Libros y Jornadas

Un liberal redescubierto: Montgelas, de Sosa Wagner

Llega a mis manos la última obra de Francisco Sosa Wagner, Gracia y desgracia del Sacro Imperio Romano Germánico (Montgelas, el liberalismo incipiente), – Marcial Pons,2020- quien en esta ocasión aplica su talento de cronista histórico para ocuparse de un hombre de estado de portentosa erudición y genio estratégico.

Maximilian Graf von Montgelas (1759-1838), un personaje bávaro que combinó su formación jurídica y enorme erudición al servicio de la Baviera de principios de siglo XIX luchando para implantar un estado soberano armado con las ideas de la ilustración y la Revolución francesa.

El profesor Sosa Wagner, quien ya nos ofreció un maravilloso paseo con los Maestros alemanes del Derecho público (Marcial Pons, 2005) y Juristas y enseñanzas alemanas (Marcial Pons,2013), que ya comenté, ahora nos introduce en el Sacro Imperio Romano Germánico, una estructura que dominó la vida europea desde el siglo IX hasta su disolución en 1806, y lo hace sacando a la luz del sótano de la historia, un jurista con visión de Estado que dejó huella, en la compleja sociedad bávara, con tensiones entre pasiones revolucionarias y resistencias estamentales, donde derecho y filosofía se abrían paso, sobre un lecho de clavos formado por intereses religiosos y tensiones socioeconómicas, bajo el insoportable peso de las ambiciones políticas  de países vecinos.

Nada fácil pilotar en esas turbulencias, lo que engrandece la figura del todopoderoso ministro de Baviera. En palabras del autor en una reciente entrevista:«Es lo contrario de lo que hoy vemos en España: políticos al a violeta, aficionados que saben muy poco o nada y que actúan con un desparpajo suicida»

Ofreceré mi tosco resumen, incapaz de reflejar la espléndida crónica de una época y un personaje que nos regala el profesor Sosa Wagner, con su proverbial gracejo, precisión y amenidad. Ello sin olvidar el lujo de contar con su pluma experta, como prestigioso Catedrático de Derecho administrativo, para ayudarnos a  interpretar soberanía, derechos y reformas y explicarnos el tibio auge y gran decadencia del Sacro Imperio.

El autor nos desvela el entramado de conceptos y fuerzas que sustentan el imperio (estados imperiales, nación, estamentos, káiser,etcétera) sobre la vieja gloria:

Se desempolvó el pasado recordando que… estaban sentados sobre el viejo trono de Carlomagno y ante tan alta dignidad prestaban un juramento de fidelidad y obediencia los príncipes y señores territoriales en una ceremonia solemne que se celebraba en Ratisbona bajo la mirada del águila bicéfala” (pag.52).

El Derecho entra en escena en la sociedad de la época:

Las sutiles creaciones del Derecho privado romano, reelaboradas en Bolonia, se convierten en fuente de poder y de dinero para abogados y gentes de la curia que llenan sus bolsas gracias a latinajos y a un lenguaje hermético lucrativamente pensado y manejado».

El Sacro Imperio será zarandeado por luchas internas entre emperador y príncipes, entre linajes con aspiraciones, tensiones entre protestantes y católicos, y quedará herido de muerte con la paz de Westfalia (1648), sufriendo los efectos de las disputas entre Austria y Prusia, aunque la cultura avanza:

 

El brillo del oro de la alta cultura – Mozart, Schubert, Beethoven…- convivía con la baratija de la frivolidad y el despilfarro – grandes comilonas, bailes de disfraces…-. El espíritu orgiástico frente a la luz de la estética y el pensamiento”(p.75).

En ese contexto el autor nos presentar a Montgelas, como un gran erudito, con su paso por los jesuitas y tras cursar derecho en la Universidad de Estrasburgo, como demuestra su biblioteca:

…los clásicos griegos y latinos, la teología, la filosofía, la psicología, la pedagogía, la geografía en forma de mapas, atlas, globos terráqueos, también Actas de los grandes Congresos que vivió o siguió de cerca, libros históricos… unos trece mil volúmenes”(p.76)

Tras actuar como funcionario de justicia al servicio del príncipe elector, sostiene su visión del Estado, como “una asociación de familias” para defender la seguridad y bienestar de sus miembros y lo examina con altura de miras:

en cuanto a la separación de poderes consideraba que solo la justicia debía ser independiente pues el despotismo echa raíces allí donde la independencia de los jueces no es respetada (…) Por el contrario, el poder ejecutivo y el legislativo debían obedecer al príncipe que no está ungido por “la gracia de Dios”(…) Todo poder viene originariamente de la Nación; solo la Nación puede crear a un príncipe y darse una forma de gobierno» (p.87).

Los ecos de la Revolución francesa llegaron al imperio, y Montgelas simpatizaba en gran medida, pero no incondicionalmente, con los revolucionarios pues

Defiende las libertades y la reforma tributaria, defiende asimismo la eliminación de los privilegios del clero pero no la abolición de la nobleza y menos la humillación de los reyes».

