Nada mejor que unas gotas de humor porque no todo en la vida es Derecho… y se me ocurre esto al pensar que con lo de “Justicia sin papeles” vamos camino de “perder los papeles…”
A esa máquina le faltan un par de funciones: si quiere pasarse la lista de espera, coja el «quick pass» y «para sentencias favorables, pagar previamente el sello de estimación», -Ahhh, ya veo que tiene el dedo hacia arriba o hacia abajo, bueno pues un botoncito debajo de cada dedo
El humor es cosa seria. Hasta el punto que puede decirse de él que está de vuelta de la violencia y la tristeza y que tiene la delicadeza de no gritar nunca. Pero nada tiene que ver con la solemnidad y la pedantería.
El humor es una actitud ante la vida. Un impermeable invisible forjado por nuestra personalidad que nos protege de la lluvia ácida que es el día a día. Y también es un recurso narrativo a través de cual se manifiestan nuestros verdaderos puntos de vista desacralizando, relativizando, desestabilizando, denunciando y combatiendo ciertas normas, usos, poses o hábitos sociales que nos vienen establecidos.
Aprovechando que es domingo, nuestro Sevach, poseedor y ejerciente de ambas consideraciones del humor, las ha sacado a pasear (no sea que cojan mal color y puedan enfermar) para referirse a nuestra denominada Justicia «sin papeles» (obsérvese la paradoja: mientras la Justicia «con» papeles ha pasado a ser repudiada, desterrada y expatriada de nuestro sistema; las personas «sin» papeles son perseguidas, encerradas y expulsadas por el mismo).
Lo hace, cómo no, desde la gracia y el ingenio. Con finura y ternura. Con ironía, sí. Pero sin cargar las tintas. Evitando ser sarcástico y zahiriente. Siendo piadoso. Notándosele que, aunque sabe que la Justicia (y más la virtual y sin papeles) es defectuosa (a veces hasta llegar a lo ridículo), sigue creyendo, acaso un tanto ingenuamente, que tiene arreglo. Y es que el autor, pese a todo, no puede evitar (¡lo, siento no puedo evitarlo! que decía Valmont de «Las Amistades Peligrosas») su querencia natural (defectos aparte) hacia la misma y su tendencia a perdonarla (y a darle otra oportunidad).
Gracias, también, por ese sentido del humor a modo de soplo de ‘aire fresco’ que compensa los ‘calores’ o palía las inclemencias y errores de la diosa de la venda y la balanza… Que le vaya muy bien en su nueva andadura, Sr. C Chaves…!
A esa máquina le faltan un par de funciones: si quiere pasarse la lista de espera, coja el «quick pass» y «para sentencias favorables, pagar previamente el sello de estimación», -Ahhh, ya veo que tiene el dedo hacia arriba o hacia abajo, bueno pues un botoncito debajo de cada dedo
El humor es cosa seria. Hasta el punto que puede decirse de él que está de vuelta de la violencia y la tristeza y que tiene la delicadeza de no gritar nunca. Pero nada tiene que ver con la solemnidad y la pedantería.
El humor es una actitud ante la vida. Un impermeable invisible forjado por nuestra personalidad que nos protege de la lluvia ácida que es el día a día. Y también es un recurso narrativo a través de cual se manifiestan nuestros verdaderos puntos de vista desacralizando, relativizando, desestabilizando, denunciando y combatiendo ciertas normas, usos, poses o hábitos sociales que nos vienen establecidos.
Aprovechando que es domingo, nuestro Sevach, poseedor y ejerciente de ambas consideraciones del humor, las ha sacado a pasear (no sea que cojan mal color y puedan enfermar) para referirse a nuestra denominada Justicia «sin papeles» (obsérvese la paradoja: mientras la Justicia «con» papeles ha pasado a ser repudiada, desterrada y expatriada de nuestro sistema; las personas «sin» papeles son perseguidas, encerradas y expulsadas por el mismo).
Lo hace, cómo no, desde la gracia y el ingenio. Con finura y ternura. Con ironía, sí. Pero sin cargar las tintas. Evitando ser sarcástico y zahiriente. Siendo piadoso. Notándosele que, aunque sabe que la Justicia (y más la virtual y sin papeles) es defectuosa (a veces hasta llegar a lo ridículo), sigue creyendo, acaso un tanto ingenuamente, que tiene arreglo. Y es que el autor, pese a todo, no puede evitar (¡lo, siento no puedo evitarlo! que decía Valmont de «Las Amistades Peligrosas») su querencia natural (defectos aparte) hacia la misma y su tendencia a perdonarla (y a darle otra oportunidad).
Gracias, también, por ese sentido del humor a modo de soplo de ‘aire fresco’ que compensa los ‘calores’ o palía las inclemencias y errores de la diosa de la venda y la balanza… Que le vaya muy bien en su nueva andadura, Sr. C Chaves…!
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