A Sevach la situación planteada por el prestigioso juez de la Audiencia Nacional ante el libro de su esposa titulado «La soledad del juzgador» que desvela los secretos de la «alcoba judicial» en torno al juicio penal del 11-M le hace pensar en la reacción de los feligreses ante el ama de llaves que pregona las confidencias de su párroco en la sacristía con otros curas e incluso de los secretos de confesionario.
1. Veamoslo en prespectiva de sugerente humor.
- – El cine: «Una proposición indecente» (Adrián Lyne, 1993), o «La gata sobre el tejado de zinc caliente».
– La música. «Todos tenemos un precio» (Patxi Andión), «Malos tiempos para la lírica» (Golpes Bajos), o «Pongamos que hablo de Madrid» (Sabina).
– La literatura. Afortunadamente el título recuerda a «La soledad del corredor de fondo» (Allan Sillitoe, 1959), con mayor fortuna que el subliminal título de «Mi Lucha» (del nazi innombrable), aunque vistas las circunstancias hubiera sido mas afortunado que se hubiese plagiado el título de la última novela del gran León Tolstoi: «No puedo estar en silencio».
– La política. El Presidente Clinton arrojó todo su capital politico por un escarceo con la becaria Lewinksy, ya que lo censurable para la mayoría del electorado no era la infidelidad sexual sino que pudiera compartir frívolamente los secretos políticos con ella.
– La ciencia. La Teoria del Caos: un aleteo de mariposa en las librerías puede provocar un huracán en el mundo judicial.
– Las comunicaciones. Algunas novelas son como el viaje de Zeppelin Hindemburg que en 1937, majestuoso y poderoso, pero al ir relleno de hidrógeno inflamable, se incendió y se estrelló estrepitosamente.
– La filosofía. Sócrates alcanzó su mayor nivel de incompetencia cuando se defendió a sí mismo.
– Lo militar. El General Custer arrojó toda su gloria cuando intentó destruir estúpidamente un campamento indio en Little Big Horn, y «murió con las botas puestas».
– El deporte. El lanzamiento de boomerang, que si es lanzado con fuerza puede retornar y golpear al lanzador.
– La gastronomía. Algunas trayectorias profesionales siguen el itinerario de un cocido maragato: comienza el plato fuerte o sustancial y termina con la sopa liviana o más frívolo.
– La actividad sexual. Después de la éxitosa fogosidad, un gatillazo.
– La religión. Esaú y Jacob (aquél vendió sus derechos de primogenitura por un plato de lentejas); Sansón y Dalila (perdió su fuerza cuando le confesó a Dalila el secreto de su fuerza, y ésta le cortó el cabello privándole de su poder).
– Los mitos griegos. Los héroes no siempre son fuertes, como Ulises que supo taparse los oídos ante los cantos de las sirenas pero perdió siete años en la isla de la maga Circe, hechizado por ella.
– Un cuento. El campesino de Andersen (le confía de madrugada un secreto a su mujer: que había puesto un huevo, y cuando regresa al anochecer le explican los vecinos el insólito suceso de un campesino que puso un millón de huevos).
Decía el eximio Catedrático de la Universidad de Florencia, Calamandrei en su «Elogio de los Jueces» literalmente: «El drama del juez es la soledad; porque él, que para juzgar debe estar libre de afectos humanos y colocado en un peldaño mas alto que el de sus semejantes» . Aunque quizá tengamos que recordar la afortunada frase final de la película de Billy Wilder, «Con faldas y a lo loco», y es que «Nadie es Perfecto» .
2. Para finalizar, y al hilo de «La soledad del Juzgador» propongo una sencilla adivinanza, en que se trata de adivinar la identidad de dos conocidos personajes, a través de varias pistas que les son comunes. Ahí van las pistas:
- – Ninguno tiene un pelo de tonto. Ambos son personajes extraordinarios y admirables.
