Libros y Jornadas

Diario de un opositor a notarías

Ser opositor a registrador, notario, inspector, juez, letrado público o aspirante a ingresar en los altos cuerpos de la administración supone asumir un rol titánico. Un cruce de gladiador y monje. Sacrificio, esfuerzo, fortaleza psíquica, disciplina en estudio, dotes de planificación y método. Pero no basta, pues hay que contar con el azar que incide en triple vertiente a la hora de examinarse: el criterio del tribunal calificador, la incertidumbre de los ejercicios y la competencia con serios adversarios.

La oposición a “notarías” ha sido el ejemplo crónico del sendero hacia la gloria o el fracaso. Algunos recordamos la vieja serie “Turno de Oficio”(1983) en que uno de los protagonistas es Cosme (Juan Echanove) que abandona la preparación de notarías para ser un abogado altruista. Incluso recordamos el escalofriante suceso en 1985 del opositor a notarías que con 29 años disparó al presidente del tribunal y se suicidó acto seguido. Mas allá de los chispazos de la memoria y las leyendas o sucedidos en las oposiciones a notarías, faltaba la cosecha de la mirada serena de un notario mostrando el haz y el envés de la oposición.

Pues bien, llega a mis manos – y ojos- la crónica de una oposición a notarías, la de Miguel Prieto Escudero, quien con buena pluma, gran memoria, gracejo y sinceridad, ha publicado «Nada antes que opositar”(Nihil prius oppositio)».- Wolters Kluwer, 2019).

La obra se publicó hace tres años pero es atemporal. Tiene inmenso valor el testimonio del via crucis del opositor a notarías hacia el pasado, para ofrecer las claves hacia el futuro. Además es una obra transversal, pues lo que cuenta es aplicable, mutatis mutandis, a las oposiciones de alto fuste (registradores, abogados del Estado, juez o fiscal, inspectores de hacienda, etcétera).

En su día, publiqué las opiniones de opositores a cuerpos jurídicos de élite, fruto de breves entrevistas, pero ahora se trata de algo más extenso, realista, cercano, con sano orgullo y acercando la lupa a la intrahistoria de quien se siente un corredor de fondo, con voluntad pero con la ilusión en altibajos.

En efecto, el actual notario con plaza en Pinoso (Alicante), estrenó sus cincuenta años con esta obra que ofrece una mirada atrás sin ira, la visión serena de quien emuló al alpinista frente al Everest, con la voz agradecida a padres, pareja y preparadores.  Pero también desnuda su corazón y nos expone las emociones y sentimientos que le acompañaron. Los deseos de abandono, en fase de tentativa; el rehúse ante los ejercicios; el miedo escénico; la sensación de pérdida de tiempo y juventud; los descansos semanales y vacaciones administradas como recreo de colegial; el ocio furtivo hacia lecturas no jurídicas, con toques obsesivos (Séneca, Ramón Sampedro); la fortaleza para levantarse tras ser eliminado y volver a iniciar como Sísifo el repaso del temario; las voces amigas que le ayudaron a no desesperar…

Es un libro autobiográfico que se centra en la fase de opositor, desde la decisión de preparar la oposición hasta el éxito. Se cuenta con la minuciosidad del Diario del náufrago, que no avista la salvación y que a veces rezuma esperanza, otras desesperación, y la mayoría de las veces cuenta la inercia de la rutina del día a día, estudiando mientras mira de reojo el exterior que disfrutan los que no estudian. No faltaron visitas al psicólogo, la ayuda de la valeriana, la carta amorosa de la pareja paciente…Fueron precisos cinco intentos para obtener la codiciada plaza, que alcanzó a los treinta y cuatro años (sorteada la mili, sufrido el divorcio de sus padres y celebrado su propio matrimonio).

La obra se lee de un tirón. Se ayuda de los testimonios del legendario notario José María Chico y Ortiz (“quise ser notario, no por gracia de Dios, ni por Real Decreto, sino por oposiciones y bien ganadas”), del portentoso Alfonso Ventoso Escribano, notario y registrador (con vocación «antes de tener «uso de razón jurídica»), o del sabio Antonio Uribe Sorribes, notario (sobre el prestigio y dignidad de la profesión). E incluso se ultima con una cita del fragmento del libro “Juan Belmonte, matador de toros”, escrito por Manuel Chaves Nogales en 1934 quien con belleza detalla el trance del torero en la plaza, lo que permite a Miguel Prieto ofrecernos el paralelismo con el opositor ante el Tribunal, lo que siente, lo que afronta y la incertidumbre que acecha.

A lo largo de casi trescientas páginas, Miguel Prieto nos brinda consejos fruto de la experiencia, amarga o dulce, según se mire: decidir si hacer doblete preparando notarías y registros o tomar un único sendero; sobre la actualización de temas, trato con preparadores, el valor de memorizar artículos o  el rito de cantar los temas ante el preparador; la conveniencia de asistir a las pruebas ajenas para evitar el sopetón de las propias; las leyendas y realidades de la oposición, el desarrollo del ejercicio emparedado entre el llamamiento previo y las calificaciones posteriores, y el papel de las gestorías que informaban a tiempo real del desarrollo de la oposición. No falta la original jerga del proceso: opozulo (donde se estudia), oposicidio (desistimiento de la oposición), opositer (el sabihondo que al cocer, mengua).