En cambio, era firme defensor de la soberanía de Baviera, frente a Austria y Francia, por lo que tras ser nombrado ministro por el duque Maximiliano IV primer rey de Baviera, asumió una difícil misión que Sosa Wagner nos ofrece con cuatro espléndidas pinceladas:

Calzarse los pies de plomo nada más levantarse era la primera regla que observaba. La segunda era no perder el apoyo de Rusia ni de Inglaterra. La tercera, seguir atentamente la endiablada brújula de batallas y combates para tratar de acertar con el vencedor (que era por cierto el perdedor de mañana). La cuarta, no confiar en Napoleón dispuesto a quebrantar en beneficio propio todos sus acuerdos.»(p.128).

Tras brindarle Francia la tranquilidad, formalizándolo en acuerdo (1805), con el peaje de soportar la creación de la Federación del Rin que aseguraba el protectorado francés sobre los territorios ( y que Napoleón marcase la política exterior), llegó la hora de las reformas ambiciosas de Montgelas.

En el plano jurídico, como responsable de tres ministerios (Asuntos Exteriores, Interior y Finanzas) consiguió la aprobación de la Constitución de 1808, con clara inspiración francesa, contando con un parlamento sin origen estamental, una justicia con garantía de independencia (encabezada con el Consejo de Estado como especie de tribunal supremo) una administración centralizada y con anunciada organización departamental, y un estatuto de derechos de los ciudadanos (igualdad ante la ley, libertad religiosa, seguridad y propiedad). No escaparon a la racionalidad el ejército, la beneficiencia, ni la educación y cultura, como era propio de un ilustrado.

El Congreso de Viena marca el fin del modelo napoleónico, y se produce el cambio de apoyos, que lleva a Baviera a abrazar a Austria (Tratado de París,1814). El Congreso de Viena alumbrará la Federación Alemana, para cobijar a 38 estados soberanos con un Parlamento como único órgano común (Acta 1815).

Como nos dice el autor:

 la Federación del Rin – inventada por Napoleón- exige una explicación teórica pero, apenas nacida, conoce su declive porque ya estamos en otra Federación, la gestada en el Congreso de Viena. Un embrollo de taquicardia no apto para los modos pausados del jurista».

El ciclo político de Montgelas toca a su fin, pues su enfermedad sirve de pretexto para que el Rey Max Joseph, destituya a la persona a la que, según testimonio del embajador en Múnich: «Unos le odiaban, otros le querían, todos le temían». Lo cierto es que la Constitución de Baviera de 1918 no contó con él y se entregó a una tranquila vida privada.

La obra del profesor Sosa Wagner nos ofrece con detalle y precisión de relojero la trayectoria y anécdotas del personaje, sin olvidarse de mostrar su dimensión familiar.

No faltan las referencias a las refrescantes corrientes intelectuales de grandes timoneles que valoran el impacto revolucionario francés: Kant, Goethe, Hegel, Humboldt, o Leibniz, entre otros.

También se ocupa del derecho público de la época y sus patriarcas (Reinkingk, Puffendorf, Moser, Thomasius), enfrascados en aclara la soberanía de una estructura política donde tantas fuerzas confluían, intentando ajustar el modelo de Bodino a un potro difícil de domar.

Finaliza la obra con la referencia a la génesis y desarrollo del concepto de policía, muy familiar para los iuspublicistas y particularmente para los administrativistas

En suma, estamos ante una lectura recomendable y didáctica, y aunque su tono narrativo nos tiente a calificarlo con ligereza de biografía novelada o novela biografiada,  encaja en el ensayo histórico ya que todo es fruto de una rigurosa investigación, sin mas concesiones a la ficción que las ocurrencias expresivas del autor.

3 comments on “Un liberal redescubierto: Montgelas, de Sosa Wagner

  1. Luis M. Rodríguez Estacio

    ¡Gracias! Obra de inexcusable lectura

  2. Jose Luis

    Lectura de gran interés sin duda. No vamos a descubrir ahora la talla de Sosa Wagner, aunque creo que sus siempre acertados análisis adolecen de cierta falta de profundidad; el liberalismo económico, como la democracia, no son fines en sí mismos, necesitan dotarse de un contenido, ello se ve más claramente en tiempos de crisis como los que estamos viviendo actualmente. Y como muestra un botón: La materia objeto de estudio en este caso se la disputan en dura pugna (aparte de la propia historia, cosa lógica), el derecho político y/o constitucional y el derecho administrativo, en lo que no deja de ser reproducción de la típica dualidad: Mundo real – mundo espiritual. Y casi siempre en que se aborda estos temas, termino haciéndome la reflexión de cuánto mejor nos iría si recuperáramos las enseñanzas de la Escuela de Salamanca, un patrimonio del que deberíamos enorgullecernos en pleno black lives matter. Aunque solo sea como punto de partida del debate, nos evitaríamos dar palos de ciego y tener que descubrir todos los días el mediterráneo, pues todo o casi todo lo que se pueda decir, ellos lo dijeron antes y mejor.

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