– Ninguno es el Calvo que atemorizaba Villaconejos, aunque algo tienen en común con él.
– Ambos trabajan para algo «Nacional».
– Ambos han salido por televisión en los meses antes de Navidad.
– Su imagen televisiva vaticinaba «algo Gordo», que afectaba a «muchos» pero «tocó» a pocos.
– Ambos visten de negro en su trabajo mas popular.
– Uno manejaba una enigmática burbuja traslúcida y otro arrojó luz haciendo estallar la burbuja de un gran enigma.
– Tras acabar con su trabajo «gordo» han coqueteado con el mundo de la farándula.
– Ambos serán recordados más como «personaje» que por el «mensaje» de su labor.
– El relato biográfico de sus últimos tiempos sería éxito editorial.
– Ninguno merece la alabanza incondicional, pero tampoco la crucifixión mediática.
¿Se rinde?. No se trata de Homer Simpson ni de Bruce Willis.
Me permito hacer una reflexión con animus iocandi. Me consta que Sevach es lector del profesor Alejandro Nieto. Pues bien, si no me falla la memoria, en su libro de 2004 «El desgobierno judicial», y a la hora de clasificar a los distintos tipos de jueces, cuando hablaba del «Juez estrella» decía algo así como que su psicología es bien conocida por sus numerosas apariciones televisivas, entrevistas en periódicos y «alguna autobiografía firmada pudorosamente por pluma ajena» (sic).
¿No estaremos ante otra de esas «autobiografías»?
Ya sabes que cualquier esposa del biografiado está incursa en motivo de recusación (amistad íntima) lo que lleva fácilmente a que la «biografía» se convierta en una «hagiografía».
El auténtico valor lo tendría la biografía escrita por la mujer divorciada, como por ejemplo la que pueda escribir la exmujer de Sarcozy. Además si concebimos a la persona biografíada como una cebolla con múltiples capas, y le quitamos la capa de sus momentos débiles ( a nadie le gusta que le etiqueten de pusilánime), le quitamos la capa de sus momentos emocionales o eróticos ( a nadie le gusta que penetren en la intimidad), le quitamos la capa de los aspectos secretos del sumario o deliberación judicial ( a nadie le gusta que le sancione el Consejo General del Poder Judicial), y le quitamos la capa de todo momento padecido de indecisión o prejuicio ( a nadie le gusta proyectar la sombra de lo humano sobre una decisión que afecta tanto a tantos), pues al final ¿que nos quedaría, si la cebolla se ha visto privada de sus capas?: ¡¡pues nos queda llorar!!
Gracias, Sevach, por tu rápida repuesta. Has aceptado el envite y me has anonadado con tu irónica y brillante interpretación del Caso del Matrimonio de Cotillas. Sin embargo nadie ha respondido a mi interés sobre la supuesta condición de periodista del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de la escritora del libro. La concupiscencia entre jueces y periodistas nos obsequia demasiadas veces con jugosas filtraciones a la prensa de informaciones que deberían seguir durmiendo en los sumarios. Con «La soledad del juzgador» se derrumba un mito que se había consolidado como una referencia de rectitud, severidad e independencia. Otro héroe arrumbado al Cuarto de los Trastos. Allá se encontrará con otros jueces estrella como Garzón. Allá se encontrará con todos los miembros del Consejo General del Poder Judicial que deben defender a su Señor (el partido que les elige) antes que a la Justicia. Sé que, entretanto, la rueda de la Justicia da vueltas a mayor o menor velocidad gracias al impulso de tantos profesionales anónimos cuyo único interés es reducir el tamaño del montón de papeles que le rodean en su mesa de trabajo. Los Jueces Estrella se creen designados por el dedo de Dios para la alta misión de abrir huella en la Historia del Derecho. ¿Y los principios? Al final. Dejo en el tintero otros enfoques del caso que no puedo abordar ahora porque me llama el deber. Quien esto suscribe también está llamado ahora mismo para desempeñar una alta misión noble y sublime: mis hijos quieren desayunar.