 Detalla cada prueba de la oposición con sana crítica: oral, práctico, la reserva de nota, lectura de ejercicios, virtudes y defectos del sistema selectivo. Finaliza derramando  el gozo del aprobado, propio y del círculo íntimo, lamentando el azar que deja a muchos que no lo merecen en la cuneta de los sueños rotos, pasando a exponer el momento dulce de tanteo en el primer destino y la vida cómoda que se le ofreció y de la que disfruta agradecido hasta la fecha.

Finalmente, el autor levanta Acta de agradecimiento a familiares y amigos que le ayudaron a llegar hasta ahí.

Quede ahí esta espléndida obra, que recomiendo vivamente a todo opositor a plazas jurídicas de élite, y especialmente para cuerpos superiores de la Administración. Creo que ayudará a comprender los retos que aguardan al opositor, o a los que están a medio camino, y saber obrar en consecuencia.

He dejado para el final algo más personal. El autor, Miguel Prieto Escudero, ha conseguido superar la dura experiencia sin la huella de la soberbia, sin la cicatriz del malestar, sin el lastre del aislamiento social. Miguel, a quien tuve la oportunidad y placer de conocer, primero por su magnifico blog (Justito el Notario) y luego en persona en Salamanca – junto con su sonriente esposa- es una persona abierta, sensible, divertida y erudita.  O sea, que dentro de aquél angustiado opositor, preso de dudas, estaba una gran persona dotada de sentido del humor. Y eso es muchísimo en los tiempos que corren.

Y buen hijo, como demuestra en su consideración hacia la figura paterna del opositor, y hacia los esforzados padres y/o madres que asisten al reto de sus hijos, tal y como analizó en este estupendo post de su blog.

Por si fuera poco, es un excelente bloguero desde su maravillosa web: justitonotario.es, en la que aporta ciencia, humor y soluciones. Por ello mereció el Premio al Blog Jurídico de Oro Más Influyente de 2020 (2ª Edición), y la Mención de Honor de 2021 (3ª Edición) así como Mención de Honor de 2022 (4ªEdición).

¡Gracias, Miguel!

 

 

 

 

 

 

6 comments on “Diario de un opositor a notarías

  1. María García

    Yo he vivido de cerca la oposición a Inspector de Hacienda. Mi maravillosa, sin par, inteligente donde las haya, hermana. Y la sacó a la primera, por la gracia de Dios, sin duda, pero porque se lo trabajó hasta la extenuación. Dormíamos juntas y me pedía (yo, que estudiaba derecho entonces) que le tomara los temas de derecho administrativo… y me dormía porque se hacían las 2 de la mañana y ella seguía con su runrún. Qué época tan inolvidable.

    Así es que dejó el pabellón tan alto, Sr. Chaves, que aquí la que suscribe se limitó a buscarse la vida por otros lares no menos dignos, pero sin esa pesadilla. Me dio terror, lo digo de corazón. Y no me arrepiento porque siempre he opinado que si todos fuéramos funcionarios estaríamos en un país comunista. Y tiene que haber de todo en la viña del Señor.

    Ahora, fíjese cómo son las cosas, tengo bastantes casos contra Hacienda (mi padre también fue de ese «entrañable» cuerpo del Estado). Tenemos un pacto tácito de no hablar de trabajo y así seguimos tan contentos todos. Porque el lado oscuro de Hacienda es casi más aterrador que la propia oposición.

  2. Deberíamos ponernos todos manos a la obra, muy en serio, para acabar de una vez con estos despeñaderos en los que dejan los mejores años de la vida tantas personas. Si no existiesen estas oposiciones no existirían opositores y nadie desperdiciaría lo mejor de la vida en estudiar. El mundo sería mucho mejor sin gente joven pasando horas y horas estudiando durante años. Oposiciones tan exigentes como la de notarías deberían estar solo reservadas para los que ya hayan cumplido los 50 años.

  3. Antonio Ruiz-Clavijo Laencina

    Su artículo, como todos, interesante y pedagógico. Sólo me permito ejercer de corrector de pruebas: José María Chico Ortiz fue un veterano opositor a notarías pero, al final, fue registrador de la propiedad. Alguien, con retintintin, dijo de él que había ingresado por prescripción y él contestó, con el ingenio que le caracterizaba, que efectivamente había sido por prescripción, pero con justo título y buena fe.

  4. Buenas noches. Aquí el autor del libro y titular del blog «Justito El Notario».
    Muchas gracias José Ramón por tu comentario y visión de mi y de mi trabajo tan elogiosa.
    Suelo decir que lo que cuento es rigurosamente cierto y la historia oculta algunos detalles excesivamente íntimos. Aconsejo su lectura a quién oposite o lo esté pensando en hacer a fin de que puedan evitar cometer los errores que yo cometí. Si alguien lo deseara adquirir con dedicatoria me puede contactar en justitonotario@hotmail.com

    Mi mujer se emocionó con la lectura y también te traslada su agradecimiento.
    Un abrazo de Miguel Prieto Escudero/Justito El Notario.

  5. Pingback: "No sé a cual de los dos le hace más falta leerse tu "Nada antes que opositar", si a mi padre o a mi" - El blog de Justito El Notario

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