Tras la falta de ratificación del Tratado de Lisboa por Irlanda, parece haberse levantado la veda del Tratado. Polonia aprovecha el pretexto para dejar aparcada la ratificación. La República Checa intenta eludirla. El Gobierno danés anuncia que se pronunciará cuando se adopte una posición común por la Unión Europea a la vista del contratiempo. Alemania mantiene su discurso formal preeuropeo pero sugiere la conveniencia de posponer la firma del Tratado hasta finales de año, momento en que su Tribunal Constitucional resuelva dos demandas de posible inconstitucionalidad presentadas por un político y un grupo parlamentario.
1. Para evitar que cunda el pánico en el pasaje por el hundimiento, España y otros Estados donde reina armonía entre el criterio del gobierno y el sentimiento popular, se han apresurado a ratificar el Tratado. Pero ya se sabe que frente al vértigo o la pérdida de altura del avión no basta con repetirse machaconamente » no pasa nada, no pasa nada, no pasa nada…. «. Con posterioridad a las calabazas de Irlanda, la Directiva de retorno de inmigrantes levanta reticencias en los europeos ( debatidos entre tolerancia y rigidez), y tampoco ayuda observar como el Banco Central Europeo actúa adoptando medidas contra la inflación pese a que ello frente el crecimiento económico.
2. Sevach, que ya analizó el rechazo irlandés en un post anterior, intuye cuales son las razones para el inicio de esta estampida de los demás Estados.
a) La coartada. Algunos gobiernos aprovechan la negativa irlandesa como cómodo pretexto, escudándose en el «Todos o ninguno».
b) El regateo del mercader. Otros gobiernos avispados aprovecharán la negativa irlandesa para renegociar algunos puntos incómodos del Tratado.
c) La jugada del tahúr. Se trata de invocar la negativa irlandesa para, manteniendo el Tratado, conseguir contraprestaciones y ofertas económicas comunitarias para el propio Estado, sin necesidad de retocar el Tratado de Lisboa.
3. Sin embargo, el enemigo mas temible del Tratado de Lisboa es el Coronel Tiempo, ya que si la fecha inicialmente prevista de entrada en vigor del Tratado del 1 de Enero de 2009 se ha borrado de la agenda comunitaria, y se pospone hasta Octubre la deliberación sobre la salida del laberinto, no puede ignorarse que vivimos en épocas de convulsiones económicas y sociales, y que en todos los Ordenamientos Jurídicos la condición de eficacia de una voluntad es el llamado «rebus sic standibus» (mientras las cosas se mantengan así, o sea, si no cambian las circunstancias). Por eso, qué duda cabe que alguno de los Estados que haya ratificado el Tratado podrá replantearse su voluntad y revocar su decisión de forma jurídicamente irreprochable, con un doble amparo jurídico: primero, porque la soberanía de los Estados permite que se revoque su ratificación antes de que se colme la voluntad unánime; segundo, porque posiblemente el tratado ratificado lo sería en una versión anterior al renegociado con Irlanda.
4. En fin, que el tiempo es oro, y si se deja pasar puede convertir el Tratado de Lisboa en hojalata. La ocasión de sacar adelante el Tratado de Lisboa se ha escapado, y por algo «la ocasión la pintan calva» (como refleja una estatuilla de la biblioteca histórica de la Universidad de Salamanca), recordemos que para los romanos la Diosa Ocasión estaba representada por una hermosa ninfa ( o un niño alado, caso salmantino) con mechón en la frente pero sin coleta o melena en la nuca, por lo que si alguién quería atraparla tenía que agarrarla de frente, pero una vez que se dejaba pasar de largo no había manera de pillarla.
5. Así, el escenario final del próximo año puede recordarnos la célebre anécdota del Conde de Romanones. Dicen que cuando fue propuesto para la Real Academia, le sugirió alguien que hiciese una visita de cortesía a todos los miembros de la Institución encareciéndoles su apoyo, porque esa era la costumbre. Así que venciendo el natural pudor cumplimentó ese requisito y todo el mundo le aseguró que contase con su voto. El día de la votación se acercó su secretario y en un aparte le dijo: Excelencia, traigo malas noticias: no ha salido elegido. ¿Cómo es posible? -preguntó perplejo- Pero si tenía garantizada la elección… El funcionario se encogió de hombros. Pero entonces ¿cuántos votos he tenido?- quiso saber. Ninguno, Excelencia- musitó el secretario con un hilo de voz. El político se quedó unos instantes pensativo y luego cabeceando ligeramente se volvió hacia su ayudante: ¡Joder, qué tropa!,- concluyó.
Magnífico artículo. Sobran las muchas críticas que se podrían hacer a la UE, la Constitución para Europa y el Tratado de Lisboa.
No me abstengo, sin embargo, de expresar la queja de que se nos hurte a los ciudadanos la posibilidad de decidir este tipo de cosas. Dado la oposición ciudadana a la Constitución, se decide que la plebe no entiende de estas cosas y que es la aristrocracia la que debe enderezar nuestro rumbo.
Pues no, todos tenemos el derecho a decidir, aunque sea el derecho a decidir equivocarnos.
No a una UE donde los ciudadanos son peones. Bravo por los irlandeses y los que les siguen, aunque sea como medida artera para conseguir prebendas y otras regalías.