestigio del autor, y aunque el narrador se nos ofrece como entomólogo para analizar la fauna profesoral de una Facultad de Derecho, no figura  ningún Catedrático de Derecho administrativo (mas que para relegar un titular a puestos de secretaría o auxilio en contiendas electorales). Únicamente pueden encontrarse trazas remotas de Sosa en uno de los protagonistas, el Catedrático de Constitucional, Anselmo, no tanto en el perfil académicamente modesto de éste como en cuanto a su posición y actitud respecto a lo que es la academia y su valoración final.

Dejaremos para la curiosidad del lector el disfrutar con este relato, rayano en la caricatura por no decir tragicomedia, como cuando se ocupa del proceso electoral para Rector, o de las sorpresas que aguardan en el recodo de la carrera académica (carrera donde el traspiés juega con la zancadilla o la complicidad del árbitro). Pero hay más.

Hay metáforas que provocan la sonrisa:

“Allí estaban aquellas publicaciones     como están en las casas de los cazadores las cabezas de las piezas que han abatido”(19)

“Entrar al Rectorado es lo mismo que para un novicio entrar en el obispado de su diócesis” (pag.26)

“La primera vez que le preguntaron si usaría Powerpoint, contestó que no, que iría en taxi como siempre” (pag.41).

“Todo ese disparate es consecuencia de la autonomía universitaria, una maleta de doble fondo por la que ha entrado mucho material de contrabando en la Universidad” (pag.56) .

“El catedrático de Universidad tenía la misma movilidad que el doncel de Sigüenza”(pag.66)

“La comisión de gobierno tenía una composición mas variada que un cuadro de Arcimboldo” (pag.81).

Aunque tampoco falta el mensaje filosófico :“…lee para aprender, yo para soñar (pag. 106), o la prosa poética:“La casta mejilla derrotó a la boca lasciva”(pag.110, prosa poética)

Por la novela aparecen puñaladas de discípulos, profesores invisibles con padecimientos imaginarios, Proyectos de investigación, las Relaciones de Puestos de Trabajo, los desternillantes anuncios de Grados y Másteres sobre lo humano y lo divino, las ocurrencias jurídicas para ocultar chapuzas, el ingenio universitario para que las plazas vayan a quien quieren y no a quien deben, rituales de las lecturas de tesis, y como no, sucedidos con resonancia mediática actual tales como los relativos a publicaciones plagiadas, o titulaciones obtenidas sin pasar por exámenes.

No faltan a lo largo del relato reflexiones o diagnósticos sobre la Universidad en boca de sus personajes, en armonía con el que expuso en la Lección magistral de su jubilación:

“En la Universidad española se produjo la gran revolución burocrática que ha significado la inundación de centros, facultades, aulas y demás de programas informáticos, de papeles, de viajes y reuniones, de evaluadores y peritos en el Espacio de Educación Superior y en los otros Espacios de la Excelencia, la Competitividad, los Programas Conjuntos y los de Leadership” (pag.58)

La Universidad, que ha de ser siempre una institución no necesariamente rentable y, en todo caso, sospechosa para el poderoso si quiere mantener su prestigio y no verse degradada a simple escuela de negocios o de prácticas profesionales. Se olvida que la gran investigación, la básica, la ligada a las matemáticas o a la física, es la que ha permitido avanzar en otras que llevan a los eventos y a los avances técnicos. Galileo o Newton fueron simples curiosos, no personas obsesionada con un obtener un fruto y presentarlo a la ANECA para conseguir un “proyecto de investigación” (pag.251).

