Parafraseando la frase compasiva hacia el monarca borbón ante la pérdida de su esposa, diríase aquello de… ¿Dónde vas Servia, dónde vas, triste de ti?/ Voy en busca de Kosovo, que ayer noche no lo vi». Y es que el nacimiento de Kosobo como Estado independiente en lugar de recibir el alborozo de la comunidad internacional como corresponde a la llegada de todo nuevo retoño, ha sido acogido con la misma atención que la oveja Dolly. Para unos una monstruosidad y para otros una festiva apoteósis.
1. Lo cierto es que estamos ante una ostensible conculcación del Derecho internacional: la generación de un nuevo Estado por escisión de un Estado soberano matriz, amparada en la simple decisión unilateral del parlamento regional, contando con la activa complicidad de un «lobby de Estados» .
En particular, queda herida de muerte la Resolución 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970, de la Asamblea General de la ONU sobre principios de Derecho Internacional que afirma solemnemente que «todo intento de quebrantar parcial o totalmente la unidad nacional y la integridad territorial de un Estado o país o su independencia política es incompatible con los propósitos y principios de la Carta» (de las Naciones Unidas), añadiendo que «la integridad territorial y la independencia política del Estado son inviolables».
Y en el caso particular la Resolución 1244(1999) del Consejo de Seguridad con la que la OTAN cerró su cruzada para asegurar la paz en la antigua Yugoslavia contemplaba únicamente un estatuto político de autonomía que debía ser negociado por las partes y comunidades implicadas, cerrando el paso a imposiciones gestadas en contubernios diplomáticos.
2. Ciertamente, el Derecho Internacional ampara la autodeterminación de los pueblos, en determinadas condiciones y siempre que sean reconocidos como tales por la comunidad internacional (y así figuren en los listados tasados del Comité de Descolonización de Naciones Unidas), pero lo que no ampara es la creación de Estados por el simple juego del «rompecabezas estratégico» de varios gobiernos. Da igual que la queja proceda de Rusia y que los padres de la criatura sean Estados Unidos y varios países comunitarios. Lo importante es que un Estado soberano, como Servia ve como es troceada por jubilosa «aclamación» de quienes dicen ser los guardianes de la ortodoxia de la paz mundial.
3. Varias paradojas despierta la situación en Sevach.
a) En primer lugar, el artículo 3 bis del Tratado de la Unión, tal como quedaría tras el Tratado de Lisboa de 13 de diciembre de 2007 señala que la Unión «respetará las funciones esenciales del Estado, especialmente las que tienen por objeto garantizar su integridad territorial». O sea, mal se edificará una Organización supranacional cuyos mismos cimientos se ven socavados con esta recientísima decisión.
b) En segundo lugar, el Tribunal Internacional de Justicia ha alzado como auténtico principio general de Derecho Internacional, el que los nuevos Estados surgidos de la descolonización en Africa y Sudamérica, no podían cuestionar las fronteras territoriales trazadas por las potencias colonialistas, puesto que ello supondría reabrir las heridas y guerras entre pueblos. Y tal argumento sirvió para que Naciones Unidas y Europa abandonase a su suerte a Somalilandia, territorio que llegó a alcanzar una organización estable y autosuficiente respecto de Somalia, negándole el pan de la independencia y la sal de la seguridad, con lo que se provocó una situación calamitosa en toda la región y lesiva de los derechos humanitarios mas elementales. Por eso, Sevach no entiende el distinto rasero de los supuestos Estados Civilizados.
c) En tercer lugar, se habla felizmente de la Europa de las Regiones, y una vez abierto ahora el melón del reconocimiento del derecho a la independencia por una decisión ajena al Estado matriz, es de esperar una eclosión de nacionalismos con vocación de alzarse en Estado independiente. En suma, la comunidad internacional sienta un precedente y brinda legitimación a pueblos y nacionalidades de Europa, teniendo en cuenta que junto a los casos justificados se sumarán el pelotón de casos absurdos, y todo lo cual cobrará su tributo en paz y estabilidad.