Por desgracia, cada vez proliferan más en este país los «jueces estrella», que en el fondo no buscan más que su diraria hora gloriosa en los medios. El juez estrella por antonomasia, el «hombre que veía amanecer» es el ejemplo y el precedente: al igual que el «juzgador solitario» permitió la escritura de una biografía (o quizá autobiografía encubierta) en la que presuntamente se revelaban informaciones confidenciales. Paripé de apertura de expediente informativo por el CGPJ y archivo del mismo sin sanción. Bermúdez ya tiene su precedente: CGPJ v. Garzón, con resultado satisfactorio para el magistrado.
Ramiro de Maeztu, uno de los grandes periodistas hoy injustamente olvidado, decía que los políticos nacionalistas eran frustrados aspirantes a funcionarios estatales. Lo mismo puede decirse que son estos «jueces estrella», frustrados aspirantes a actores de telecomedia. Y que se lo digan a Garzón, que incluso se ha marcado por rancheras.
No es el primer héroe que se nos cae ni será el último. La tercera sinfonía de ese gran genio de la música que fue Ludwig Van Beethoven se llamó en su día «Sinfonía Napoleón». Cuando el corso se coronó emperador en 1804 el compositor rompió su dedicatoria exclamando «un hombre como los demás», para denominar su pieza musical con el nombre que hoy la conocemos, «heróica».
Según dicen los medios, la semana que viene la sala tercera del Tribunal Supremo verá el recurso del magistrado José Ricardo de Prada contra la designación de Gómez Bermúdez como Presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Hay que recordar que ya en dos ocaciones la citada sala echó por tierra el nombramiento de Bermúdez. Si lo hace por tercera vez, y dicen que no hay dos sin tres, estoy muy seguro de que los vocales del CGPJ que promovieron su candidatura, no se molestarán lo más mínomo esta vez. Pobre don Javier. La avaricia rompe el saco. En poco tiempo ha pasado de ser «El Juez», a ser un juez frívolo, que mezcla la alcoba con las puñetas, y no es capaz de ver que es moralmente reprochable que su señora esposa se sirva de tal condición para sacar un libro, con datos que sólo ha podido obtener por ser la señora del juez, y aprovechando la publicidad de la reciente publicación de la sentencia del 11-M. En fin, todo muy cutre. Gómez Bermúdez, con todos los respetos, la situación es cutre, cutre.
Sorprendido por los sesudos y coincidentes descalificatorios comentarios que preceden a este mío y que sospecho que están hechos «sin haber leído el libro».
Yo si he leído el libro y confieso que lo estoy releyendo de nuevo y francamente no veo motivo alguno de descalificación.
Lo veo como un relato «periodístico» de enfoque original, respetuoso con todo lo respetable (Pilar Manjón ha tenido la brutalidad de decir que «la pluma con la que se ha escrito ha sido mojada en la sangre de las víctimas», en este sentido la sra. Manjón no me parece respetuosa ni muy respetable y más «estrella» de lo que su función representando a una asociación le victimas, le debiera conferir) y muy veraz desenmascarando la manipulación periodística sobre el juicio del 11-M.
Es más, creo que este libro, como han dicho abogados que participaron en la vista, se va a convertir en un referente importante sobre lo acontecido a lo largo del proceso.
Descalificar al juez por que su mujer sea periodista y que esta en uso de su libertad de expresión haya escrito desde una visión de proximidad me parece bajero, y además, el libro es una defensa del funcionamiento de la justicia en España y hasta pedagógico para que el lector entienda y comprenda el por qué de las decisiones judiciales.
A mi me parecen ambos, dos personas brillantes en sus respectivos campos y esto hermanos es algo imperdonable en el pensamiento «cutre y fétido» de muchísimos españoles.