Y como no, el ácido fin de los maestros de la vieja escuela, encarnado en Don Anselmo, el catedrático de Constitucional que vive y cree en la Universidad, como guiño a su santo homónimo, San Anselmo quien se justificaba de forma similar: “no pretendo entender para creer, sino que creo para entender”; y así el relato nos ofrece su amargo final: “ Don Anselmo se jubiló, mientras que su mujer, mas joven, sigue activa en el hospital. A don Anselmo muy pocos le prestan atención, sí sus amigos Uriarte y Lovato, pero nada sabe de sus antiguos doctorandos; tan solo Charlie le visita de vez en cuando. Adalberto, que le debe todo en la vida académica, jamás encuentra ocasión para llamarle o invitarse a dar juntos un paseo”.

Al final bajo el rótulo Despedida, y como la nota final de las películas basadas en hechos reales, nos cuenta los derroteros y situación actual de cada personaje.

En suma, una novela de 283 páginas, en un formato de libro de bolsillo de una calidad y textura agradable. Fácil de leer y muy difícil de comprender que se tolere ese estado de cosas en la Universidad, institución a la que Paco siente como si fuese una hija ingrata a la que dedicó sus años y servicios dentro y fuera de la Universidad, pues nunca se ha ido de ella. Un general sigue siendo un general aunque esté fuera del Cuartel. Y como todo general, cuenta batallitas pero revelan la realidad de la guerra como hay que hacerla, con gracejo y deseo de paz.

En suma, una novela ácida, y como la acidez se mide por el pH, creo que es una novela que hay que leer porHuevos («por necesidad», según expresión medieval).

Utilísima para quienes de forma divertida quieren conocer lo que hay tras los muros académicos y reconfortante para los miembros de la comunidad académica que captarán guiños hacia su experiencia personal. Es lo que hay y bajo el testimonio de un notario de lujo. Gracias, Don Francisco.

6 comments on “Novela ácida universitaria : Sosa Wagner nos asombra de nuevo

  1. Juan Carlos

    Otro libro mas a la lista de lecturas pendientes. ¿Por qué los días duran solo 24 horas?. Gracias JR

  2. FERNANDO GOMEZ MAYORDOMO

    Hombre tener que leer el libro pH, por huevos, no creo yo …sin embargo leerlo por hilarante, por hesitante, por heterodoxo, por holgazanear, por honrar, por humanitarismo e incluso por hincordiar….!ah que no se escribe con hache!, pero es que lo he escrito mal para incordiar porque también se debe escribir bien ‘por güevos’ y no por huevos que con esos se hace la tortilla de patata que sale en la foto, y con los otros se hacen otras cosas buenas y normalmente no tan buenas.
    Chanzas a parte, le agradezco su recomendación porque parece realmente un libro interesante e instructivo como otro del autor «La independencia del juez, ?una fábula?».

    • Muy ocurrente, Fernando. Es evidente que lo de pH es una ocurrencia en clave de humor, y que lo de pHilarante es mas adecuado. Saludos y felicitaciones por ese sentido del humor que todo enriquece

      • Fernando

        Le agradezco su ‘comprensión’ con mi sentido del humor: y es que, como para usted es un deber impartir justicia, dentro de mis obligaciones personales diarias está el intentar dar toques de humor positivo a todo lo que me surja en este breve caminar por la vida. Aunque debe reconocer que ‘me lo ha puesto a güevo, o huevo’ (o como quiera que se desee decir o escribir). Quedo gustoso a su servicio en este menester.

  3. Pingback: Editorial Funambulista

  4. Ramiro

    Es posible que las Universidades españolas, públicas y privadas, a alguien le produzcan alegría, sentido del humor, ganas de hacer bromas, pero a mi me producen ganas de vomitar…
    Cuando me acerco -por alguna obligación ineludible- a la pomposamente llamada «ciudad universitaria» de Zaragoza, la verdad es que se me revuelven las tripas, y recuerdo los miles de horas «tirados»en aquella casa de…
    Siento ser tan pesimista, pero es lo que hay.
    (Por cierto, he trabado relación personal y amistosa con un catedrático, ya jubilado, y piensa lo mismo que yo, a pesar de, teóricamente, haber triunfado en esa «cosa»).

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