4. El Derecho tiene sentido como fuente de seguridad jurídica, al servicio de la paz en las relaciones sociales, tanto de las comunidades nacionales como de la comunidad internacional. En el caso del Derecho Administrativo es equiparable al ajedrez (complejo y alambicado), en el del Derecho Civil recuerda al juego de brisca (sota, caballo y rey), el Derecho Constitucional alude a un sólido mecano, y el Derecho Internacional nos remite al juego de póker, donde hay mucho en juego, y donde las artimañas de tahúres, o lo que es peor, las componendas de jugadores en perjuicio de otros contrincantes, propician el descrédito del juego y el abandono de la mesa por todos los jugadores.
5. Diríase que «estos polvos vienen de aquéllos lodos», pues esta es la «crónica de una independencia anunciada» desde que hace casi una década la OTAN desatase su ofensiva contra la República de Yugoslavia, por la cuestión de Kosovo y para evitar el genocidio auspiciado desde Belgrado, y que termina con la amputación de parte del Estado servio. Tal y como decía el Catedrático Remiro Brotons en un lúcido trabajo sobre aquélla cuestionable intervención, relativa al papel desempeñado por EEUU y los países mas poderosos de la Unión Europea, podríamos afirmar ahora en adaptación libre al caso actual: «Los caballeros de la gran alianza sajona y europea son ya, ellos solos, la comunidad internacional. Al conjugar los principios morales con los de la fuerza bruta el Nuevo Orden ya no necesita la clase de compromisos que se fueron gestando durante trescientos cincuenta años para fundar las relaciones internacionales sobre reglas de derecho, siendo por lo tanto irrelevante que nueve de cada diez iusinternacionalistas consideren ilegales sus acciones».
6. Por todo eso, resulta preocupante que tal y como han afirmado voces prestigiosas del mundo del Derecho Internacional, en comentarios de urgencia, la situación constituye una vulneración de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional general pero «nada de esto importa a quienes se mueven por intereses geoestratégicos y además no tienen asuntos internos que puedan verse contaminados por el mal ejemplo» .
Estoy totalmente de acuerdo, lo cual resulta una obviedad, dada la fuerza de los argumentos de Sevach.
Pero lo que no se debe admitir en ningún momento es que se compare Serbia a España, ni Kosovo al País Vasco, ni Pristina a Bilbao. Algunos lo han insinuado (y no precisamente los nacionalistas periféricos, sino los nacionalistas españoles) y eso es muy peligroso. Entiendo además que la cuestión no sería de Derecho Internacional Público, sino más bien de Derecho Constitucional Español. Y aquí, como bien dice Sevach, no hay faroles. Hay un sólido mecano que no se va a resquebrajar ni un ápice.
Parece que el Derecho Internacional es un derecho «dispositivo» en el peor sentido del término,…¡a disposición del fuerte!. ¿Donde queda la credibilidad de la ONU, del Derecho, de los altisonantes cantos al respeto a la paz internacional?
Una vez más queda patente la no imperatividad del derecho internacional público. Queda bien claro que en el ámbito internacional, la política de cada Estado en cada momento, es lo que constituye la verdadera fuente del derecho internacional.
Lo de Kosovo me parece una aberración. Implica dar carta de naturaleza a la actividad terrorista de ciertos albaneses habitantes de kosovo para crear un Estado a costa de la integridad territorial de Servia. No seré yo quien defienda las bondades servias, porque en su historia reciente los abusos cometidos por este país han sido numerosos, pero permitir este acto separatista amparado en el terrorismo, es un gravísimo precedente. Lo de Kosovo es lo mismo que si en el año 2050, la mayoría musulmana que pueda haber en alguna de las provincias españoles empieza a poner bombas, y al final declara la independencia. Sería inadmisible, como lo es lo de Kosovo.
Me parece muy bien la postura de España. Esperemos que dure más allá del 9 de marzo.
Me gustaría que JuanFran me aclarara quienes son los nacionalistas españoles, porque en política activa, y con responsabilidades de Gobierno actual, o pasado, y me refiero al período democrático, no conozco ninguno. La Constitución española, incluso interpretada con criterios restrictivos en relación con la organización territorial del Estado, es incompatible con el nacionalismo español.El úncio nacionalismo influyente que conozco a día de hoy es el de los que empuñan las pistolas etarras, convocan referendos ilegales, desobedecen sentencias de los tribunales de justicia, o dicen a Eta donde no debería matar porque «esto no es España».
Para el que se ha cubierto de gloria diciendo que los nacionalistas periféricos no han comparado la situación de Kosovo con la española: declaración de Miren Azkárate, portavoz del Gobierno vasco: «La portavoz del Gobierno Vasco, Miren Azkarate, ha dicho este domingo que el proceso de independencia de Kosovo supone una «lección sobre el modo de resolver de manera pacífica y democrática conflictos de identidad y pertenencia». La noticia aparece en el boletín oficial de la retroprogesía hispana:http://www.elpais.com/articulo/internacional/Gobierno/vasco/dice/Kosovo/supone/leccion/resolver/conflictos/identidad/elpepuint/20080217elpepuint_11/Tes
Creo que hay que diferenciar el plano jurídico, en que se mueve JuanFran y que certeramente dice que el edificio constitucional actual es incompatible con situaciones como la de Kosovo, y el plano político, en que se mueve JotaF y que también acierta cuando señala que los nacionalistas (radicales y no radicales) sacarán jugosos réditos de este precedente. Así, los independentistas reciben este regalo internacional con gran falta de coherencia ya que siempre han ignorado olímpicamente los rechazos internacionales al reconocimiento de otras entidades que tendrían mayor mérito que nuestros nacionalistas para formar parte de la comunidad internacional de Estados independientes.
El problema es que lo político marca el camino de lo jurídico, y estos incidentes internacionales marcan orientaciones y abren portillos a reformas de Estatutos de Autonomía y Constitucionales cuyo desenlace es impronosticable.
Estoy de acuerdo básicamente. Pero en realidad los independentistas en España no necesitan precedentes, ni más espejos (aunque la imagen que proyecten tales espejos a la mayoría nos parezca distorsionada) en que mirarse, pues cualquier remedo les sirve (Irlanda del Norte, Palestina) y Kosovo solamente es un argumento más.
El problema en España, de todas formas, no son los separatistas sino los partidos mayoritarios, más preocupados por mantenerse el poder que por el interés general y la unidad de España.
Han estado durante toda la democracia, PP y PSOE jugando con fuego y creyendo que pueden utilizar a los nacionalismos periféricos y ya veremos cómo termina esto.
O quizás no han estado jugando, pero los separatistas han aprovechado muy bien sus ventajas y se han tomado el brazo…
No obstante, -y para que nadie me puntualice- ya sé que de los dos partidos mayoritarios el que parece tener los límites menos claros (así lo ha parecido en esta última legislatura) es el PSOE, por lo menos el PSOE de ZP.
De todos modos, como no se pongan las pilas ambos partidos, -los dos- la Constitución no servirá para contener a los separatias de España.
Las próximas elecciones puede ser el fin político de ZP o de Rajoy, esperemos que sea el final político del que de los dos sea más pernicioso para la unidad del Estado.
El Derecho internacional no es Derecho. El Derecho requiere adhesión de la comunidad sobre la que recae, es decir, la comunidad debe aceptar la imperatividad de las normas; y una autoridad que la haga valer, que no existe actualmente ni ningún Estado lo aceptaría. El llamado Derecho internacional ha sido construido por los Estados para su propia defensa (y no van a establecer normas para hacerse el harakiri) y, en ocasiones, para debilitar a otros Estados; el derecho de autodeterminación aplicado a la colonización es un ejemplo de ello porque su finalidad no es atender a las necesidades y realidades de los pueblos colonizados, sino que es debilitar la influencia de países europeos en otros continentes, influencia que es suplida por las potencias del momento (EEUU y URSS). De hecho han surgido muchos Estados fuera del marco de ese llamado Derecho internacional; y otros que, dentro de ese marco de Derecho inetrnacional tienen derecho de autodeterminación, no han podido ejercerlo (caso saharahui, que además es por dejación del Estado español). Lo que es claro es que la historia es contignecia (casualidad), la creación de los Estados también, que la historia no se acaba sino que evoluciona, y no hay nada permanente. La cuestión es si pueden establecerse criterios racionales para intentar objetivizar esa contingencia.